Octubre de 2007

La primera senal, y la mas bien recibida, de que se habia producido un cambio de regimen en Sussex House era que ahora los jefes del Departamento de Investigacion Criminal tenian plaza de aparcamiento propia, y en la mejor ubicacion, justo delante del edificio. Lo que significaba que Roy Grace ya no tenia que dar vueltas con el coche para encontrar sitio donde aparcar en la calle, o dejarlo furtivamente en el aparcamiento del supermercado ASDA de enfrente, como la mayoria de sus companeros, y luego regresar bajo la maldita lluvia, o tomar el atajo embarrado a traves de los arbustos y despues, desafiando a la muerte, saltar desde un muro de ladrillo.

Situado en una colina que antes habia sido campo abierto, a una distancia prudente de Brighton y Hove, el edificio con reminiscencias artdeco habia sido construido originariamente como hospital para enfermedades infecciosas. Habia pasado por distintos usos antes de albergar el Departamento de Investigacion Criminal y en algun momento de su historia el crecimiento descontrolado de la ciudad habia llegado hasta alli. Ahora se asentaba incongruentemente en un poligono industrial, justo delante del ASDA, que funcionaba como cantina no oficial, pero practica, y aparcamiento extra del edificio.

Desde la salida reciente del afable pero laxo inspector jefe Gary Weston, que habia sido ascendido a subdirector en los Midlands, Jack Skerritt, un tipo duro, serio y fumador de pipa, estaba haciendo notar su presencia en la central. Skerritt, ex director de la policia local de Brighton y Hove, de 52 anos, combinaba la severidad de la vieja escuela con ideas modernas y era uno de los policias mas queridos y respetados del cuerpo.

Recuperar estas reuniones semanales era, de momento, su innovacion mas importante.

Otro cambio perceptible al instante, medito Grace mientras entraba por la puerta y saludaba alegremente a los dos guardias de seguridad, era que Skerritt habia impuesto un sello de modernidad en la escalera de entrada. Habian mandado a un museo la exposicion de porras antiguas. Ahora, las paredes color crema estaban recien pintadas y habia un tablon de fieltro azul ancho y nuevo con las fotografias de todos los jefes que dirigian la central del Departamento de Investigacion Criminal.

El lugar mas destacado lo ocupaba la foto del propio Jack Skerritt. Era un hombre delgado de mandibula cuadrada, atractivo, con un aire ligeramente anticuado de galan de Hollywood. Tenia una expresion severa, el pelo castano y repeinado, y llevaba un traje oscuro y una corbata a cuadros de colores apagados. Irradiaba una presencia imponente que parecia decir: «No me jodas y sere justo contigo». Y, de hecho, esa era la esencia del hombre.

Grace lo respetaba y admiraba. Era el tipo de policia que le gustaria ser. A tres anos de jubilarse, Skerritt pasaba de la correccion politica y tampoco le preocupaban las directrices de sus superiores. Consideraba que su papel era transformar las calles, los hogares y los negocios de Sussex en lugares seguros para ciudadanos respetuosos con la ley, y como lo hiciera era cosa suya. Durante sus dos ultimos anos como director de la policia local de Brighton y Hove, antes de asumir su cargo aqui, habia tenido un impacto importante en los niveles de delincuencia de la ciudad.

En lo alto de las escaleras habia un descansillo ancho y enmoquetado, con una planta de plastico que tenia pinta de recibir hormonas del crecimiento y una maceta con una palmera que parecia mas adecuada para un hospicio.

Grace acerco su tarjeta al lector de la puerta de seguridad y entro en el ambiente enrarecido del centro de mando. Esta primera seccion era una zona abierta y grande, con una alfombra naranja en el centro y mesas a cada lado para el personal de apoyo.

Los jefes de departamento tenian despacho propio. Una de las puertas estaba abierta y Grace y su amigo Brian Cook, el director del area de apoyo cientifico, que estaba de pie terminando una llamada, se saludaron con la cabeza. Luego paso deprisa por delante del despacho grande y acristalado de Jack Skerritt porque queria hablar un momento con Eleanor Hodgson, su asistente de apoyo a la gestion, como se llamaba ahora a las secretarias en este mundo de locos de la correccion politica.

