ira contra America, ira contra la hipocresia politica, ira como arma para destruir los mitos nacionales. Pero dado que la guerra de Vietnam aun se estaba librando entonces y dado que Sachs habia ido a la carcel a causa de esa guerra, no era dificil comprender de donde procedia su ira. Le daba al libro un tono polemico y estridente, pero creo que ese era tambien el secreto de su fuerza, el motor que impulsaba al libro hacia adelante y que generaba el deseo de continuar leyendolo. Sachs solo tenia veintitres anos cuando empezo
A partir de entonces empezamos a vernos con regularidad. Sachs no tenia empleo y eso hacia que estuviera mas disponible que la mayoria de la gente que yo conocia, que fuese mas flexible en sus habitos. La vida social en Nueva York tiende a ser demasiado rigida. Una simple cena puede requerir semanas de planificacion, y los mejores amigos pueden pasar meses sin tener ningun contacto. Con Sachs, sin embargo, los encuentros improvisados eran la norma. Trabajaba cuando el espiritu le impulsaba a ello (generalmente de noche) y el resto del tiempo vagabundeaba libremente, deambulando por las calles de la ciudad como un
Mis dias no estaban ni mucho menos tan abiertos como los suyos. Habia regresado de Paris el verano anterior con nueve dolares en el bolsillo, y antes que pedirle un prestamo a mi padre (que probablemente no me habria dado de todas formas), me habia apresurado a aceptar el primer empleo que me ofrecieron. Cuando conoci a Sachs yo trabajaba para un comerciante de libros raros en el Upper East Side, principalmente sentado en la trastienda escribiendo catalogos y contestando cartas. Entraba todas las mananas a las nueve y salia a la una. Por las tardes traducia en casa, en ese momento una historia de la China moderna de un periodista frances que habia estado destinado en Pekin, un libro chapucero y mal escrito que exigia mas esfuerzo del que merecia. Mi esperanza era dejar el empleo con el librero y empezar a ganarme la vida como traductor, pero todavia no estaba claro que mi plan fuese a dar resultado. Mientras tanto, tambien escribia relatos y hacia alguna que otra resena de libros, y entre unas cosas y otras no dormia mucho. Sin embargo, veia a Sachs mas a menudo de lo que me parece posible ahora, teniendo en cuenta las circunstancias. Una ventaja era que viviamos en el mismo barrio, y nuestros apartamentos estaban a una distancia que se podia recorrer facilmente a pie. Esto nos llevo a bastantes citas nocturnas en los bares de Broadway y luego, despues de que descubriesemos nuestra respectiva pasion por los deportes, tambien las tardes del fin de semana, puesto que en los bares siempre ponian los partidos y nosotros no teniamos television. Casi enseguida empece a ver a Sachs una media de dos veces por semana, mucho mas que a ninguna otra persona.
Poco despues de que empezasen estas citas me presento a su mujer. Fanny era entonces una estudiante graduada en el departamento de historia del arte de la Columbia, que daba clases en unos cursos de estudios generales y estaba terminando su tesis sobre paisajismo norteamericano del siglo xix. Ella y Sachs se habian conocido en la universidad de Wisconsin diez anos antes, tropezando literalmente el uno con el otro en una manifestacion pacifista que se habia organizado en el campus de la universidad. Cuando Sachs fue arrestado en la primavera de 1967 ya llevaban casi un ano casados. Vivieron en casa de los padres de Ben en New Canaan durante el periodo del juicio, y una vez que se dicto sentencia y Ben fue a prision (a principios de 1968), Fanny regreso al piso de sus padres en Brooklyn. En esa epoca solicito una plaza en el programa para posgraduados de la Columbia y le concedieron una beca de facultad que incluia ensenanza gratuita, una pension de varios miles de dolares y la obligacion de dar un par de cursos. Paso el resto de ese verano trabajando en una oficina de Manhattan, encontro un pequeno apartamento en la calle 112 Oeste a finales de agosto y comenzo las clases en septiembre. Cada domingo iba a Danbury en tren para visitar a Ben. Menciono todo esto ahora porque por casualidad la vi bastantes veces durante ese ano sin tener la menor idea de quien era. Por entonces, yo estudiaba en la Columbia y mi apartamento estaba solo a cinco manzanas del suyo, en la calle 107 Oeste. Casualmente, dos de mis mejores amigos vivian en su mismo edificio y en varias de mis visitas me tropece con ella en el ascensor o en el portal. Ademas, en ocasiones la veia andando por Broadway, otras me la encontraba