– ?Que le pasa? -le pregunto Carlson.

No respondio.

Sono un movil. Carlson lo busco en el bolsillo del pantalon.

– Carlson.

– Soy Tim Harper.

– ?Ha encontrado los papeles?

– Si.

– ?Sabe si alguien mas firmo la autopsia de Elizabeth Beck?

– Hace tres anos -dijo Harper-. Inmediatamente despues de poner el cadaver en el frigorifico. Una persona puso su firma.

– ?Quien?

– El padre de la difunta. Tambien es policia. Se llama Hoyt Parker.

36

Larry Gandle estaba sentado delante de Griffin Scope. Se encontraban en el porche del jardin situado en la parte trasera de la mansion de Scope. La noche habia caido sobre el cuadro y envolvia el cuidado escenario. Los grillos canturreaban una melodia casi hermosa, como si los que viven en la opulencia fuesen capaces de manipular incluso cosas como aquellas. Se escuchaba la tintineante musica de un piano instalado al otro lado de las vidrieras. Las luces del interior de la casa derramaban una luz tenue que proyectaba sombras de color rojo oscuro y amarillo.

Los dos hombres llevaban pantalones de color caqui. Larry lucia un polo azul. Griffin, una camisa de seda con botoncitos en las puntas del cuello confeccionada por su sastre de Hong Kong. Larry esperaba, la mano enfriada por la cerveza que sostenia. Contemplaba al viejo, que estaba sentado, y cuya silueta era exactamente la grabada en los peniques de cobre, la mirada perdida en el extenso terreno de su propiedad, la nariz ligeramente levantada y las piernas cruzadas. La mano derecha se apoyaba en el brazo del sillon y en la copa de conac que sostenia se arremolinaba un licor ambarino.

– ?No tienes idea de donde puede estar? -pregunto Griffin.

– Ni la mas minima.

– ?Y los dos negros que lo rescataron?

– No se que papel tienen en todo esto, pero Wu se ocupa del particular.

Griffin bebio un sorbo de la copa. El tiempo avanzaba lentamente, calido y pegajoso.

– ?Crees de veras que ella sigue viva?

Larry estaba a punto de lanzarse a una larga disquisicion en torno a las pruebas en pro y en contra y a sopesar opciones y posibilidades. Pero abrio la boca y se limito a decir:

– Si.

Griffin cerro los ojos.

– ?Recuerdas el dia del nacimiento de tu primer hijo?

– Si.

– ?Asististe al nacimiento?

– Si.

– En mi tiempo no se estilaba -dijo Griffin-. Los padres nos quedabamos en la sala de espera paseando de aqui para alla y hojeando numeros atrasados de revistas. Recuerdo que se me acerco la enfermera, me llevo a traves del vestibulo, doble una esquina y de repente vi a Allison con Brandon en los brazos. Fue una sensacion rarisima, Larry. Senti que algo me iba subiendo por dentro y hasta llegue a pensar que podia estallar. La sensacion era casi demasiado intensa, demasiado abrumadora. Imposible eludirla pero imposible tambien soportarla. Creo que todos los padres experimentan una sensacion similar.

Se callo. Larry miro hacia otro lado. Por las mejillas del viejo resbalaban unas lagrimas que brillaban a la escasa luz reinante. Larry permanecio inmovil.

– Tal vez los sentimientos mas destacados de aquel dia fueran la alegria y el temor… temor en el sentido de que era responsable de aquella personita a partir de aquel momento. Pero habia algo mas. Algo que me seria imposible definir. Por lo menos, lo habria sido entonces. No supe que era hasta el primer dia que Brandon fue a la escuela.

El viejo tenia un nudo en la garganta. Tosio un poco y Larry vio mas lagrimas en sus ojos. Fue como si la musica hubiera bajado de volumen. Hasta los grillos se habian parado a escuchar.

