dominar su caracter. Participaba en las tareas de los sirvientes: un dia para hacer pan, otro para moler el maiz, uno para asolear los colchones y otro para hervir la ropa blanca. Pasaba horas acurrucada detras de la cortina de la sala devorando una a una las obras clasicas de la biblioteca de Jeremy Sommers, las novelas romanticas de Miss Rose, los periodicos atrasados y toda lectura a su alcance, por fastidiosa que fuese. Consiguio que Jacob Todd le regalara una de sus biblias en espanol y procuraba descifrarla con enorme paciencia, porque su escolaridad habia sido en ingles. Se sumergia en el Antiguo Testamento con morbosa fascinacion por los vicios y pasiones de reyes que seducian esposas ajenas, profetas que castigaban con rayos terribles y padres que engendraban descendencia en sus hijas. En el cuarto de los trastos, donde se acumulaban vejestorios, encontro mapas, libros de viajes y documentos de navegacion de su tio John, que le sirvieron para precisar los contornos del mundo. Los preceptores contratados por Miss Rose le ensenaron frances, escritura, historia, geografia y algo de latin, bastante mas de lo que inculcaban en los mejores colegios para ninas de la capital, donde a fin de cuentas lo unico que se aprendia eran rezos y buenos modales. Las lecturas desordenadas, tanto como los cuentos del capitan Sommers, echaron a volar su imaginacion. Ese tio navegante aparecia en la casa con su cargamento de regalos, alborotandole la fantasia con sus historias inauditas de emperadores negros en tronos de oro macizo, de piratas malayos que juntaban ojos humanos en cajitas de madreperla, de princesas quemadas en la pira funeraria de sus ancianos maridos. En cada visita suya todo se postergaba, desde las tareas escolares hasta las clases de piano. El ano se iba en esperarlo y en poner alfileres en el mapa imaginando las latitudes de alta mar por donde iba su velero. Eliza tenia poco contacto con otras criaturas de su edad, vivia en el mundo cerrado de la casa de sus benefactores, en la ilusion eterna de no estar alli, sino en Inglaterra. Jeremy Sommers encargaba todo por catalogo, desde el jabon hasta sus zapatos, y se vestia con ropa liviana en invierno y con abrigo en verano, porque se regia por el calendario del hemisferio norte. La chica escuchaba y observaba con atencion, tenia un temperamento alegre e independiente, nunca pedia ayuda y poseia el raro don de volverse invisible a voluntad, perdiendose entre los muebles, las cortinas y las flores del papel mural. El dia que desperto con la camisa de dormir manchada por una sustancia rojiza fue donde Miss Rose a comunicarle que se estaba desangrando por abajo.
– No hables de esto con nadie, es muy privado. Ya eres una mujer y tendras que conducirte como tal, se acabaron las chiquilladas. Es hora que vayas al colegio para ninas de Madame Colbert -fue toda la explicacion de su madre adoptiva, lanzada de un tiron y sin mirarla, mientras producia del armario una docena de pequenas toallas ribeteadas por ella misma.
– Ahora te fregaste, nina, te cambiara el cuerpo, se te nublaran las ideas y cualquier hombre, podra hacer contigo lo que le venga en gana -le advirtio mas tarde Mama Fresia, a quien Eliza no pudo ocultar la novedad.
La india sabia de plantas capaces de cortar para siempre el flujo menstrual, pero se abstuvo de darselas por temor a sus patrones. Eliza tomo esa advertencia en serio y decidio mantenerse vigilante para impedir que se cumpliera. Se vendo apretadamente el torso con una faja de seda, segura que si ese metodo habia funcionado por siglos para reducir los pies de las chinas, como decia su tio John, no habia razon para que fallara en el intento de aplastar los senos. Tambien se propuso escribir; por anos habia visto a Miss Rose escribiendo en sus cuadernos y supuso que lo hacia para combatir la maldicion de las ideas nubladas. En cuanto a la ultima parte de la profecia -que cualquier hombre podria hacer con ella lo que le viniera en gana- no le dio la misma importancia, porque simplemente fue incapaz de ponerse en el caso que hubiera hombres en su futuro. Todos eran ancianos de por lo menos veinte anos; el mundo estaba desprovisto de seres de sexo masculino de su misma generacion. Los unicos que le gustaban para marido, el capitan John Sommers y Jacob Todd estaban fuera de su alcance, porque el primero era su tio y el segundo estaba enamorado de Miss Rose, como todo Valparaiso sabia.
Anos despues, recordando su ninez y su juventud, Eliza pensaba que Miss Rose y Mr. Todd habrian hecho buena pareja, ella habria suavizado las asperezas de Todd y el la habria rescatado del tedio, pero las cosas se dieron de otro modo. A la vuelta de los anos, cuando los dos peinaban canas y habian hecho de la soledad un largo habito, se encontrarian en California bajo extranas circunstancias; entonces el volveria a cortejarla con la misma intensidad y ella volveria a rechazarlo con igual determinacion. Pero todo eso fue mucho mas tarde.