delante de mi en el mostrador del estanco, y a veces la veia fugazmente entrar en un edificio de la universidad. En primavera incluso estuvimos juntos en una clase, un curso de conferencias muy concurrido sobre historia de la estetica que daba un catedratico del departamento de filosofia. Me fije en ella en todos estos lugares porque la encontraba atractiva, pero nunca pude reunir el valor necesario para hablarle. Habia algo en su elegancia que intimidaba, una cualidad amurallada que parecia desalentar a los desconocidos. Supongo que en parte se debia al anillo de boda en su mano izquierda, pero aunque no hubiese estado casada no estoy seguro de que la cosa hubiese sido diferente. Sin embargo, hice un esfuerzo consciente para sentarme detras de ella en esa clase de filosofia, simplemente con objeto de pasar una hora todas las semanas observandola por el rabillo del ojo. Nos sonreimos una o dos veces cuando saliamos del aula, pero yo era demasiado timido para ir mas alla. Cuando finalmente Sachs me la presento en 1975, nos reconocimos inmediatamente. Fue una experiencia perturbadora y tarde varios minutos en recobrar la serenidad. Un misterio del pasado habia quedado resuelto de repente. Sachs era el marido ausente de la mujer que yo habia observado con tanta atencion seis o siete anos antes. Si me hubiese quedado en el barrio es casi seguro que le habria visto despues de su salida de la carcel. Pero yo me gradue en junio y Sachs no volvio a Nueva York hasta agosto. Para entonces yo ya habia dejado mi apartamento y estaba camino de Europa.
No hay duda de que formaban una extrana pareja. En casi cualquier sentido que se me ocurra, Ben y Fanny parecian existir en reinos mutuamente excluyentes. Ben era todo brazos y piernas, un conjunto de angulos agudos y huesudas protuberancias, mientras que Fanny era baja y redonda, con una cara suave y la piel aceitunada. En comparacion con Fanny, Ben era rubicundo, con el pelo rizado y despeinado y una piel que se quemaba facilmente al sol. Ocupaba mucho espacio, parecia estar constantemente en movimiento, cambiaba de expresion facial cada cinco o seis segundos, mientras que Fanny era equilibrada, sedentaria, gatuna en su forma de habitar su propio cuerpo. No me parecia bella tanto como exotica, aunque tal vez esa sea una palabra muy fuerte para lo que estoy tratando de expresar. La expresion capacidad de fascinacion probablemente se aproximaba mas a lo que quiero decir, cierto aire de autosuficiencia que hacia que desearas mirarla, incluso cuando estaba sentada sin hacer nada. No era graciosa en el sentido en que podia serlo Ben, no era rapida, nunca hablaba demasiado. Y, sin embargo, yo siempre tenia la sensacion de que era la mas logica de los dos, la mas inteligente, la mas analitica. La mente de Ben era toda intuicion, osada pero no especialmente sutil, una mente a la que le gustaba correr riesgos, penetrar en la oscuridad, hacer conexiones improbables. Fanny, por el contrario, era concienzuda y desapasionada, perseverante en su paciencia, nada propensa a los juicios rapidos o los comentarios infundados. Ella era una erudita, el era un tipo listo; ella era una esfinge, el era una herida abierta; ella era una aristocrata, el era un hombre del pueblo. Estar con ellos era como observar el matrimonio entre una pantera y un canguro. Fanny, siempre magnificamente vestida, con mucho estilo, caminando al lado de un hombre casi treinta centimetros mas alto que ella, un nino grande con camiseta negra, pantalones vaqueros y una sudadera gris con capucha. En la superficie no parecia tener sentido. Les veias y tu primera reaccion era pensar que no se conocian.
Pero eso era solo en la superficie. Debajo de su aparente torpeza, Sachs tenia una notable comprension de las mujeres. No solo de Fanny, sino de casi todas las mujeres que conocia, y yo me sorprendia una y otra vez al ver con que naturalidad se sentian atraidas por el. Tal vez tenia algo que ver el hecho de haber crecido con tres hermanas, como si las intimidades aprendidas en la infancia le hubiesen impregnado de un conocimiento oculto, un acceso a los secretos femeninos que otros hombres pasan toda su vida tratando de descubrir. Fanny tenia sus momentos dificiles, y me imagino que la convivencia con ella no habia de ser facil. Su calma exterior era una mascara que ocultaba la turbulencia interior, y en varias ocasiones vi por mi mismo lo rapidamente que podia caer en estados de animo sombrios y depresivos, abrumada por una indefinible angustia que de pronto la empujaba al borde de las