– Esperamos el autobus escolar. Yo le tenia cogida la mano. Brandon tenia cinco anos. Levanto los ojos y me miro de aquella manera que miran los ninos a esa edad. Llevaba unos pantalones de color marron ya manchados de hierba en la rodilla. Recuerdo que el autobus amarillo se arrimo a nosotros y que la puerta chirrio al abrirse. Entonces Brandon se me solto de la mano y subio al autobus. Me entraron ganas de cogerlo y llevarmelo a casa, pero quede petrificado en el sitio. Subio al autobus y volvi a oir el chirrido de la puerta al cerrarse. Brandon se sento junto a una ventana. Le veia la cara. Agito la mano. Yo la agite a mi vez y, mientras el autobus se alejaba, dije para mi: «Ahi va todo mi mundo». Aquel autocar amarillo, con sus endebles flancos metalicos y un conductor que yo no tenia idea de quien podia ser, se llevaba lo que era todo para mi. Y en aquel momento comprendi lo que habia sentido el dia de su nacimiento. Terror. No simplemente temor, sino un terror frio e implacable. Se puede sentir miedo a la enfermedad o a la vejez o a la muerte, pero ese miedo no es nada comparado con el terror que senti entonces, una piedra en el vientre, en el momento en que vi alejarse el autobus. ?Entiendes lo que te digo?

Larry asintio con un ademan.

– Si, creo que lo entiendo -dijo.

– En aquel momento supe que, por mucho que yo vigilara, podia ocurrirle algo malo. Y que yo no siempre estaria a su lado para recibir el golpe. No podia apartar aquella idea de mis pensamientos. Supongo que todos hacemos lo mismo. Pero cuando ocurrio… -se callo y miro a Larry Gandle-. Sigo intentando hacerlo volver. Sigo cambalacheando con Dios, ofreciendole esto y aquello, ofreciendoselo todo si me devuelve vivo a Brandon. Se que no ocurrira, por supuesto. Lo entiendo de sobra. Pero resulta que ahora vienes tu y me dices que, mientras mi hijo, todo mi mundo, esta pudriendose en la tierra… ella sigue viva -comenzo a mover la cabeza de un lado a otro-. No lo puedo aceptar, Larry, ?puedes entenderlo?

– Si, lo entiendo -dijo Larry.

– No supe protegerlo una vez, pero no quiero fallarle ahora.

Griffin Scope volvio la mirada hacia su jardin. Tomo otro sorbo de licor. Larry Gandle lo entendia. Por eso se levanto, echo a andar y se perdio de nuevo en la noche.

Eran las diez cuando Carlson se acerco a la puerta principal del numero 28 de Goodhart Road. No le preocupaba que fuera tan tarde. Habia visto luces en la planta baja y el parpadeo de un televisor pero, aunque no hubiera sido asi, Carlson tenia preocupaciones mas importantes que el sueno reparador de quien fuese.

Ya iba a pulsar el timbre cuando se abrio la puerta. Aparecio Hoyt Parker. Por un momento se quedaron los dos frente a frente, dos boxeadores en el centro del cuadrilatero mirandose fijamente mientras el arbitro repite sus absurdas instrucciones sobre golpes bajos y golpes en la espalda.

Carlson no aguardo a que sonara la campana.

– ?Su hija consumia drogas?

La expresion de Hoyt Parker apenas se altero.

– ?Por que le interesa saberlo?

– ?Puedo entrar?

– Mi esposa esta durmiendo -dijo Hoyt saliendo al exterior y cerrando la puerta tras el-. ?Le importa que hablemos ahi fuera?

– Lo que usted diga.

Hoyt se cruzo de brazos y dio lo que parecian unos saltitos sobre las puntas de los pies. Tenia pinta de hombre fuerte con sus vaqueros azules y su camiseta, ahora mas cenidos como cuando pesaba cinco kilos menos. Carlson sabia que Hoyt era un policia veterano. Con el no valian argucias ni sutilezas.

– ?Va a contestar mi pregunta? -pregunto Carlson.

Вы читаете No Se Lo Digas A Nadie
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату