mayor, los intermediarios, los proveedores y, muy de vez en cuando, a un envio importante. Pero cada vez que la policia obtenia un resultado y sacaba de la calle a un punado de malhechores, siempre habia otros esperando entre bastidores.

En estos momentos, sin embargo, mientras estacionaba el Alfa Romeo en el aparcamiento de Church Street y apagaba el motor, ahogando la cancion que sonaba de Maria Glenn, los bajos fondos de la droga de Brighton tambien podian encajar en sus propositos inmediatos.

Con un impermeable ligero sobre el traje, se abrio camino entre la multitud que comenzaba a salir de sus despachos a la hora de comer. Paso por delante de cafes y bares de sandwiches y del Corn Exchange y giro en Marlborough Place, donde se detuvo y fingio llamar por telefono. La zona situada justo al norte de aqui, y al otro lado de London Road hacia el este, habia sido el territorio de los traficantes en el centro de Brighton desde hacia mucho tiempo.

Tardo menos de cinco minutos en ver a dos hombres apurados pobremente vestidos. Caminaban mas deprisa que los demas, eran blancos faciles. Comenzo a seguirles pero se mantuvo a cierta distancia. Uno era alto y delgado, con los hombros redondeados, y llevaba una cazadora encima de unos pantalones grises y deportivas. El mas bajo y corpulento, que vestia una sudadera encima de unos pantalones de chandal y zapatos negros, andaba con un aire extrano de chuleria, con los brazos separados del cuerpo, y miraba preocupado hacia atras cada pocos momentos como para comprobar que nadie le seguia.

El mas alto llevaba una bolsa de plastico, casi seguro que con una lata de cerveza dentro. Beber en la calle era ilegal en la ciudad, asi que la mayoria de la gente envolvia una lata abierta en una bolsa de plastico. Caminaban muy rapido, bien porque tenian prisa por conseguir dinero, en cuyo caso estaban a punto de cometer un delito -tal vez un tiron de bolso o un robo en una tienda-, o porque iban a encontrarse con un camello para comprar su dosis diaria, supuso Grace. O podian ser camellos que iban a reunirse con un cliente.

Dos autobuses rojos y amarillos pasaron a toda velocidad, seguidos de un taxi Streamline y luego una hilera de coches particulares. En algun lugar, una sirena gimio y los hombres giraron la cabeza. El corpulento parecia mirar constantemente hacia atras a su derecha, asi que Grace se mantuvo a la izquierda, pegado a los escaparates, ocultandose tanto como podia detras de la gente.

Los dos hombres giraron a la izquierda en Trafalgar Square y Grace se convencio de su presentimiento. En efecto, al cabo de un par de cientos de metros, doblaron a la izquierda y entraron en su destino.

Pelham Square era una plaza pequena y elegante de casas adosadas de la Regencia, con un parque vallado en el centro. Los bancos situados cerca de la entrada de Trafalgar Square siempre habian sido un lugar popular entre los oficinistas para almorzar los dias que hacia buen tiempo. Ahora, con la prohibicion de fumar en el trabajo aun parecia mas popular. Pocas personas de las que comian un sandwich o fumaban el cigarrillo de despues de comer miraban -o prestaban atencion incluso- al batiburrillo de gente reunida en otro banco al final del parque.

Grace se apoyo en una farola y les observo unos momentos.

Niall Foster era una de las tres personas sentadas en el banco, bebiendo cerveza como los demas de una lata oculta en su bolsa de plastico. Era un hombre de cuarenta y pocos anos y rostro hurano y mezquino debajo de un peinado extrano que parecia la tonsura mal cortada de un monje. Llevaba una camiseta, a pesar de la brisa helada, encima de un mono y botas de obrero.

Grace lo conocia muy bien. Era un ladron y un traficante de poca monta; seguro que era el que suministraba al grupo triste de personas que lo rodeaban. Junto a el en el banco habia una mujer mugrienta e intranquila de pelo castano enmaranado. A su lado estaba sentado un hombre de unos treinta anos que no dejaba de ponerse la cabeza entre las piernas.

Los dos hombres a los que habia seguido se acercaron a Foster. Era un movimiento de manual. Habria dicho a cada uno de sus consumidores que se reuniera aqui con el, en este parque, a esta hora exacta. Si luego se ponia nervioso por si alguien lo vigilaba, abortaria, se marcharia del parque, escogeria otro lugar y llamaria a cada uno de sus clientes para que fueran alli. A veces podia haber varios movimientos de este tipo antes de que los traficantes se sintieran comodos, y a menudo tenian un ayudante joven que se encargaba de la distribucion. Pero Foster era un agarrado, seguramente no querria pagar a nadie. Y, ademas, conocia el sistema. Era muy consciente de que el no era nadie y si surgian problemas simplemente se tragaria las bolsitas de droga que llevara encima y las retiraria de retrete mas tarde.

