sus bartulos para afeitarse y asearse, ademas de un traje oscuro, una camisa blanca limpia, una corbata sencilla y un par de zapatos oscuros, su uniforme de trabajo.

Era una buena pregunta y el no le contesto la verdad porque habria empeorado las cosas. La verdad era que aquel esqueleto le habia afectado. Queria estar solo unas horas, para reflexionar.

Para pensar en como se sentiria si se trataba de Sandy.

Su relacion con Cleo habia ido lejos, mucho mas lejos que cualquier otra que hubiera tenido desde la desaparicion de su mujer, pero era consciente de que, a pesar de todos sus esfuerzos por pasar pagina, Sandy seguia siendo una brecha que los separaba. Hacia unas semanas, en una cena en la que los dos bebieron demasiado, Cleo dejo caer su preocupacion por que su reloj biologico se quedara sin pila. Grace sabia que ella empezaba a querer un compromiso y tenia la sensacion de que creia que, con Sandy por medio, nunca iba a conseguirlo de el.

No era cierto. Roy la adoraba. La amaba y habia empezado a plantearse seriamente compartir su vida con ella.

Por eso le habia dolido muchisimo que ayer por la tarde, cuando aparecio en casa de Cleo con dos botellas de su Rioja preferido, abriera la puerta con su llave y le recibiera un cachorro negro minusculo que corrio hacia el, le abrazo con sus patas y se meo en sus deportivas.

– ?Humphrey, te presento a Roy! -dijo-. ?Roy te presento a Humphrey!

– ?Quien…? ?De quien es? -pregunto el, perplejo.

– Mio. Lo he comprado esta tarde. Es un cachorro de salvamento de cinco meses, un cruce de labrador y border collie.

Roy noto un calor incomodo en el pie derecho al filtrarse la orina. Y un arrebato de confusion se apodero de el mientras se arrodillaba y notaba la lengua rugosa del perro lamiendole la mano. Estaba estupefacto.

– Nunca… ?No me habias dicho que ibas a comprarte un perro!

– Ya, bueno, tu tampoco me cuentas muchas cosas, Roy -dijo Cleo con total tranquilidad.

Una mujer mayor entro en la sala de espera y lo miro con recelo, como diciendo: «Yo tengo la primera hora, hijo». Luego se sento.

Roy tenia una agenda apretada. A las nueve de la manana iba a ver a Alison Vosper y hablar seriamente con ella sobre Cassian Pewe. A las 9.45, mas tarde de lo normal, se celebraria la primera reunion informativa de la Operacion Dingo, el nombre que el ordenador de Sussex House habia otorgado al azar a la investigacion sobre la muerte de la «Mujer desconocida», como llamaban ahora al esqueleto del desague. Luego, a las diez y media, debia acudir a las «oraciones matinales», el nombre jocoso que habian puesto a las reuniones semanales del equipo de direccion reinstauradas recientemente.

Al mediodia estaba programada la primera rueda de prensa sobre el hallazgo del esqueleto. No habia mucho de lo que informar a estas alturas, pero esperaba que revelar la edad de la mujer muerta, sus caracteristicas fisicas y la epoca aproximada en la que habia muerto pudiera refrescar la memoria a alguien sobre una persona desaparecida por aquellos tiempos. Suponiendo, naturalmente, que no se tratara de Sandy.

– ?Roy! ?Me alegro de verte!

Steve Cowling aparecio en la puerta con su bata blanca, luciendo sus dientes blancos perfectos. Era un hombre alto de unos cuarenta y cinco anos, con un porte recto y militar, cuyo pelo inmaculado estaba mas encanecido cada vez que Roy lo veia. Irradiaba encanto y confianza a partes iguales, combinados siempre con cierto entusiasmo juvenil, como si los dientes fueran realmente la cosa mas emocionante del mundo.

– ?Pasa, viejo amigo!

Grace hizo un gesto de disculpa hacia la mujer mayor, que parecia claramente ofendida, y siguio al dentista hasta su camara de tortura iluminada y espaciosa.

Si bien, igual que el, Steve Cowling era un poco mayor en cada visita, el odontologo tenia una sucesion infinita de ayudantes cada vez mas jovenes y atractivas. La ultima, una morena de piernas largas de veintipocos anos que sostenia un sobre acolchado en la mano, le sonrio, luego saco un fajo de negativos y se los entrego a Cowling con una sonrisa coqueta.

