– Terry -dijo-, ?que opinion tenias de Ronnie?
– ?Que quiere decir, senor Grace?
– ?Que tipo de persona era?
– Un puto psicopata -intervino Jimmy de repente.
– ?Cierra el pico! -le ataco Biglow-. Ronnie no era ningun psicopata. Pero tenia genio, eso si.
– Era un puto psicopata -insistio Jimmy.
Biglow sonrio a Grace.
– A veces se le iba un poco la cabeza, ya sabe, era su peor enemigo. Estaba enfadado con el mundo porque no triunfaba, como algunos de sus amigos… ?Sabe que quiero decir?
«?Como tu?», se pregunto Grace para sus adentros.
– Creo que si.
– ?Sabes que dijo un dia mi padre sobre el? Dijo que era la clase de tio que podia pasar contigo en un torniquete ?y salir delante tuyo sin pagar! -Biglow se rio-. Si, ese era nuestro Ronnie. ?Que Dios le tenga en su gloria!
68
12 de septiembre de 2001
Ronnie se sentia mucho mejor ahora que volvia a llevar dinero en el bolsillo. En el bolsillo izquierdo de la chaqueta del traje, para ser precisos. «Contante y sonante», le gustaba llamarlo. Y mantuvo la mano izquierda alli, sujetando con fuerza el fajo doblado de billetes nuevos de cien dolares, sin soltarlo ni un segundo, durante todo el trayecto en metro desde el centro de Manhattan hasta la estacion de Brighton Beach, donde se bajo.
Todavia sin sacar la mano del bolsillo, recorrio la poca distancia que le separaba de La ciudad del buzon y guardo cinco mil seiscientos de esos dolares en la caja de seguridad. Luego salio de nuevo a la calle hasta que encontro una tienda de ropa donde se compro un par de camisetas blancas, un recambio de calcetines y calzoncillos, unos vaqueros y una cazadora fina. Un poco mas adelante, entro en una tienda de recuerdos y se compro una gorra de beisbol negra estampada con las palabras Brighton Beach. Luego se metio en una tienda de deportes y se compro unas zapatillas.
Paro en un puesto callejero y se llevo un sandwich caliente de carne con un pepinillo del tamano de un melon pequeno y una Coca-Cola para almorzar, luego regreso a su pension. Pulso el boton del televisor, se puso la ropa nueva y guardo la antigua en una de las bolsas de plastico de las compras.
Se comio el sandwich mientras veia la tele. No hubo demasiadas noticias que no hubiera visto ya en los informativos, solo recapitulaciones, imagenes de George Bush declarando la guerra al terrorismo y comentarios de otros lideres mundiales. Luego emitieron imagenes de gente feliz en Pakistan, saltando por la calle, riendo, mostrando orgullosa carteles crueles contra Estados Unidos.
Ronnie se sentia bastante contento consigo mismo. El cansancio habia desaparecido y estaba de subidon. Habia hecho algo valiente: habia ido a la zona de guerra y habia regresado. ?Estaba en racha!
Termino de comer, luego cogio la bolsa con la ropa vieja y se dirigio hacia la puerta. A poca distancia calle abajo, tiro la bolsa en un cubo de basura apestoso que ya casi rebosaba de alimentos en estado de putrefaccion. Luego, con paso rapido, puso rumbo al bar Moscu.
Estaba igual de vacio que ayer, pero le alegro ver que su nuevo mejor amigo, Boris, estaba sentado en el mismo taburete, cigarrillo en mano, el movil pegado a la oreja y una botella medio vacia de vodka delante de el. Lo unico distinto era la camiseta, que hoy era rosa y llevaba escrita una leyenda con letras doradas: GEnesis World Tour.
Habia el mismo camarero renacuajo, limpiandose las gafas con un trapo. Saludo a Ronnie con la cabeza.