Niall Foster miro en su direccion y cuando Grace subio a la acera, pues no queria que lo viera, casi choco con el hombre al que andaba buscando.

Habian pasado unos anos, pero aun asi Grace se quedo sorprendido al ver lo mucho que habia envejecido el viejo delincuente. Terry Biglow pertenecia a una de las familias de criminales de Brighton. La historia de los Biglow se remontaba a bandas de navajeros que en los anos cuarenta y cincuenta habian librado luchas territoriales por controlar el negocio de las extorsiones a comerciantes a cambio de proteccion, y en su dia hubo mucha gente en Brighton y Hove que se asustaba solo con oir su nombre. Pero ahora la mayoria de los miembros mayores de la familia habian muerto, mientras que los mas jovenes cumplian largas condenas en la carcel o se habian fugado a Espana. Los que seguian en la ciudad, como Terry, eran delincuentes de baja estofa.

Terry Biglow habia comenzado como timador, luego habia pasado a comerciar con objetos robados y a trabajar de camello ocasional. Solia ser pulcro y humilde, llevar el pelo lacio y brillante peinado hacia arriba en un tupe y calzar zapatos baratos pero elegantes. Ahora debia de tener entre sesenta y cinco y setenta anos, penso Grace, pero podria echarle diez anos mas perfectamente.

El viejo picaro todavia llevaba el pelo perfectamente peinado, pero lo tenia grasiento y desalinado y un poco encanecido. Su cara de rata estaba amarillenta y tan delgada que se le veia demacrado, mientras que sus dientes pequenos y puntiagudos eran del color del oxido. Vestia un traje gris gastado con los pantalones sujetos con un cinturon barato y subidos hasta el pecho. Tambien parecia haber encogido varios centimetros y olia a viejo. El unico rastro que quedaba del Terry Biglow original eran el gran reloj dorado y el enorme anillo con una esmeralda.

– Senor Grace, sargento Grace, ?me alegro de verle! ?Menuda sorpresa!

«En realidad no es tanta sorpresa», estuvo a punto de decirle Roy Grace. Pero le gusto lo bien que estaba saliendo su visita al centro.

– Ahora soy comisario -le corrigio Grace.

– ?Si, por supuesto! Lo habia olvidado. -La voz de Biglow era debil y aflautada-. Le ascendieron. Lo oi, si. Se lo merece, senor Grace. Lo siento, sargento… comisario. Ahora estoy limpio. Encontre a Dios en la carcel.

– Tambien el cumplia condena, ?no? -replico Grace.

– Ya no hago esas cosas, senor -dijo Biglow, muy serio, sin captar la broma de Grace, u obviandola.

– Asi que solo es una coincidencia que estes aqui delante del parque mientras Niall Foster suministra dentro, ?verdad, Terry?

– Pura coincidencia -dijo Biglow, sus ojos mas furtivos que nunca-. Si, es una coincidencia, senor. Yo y mi amigo… Solo ibamos a almorzar, solo pasabamos por aqui.

Biglow se volvio hacia su companero, que iba igual de mal vestido que el. Grace conocia al hombre, Jimmy Bardolph, un esbirro de los Biglow en otros tiempos. Pero nada mas, imagino. El hombre apestaba a alcohol, tenia la cara cubierta de costras y el pelo despeinado. No parecia haberse lavado desde que le limpiaron los restos de la placenta.

– Jimmy, este es mi amigo, el comisario Grace. Es un buen hombre, siempre ha sido justo conmigo. Si hay un poli en quien puedas confiar, Jimmy, es el senor Grace.

El hombre extendio una mano venosa y sucia que emergio de la manga excesivamente larga de su impermeable.

– Encantado de conocerle, agente. Tal vez podria ayudarme.

Haciendo caso omiso, Grace se volvio hacia Biglow.

– Necesito hablar contigo sobre un viejo amigo tuyo… Ronnie Wilson.

– ?Ronnie! -exclamo Biglow.

Por el rabillo del ojo, Grace vio que Foster ya le habia visto y ahora cruzaba el parque a toda prisa. El traficante cruzo la entrada, lanzo a Grace una mirada de cautela y partio calle abajo, medio caminando, medio corriendo, acercandose el movil a la oreja mientras se alejaba.

– ?Ronnie! -repitio Biglow. Sonrio a Grace con nostalgia y meneo la cabeza-. El viejo Ronnie. Esta muerto, ?lo sabias, verdad? Que Dios le tenga en su gloria.

El aire fresco no tenia un buen efecto para el dolor de cabeza de Grace, asi que decidio seguir la recomendacion de Bella sobre la comida caliente y grasienta.

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