posterior de Sachs, esa reaccion resulta casi comica, pero ?quien sabe hasta que punto le afecto esa decepcion entonces? Todos sus amigos alardeaban de las hazanas de sus padres como soldados, y el les envidiaba los trofeos de batalla que sacaban cuando jugaban a la guerra en los patios traseros de sus casas: los cascos y las cartucheras, las pistoleras y las cantimploras, las chapas de identificacion, las gorras y las medallas. Pero nunca me explico por que su padre no sirvio en el ejercito. Por otra parte, Sachs siempre hablo con orgullo del socialismo de su padre en los anos treinta, que al parecer le llevo a organizar sindicatos o alguna otra actividad relacionada con el movimiento obrero. Si Sachs sentia mas inclinacion por su madre que por su padre, creo que se debia a que sus personalidades eran muy parecidas: ambos eran locuaces y llanos, ambos estaban dotados con un extrano talento para hacer que los demas hablasen de si mismos. Segun Fanny (que me conto tantas cosas sobre estos temas como Ben), el padre de Sachs era mas callado y mas evasivo que su madre, mas introvertido, menos inclinado a dejarte saber lo que pensaba. A pesar de todo, debia de existir un fuerte vinculo entre ellos. La prueba mas segura de ello que me viene a la cabeza es una historia que Fanny me conto una vez. Poco despues del arresto de Ben, un periodista local fue a su casa para entrevistar a su padre acerca del juicio. Claramente, el periodista buscaba una historia de conflicto generacional (un tema importante en aquellos tiempos), pero una vez que Mr. Sachs se percato de sus intenciones, este hombre normalmente placido y taciturno dio un punetazo en el brazo del sillon, miro al periodista a los ojos y dijo:

– Ben es un muchacho fantastico. Siempre le ensenamos a defender aquello en lo que creia, y yo estaria loco si no me sintiera orgulloso de lo que esta haciendo ahora. Si hubiese mas jovenes como mi hijo, este pais seria un lugar muchisimo mejor.

Nunca conoci a su padre, pero recuerdo extraordinariamente bien un dia de Accion de Gracias que pase en casa de su madre. La visita tuvo lugar unas semanas despues de que Ronald Reagan fuese elegido presidente, lo cual significa que fue en noviembre de 1980, va ya para diez anos. Yo estaba pasando un mal momento. Mi primer matrimonio se habia roto dos anos antes y en mi destino no estaba conocer a Iris hasta finales de febrero, para lo cual faltaban sus buenos tres meses. Mi hijo David tenia poco mas de tres anos, y su madre y yo habiamos acordado que pasase el dia de fiesta conmigo, pero los planes que habia hecho para nosotros habian fallado en el ultimo minuto. Las alternativas parecian bastante siniestras: salir a un restaurante o cenar pollo congelado en mi pequeno apartamento de Brooklyn. Justo cuando estaba empezando a compadecerme (debia de ser el lunes o el martes), Fanny salvo la situacion invitandonos a casa de la madre de Ben en Connecticut. Todos los sobrinos estarian alli, dijo, y seria muy divertido para David.

Ahora Mrs. Sachs se ha trasladado a una residencia de ancianos, pero en aquel entonces todavia vivia en la casa de New Canaan donde se habian criado Ben y sus hermanas. Era una casa grande en las afueras de la ciudad, que parecia haber sido construida en la segunda mitad del siglo XIX, uno de esos laberintos victorianos con gabletes, despensas, escaleras traseras y extranos pasillitos en el segundo piso. Los interiores eran oscuros y el cuarto de estar estaba atestado con montones de libros, periodicos y revistas. Mrs. Sachs debia de tener sesenta y muchos anos entonces, pero su aspecto no era en absoluto de viejecita o abuelita. Habia sido asistenta social durante muchos anos en los barrios pobres de Bridgeport y no era dificil ver que debia de habersele dado muy bien ese trabajo: una mujer franca, con opiniones, y un sentido del humor desinhibido y extravagante. Al parecer, habia muchas cosas que le divertian, no era dada al sentimentalismo ni al mal humor, pero cuando se trataba de politica (como ocurrio con frecuencia aquel dia), demostraba tener una lengua perversamente afilada. Algunos de sus comentarios eran francamente desvergonzados, y en un momento dado, cuando llamo a los complices de Nixon “la clase de hombres que doblan los calzoncillos antes de acostarse por la noche”, una de sus hijas me miro con expresion azorada, como disculpandose por el comportamiento poco distinguido de su madre. No tenia por que haberse preocupado, me agrado enormemente Mrs. Sachs aquel dia. Era una matriarca subversiva que aun disfrutaba lanzando punetazos al mundo y parecia tan dispuesta a reirse de si misma como de los demas, incluyendo a sus hijos y sus nietos. Poco despues de llegar yo, me confeso que era una cocinera horrenda, razon por la cual habia delegado en sus hijas la responsabilidad de preparar la cena, pero anadio que (y aqui se acerco a mi y me susurro al oido) aquellas tres chicas tampoco eran demasiado rapidas en la cocina. Despues de todo, continuo, ella les habia ensenado todo lo que sabian, y si la maestra era un zoquete distraido, ?que se podia esperar de las discipulas?

