sus pensamientos con tal concentracion, pensar con tal unanimidad de proposito, las palabras siempre parecian estar a su disposicion, como si hubiese encontrado un pasadizo secreto que fuera directamente de su cabeza a la yema de sus dedos. “Escribir a maquina por dinero”, lo llamaba a veces, pero eso era solamente porque no podia resistir la tentacion de burlarse de si mismo. Su trabajo nunca era menos que bueno, en mi opinion, y con mucha frecuencia era brillante. Cuanto mas le conocia, mas me impresionaba su productividad. Yo siempre he sido lento, una persona que se angustia y lucha con cada frase, e incluso en mis mejores dias no hago mas que avanzar centimetro a centimetro, arrastrandome sobre el vientre como un hombre perdido en el desierto. La palabra mas corta esta rodeada de kilometros de silencio para mi, y hasta cuando consigo poner esa palabra en la pagina, me parece que esta alli como un espejismo, una particula de duda que brilla en la arena. El idioma nunca ha sido accesible para mi de la misma forma que lo era para Sachs. Estoy separado de mis propios pensamientos por un muro, atrapado en una tierra de nadie entre el sentimiento y su articulacion, y por mucho que trate de expresarme, raras veces logro algo mas que un confuso tartamudeo. Sachs nunca tuvo ninguna de estas dificultades. Las palabras y las cosas se emparejaban para el, mientras que para mi se separaban continuamente, volaban en cien direcciones diferentes. Yo paso la mayor parte de mi tiempo recogiendo los pedazos y pegandolos, pero Sachs nunca tenia que ir dando traspies, buscando en los vertederos y los cubos de basura, preguntandose si no habia colocado juntos los pedazos equivocados. Sus incertidumbres eran de un orden diferente, pero por muy dura que la vida se volviese para el en otro sentido, las palabras nunca fueron su problema. El acto de escribir estaba notablemente libre de dolor para el, y cuando trabajaba bien, podia escribir las palabras en la pagina a la misma velocidad que podia decirlas. Era un curioso talento, y como el propio Sachs apenas era consciente de el, parecia vivir en un estado de perfecta inocencia. Casi como un nino, pensaba yo a veces, como un nino prodigio jugando con sus juguetes.
2
La fase inicial de nuestra amistad duro aproximadamente ano y medio. Luego, en un lapso de varios meses, nos marchamos los dos del Upper West Side y comenzo otro capitulo. Fanny y Ben se fueron primero, mudandose a un piso de Brooklyn, en la zona de Park Slope. Era un piso mas amplio y comodo que el antiguo apartamento de estudiante de Fanny cerca de la Columbia, y le permitia ir andando a su trabajo en el museo. Eso fue en el otono de 1976. En el tiempo que transcurrio entre que encontraron el piso y se mudaron a el, mi mujer, Delia, descubrio que estaba embarazada. Casi enseguida empezamos a hacer planes para mudarnos nosotros tambien. Nuestro apartamento de Riverside Drive era demasiado pequeno para acoger a un nino y, dado que las cosas ya se estaban volviendo inestables entre nosotros, pensamos que podrian mejorar si dejabamos la ciudad por completo. Entonces yo me dedicaba exclusivamente a traducir libros y, por lo que al trabajo se refiere, daba igual donde viviesemos.
No puedo decir que tenga el menor deseo de hablar ahora de mi primer matrimonio. Sin embargo, en la medida en que afecta a la historia de Sachs, no creo que pueda evitar el tema por completo. Una cosa lleva a la otra y, me guste o no, yo soy parte de lo sucedido tanto como cualquier otro. De no haber sido por la ruptura de mi matrimonio con Delia Bond, nunca habria conocido a Maria Turner, y si no hubiese conocido a Maria Turner, nunca me habria enterado de la existencia de Lillian Stern, y si no me hubiese enterado de la existencia de Lillian Stern, no estaria aqui sentado escribiendo este libro. Cada uno de nosotros esta relacionado de alguna manera con la muerte de Sachs y no me sera posible contar su historia sin contar al mismo tiempo cada una de nuestras historias. Todo esta relacionado con todo, cada historia se solapa con las demas. Por muy horrible que me resulte decirlo, comprendo ahora que yo soy quien nos unio a todos. Tanto como el propio Sachs, yo soy el punto donde comienza todo.