El dentista cogio el molde de alginato que Roy le habia dado veinte minutos antes.

– Bien, Roy. Esto es muy interesante. Lo primero que tengo que decirte es que no se trata de Sandy.

– ?No? -pregunto, un poco cansinamente.

– No tengo ninguna duda. -Cowling senalo los negativos-. Estos son los de Sandy, no hay comparacion. Pero el molde nos proporciona mucha informacion que puede resultar util. -Le ofrecio una gran sonrisa.

– Bien.

– Esta mujer llevaba implantes, que serian bastante caros cuando se los pusieron. De titanio, fabricados por una empresa suiza, Straumann. Se trata basicamente de un cilindro hueco que se coloca sobre la raiz, que luego crece dentro y se convierte en una fijacion permanente.

Grace sintio un cumulo de emociones contradictorias mientras escuchaba. Intentaba concentrarse, pero de repente le costaba mucho.

– Lo que resulta interesante, viejo amigo, es que podemos establecer una fecha aproximada para los implantes, lo que sirve para calcular cuanto tiempo hace que murio la mujer. Empezaron a quedarse anticuados hara unos quince anos. Llevaba otros arreglos dentales caros, algunas reconstrucciones y puentes. Si era de por aqui, diria que solo hay cinco o seis dentistas que pudieron hacer este trabajo. Un buen lugar para comenzar seria Chris Gebbie, que tiene consultas en Lewes y Eastbourne. Escribire tambien a los demas. Tambien significa que debia de tener una posicion bastante acomodada.

Grace escuchaba, pero tenia la cabeza en otra parte. Si este esqueleto hubiera sido el de Sandy, por muy nefasta que fuera la noticia, habria obtenido cierta sensacion de final. Pero ahora la agonia de la incertidumbre continuaba.

No sabia si sentia decepcion o alivio.

34

Septiembre de 2007

El hedor que salia del maletero del coche provoco arcadas a todos los que estaban en la orilla. Era como si un desague atascado se hubiera descongestionado de repente y meses, quizas anos, de gases atrapados en la descomposicion fueran liberados, todos a la vez.

Lisa retrocedio horrorizada, tapandose la nariz con los dedos, y cerro los ojos un momento. De algun modo, el sol abrasador del mediodia y las moscas implacables lo empeoraban todo. Cuando volvio a abrirlos y respiro solo por la boca, el olor seguia siendo igual de malo. Luchaba con todas sus fuerzas por no vomitar.

La situacion no parecia mas facil para MJ, pero los dos estaban mejor que el policia nervioso, que se habia apartado del coche y ahora estaba de rodillas, vomitando. Aguantando la respiracion, haciendo caso omiso a la mano de MJ que tiraba de ella, Lisa avanzo unos pasos hacia la parte trasera del coche y miro dentro.

Y deseo no haberlo hecho. De repente, la tierra bajo sus pies se volvio inestable y agarro con fuerza la mano de MJ.

Vio lo que al principio le parecio un maniqui derretido en un incendio, antes de darse cuenta de que se trataba del cuerpo de una mujer. Ocupaba casi toda la profundidad del maletero, parcialmente sumergida en agua negra viscosa y reluciente que caia sin parar. La melena rubia, que le llegaba por los hombros, estaba desparramada como maleza enmaranada. Sus pechos tenian un color y una textura jabonosos y tenia la mayor parte de la piel cubierta de grandes manchas negras.

– ?La han quemado? -pregunto MJ, que sentia curiosidad por todo, al policia mas bajito.

– No… No son quemaduras, amigo. Es piel que se ha desprendido.

Lisa miro el rostro del cadaver, pero estaba hinchado y carecia de forma, como la cabeza medio derretida de un muneco de nieve. Tenia el vello pubico intacto: un triangulo marron poblado tan lozano que parecia irreal, como si alguien se lo hubiera pegado a modo de broma grotesca. Se sintio casi culpable por mirarlo. Culpable por estar ahi, observando aquel cuerpo, como si la muerte fuera algo privado y ella se estuviera entrometiendo.

Pero no podia apartar la vista. Las mismas preguntas se repetian una y otra vez en su mente. «?Que te ha

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