posibilidades entrando en el sin preparacion. Necesitaba hacerse una idea de quien era aquella mujer antes de hablar con ella, ver que aspecto tenia, seguirla durante algun tiempo y descubrir cuales eran sus costumbres. La primera manana se dirigio a la zona residencial de las Ochenta Este para localizar el piso de Lilli. Entro en el portal del pequeno edificio para mirar los timbres y los buzones y justo entonces, cuando empezaba a estudiar la lista de nombres de la pared, una mujer salio del ascensor y abrio la puerta interior. Maria se volvio a mirarla, pero antes de que hubiese podido fijarse en su cara, oyo que la mujer decia su nombre.
– ?Maria?
La palabra fue pronunciada como una pregunta y un instante mas tarde Maria comprendio que estaba mirando a Lillian Stern, su vieja amiga de Massachusetts.
– No puedo creerlo -dijo Lillian-. Eres tu realmente, ?no?
Hacia mas de cinco anos que no se veian. Cuando Maria emprendio su extrano viaje por los Estados Unidos perdieron el contacto, pero hasta entonces habian estado muy unidas y su amistad se remontaba a la infancia. En el instituto habian sido casi inseparables, dos chicas raras que luchaban juntas para atravesar la adolescencia, que planeaban su huida de la vida en la pequena ciudad. Maria habia sido un poco mas seria, la intelectual callada, la que tenia dificultad para hacer amigos, mientras que Lillian habia sido la chica con mala reputacion, la alocada que se acostaba con todos, tomaba drogas y hacia novillos. Por todo ello, eran aliadas inquebrantables y, a pesar de sus diferencias, era mucho mas lo que las unia que lo que las separaba. Maria me confeso una vez que Lillian habia sido un gran ejemplo para ella y que gracias a su amistad habia aprendido a ser ella misma. Pero la influencia parecia haber sido reciproca. Maria convencio a Lillian de que se fuesen a Nueva York al terminar el instituto y durante los meses que siguieron compartieron un apartamento muy pequeno y lleno de cucarachas en el Lower East Side. Mientras Maria iba a clases de bellas artes, Lillian estudiaba arte dramatico y trabajaba de camarera. Tambien conocio a un bateria de rock and roll llamado Tom, y cuando Maria se marcho de Nueva York en su camion, el se habia convertido en un elemento permanente en el apartamento. Le escribio a Lillian numerosas postales durante los dos anos que estuvo en la carretera, pero sin una direccion fija no habia manera de que Lillian le contestase. Cuando Maria regreso a la ciudad, hizo todo lo posible por encontrar a su amiga, pero en el antiguo apartamento vivia ahora otra persona, y su nombre no aparecia en la guia telefonica. Trato de llamar a los padres de Lillian a Holyoke, pero al parecer se habian trasladado a otra ciudad, y de repente se encontro sin opciones. Cuando aquel dia tropezo con Lillian en el portal, ya habia perdido cualquier esperanza de volver a verla.
Fue un encuentro extraordinario para las dos. Maria me dijo que gritaron, cayeron la una en brazos de la otra y luego se echaron a llorar. Cuando fueron de nuevo capaces de hablar, cogieron el ascensor y pasaron el resto del dia en el piso de Lillian. Tenian tantas cosas que contarse, dijo Maria, que las historias manaban copiosamente. Comieron juntas, luego cenaron juntas, y cuando ella volvio a casa y se metio en la cama eran casi las tres de la manana.
A Lillian le habian sucedido cosas curiosas durante esos anos, cosas que Maria nunca habria creido posibles. Mi conocimiento de ellas es solo de segunda mano, pero, despues de hablar con Sachs el verano pasado, creo que la historia que Maria me conto era esencialmente exacta. Puede que se equivocara en algunos detalles menores (tambien pudo equivocarse Sachs), pero a la larga eso no tiene importancia. Aunque Lillian no siempre sea de fiar, aunque su tendencia a la exageracion sea tan pronunciada como me cuentan, los hechos fundamentales no son discutibles. En la epoca de su encuentro accidental con Maria en 1976, Lillian llevaba tres anos ejerciendo la prostitucion. Recibia a sus clientes en su piso de la calle 87 Este y trabajaba enteramente por libre, una prostituta a jornada parcial con un negocio independiente y prospero. Todo eso es seguro, lo que sigue siendo dudoso es como empezo exactamente. Su novio, Tom, parece que estuvo implicado de alguna forma, pero la medida de su responsabilidad no esta clara. En ambas versiones de la historia, Lillian conto que el tenia un grave problema de drogas, una adiccion a la heroina que acabo por provocar que le echaran de su grupo musical. De acuerdo con la historia que Maria oyo, Lillian seguia desesperadamente enamorada de el. Fue a ella a quien se le ocurrio la idea, y se ofrecio a acostarse con otros hombres con el fin de proporcionarle dinero a Tom. Descubrio que era rapido e indoloro, y mientras tuviese contento a su camello, sabia que Tom nunca la dejaria. En esa etapa de su vida, dijo, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para retenerle, aunque eso significara que tuviera que caer en lo mas bajo. Once anos despues le conto a Sachs algo totalmente diferente. Era