hablar.

– ?Tiene agua?

Momentos despues le pusieron una botella de agua en la mano. Bebio a tragos ansiosos, derramo un poco y le cayo por la barbilla deslizandose hasta el cuello. Se la termino antes de hablar.

– Gracias.

Alargo la botella vacia y una mano oculta la cogio.

– Desde anoche -dijo-. Llevo en este maldito trasto… desde… creo… Desde anoche. ?Hoy es sabado?

– Si. Son las cinco y veinte de la tarde del sabado.

– Desde ayer. Justo pasadas las seis y media de ayer. -Miro furiosa al conserje-. ?No comprueba que funcione la puta alarma? ?O el puto telefono del aparato?

– Administradores. -Se encogio de hombros, como si se les pudieran achacar todos los problemas del universo.

– Sera mejor que la llevemos al hospital para que le hagan un reconocimiento -dijo el bombero guapo.

Aquello la aterrorizo.

– No… No… Estoy muy bien, gracias. Yo… Yo solo…

– Llamaremos a una ambulancia.

– No -dijo Abby con contundencia-. No. No necesito ir a ningun hospital.

Miro las botas caidas, que seguian en el ascensor, y la mancha humeda en el suelo. No olia nada, pero sabia que ahi dentro tenia que apestar.

La radio volvio a emitir interferencias y Abby oyo una llamada. El bombero respondio.

– Estamos aqui. La persona atrapada esta a salvo. No requerimos asistencia medica. Repito. No requerimos asistencia medica.

– Yo… Pensaba que iba a caerse, ?sabe? En cualquier momento. Pensaba que iba a caerse… Y que yo iba a…

– No, no hay peligro. Se ha roto una polea, pero no se habria caido. -Su voz se apago y por un momento parecio pensativo, dirigiendo rapidamente su mirada al techo del ascensor-. ?Vive aqui?

Abby asintio.

– Deberia comprobar los gastos de la comunidad -dijo, y dejo de agarrarla tan fuerte-. Asegurarse de que el mantenimiento del ascensor consta en ellos.

El conserje hizo un comentario, algo mas sobre los administradores, pero apenas lo oyo. El alivio que sentia por ser liberada fue breve. Era genial haber salido del maldito ascensor, pero eso no significaba en absoluto que estuviera fuera de peligro.

Se agacho para intentar alcanzar sus botas sin volver a entrar en el ascensor, pero no llegaba. El bombero se inclino y las rescato con el dorso del hacha. Estaba claro que no era tan estupido como para entrar.

– ?Quien les ha avisado? -pregunto Abby.

– Una mujer del… -Hizo una pausa para leer una nota en su libreta-. Del piso 47. Intento llamar al ascensor varias veces esta tarde, luego informo de que habia oido a alguien pidiendo socorro.

Mientras anotaba mentalmente darle las gracias algun dia, Abby miro con cautela las escaleras, cubiertas con fundas para protegerlas del polvo que levantaban los obreros y plagadas de placas de yeso y materiales de construccion.

– Deberia comer algo en cuanto pueda -le recomendo el bombero-. Algo ligero solamente, una sopa o algo asi. Subire a su piso con usted, para asegurarme de que esta bien.

Abby le dio las gracias, luego miro su spray Mace y se pregunto por que no habia funcionado. Se dio cuenta de que no habia quitado el seguro. Se lo guardo en el bolso y, con las botas en la mano, comenzo a subir las escaleras, sorteando con cuidado el caos de los obreros. Pensando.

?Habia saboteado Ricky el ascensor? ?Y el telefono y la alarma? ?Era demasiado rocambolesco pensar que lo habia hecho el?

Cuando llego a la puerta descubrio aliviada que todas las cerraduras estaban como las habia dejado. Aun asi, despues de darle las gracias otra vez al bombero, entro con cautela, comprobando que el hilo del recibidor estuviera intacto antes de cerrar la puerta con llave y pasar las cadenas de seguridad. Luego, solo para asegurarse, comprobo todas las habitaciones del piso.