– Tu aqui -dijo en su ingles roto-. Crei que igual tu ir a ayudar. -Senalo la pantalla del televisor-. Necesitar voluntarios. Necesitar gente para ayudar desenterrar cadaveres. Crei quiza tu ir.
– Quiza -dijo Ronnie-. Quiza lo haga.
Se sento en un taburete de la barra, junto a su amigo, y espero a que terminara de hablar por telefono; parecia una llamada de negocios, luego le dio una palmadita en la espalda.
– Eh, Boris, ?como te va?
Ronnie recibio un mamporro a cambio que parecio desplazarle varios empastes.
– ?Amigo! ?Como te va? ?Encontraste sitio anoche? ?Estar bien?
– Estaba bien. -Ronnie se agacho y se rasco una picadura que le molestaba bastante en el tobillo-. Increible. Gracias.
– Bien. Para mi amigo de Canada, nada es problema.
Sin pedirle nada, el barman saco un vaso de chupito y Boris se lo lleno de inmediato.
Sosteniendolo con delicadeza entre el dedo y el pulgar, Ronnie lo levanto hasta la altura de sus labios.
– ?Carpe diem! -dijo.
El vodka paso bien. Tenia un sabor a limon que le parecio adictivo al instante. El segundo aun le sento mejor.
El ruso movio la mano delante de la cara de Ronnie para reprenderle, luego levanto su vaso y lo miro fijamente, dibujando una sonrisa con los escombros de su boca.
– ?Recuerdas ayer, que te dije, amigo?
– ?Que me dijiste?
– Cuando brindas en Rusia, bebes vaso entero. Todo para dentro. ?Asi! -Boris apuro el vaso.
Dos horas despues, tras intercambiar mas y mas historias graciosas sobre su vida, Ronnie se tambaleaba, apenas capaz de permanecer sentado en el taburete.
Parecia que Boris estaba metido en diversas actividades dudosas, que incluian importar perfumes y colonias falsos de marcas de diseno, arreglar permisos de trabajo para inmigrantes rusos y ser una especie de intermediario para putas rusas que querian trabajar en Estados Unidos. No hacia de chulo, le aseguro a Ronnie. No, no, el no era ningun chulo, en absoluto.
– Amigo, se que tienes problemas -dijo de repente, rodeando a Ronnie con el brazo-. ?Yo te ayudo! ?No hay nada que no pueda hacer por ti!
Ronnie vio horrorizado que Boris volvia a llenar los vasos otra vez mas. La pantalla del televisor se enfocaba y desenfocaba. ?Podia confiar en este tipo? Iba a tener que confiar en alguien y, en estos momentos, su cerebro confundido no pensaba que Boris fuera un tipo que hiciera juicios morales.
– En realidad, necesito otro favor -dijo.
El ruso no aparto los ojos de la pantalla del televisor, en la que aparecia Rudolf Giuliani hablando.
– Por mi amigo canadiense, cualquier favor. ?Que puedo hacer por ti?
Ronnie se quito la gorra de beisbol y se acerco mas al hombre, bajando la voz hasta un susurro.
– ?Conoces a alguien que pueda hacer un pasaporte nuevo, y un visado?
El ruso le lanzo una mirada adusta.
– ?Tu que te crees que es esto? ?Una embajada? Esto es un bar, tio. ?De acuerdo?
Ronnie se quedo helado con la vehemencia del hombre, pero entonces el ruso le ofrecio una gran sonrisa.
– Pasaporte y visado. Claro. No te preocupes, lo que quieras, yo te lo arreglo. Quieres un pasaporte, un visado, ningun problema. Tengo un amigo que puede arreglarlo. Puede conseguirte lo que sea. Siempre que tengas dinero.
– ?Cuanto?
– Depende de lo dificil que sea el visado. Te dare su nombre. Yo no quiero saber nada, ?vale?
– Eres muy amable.
Entonces el ruso levanto su vaso.
– ?Carpe diem!
– ?Carpe diem! -respondio Ronnie.
El resto de la tarde se volvio totalmente borrosa.