Tom quien la habia convencido, dijo, y como le tenia miedo, como el la amenazaba con matarla si no aceptaba, no tuvo mas remedio que ceder. En esta segunda version era Tom quien le concertaba las citas, literalmente chuleando a su novia como medio para cubrir los gastos de su adiccion. En ultima instancia, supongo que no importa que version fuera la verdadera. Eran igualmente sordidas y ambas conducian al mismo resultado. Al cabo de seis o siete meses, Tom desaparecio. En la historia de Maria, se largo con otra. En la historia de Sachs murio de una sobredosis. De un modo u otro, Lillian estaba sola de nuevo. De un modo u otro, continuo acostandose con hombres para pagar sus facturas. Lo que asombro a Maria fue el tono desapasionado con que Lillian hablaba del asunto, sin verguenza ni incomodidad. Era un trabajo como otro cualquiera, dijo, y, bien mirado, era mucho mejor que servir bebidas o comidas. Los hombres iban a babear dondequiera que estuvieses. No podias hacer nada para evitarlo. Tenia mucho mas sentido que te pagaran que luchar con ellos; ademas, unos cuantos polvos extra nunca habian hecho dano a nadie. En todo caso, Lillian estaba orgullosa de lo bien que se lo habia montado. Recibia a sus clientes solo tres dias a la semana, tenia dinero en el banco, vivia en un piso comodo en un buen barrio. Dos anos antes se habia matriculado de nuevo en una escuela de arte dramatico. Le parecia que ahora aprendia y en las ultimas semanas habia empezado a hacer pruebas para algunos papeles, principalmente en pequenos teatros del centro. Dentro de poco le saldria algo, dijo. Una vez que consiguiera ahorrar otros diez o quince mil dolares, pensaba cerrar el negocio y dedicarse exclusivamente a la carrera teatral. Despues de todo, solo tenia veinticuatro anos y toda la vida por delante.
Maria llevaba consigo su camara aquel dia y le hizo una serie de fotos a Lillian durante el tiempo que pasaron juntas. Cuando me conto la historia tres anos mas tarde, extendio esas fotografias delante de mi mientras hablabamos. Habria treinta o cuarenta. Fotografias grandes en blanco y negro que mostraban a Lillian desde diversos angulos y distancias; en algunas de ellas habia posado, en otras no. Estos retratos fueron mi unico encuentro con Lillian Stern. Han transcurrido mas de diez anos desde ese dia, pero nunca he olvidado la experiencia de mirar esas fotos. La impresion que me causaron fue asi de fuerte, asi de duradera.
– Es guapa, ?verdad? -dijo Maria.
– Si, extraordinariamente guapa -dije.
– Salia para comprar comestibles cuando nos tropezamos. Ya ves lo que lleva. Una sudadera, unos vaqueros, unas zapatillas deportivas viejas. Iba vestida para salir cinco minutos a la tienda y volver. Nada de maquillaje, nada de joyas, ningun adorno. Y sin embargo esta guapa. Lo suficiente como para cortarte el aliento.
– Es su oscuridad -dije, buscando una explicacion-. Las mujeres que tienen rasgos oscuros no necesitan mucho maquillaje. Fijate que ojos tan redondos. Las pestanas largas los hacen resaltar. Y tambien tiene unos buenos huesos, no debemos olvidar eso. Los huesos son fundamentales.
– Es mas que eso, Peter. Hay cierta cualidad interior en Lillian que siempre sale a la superficie. No se como decirlo. Felicidad, gracia, espiritu animal. Hace que siempre parezca mas viva que los demas. Una vez que atrae tu atencion es dificil dejar de mirarla.
– Da la impresion de que se encuentra comoda delante de la camara.
– Lillian esta siempre comoda. Esta completamente relajada dentro de su piel.
Pase algunas fotos mas y me encontre con una secuencia que mostraba a Lillian de pie delante de un armario abierto en distintas fases del acto de desnudarse. En una foto estaba quitandose los vaqueros; en otra se estaba sacando la sudadera; en la siguiente llevaba solo unas braguitas blancas minusculas y una camiseta blanca sin mangas; en la siguiente las braguitas habian desaparecido; en la siguiente la camiseta tambien habia desaparecido. A continuacion venian varias fotos de desnudos. En la primera estaba mirando a la camara, la cabeza inclinada hacia atras, riendose, sus pequenos senos casi aplastados contra el pecho, los pezones erizados sobresaliendo contra el horizonte; tenia la pelvis echada hacia adelante y se agarraba la carne de la parte interna de los muslos con las dos manos, su mata de vello pubico oscuro enmarcada por la blancura de sus dedos curvados. En la siguiente estaba vuelta hacia el otro lado, el culo en primer termino, sacando una cadera hacia un lado y mirando por encima del otro hombro hacia la camara, aun riendose, adoptando la pose de chica de poster. Estaba claro que se divertia, estaba claro que le encantaba tener la oportunidad de exhibirse.
– Esto es material erotico -dije-. No sabia que tomases fotos de chicas desnudas.
– Estabamos arreglandonos para salir a cenar y Lillian queria cambiarse de ropa. La segui a su dormitorio para poder continuar charlando. Tenia la camara conmigo y cuando empezo a desnudarse le hice algunas fotos. Sencillamente fue asi. Yo no planeaba hacerlo hasta que la vi quitandose la ropa.