Todo estaba bien. No habia entrado nadie.

Fue a la cocina a prepararse un te y cogio un Kit-Kat de la nevera. Acababa de meterse un trozo en la boca cuando sono el timbre, seguido de inmediato por un golpe seco en la puerta.

Masticando, y con los nervios de punta por si era Ricky, se acerco deprisa y con cautela a la puerta y miro por la mirilla. Vio a un hombre menudo de rostro delgado y unos veintipocos anos, moreno, con el pelo peinado hacia delante y vestido de traje.

?Quien diablos era? ?Un vendedor? ?Un testigo de Jehova -pero normalmente no iban en pareja-? O tal vez tuviera algo que ver con el cuerpo de bomberos. Ahora mismo, muerta de cansancio, temblorosa y hambrienta, solo queria prepararse una taza de te, comer algo, apurar varias copas de vino tinto y sobar.

Saber que el hombre habria tenido que pasar por delante del conserje y de los bomberos para llegar hasta aqui apaciguo un poco sus miedos. Tras comprobar que las dos cadenas de seguridad estaban bien puestas, giro la llave y abrio la puerta los pocos centimetros que cedio.

– ?Katherine Jennings? -le pregunto con voz aguda e invasiva. Noto su aliento calido en la cara, olia a chicle de menta.

Katherine Jennings era el nombre con el que habia alquilado el piso.

– ?Si? -contesto Abby.

– Kevin Spinella, del periodico Argus. Me preguntaba si podria dedicarme unos momentos de su tiempo.

– Lo siento -dijo ella, e intento cerrar la puerta de inmediato. Pero el hombre la atasco con el pie.

– Solo quiero unas palabras rapidas para citarlas.

– Lo siento -respondio-. No tengo nada que decir.

– ?No esta agradecida al cuerpo de bomberos por rescatarla?

– No, yo no he dicho…

«Mierda.» Ahora el hombre escribia algo en su libreta.

– Mire, senorita… ?Senora Jennings?

Abby no mordio el anzuelo.

El periodista prosiguio.

– Tengo entendido que acaba de pasar por una experiencia terrible… ?Le parece bien que le envie a un fotografo?

– No, no me parece bien -dijo-. Estoy muy cansada.

– ?Manana por la manana tal vez? ?A que hora le iria bien?

– No, gracias. Y quite el pie, por favor.

– ?Creyo que su vida corria peligro?

– Estoy muy cansada -contesto-. Gracias.

– Bien, entiendo, ha sido muy duro. Le dire que haremos. Me pasare manana con un fotografo. ?Sobre las diez de la manana le parece bien? ?No sera demasiado pronto para un domingo?

– Lo siento, no quiero publicidad.

– Bien, bueno, la vere por la manana entonces. -Quito el pie.

– No, gracias -dijo Abby con firmeza, luego cerro la puerta y giro la llave con cuidado. Mierda, era lo ultimo que necesitaba, maldita sea, su foto en el periodico.

Temblando, y con una voragine de pensamientos arremolinandose en su mente, saco los cigarrillos de su bolso y encendio uno. Entonces, entro en la cocina.

Un hombre que estaba sentado en la parte trasera de una vieja furgoneta blanca, aparcada en la calle de abajo, tambien se encendio un cigarrillo. Luego abrio una lata de cerveza Foster's, procurando no salpicar el caro equipo electronico que tenia al lado, y bebio un sorbo. Gracias a la lente insertada en el minusculo agujero que habia perforado en el techo de la furgoneta, normalmente gozaba de una vista perfecta de su piso, aunque en estos momentos quedaba parcialmente tapado por un coche de bomberos que bloqueaba la calle. Aun asi, penso, aliviaba la monotonia de su larga vigilia.

Y vio con satisfaccion, por la sombra que se movia detras de la ventana, que ella estaba en casa.

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