aqui.

– ?Cuanto tiempo?

Ronnie se encogio de hombros.

– Unos dias.

El hombre lo miro evaluandolo. Tal vez para comprobar que no se tratara de una especie de terrorista.

– Treinta dolares por dia. ?De acuerdo?

– Bien. Un dia deprimente, el de hoy.

– Un dia malo. Muy malo. Mundo esta loco. De 12 a 12. ?De acuerdo? Comprendido. Paga cada dia por adelantado. Si te quedas despues de mediodia, pagas otro dia.

– Comprendido.

– ?Efectivo?

– Si, perfecto.

La casa era mayor de lo que parecia desde fuera. Ronnie siguio al hombre a traves de un recibidor y un pasillo, entre paredes de color nicotina con un par de grabados baratos enmarcados de paisajes inhospitos. El hombre se detuvo, desaparecio un instante en una habitacion y luego salio con una llave en un llavero de madera. Abrio la puerta de enfrente.

Ronnie le siguio a un cuarto pequeno que olia a humo de cigarrillo rancio. Tenia una ventana pequena que daba a la pared de la siguiente casa. Habia una cama de matrimonio pequena con una manta de chenilla rosa encima con varias manchas y dos quemaduras de cigarrillo. En una esquina habia un lavamanos, junto a una pequena ducha con una cortina de plastico amarilla resquebrajada. Completaban el mobiliario un sillon maltrecho, una comoda, un par de mesas de madera baratas, un televisor viejo con un mando a distancia que parecia mas viejo todavia y una moqueta de color verde guisante.

– Perfecto -dijo Ronnie. Y en estos momentos, para el, lo era.

El hombre cruzo los brazos y lo miro con expectacion. Ronnie saco la cartera y pago tres dias por adelantado. Recibio la llave y luego el casero se marcho y cerro la puerta.

Ronnie reviso la habitacion. Habia una pastilla de jabon medio usada en la ducha con lo que sospechosamente parecia un pelo castano de vello pubico. La imagen del televisor era borrosa. Encendio todas las luces, corrio la cortina y se sento en la cama, que se hundio y crujio con un sonido metalico. Entonces logro esbozar una sonrisa. Podria soportar esto unos dias. No le preocupaba.

Dios santo, ?era el primer dia del resto de su vida!

Inclinandose hacia delante, cogio el maletin de encima del trolley y saco todas las carpetas que contenian la propuesta y datos acreditativos que durante semanas habia preparado para Donald Hatcook. Finalmente, cogio del fondo el portafolios de plastico transparente, cerrado con un broche metalico, y saco la carpeta roja que no se habia arriesgado a dejar en la habitacion del W, ni siquiera en la caja fuerte. Y la abrio.

Sus ojos se iluminaron.

– Hola, preciosos mios -dijo.

49

Octubre de 2007

– ?Que tiene de malo que me guste la Guinness? -pregunto Glenn Branson.

– ?Acaso he dicho que tuviera algo de malo?

Roy Grace dejo sobre la mesa la pinta de Glenn y su Glenfiddich largo con hielo, junto con dos bolsas de patatas con sabor a bacon, y se sento delante de su amigo. Eran las ocho de la tarde del lunes y el Black Lion estaba practicamente vacio. Aun asi, habian elegido sentarse en el rincon del fondo, lo suficientemente lejos de la barra para que nadie los escuchara. El hilo musical tambien contribuia a tapar sus voces y proporcionarles intimidad.

– Lo digo por como me miras cada vez que pido una Guinness -dijo Branson-. Como si fuera un error o algo asi.

«Eras un hombre seguro de si mismo y tu mujer te esta convirtiendo en un paranoico», penso Grace, pero no dijo nada, sino que cito:

– «Para el que tiene miedo, todo son ruidos.»

Branson fruncio el ceno.

– ?Quien lo dijo?

– Sofocles.

– ?En que pelicula?

– ?Dios mio, mira que llegas a ser ignorante a veces! ?No sabes nada que no sea de cine?

– Gracias, Einstein. Tu si que sabes donde darle a un hombre cuando esta deprimido.

Grace levanto su vaso.

– Animate.

Branson levanto el suyo, sin entusiasmo, y brindo con el de Grace.

Los dos bebieron un sorbo.

– Sofocles era un dramaturgo -dijo luego Grace.

– ?Esta muerto?

– Murio en el 406 a. C.

– Antes de que naciera yo, viejo. Supongo que tu irias a su entierro.

– Muy agudo.

– Recuerdo que cuando vivi contigo me fije en que tenias un monton de libros de filosofia tirados por ahi.

Grace bebio otro trago de whisky y le sonrio.

– ?Te supone un problema que alguien intente culturizarse?

– ?Para intentar estar a la altura de su chica, quieres decir?

Grace se puso rojo. Branson tenia bastante razon, por supuesto. Cleo estaba haciendo un curso de filosofia en la universidad a distancia y el se esforzaba mucho en su tiempo libre para comprender la materia.

– He puesto el dedo en la llaga, ?verdad? -Branson esbozo una sonrisa languida.

Grace no dijo nada.

Estaba sonando «Rhinestone Cowboy». Los dos la escucharon un rato. Grace canto la letra en silencio y movio la cabeza al ritmo de la musica.

– ?Joder, tio! No me digas que te gusta Glen Campbell.

– Pues la verdad es que si.

– ?Cuanto mas te conozco, mas triste veo que eres!

– Es un musico de verdad. Mejor que esa mierda de rap que te gusta a ti.

Branson se dio unos golpecitos en el pecho.

– Es mi musica, tio. Es mi gente que me habla.

– ?A Ari le gusta?

De repente, Branson parecio deprimido. Miro dentro de su cerveza.

– Antes si. Ahora ya no se que le gusta.

Grace bebio un sorbo. El whisky le sentaba bien, le proporcionaba una sensacion calida y agradable.

– Bueno, cuentame. ?Querias hablar de ella? -Abrio su bolsa de patatas y metio los dedos dentro, saco varias patatas de una tacada y se las llevo a la boca. Mastico mientras hablaba-.

Tienes una pinta horrible, ya lo sabes. Tu aspecto estos dos ultimos meses es terrible, desde que volviste con ella. Creia que todo iba mejor, que le habias comprado el caballo y estaba bien. ?No? -Comio otro punado de patatas con avidez.

Branson bebio un poco mas de Guinness.

El pub desprendia un olor pristino a limpiador de moqueta y cera abrillantadora. Grace echaba de menos el olor a tabaco, el aire viciado del humo de los puros y las pipas. Para el, los pubs ya no tenian ambiente desde que habia entrado en vigor la prohibicion de fumar. Y ahora le habria venido bien un cigarrillo.

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