Ella respondio: «La belleza llama la atencion; la personalidad te conquista el corazon».
No vio nada extrano en la calle en todo el domingo. Ningun desconocido que la vigilara. Ni a Ricky. Solo la lluvia. Solo gente. La vida que seguia adelante.
La vida normal.
Algo de lo que estaba excluida -por un poco mas de tiempo solamente, se prometio a si misma-. Pero aquella situacion pronto cambiaria.
37
Octubre de 2007
La lluvia repiqueteaba en el techo y la furgoneta se mecia con las fuertes rafagas de viento. Aunque se habia abrigado bien, tenia frio aqui dentro y solo se atrevia a arrancar el motor de vez en cuando porque no queria llamar la atencion. Al menos tenia un colchon comodo, libros, un Starbucks cerca y musica en el iPod. Habia un bano publico en el paseo maritimo, convenientemente oculto a todas las camaras de seguridad de la ciudad, donde podia asearse bien. Un servicio publico muy a mano.
Una vez leyo una frase en un libro que le habian regalado: «El sexo es lo mas divertido que puede hacerse sin reir».
El libro se equivocaba, penso. A veces la venganza tambien podia ser divertida. Tanto como el sexo.
La furgoneta todavia lucia el cartel de Se vende escrito en rojo sobre un trozo de carton marron pegado en la ventanilla del copiloto, aunque en realidad la habia comprado, por trescientas cincuenta libras, hacia mas de dos semanas. Sabia que Abby era perspicaz y la habia visto comprobar los coches todos los dias. No tenia sentido quitar el cartel y alertarla del cambio. Asi que si el propietario anterior se cabreaba porque lo llamaba gente interesandose por la furgoneta, mala suerte. No la habia comprado porque necesitara transporte, sino por las vistas. Desde aqui podia ver todas las ventanas de su piso.
Era el aparcamiento perfecto. El vehiculo tenia las pegatinas del impuesto de circulacion en orden, de la ITV y del aparcamiento para residentes. Todas caducaban dentro de tres meses.
Y entonces, el ya habria desaparecido.
38
Octubre de 2007
Siempre le pasaba lo mismo, maldita sea. Toda la confianza que sentia Roy Grace antes de dirigirse a este lugar impresionante lo abandonaba cuando llegaba.
Mailing House, la central de la policia de Sussex, tan solo estaba a quince minutos en coche de su despacho, pero en cuanto a ambiente, pertenecia a un planeta distinto. Le daba la impresion de estar en un universo totalmente diferente, penso mientras cruzaba la barrera levantada de la verja de seguridad.
Se hallaba en un complejo de edificios a las afueras de Lewes, la capital del condado de East Sussex, y albergaba la administracion y direccion de los cinco mil agentes y empleados que integraban el cuerpo de policia de Sussex.
Dos edificios ocupaban un lugar destacado. Uno era una estructura futurista de cristal y ladrillo de tres pisos que acogia el centro de control y la oficina de registros e investigacion criminal, asi como la mayor parte del equipo informatico del cuerpo. El otro, una mansion imponente de ladrillo rojo estilo reina Ana que en su dia habia sido una casa solariega privada y ahora formaba parte de la lista de edificios de interes arquitectonico de Gran Bretana, era el que habia dado nombre a la central.
La mansion se erigia con orgullo a pesar de estar junto a una extension destartalada de aparcamientos, viviendas prefabricadas de una planta, estructuras bajas y modernas y un edificio oscuro sin ventanas, con una chimenea alta que a Grace siempre le recordaba a una fabrica textil de Yorkshire. Dentro se encontraban los despachos del director, el director adjunto y los subdirectores, uno de los cuales era Alison Vosper, ademas de sus equipos de apoyo y varios agentes mas que trabajaban ?temporal o permanentemente fuera de estas oficinas.
Grace encontro una plaza de aparcamiento para su Alfa Romeo y se dirigio al despacho de Alison Vosper, situado en la planta baja de la mansion, en la parte delantera. La ventana de guillotina grande daba a un sendero de gravilla y a un cesped circular.
Debia de ser agradable trabajar en una sala como aquella, penso, en este oasis de calma, lejos de los espacios abarrotados y sin personalidad de Sussex House. A veces creia que quiza podria gustarle tener esa responsabilidad y la sensacion de poder que la acompanaba, pero luego siempre se preguntaba si sabria llevar bien el politiqueo, en especial la maldita correccion politica insidiosa que obligaba a los jefes a doblegarse ante muchas mas cosas que los rangos.
La subdirectora podia ser tu mejor amiga un dia y tu peor enemiga al siguiente. Ahora, delante de su mesa, a Grace le parecio que hacia mucho tiempo que solo era lo ultimo, acostumbrado al hecho de que rara vez invitaba a las visitas a sentarse para acortar las reuniones e ir al grano.
Hoy esperaba con todas sus fuerzas que no le invitara a sentarse. Queria transmitirle su enfado de pie, con la ventaja de la altura.
Vosper no le decepciono.
– ?Si, Roy? -le dijo mientras le lanzaba una mirada fria y severa.
Y Grace noto que temblaba, como si estuviera en el colegio y le hubieran llamado al despacho del director.
La subdirectora Alison Vosper, de cuarenta y pocos anos, rubia, pelo corto y escaso, con un peinado conservador y rostro duro pero atractivo, no estaba nada contenta esta manana. Llevaba un traje chaqueta azul oscuro y camisa blanca recien planchada y estaba sentada detras de su cara mesa de palisandro bien ordenada con cara de enfado.
Grace siempre se habia preguntado como sus superiores podian tener sus despachos -y sus mesas- tan ordenados. Durante toda su carrera, los espacios donde habia trabajado habian sido vertederos: depositos de expedientes desparramados, cartas por contestar, boligrafos perdidos, facturas de viajes y bandejas de salida que habian perdido hacia tiempo la lucha por seguir el ritmo a las bandejas de entrada. Llegar a la cima, habia decidido en su dia, requeria cierta habilidad para gestionar el papeleo y el carecia de ese gen.
Se rumoreaba que Alison Vosper habia sido operada de cancer de mama hacia tres anos. Pero Grace sabia que no pasaria de eso, de ser un simple rumor, porque la subdirectora habia construido una muralla a su alrededor. Sin embargo, debajo de su caparazon de policia dura habia cierta vulnerabilidad con la que Grace conectaba. Habia que reconocer que no era nada fea y que a veces esos ojos marrones irascibles brillaban con humor y casi le parecia que coqueteaba con el. No era el caso esta manana.
– Gracias por recibirme, senora.
– Tengo cinco minutos literalmente.
– De acuerdo.
«Mierda.» Su confianza ya empezaba a desmoronarse.
– Queria hablarle sobre Cassian Pewe.
– ?El comisario Cassian Pewe? -dijo ella, como si quisiera recordarle sutilmente el rango que ostentaba el hombre.
Grace asintio.
Vosper abrio los brazos de manera efusiva.
– ?Si?
La subdirectora tenia las munecas finas y las unas perfectamente arregladas. Por alguna razon, sus manos parecian un poco mas viejas y mas maduras que el resto de ella. Y como si quisiera demostrar que aunque la policia ya no era un mundo exclusivamente masculino todavia habia un dominio considerable de los hombres, llevaba un