hacerle otra pregunta a Olsen, pero se abstuvo.

— Y entonces Lucia decidio vender su collar de perlas.

— ?Si yo lo hubiera sabido! — exclamo Ictiandro, al recordar sus tesoros submarinos.

— ?Si hubiera sabido que?

— No, nada… Continue, Olsen.

— Todo estaba listo para la fuga.

— ?Y que iba a ser de mi…? ?Como es posible? Perdon… pero eso significa que se proponia abandonarme a mi tambien.

— Todo esto comenzo cuando aun no se conocian ustedes. Y luego, segun tengo entendido, ella queria advertirle a usted. Tal vez quisiera proponerle viajar juntos. En ultima instancia, si ella no hubiera tenido oportunidad de hablar con usted sobre la huida, podria escribirle durante el viaje.

— ?Pero por que con usted y no conmigo? ?Se aconsejaba con usted, y se proponia partir con usted!

— A mi me conoce mas de un ano, y a usted…

— Continue, no preste atencion a lo que yo diga.

— Bien. Como ya le habia dicho, todo estaba listo — prosiguio Olsen —. Pero usted se tiro al agua en presencia de Lucia, y Zurita les vio juntos casualmente. Bien de manana, antes de ir a la fabrica, pase por casa de Lucia. Yo solia hacer eso con frecuencia. Baltasar admitia esas visitas con benevolencia. Probablemente lo hiciera por temor a mis punos, o me tuviera como reserva, por si a Zurita le cansara la terquedad de Lucia. Por lo menos, Baltasar no nos molestaba, solo nos suplicaba que Zurita no nos viera. El viejo indio no sospechaba, naturalmente, los planes que estabamos fraguando. Aquella manana debia comunicarle a la joven que ya tenia los pasajes para el vapor y ella debia estar lista para las diez de la noche. Pero me recibio Baltasar, muy emocionado. «Lucia no esta. Y… no se cuando volvera — me dijo Baltasar —. Hace media hora llego Zurita en un automovil flamante. ?Que le parece! — exclamo Baltasar —. Un coche en nuestra calle, y esa rareza para a la puerta de mi casa. Lucia y yo salimos a la calle. Zurita ya habia bajado del coche, estaba junto a la puerta abierta, se ofrecia para llevar a Lucia al mercado y traerla de vuelta. El sabia que la joven iba todas las mananas a esta hora al mercado. Lucia miro admirada el brillante vehiculo. Usted comprendera la tentacion que eso supone para una chica joven. Pero Lucia es astuta y desconfiada. Ella rechazo, con delicadeza, el ofrecimiento. «?Habrase visto chica tan terca!» — exclamo indignado Baltasar, pero troco muy pronto la ira en gracia. Zurita reacciono inmediatamente-: «Veo que se ruboriza usted — dijo —, permitame que la ayude». La tomo en brazos y la sento en el automovil. Solo tuvo tiempo para gritar: «?Padre!» y el vehiculo desaparecio.

«No creo que vuelvan. Zurita se la llevo» — concluyo su relato Baltasar. Su expresion evidenciaba satisfaccion por lo ocurrido.

Tal fue la indignacion que me causo el relato de Baltasar que le espete: «?Le acaban de raptar a la hija en su presencia y usted lo cuenta con esa tranquilidad y hasta con alegria!»

«?Por que he de preocuparme? — asombrose Baltasar —. Si fuera otro, pero a Zurita le conozco tantos anos. Con lo tacano que es, si no escatimo dinero para el automovil es que le gusta de veras. Y si se la llevo, se casara. Para ella sera una buena leccion: no seas terca. Los novios ricos no andan tirados. Ella no tiene motivos para lamentarse. Zurita tiene una propiedad, la hacienda «Dolores», en las proximidades de la ciudad de Parana. Alli reside su madre. Alli se habra llevado, seguramente, a mi Lucia.»

— ?Y usted no ha vapuleado a ese Baltasar? — inquirio Ictiandro.

— De hacerle caso a usted, tendria que estar peleando sin cesar — respondio Olsen —. Voy a serle franco, mi primer impulso fue abofetear a Baltasar. Pero despues pense que asi solo haria fracasar la empresa. Aun abrigaba esperanzas de que no todo estaba perdido… No voy a entrar en detalles. Como ya le habia dicho, consegui verme con Lucia.

— ?En la hacienda «Dolores»?

— Si.

— ?Y usted no mato a ese canalla de Zurita y no libero a Lucia?

— Vuelve usted a las andadas: vapulear, matar. ?Quien iba a decir que usted fuera tan sanguinario?

— No soy sanguinario — exclamo Ictiandro con lagrimas en los ojos —. ?Pero todo esto es tan indignante!

Ictiandro desperto en Olsen profunda lastima y compasion.

— Ictiandro, tiene usted toda la razon — profirio Olsen —, Zurita y Baltasar son gente detestable, merecedora del odio y el desprecio. Deberian ser castigados con severidad. Pero la vida es mas complicada de lo que usted, seguramente, se imagina. Lucia se nego a huir de Zurita.

— ?Ella misma? — exigio confirmacion Ictiandro. No podia creerlo.

— Si, ella misma.

— ?Por que?

— En primer lugar, ella esta convencida de que usted se suicido, se tiro al agua por ella. Su muerte la aflige en sumo grado. Por lo visto, la desdichada estaba enamorada de usted. «Ahora mi vida ya no tiene valor alguno, Olsen — me dijo —, ahora ya no necesito nada. Todo me es indiferente. Tal era mi abatimiento que permanecia casi inconsciente cuando el cura, invitado por Zurita, nos caso. Nada se hace sin la voluntad divina — dijo el sacerdote al ponerme el anillo —. Y lo que une Dios, no debe ser destruido por el hombre. Sere una desgraciada con Zurita, pero no quiero ser objeto de la ira divina y por eso no le abandonare.»

— ?Pero eso no son mas que estupideces! ?Que Dios ni que ocho cuartos? ?Mi padre dice que Dios es un cuento para ninos! — exclamo Ictiandro con fervor —. ?Acaso no ha podido persuadirla?

— Lamentablemente, Lucia cree en ese cuento. Los misioneros consiguieron hacer de ella una beata: trate hace mucho de disuadirla, pero amenazo incluso con romper nuestra amistad si seguia manifestandome contra Dios y la iglesia. Habia que esperar. Y en la hacienda yo no tenia tiempo para persuadirla. Solo pude cambiar con ella unas palabras. ?Ah, si! Me conto otra cosa que puede ser de interes. Concluida la ceremonia del casamiento, Zurita exclamo alegre: «Bien, una cosa esta hecha, el pajarito esta enjaulado; ahora falta pescar el pez». Y el le explico a Lucia y ella a mi, de que pez se trataba. Zurita viaja a Buenos Aires con el proposito de pescar al «demonio marino», y entonces Lucia sera millonaria. ?No se referira a usted? Usted puede permanecer bajo el agua sin que eso le perjudique, asusta a los buscadores de perlas…

La cautela le impedia a Ictiandro descubrirle a Olsen su secreto. Ademas, lo mismo, no habria podido explicarselo. Y, sin responder a la pregunta, el mismo indago:

— ?Para que necesita Zurita al «demonio marino»?

— Pedro se propone obligar al «demonio» a buscar perlas. Por eso, si el «demonio marino» es usted, cuidese.

SEGUNDA PARTE — EL CAMINO

Los preparativos de Ictiandro fueron brevisimos. Recogio el traje y los zapatos de la orilla y los amarro a la espalda con la correa que sostenia el cuchillo. Se puso las gafas, los guantes, y partio.

En el golfo Rio de La Plata estaban atracados numerosos transatlanticos, vapores, goletas, barcazas. Entre ellos navegaban pequenos vapores de cabotaje. Desde debajo del agua sus fondos parecian escarabajos de agua, desplazandose de una parte para otra. Las cadenas y los cables de las anclas se alzaban desde el fondo cual delgados troncos en un bosque submarino. El fondo del golfo estaba cubierto con basura, chatarra, montones de carbon y de escoria, trozos de mangueras, retazos de velas, botellas quebradas, latas de conserva y, mas cerca de la orilla, cadaveres de perros y gatos.

«Que sucia es la gente — penso al examinar con repugnancia el fondo —, mas bien parece un muladar.» Iba nadando por el medio del golfo, por debajo de las quillas de los barcos. En las contaminadas aguas le resultaba dificil respirar, como a cualquier persona en un recinto con el aire viciado.

En algunos lugares encontro en el fondo cadaveres de personas y esqueletos de animales. Uno de los cadaveres tenia quebrado el craneo, y en el cuello se le veia una soga con una piedra. Testimonio de crimenes sin despejar. Ictiandro se apresuro a abandonar aquellos macabros lugares…

Cuanto mas se adentraba en el golfo, mas fuerte era la corriente frontal. Resultaba dificil nadar. En el oceano tambien suele haber corrientes, pero alli le ayudaban: el joven las conocia perfectamente. El las utilizaba, igual que el marinero el viento favorable. Pero aqui la corriente era solo una, la frontal. Ictiandro era magnifico nadador, pero le fastidiaba avanzar tan lento.

Algo paso casi rozandole. Habia anclado uno de los barcos. «Nadar por aqui es peligroso» penso Ictiandro y miro hacia atras. Vio que un gran vapor se le venia encima.

Ictiandro profundizo mas y, cuando el barco pasaba por encima, se agarro de la quilla. Los polipos habian cubierto el hierro de una masa aspera que le permitia asirse. Viajar en esa posicion no era muy comodo, pero estaba protegido y avanzaba rapido remolcado por el vapor.

El barco dejo atras el delta y siguio navegando Parana arriba. Las aguas del rio transportaban enorme cantidad de limo. Las manos se habian agarrotado, entumecido, pero no queria soltar el barco. «Lastima que no haya podido realizar este viaje con Leading» penso recordando al delfin. Pero podrian matarlo en el rio, pues Leading no habria podido pasar todo el viaje sumergido. Incluso Ictiandro temia emerger, el transito era demasiado animado.

Las manos se cansaban cada vez mas. Comenzaba a sentir hambre, se habia pasado el dia sin comer.

Se vio obligado a hacer un alto. Abandono la quilla del vapor y descendio al fondo.

Oscurecia. Ictiandro examino el fondo cubierto de limo, pero no hallo lenguados tendidos ni ostras. Por su lado pasaban peces de agua dulce, pero el no conocia sus manas y le parecian mas astutos que los marinos. Resultaba dificil pescarlos. Solo cuando cayo la noche y los peces se durmieron, Ictiandro consiguio un gran lucio. Su carne era dura y tenia sabor a cieno, pero el hambre era tan feroz que se tragaba grandes pedazos con espinas y todo.

Era menester descansar. En este rio, por lo menos, se podia dormir tranquilo, sin temor a que pudieran aparecer tiburones o pulpos. La preocupacion era otra, que durante el sueno no se lo llevara la corriente rio abajo. Ictiandro hallo en el fondo varias piedras, las coloco en fila y, abrazado a una de ellas, se acosto.

No obstante, el sueno fue corto. Sintio muy pronto la aproximacion de un barco. El joven abrio los ojos y vio sus luces. El barco iba rio arriba y el

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