Jacob Todd no perdia oportunidad de acercarse a los Sommers, no hubo visitante mas asiduo y puntual a las tertulias, mas atento cuando Miss Rose cantaba con sus trinos impetuosos ni mas dispuesto a celebrar sus humoradas, incluso aquellas algo crueles con que solia atormentarlo. Era una persona llena de contradicciones, pero ?no lo era el tambien? ?No era acaso un ateo vendiendo biblias y embaucando a medio mundo con el cuento de una supuesta mision evangelizadora? Se preguntaba por que siendo tan atrayente no se habia casado; una mujer soltera a esa edad no tenia futuro ni lugar en la sociedad. En la colonia extranjera se murmuraba sobre un cierto escandalo en Inglaterra, anos atras, eso explicaria su presencia en Chile convertida en ama de llaves de su hermano, pero el nunca quiso averiguar los detalles, prefiriendo el misterio a la certeza de algo que tal vez no habria podido tolerar. El pasado no importaba mucho, se repetia. Bastaba un solo error de discrecion o de calculo para manchar la reputacion de una mujer e impedirle hacer un buen matrimonio. Habria dado anos de su futuro por verse correspondido, pero ella no daba senales de ceder al asedio, aunque tampoco intentaba desanimarlo; se divertia con el juego de darle rienda para luego frenarlo de golpe.
– Mr. Todd es un pajarraco de mal aguero con ideas raras, dientes de caballo y las manos sudadas. Nunca me casaria con el, aunque fuera el ultimo soltero en el universo -le confeso riendo Miss Rose a Eliza.
A la chica el comentario no le hizo gracia. Estaba en deuda con Jacob Todd no solo por haberla rescatado en la procesion del Cristo de Mayo, tambien porque callo el incidente como si jamas hubiera sucedido. Le gustaba ese extrano aliado: olia a perro grande, como su tio John. La buena impresion que le causaba se convirtio en carino leal cuando, oculta tras la pesada cortina de terciopelo verde de la sala, lo escucho hablar can Jeremy Sommers.
– Debo tomar una decision respecto a Eliza, Jacob. No tiene la menor nocion de su lugar en la sociedad. La gente empieza a hacer preguntas y Eliza seguramente se imagina un futuro que no le corresponde. Nada hay tan peligroso como el demonio de la fantasia agazapado en el alma femenina.
– No exagere, mi amigo. Eliza todavia es una chiquilla, pero es inteligente y seguro encontrara su lugar.
– La inteligencia es un estorbo para la mujer. Rose quiere enviarla a la escuela de senoritas de Madame Colbert, pero no soy partidario de educar tanto a las muchachas, se ponen inmanejables. Cada uno en su lugar, es mi lema.
– El mundo esta cambiando, Jeremy. En Estados Unidos los hombres libres son iguales ante la ley. Se han abolido las clases sociales.
– Estamos hablando de mujeres, no de hombres. Por lo demas, Estados Unidos es un pais de comerciantes y pioneros, sin tradicion ni sentido de la historia. La igualdad no existe en ninguna parte, ni siquiera entre los animales y mucho menos en Chile.
– Somos extranjeros, Jeremy, apenas chapuceamos el castellano. ?Que nos importan las clases sociales chilenas? Nunca perteneceremos a este pais…
– Debemos dar buen ejemplo. Si los britanicos somos incapaces de mantener nuestra propia casa en orden ?que se puede esperar de los demas?
– Eliza se ha criado en esta familia. No creo que Miss Rose acepte destituirla solo porque esta creciendo.
Asi fue. Rose desafio a su hermano con el repertorio completo de sus males. Primero fueron colicos y luego una jaqueca alarmante, que de la noche a la manana la dejo ciega. Durante varios dias la casa entro en estado de quietud: se cerraron las cortinas, se caminaba en puntillas y se hablaba en murmullos. No se cocino mas, porque el olor de comida aumentaba los sintomas, Jeremy Sommers comia en el Club y regresaba a la casa con la actitud desconcertada y timida de quien visita un hospital. La extrana ceguera y multiples malestares de Rose, asi como el silencio taimado de los empleados de la casa, fueron minando rapidamente su firmeza. Para colmo Mama Fresia, enterada misteriosamente de las discusiones privadas de los hermanos, se constituyo en formidable aliada de su patrona. Jeremy Sommers se consideraba un hombre culto y pragmatico, invulnerable a la intimidacion de una bruja supersticiosa como Mama Fresia, pero cuando la india encendio velas negras y echo humo de salvia por todas partes con el pretexto de espantar a los mosquitos, se encerro en la biblioteca entre atemorizado y furioso. Por las noches la oia arrastrando los pies descalzos al otro lado de su puerta y canturreando a media voz ensalmos y maldiciones. El miercoles encontro una lagartija muerta en su botella de brandy y decidio actuar de una vez por todas. Golpeo por primera vez la puerta del aposento de su hermana y fue admitido en aquel santuario de misterios femeninos que el preferia ignorar, tal como ignoraba la salita de costura, la cocina, la