bolsillo, tras lo cual continuaban su camino. Ignoro por que hice exactamente lo mismo que el hombre vestido de lila que iba delante de mi: una tecla con una pequena concavidad para la yema del dedo, una presion, y me cayo directamente en la mano alargada un tubito de color, medio transparente, que parecia calentado. Lo agite, me lo acerque a los ojos; ?una especie de pildora? No. ?Un tapon de corcho? No tenia ninguna clase de tapon. ?Para que servia? ?Que hacian con el los demas? Se lo metian en el bolsillo. La inscripcion de la maquina automatica rezaba: LARGAN.

Estaba quieto, la gente daba empujones. De repente me senti como un mono a quien se da una pluma o un encendedor; por una decima de segundo me invadio una colera ciega y aprete los dientes. Pestaneando y un poco inclinado, segui a la muchedumbre. El pasillo se ensancho, convirtiendose en una sala. Letras de fuego: REAL AMMO REAL AMMO.

Entre los transeuntes, por encima de sus cabezas, vislumbre a gran distancia una ventana.

La primera ventana. Panoramica, inmensa.

Como un firmamento nocturno horizontal. Lleno hasta el horizonte de una niebla incandescente. Galaxias de colores, apretadas luces en espiral. Resplandores como de incendios temblando sobre rascacielos, calles: un hervidero de perlas luminosas y encima, vertical, el destello de neones, plumeros y relampagos, ruedas, aviones y botellas de fuego, las cerbatanas rojas de las senales de las torres, soles momentaneos y el reguero de sangre de los anuncios, mecanicos, violentos.

Me quede mirando y oyendo tras de mi el movimiento ritmico de centenares de pies. La ciudad se desvanecio como por ensalmo, y aparecio un rostro enorme, de tres metros.

— Hemos incluido el resumen de las cronicas de los anos setenta en el ciclo «Visiones de antiguas capitales». El transtel amplia ahora su campo con los estudios de los cosmolitos…

Queria irme de alli. No era una ventana, sino una pantalla de television. Acelere el paso y empece a sudar. ?Abajo! ?Mas de prisa! Dorados angulos de luz, y en su interior una muchedumbre, espuma en las copas, un liquido casi negro que no era cerveza y tenia un brillo verdoso de veneno. Y la juventud, chicos y chicas, abrazados en grupos de seis y de ocho, venian hacia mi por toda la anchura del pasillo. Tuvieron que soltarse para dejarme pasar. Me estremeci. Sin darme cuenta, entre en la cinta transportadora. Vi muy cerca de mi unos ojos asombrados; una esplendida muchacha morena, cubierta con algo que brillaba como metal fosforescente. La sustancia la cenia como una segunda piel: iba como desnuda. Rostros — blancos, amarillos-; algunos negros altos, pero yo era mas alto todavia. Me abrieron paso.

Arriba, detras de cristales abovedados, revoloteaban unas sombras, tocaban orquestas invisibles. Y alli seguia el singular paseo, por oscuros pasillos; formas femeninas sin cabeza: los plumones que cubrian sus hombros brillaban tanto que solo se les veia el cuello, como un tallo blanco, y sus cabellos titilaban; ?unos polvos luminosos? El estrecho pasillo me condujo hasta una hilera de estatuas grotescas, porque se movian; una especie de calle ancha que discurria por la parte superior de los lados, se estremecia de risa. Se divertian; ?que encontrarian tan gracioso? ?Estas esculturas?

Figuras gigantescas bajo la luz conica de unos reflectores; una luz roja como el rubi, espesa como un jarabe, extranamente concentrada, fluia de ellos. Continue sin rumbo, con los ojos muy cerrados, ausente… Un pasillo verde y empinado, grotescos pabellones, pagodas a las que se entraba cruzando pequenos puentes, locales limpios y reducidos, el olor de algo asado, fuerte, penetrante, hileras de llamas de gas detras de unos cristales; tintineo de copas, metalico, insistente, sonidos incomprensibles. El gentio que me habia empujado hasta alli choco contra otros grupos; entonces todos se unieron y subieron a un vagon abierto por ambos lados. No, es que era transparente, como de cristal fundido; incluso los asientos, aunque blandos, parecian cristal. Yo no tenia idea de como habia subido; ya estabamos en marcha. El coche iba a gran velocidad, la gente gritaba mas que el altavoz, el cual no cesaba de repetir: «Plano Meridional, Plano Meridional, ?contactos con Spiro, Atale, Blekk, Frossom!» Atravesado por haces de luz, todo el coche parecia derretirse, las paredes se deslizaban por los lados, rayadas con estrias de llamas y colores, arcos parabolicos y blancos andenes.

«Forteran, Forteran, contactos con Galee, contactos de los rasters exteriores, Makra», anuncio el altavoz. El coche se detuvo y reemprendio la marcha, y yo descubri algo asombroso: no se sentia ni el freno ni la aceleracion, como si la inercia hubiera sido eliminada. ?Como era posible? Lo comprobe doblando ligeramente las rodillas en tres paradas consecutivas. Tampoco en las curvas se notaba nada. La gente subia y se apeaba; en la plataforma delantera estaba una mujer con un perro. Jamas habia visto un perro como ese: enorme, de cabeza redonda, muy feo; en sus ojos nardos y tranquilos se reflejaban las guirnaldas de luz que dejabamos atras.