Los posteres ocupaban todas las paredes. Uno grande, rojo y naranja, destacaba sobre el resto:

Delata a los delincuentes

Los traficantes de drogas destrozan vidas

Di a la policia quienes son

Paso deprisa por delante de su despacho y de otro poster que decia Comisario Gaynor Allen, area de operaciones e inteligencia y se dirigio a donde estaba sentada Eleanor.

Era una zona abarrotada de mesas llenas de bandejas de entrada rojas y negras desbordadas y teclados, telefonos, carpetas, blocs de notas y post-it. Algun bromista habia pegado una L de conductor novato en la parte trasera de una pantalla plana de ordenador.

La de Eleanor era la unica mesa ordenada. Era una mujer de mediana edad, remilgada, silenciosamente eficaz aunque nerviosa, de pelo negro y pulcro y rostro insulso, un poco anticuado, que se encargaba de gran parte de la vida de Roy Grace. Mientras se acercaba a ella vio que parecia exaltada, como si el comisario fuera a gritarle por alguna cagada, aunque no le habia alzado la voz ni una sola vez en los dieciocho meses que llevaba trabajando para el. La mujer era asi, simplemente.

Grace le pidio que llamara al Thistle Hotel para comprobar el tamano de las mesas para la cena de diciembre del club de rugby y repaso rapidamente algunos e-mails urgentes que ella le sugirio; luego, tras mirar la hora y ver que pasaban dos minutos de las diez y media, entro en los dominios amplios e imponentes de Skerritt. Igual que su propio despacho -le habian trasladado hacia poco de una zona del edificio a otra-, daba a la carretera del ASDA. Pero ahi acababan las similitudes. Mientras que el solo tenia espacio para un escritorio y una mesa redonda pequena, la amplia sala de Skerritt alojaba, ademas de su escritorio grande, una mesa de reuniones rectangular.

Aqui tambien se habian producido cambios. Habian desaparecido las fotografias enmarcadas de caballos de carreras y galgos que dominaban las paredes en los tiempos de Gary Weston y que demostraban sus prioridades en la vida. Los habia sustituido una sola fotografia enmarcada de dos chicos adolescentes y varias de labradores y cachorros. Los criaba la mujer de Skerritt, pero tambien eran la pasion del jefe de policia durante aquellos raros momentos que no pasaba en el trabajo.

Skerritt olia levemente a humo de tabaco de pipa, igual que Norman Potting. A Grace el olor de Potting le parecia nocivo, pero el de Skerritt le gustaba. Le sentaba bien, realzaba su imagen de hombre duro.

Consternado, vio a Cassian Pewe sentado a la mesa, junto con el resto de investigadores jefe y otros policias de rango superior del equipo de mando. Imaginaba que el tabaco nunca habia pasado por los labios de Cassian Pewe.

El nuevo comisario lo saludo con una sonrisa de reptil y un meloso:

– Hola, Roy, me alegro de verte. -Extendio su mano humeda. Roy la estrecho tan brevemente como pudo, luego ocupo el unico sitio libre, disculpandose por llegar tarde ante Skerritt, que era un maniatico de la puntualidad.

– Muchas gracias por venir, Roy -dijo el inspector jefe.

Tenia una voz fuerte, neutra, que siempre sonaba sarcastica, como si hubiera pasado tanto tiempo de su vida interrogando a sospechosos mentirosos que se le hubiera pegado para siempre. Roy no sabia decir si ahora estaba siendo sarcastico o no.

– Bien -prosiguio Skerritt-. El tema de hoy.

Se sento muy erguido, con una postura elegante y segura de si misma. Transmitia un aire de indestructibilidad fisica, como si le hubieran tallado de un bloque de granito. Leyo un programa impreso que tenia delante. Alguien le paso una copia a Roy y el la reviso. Lo mismo de siempre.

El acta de la reunion anterior.

El informe anual sobre accidentes de trafico.

Los retos para 2010; un deficit de 8-10 millones de libras.

Unir fuerzas; puesta al dia sobre la fusion de los cuerpos policiales de Sussex y Surrey…

Skerritt repaso a buen ritmo todos los puntos con el grupo reunido. Cuando llegaron a «Actualizacion de operaciones», Roy los puso al corriente sobre la Operacion Dingo. No disponia de demasiadas novedades a estas alturas, pero les dijo que tenia la esperanza de conocer pronto la identidad de la mujer gracias a los historiales

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