– Hay algo que podria ser bastante importante -anadio Bella-. La salida del alcantarillado se encuentra mar adentro para garantizar que las corrientes se lleven todas las aguas residuales lejos de la costa en lugar de hacia la playa. -Grace asintio, adivinaba que observacion haria-. Asi que es posible que el asesino fuera consciente de ello. Podria ser ingeniero, por ejemplo.
Grace le dio las gracias y se volvio hacia Norman Potting; sentia curiosidad por saber por que el sargento parecia tan satisfecho.
Potting saco un fajo de radiografias de un sobre beis y lo levanto con aire triunfante.
– ?Tengo un resultado positivo para el historial dental!
Se hizo un silencio absoluto. Todas las orejas de la sala estaban pendientes de el.
– Me lo ha proporcionado uno de los dentistas de la lista que me diste, Roy. La mujer se hizo muchos arreglos dentales. Se llama, o se llamaba mejor dicho, Joanna Wilson.
– Buen trabajo -dijo Grace-. ?Soltera o casada?
– Bueno, tengo buenas y malas noticias -dijo Potting, y se sumio en un silencio petulante, sonriendo como un imbecil.
– Somos todo oidos -le insto Grace a continuar.
– Tenia marido, si. Una relacion tormentosa, por lo que he podido averiguar hasta ahora. El dentista, el doctor Gebbie, conoce un poco la historia. Manana sabre mas. Era actriz. Todavia no tengo los detalles, pero se separaron y ella se marcho. Al parecer, se fue a Los Angeles para hacerse famosa… O eso es lo que el marido dijo a todo el mundo.
– Parece que deberiamos tener una charla con el marido -dijo Grace.
– Hay un pequeno problema con eso -contesto Norman Potting. Luego asintio pensativamente unos momentos, frunciendo la boca, como si llevara el peso del mundo sobre los hombros-. Murio en las Torres Gemelas, el 11- S.
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Octubre de 2007
A las 18.45 Abby comenzo a preocuparse por si la empresa de mensajeria se habia olvidado de ella. Estaba preparada y a la espera desde las 17.30, con la maleta junto a la puerta, el abrigo colgado encima y el sobre acolchado cerrado y con la direccion escrita.
Fuera ya estaba totalmente oscuro y, como seguia diluviando, no veia demasiado. Vigilaba la aparicion en la calle de una furgoneta de Global Express. Por enesima vez saco el spray de pimienta del bolsillo trasero de sus vaqueros y lo examino.
El pequeno cilindro rojo con las hendiduras para los dedos, la cadena y el enganche para el cinturon pesaba mucho, y eso le inspiraba confianza. Abria repetidamente la tapa de seguridad y practicaba apuntando con el pitorro. El tipo que se lo habia vendido en Los Angeles, antes de regresar a Inglaterra, le dijo que contenia diez toques de un segundo y que podria cegar a una persona durante diez segundos. Lo habia colado en Inglaterra escondiendolo en el neceser de maquillaje dentro de su maleta.
Volvio a guardarselo en el bolsillo, se levanto y saco el movil de su bolso. Estaba a punto de marcar el numero de Global Express cuando por fin sono el timbre.
Corrio por el pasillo hasta la puerta. En el pequeno monitor en blanco y negro vio un casco de moto. Se le cayo el alma a los pies. Ese teleoperador imbecil, Jonathan, le habia dicho que vendria una furgoneta. Ella contaba con que vendria una furgoneta.
Mierda.
Pulso el boton del interfono
– Sube, octavo piso -dijo-. Me temo que el ascensor no funciona.
Los pensamientos volvian a agolparse en su cabeza, intentaba replantearse la situacion a toda prisa. Cogio el sobre acolchado. Tendria que volver al plan original, decidio mientras lo estudiaba detenidamente durante los dos largos minutos que pasaron antes de oir los golpes bruscos en la puerta.
Alerta como siempre, se acerco a la mirilla y vio a un motociclista, vestido con un mono de piel, con casco negro y la visera oscura bajada, sujetando una especie de carpeta.
Abby giro la llave, descorrio las cadenas de seguridad y abrio la puerta.
– Creia… Creia que vendria una furgoneta -dijo.
El hombre dejo caer la carpeta, que aterrizo en el suelo con un ruido metalico, y le dio un fuerte punetazo en el estomago. La cogio totalmente desprevenida y la doblo en dos con un dolor punzante. Abby se tambaleo de lado contra la pared.
– Me alegro de verte, Abby -dijo el hombre-. No me mata tu cambio de imagen.
Luego, le dio otro punetazo.
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Octubre de 2007
Poco antes de las siete de la tarde, Cassian Pewe conducia su Opel Astra verde oscuro a traves del embate del viento y la oscuridad de neon de la carretera de la costa que bordeaba los acantilados. Paso por dos minirrotondas y entro en Peacehaven, luego continuo un kilometro y medio mas por interminables calles de tiendas, la mitad de ellas agencias inmobiliarias, al parecer, el resto locales de comida rapida con decoracion estridente. Le recordo las afueras de las ciudades pequenas de Estados Unidos que habia visto en el cine.
Como no conocia esta zona situada a unos kilometros al este de Brighton, se dejaba guiar por la voz femenina de su GPS. Ahora, despues de dejar atras Peacehaven, seguia a una autocaravana que avanzaba lentamente por la colina llena de curvas que llevaba a Newhaven. La mujer del navegador le indico que siguiera recto durante ochocientos metros mas. Entonces su movil sono en el dispositivo de manos libres.
Miro la pantalla, vio que era Lucy, su novia, y alargo la mano para contestar.
– Hola, carino -la saludo con voz melosa-. ?Como esta mi angel precioso?
– ?Tienes puesto el manos libres? -pregunto ella-. Suenas como un robot.
– Lo siento, cielo. Estoy conduciendo.
– No me has llamado -dijo ella. Sonaba dolida y un poco enfadada-. Ibas a llamarme esta manana, para lo de esta noche.
A Lucy, que vivia y trabajaba en Londres de secretaria personal del gerente de un fondo de cobertura, no le habia impresionado el reciente traslado a Brighton de Cassian. Muy probablemente, pensaba este, porque no la habia invitado a mudarse con el. Siempre mantenia las distancias con las mujeres con quienes salia, rara vez las llamaba cuando decia que lo haria y a menudo cancelaba las citas en el ultimo momento. La experiencia le habia ensenado que esa era la mejor forma de tenerlas donde el queria.
– Angel mio, he estado muuuuy ocupado -volvio a utilizar su voz melosa-. No he tenido un momento libre. Llevo todo el dia de reunion en reunion.
«Gire a la izquierda a ciento cincuenta metros», le indico la voz de mujer del GPS.
– ?Quien es esa? -pregunto Lucy con desconfianza-. ?Quien esta en el coche contigo?
– Es el navegador, cielo.
– Bueno, ?vamos a quedar esta noche o no?
– Creo que esta noche no sera posible, angel. Me han asignado un caso urgente. Podria ser el comienzo de una investigacion de asesinato importante, con algunas consecuencias desagradables dentro de la policia local de aqui. Creian que yo era el hombre adecuado para ello, dada mi experiencia en la Met.
– ?Y despues?
– Bueno… Si cogieras el tren, quiza podriamos cenar aqui a ultima hora. ?Que te parece?