La secuencia pormenorizada es la siguiente: persegui a Delia a temporadas durante siete anos (1967-1974), la convenci de que se casase conmigo (1975), nos fuimos a vivir al campo (marzo de 1977), nacio nuestro hijo David (junio de 1977), nos separamos (noviembre de 1978). Durante los dieciocho meses que estuve fuera de Nueva York, me mantuve en estrecho contacto con Sachs, pero nos vimos menos que antes. Las postales y las cartas sustituyeron a las conversaciones nocturnas en los bares, y nuestros contactos fueron necesariamente mas limitados y formales. Fanny y Ben vinieron a pasar un fin de semana con nosotros en el campo y Delia y yo les visitamos en su casa de Vermont un verano durante unos dias, pero estas reuniones carecian de la cualidad anarquica e improvisada que tenian nuestros encuentros en el pasado. Sin embargo, no hubo menoscabo en la amistad. De cuando en cuando yo tenia que ir a Nueva York por motivos de trabajo: entregar manuscritos, firmar contratos, recoger trabajo, comentar proyectos con los editores. Esto sucedia dos o tres veces al mes, y siempre que estaba alli pasaba la noche en casa de Fanny y Ben en Brooklyn. La estabilidad de su matrimonio tenia un efecto tranquilizador para mi, y si pude mantener una apariencia de cordura durante ese periodo, creo que, en parte por lo menos, se debio a ellos. Volver a ver a Delia a la manana siguiente podia resultar dificil, sin embargo. El espectaculo de la felicidad domestica que acababa de presenciar me hacia comprender que habia estropeado las cosas gravemente para mi mismo. Comence a temer sumergirme en mi propia confusion, en la profunda espesura del desorden que habia crecido a mi alrededor.
No me voy a poner a especular respecto a que fue lo que nos hundio. El dinero escaseaba durante los ultimos dos anos que pasamos juntos, pero no quiero citar eso como causa directa Un buen matrimonio puede soportar cualquier presion externa, un mal matrimonio se resquebraja. En nuestro caso, la pesadilla comenzo a las pocas horas de marcharnos de la ciudad, y ese algo fragil que nos habia mantenido unidos se deshizo de forma permanente.
Dada nuestra falta de dinero, el plan original era bastante cauto: alquilar una casa en alguna parte y ver si la vida en el campo nos iba bien o no. Si nos gustaba, nos quedariamos; si no nos gustaba, volveriamos a Nueva York cuando se terminase el contrato de alquiler. Pero luego intervino el padre de Delia y nos ofrecio adelantarnos diez mil dolares para pagar la entrada de una casa en propiedad. Teniendo en cuenta que entonces las casas de campo se vendian a precios tan bajos como treinta o cuarenta mil dolares, esta suma representaba mucho mas que ahora. Fue una oferta generosa por parte de Mr. Bond, pero al final tuvo un efecto adverso sobre nosotros, porque nos coloco en una situacion que ninguno de los dos supo manejar. Despues de buscar durante un par de meses, encontramos un sitio barato en Dutchess County, una casa vieja y destartalada con mucho espacio en el interior y unas esplendidas lilas plantadas en el patio. Al dia siguiente de mudarnos, una tormenta feroz azoto la ciudad. Un rayo cayo en la rama de un arbol proximo a la casa, la rama se incendio, el fuego se propago a un cable electrico que pasaba por el arbol y nos quedamos sin electricidad. No bien sucedio esto, la bomba de sentina se cerro y en menos de una hora el sotano estaba inundado. Pase la mayor parte de la noche metido hasta las rodillas en agua fria achicandola con cubos a la luz de una linterna. Cuando llego el electricista a la tarde siguiente para valorar los danos, nos enteramos de que habia que cambiar toda la instalacion electrica. Eso nos costo varios cientos de dolares, y cuando la fosa septica se salio al mes siguiente, nos costo mas de mil dolares quitar el olor a mierda de nuestro jardin trasero. No podiamos permitirnos ninguna de estas reparaciones, y el asalto a nuestro presupuesto nos trastorno completamente. Acelere el ritmo de mis traducciones, aceptando cualquier encargo que me hiciesen, y a mediados de la primavera practicamente habia abandonado la novela que llevaba tres anos escribiendo. Para entonces Delia estaba inmensa a causa de su embarazo, pero continuaba trabajando duramente en lo suyo (correccion de estilo
Despues del nacimiento de David la situacion empeoro. El dinero se convirtio en mi unica y avasalladora obsesion, y durante todo el ano siguiente vivi en un estado de panico continuo. Puesto que Delia no podia contribuir mucho, nuestros ingresos descendieron en el preciso momento en que los gastos empezaban a aumentar. Me tome las responsabilidades de la paternidad muy en serio, y la idea de no poder mantener a mi mujer y a mi hijo me llenaba de verguenza. Una vez, cuando un editor tardo en pagarme un trabajo que le habia entregado, fui a Nueva York y entre en su despacho amenazandole con emplear la violencia si no me extendia un cheque alli mismo. En un momento dado, llegue a agarrarle por las solapas y a empujarle contra la pared. Aquel era un comportamiento absolutamente impropio, una traicion a todo aquello en lo que creia. No me habia pegado con nadie desde que era nino, y el hecho de haber dejado que mis sentimientos me arrastrasen en el despacho de aquel hombre prueba lo trastornado que estaba. Escribia todos los articulos que podia, aceptaba todas las traducciones que me ofrecian,