RAMBRENT, RAMBRENT. Centellearon tubos de neon blancos y azulados. Escaleras de luz cristalina, fachadas negras. La luz se inmovilizo poco a poco, el coche se detuvo. Me apee y quede desconcertado.

Por encima del letrero de la parada, grabado en forma de anfiteatro, se elevaba, dividida en diversos planos, la bien conocida estructura; me encontraba todavia en la estacion, solo que en otro lugar del mismo vestibulo gigantesco. Fui hasta el borde de la depresion geometrica — el vagon ya se habia marchado — y de nuevo me quede atonito: no estaba abajo, tal como me parecia, sino mucho mas arriba, a unos cuarenta pisos sobre las cintas de las aceras vistas en las profundidades, sobre los plateados andenes en perpetuo movimiento; largos y silenciosos aparatos penetraban entre ellos. La gente salia por numerosas trampas, como si estos monstruos, estos peces de brillante cromado expulsaran a intervalos regulares porciones de hueva negras y policromas. Sobre todas estas cosas divise, a traves de la niebla de la lejania, unas letras de oro movidas como por una vela invisible:

GLENIANA ROON, LLEGADA HOY EN UN MI-MORFICO REAL, HONRA EN UN ORATORIO LA MEMORIA DE RAPPER KERX POLITER. EL DIARIO DE LA TERMINAL INFORMA: HOY EN AM-MONLEE PETIFARQUE CONSIGUIO LA SISTOLIZACION DEL PRIMER ENZOM. EMITIREMOS LA VOZ DEL GRAN GRAVISTICO A LAS VEINTISIETE HORAS. VICTORIA DE ARRAKER: ARRAKER REPITIO SU MARCA COMO PRIMER OBLITERADOR DE LA TEMPORADA EN EL ESTADIO TRANSWAAL.

Segui mi camino. De modo que incluso habian cambiado la medicion del tiempo. El genero metalico de los vestidos femeninos, al ser enfocado por la luz de los gigantescos caracteres que flotaban como hileras de funambulos incandescentes sobre el oceano de cabezas de la multitud, temblo de repente con pequenas llamas. Yo caminaba sin darme cuenta, y algo dentro de mi seguia repitiendo: «De modo que han cambiado hasta el tiempo.» Esto era el colmo. Iba con los ojos abiertos y no veia nada. Solo queria una cosa: salir de alli, salir de aquella maldita estacion y encontrarme bajo el cielo abierto, en un espacio libre donde se pudiera sentir el viento y contemplar las estrellas.

Me atrajo una avenida de luces alargadas; en la piedra transparente del techo aparecio otra inscripcion; una llama puntiaguda, encerrada en alabastro, trazaba las letras: TELETRANS TELEPORT TELETHON. Por una puerta arqueada — con un arco imposible, sin goznes, parecido al negativo de un espolon de cohete — entre en una sala cubierta con fuego helado. En los nichos de la pared, centenares de cabinas. La gente entraba y salia corriendo y tiraba al suelo pedazos de papel; no, no eran telegramas sino otra cosa, con los bordes perforados; otras personas pisaban estos papeles rotos. Quise salir y entre por equivocacion en una habitacion oscura; se oyo un zumbido, se encendio algo parecido a un flash y de una hendidura enmarcada en metal resbalo un rollo de papel brillante. Lo tome, lo abri, y una cabeza humana de labios entreabiertos y un poco torcidos y delgados me miro con ojos deslumbrados: ?era yo mismo! Volvi a doblar el papel y el fantasma de plastico desaparecio.

Levante con cuidado los bordes — nada —, un poco mas, y aparecio de nuevo, como por arte de magia, una cabeza como seccionada del tronco, de expresion no muy inteligente, flotando sobre el papel. Contemple mi propio rostro unos momentos; ?que era, una foto tridimensional? Guarde el rollo en el bolsillo y me fui. La cueva dorada parecia cerrarse sobre las cabezas de la gente, un techo de magma ardiente, irreal, pero voraz como un fuego verdadero. Nadie lo miraba. El gentio se apresuraba de una cabina a otra, letras verdes danzaban en ultimo termino, columnas de numeros fluian hacia abajo desde pequenos discos, mas cabinas, persianas en lugar de puertas, que se enrollaban con la rapidez del rayo cuando alguien se acercaba. Por fin encontre una salida.

Un corredor con el suelo inclinado, como muchas veces en el teatro. De las paredes surgian conchas estilizadas, arriba se sucedian sin interrupcion las palabras: INFOR INFOR INFOR.

Fue en la Luna donde vi por primera vez un infor, y lo tome por una flor artificial.

Acerque mucho la cara a la copa verde claro, la cual, aun antes de que yo abriera la boca, se inmovilizo, expectante.

— ?Como puedo salir de aqui? — pregunte, no muy ingenioso.

— ?Hacia donde? — repuso inmediatamente una voz calida.

— A la ciudad.

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