Es verdad que la comida fue espantosa, pero apenas tuvimos tiempo de notarlo. Con tantas personas en la casa aquel dia y el constante griterio de cinco ninos menores de diez anos, nuestras bocas estaban mas ocupadas con la charla que con la comida. La familia Sachs era ruidosa. Las hermanas y sus maridos habian venido en avion desde distintos lugares del pais, y puesto que la mayoria de ellos no se habian visto desde hacia mucho tiempo, la conversacion se convirtio rapidamente en un alboroto, todo el mundo hablando al mismo tiempo. De pronto se simultaneaban tres o cuatro dialogos distintos en la misma mesa, pero como los presentes no necesariamente hablaban con la persona que tenian al lado, esos dialogos no cesaban de entrecruzarse, causando bruscos cambios en el emparejamiento de los hablantes, de modo que parecia que todos participaban en todas las conversaciones a la vez, parloteando acerca de su propia vida y al mismo tiempo escuchando con disimulo la de los demas. Anadase a esto las frecuentes interrupciones de los ninos, las idas y venidas de los diferentes platos, el servir el vino, los platos caidos, los vasos volcados, las salsas derramadas, y la cena empezo a parecer un dificil numero de vodevil apresuradamente improvisado.

Era una familia fuerte, pense, un grupo bromista y rebelde formado por individuos que sentian afecto los unos por los otros pero no se aferraban a la vida que habian compartido en el pasado. Era refrescante para mi ver que poca animosidad habia entre ellos, que pocas de las viejas rivalidades y resentimientos salian a la superficie, pero al mismo tiempo no habia mucha intimidad, no parecian tan relacionados entre si como suelen estarlo los miembros de las familias unidas. Se que Sachs les tenia carino a sus hermanas, pero solo como un acto reflejo y algo distante, y no creo que tuviese una relacion especial con ninguna de ellas en su vida adulta. Tal vez tuviese algo que ver con el hecho de que era el unico chico, pero cada vez que le mire en el curso de aquella larga tarde y noche, parecia estar hablando con su madre o con Fanny, y probablemente mostro mas interes por mi hijo David que por ninguno de sus sobrinos. No estoy tratando de demostrar nada concreto al decir esto. Esta clase de observaciones parciales estan sujetas a numerosos errores y malas interpretaciones, pero la verdad es que Sachs se comporto como un personaje solitario dentro de su propia familia, una figura que permanecia ligeramente apartada de las demas. Esto no quiere decir que rehuyese a nadie, pero hubo momentos en que intui que estaba incomodo, casi aburrido por tener que estar alli.

Basandome en lo poco que se acerca de la misma, su infancia no parece que fuera extraordinaria. No fue un alumno especialmente bueno en la escuela y si se distinguio por algo fue solo por sus travesuras. Al parecer no tenia miedo a enfrentarse con la autoridad, y de ser cierto lo que contaba, entre los seis y los doce anos estuvo en un continuo fermento de sabotaje creativo. Era el que disenaba las trampas, el que colgaba el cartelito de “Dame una patada” en la espalda del profesor, el que prendia los petardos en los cubos de la basura de la cafeteria. Paso cientos de horas sentado en el despacho del director durante esos anos, pero el castigo era un precio pequeno por la satisfaccion que aquellos triunfos le proporcionaban. Los otros chicos le respetaban por su audacia e inventiva, lo cual era probablemente lo que le impulsaba a correr aquellos riesgos. He visto fotografias de Sachs durante su infancia, y no hay duda de que era un patito feo: una de esas espingardas con las orejas grandes, los dientes salientes y una sonrisa boba y torcida. El potencial de ridiculo debio de ser enorme; debia de constituir un blanco viviente para toda clase de bromas y aguijonazos salvajes. Si consiguio evitar ese destino fue porque se obligo a ser un poco mas atrevido que los demas. No debio de resultar un papel agradable de interpretar, pero se esforzo para hacerlo con maestria, y al cabo de un tiempo ejercia un dominio indiscutido sobre el territorio.

Un aparato le enderezo los dientes torcidos; su cuerpo se ensancho; sus extremidades aprendieron gradualmente a obedecerle. Cuando alcanzo la adolescencia, Sachs empezo a parecerse a la persona que llegaria a ser mas tarde. Su estatura le daba ventaja en los deportes, y cuando empezo a jugar al baloncesto a los trece o catorce anos, se convirtio rapidamente en un jugador prometedor. El relegado abandono las bromas pesadas y las payasadas, y si bien su rendimiento academico en el instituto no fue notable (siempre se describia a si mismo como un estudiante perezoso, con un interes minimo en sacar buenas notas), leia libros constantemente y ya empezaba a considerarse un escritor en cierne. Segun reconocio el mismo, sus primeras obras eran espantosas: “Exploraciones del alma romantico-absurdas”, las llamo una vez, horrendos cuentecitos y poemas que guardo en absoluto secreto. Pero persevero en ello y, como senal de su creciente seriedad, a los diecisiete anos se compro una pipa. Pensaba que este era el distintivo de cualquier escritor, y durante su ultimo ano de instituto se pasaba todas las tardes sentado en su mesa de estudio, la pluma en una mano, la pipa en la otra, llenando la habitacion de humo.

Estas historias proceden directamente de Sachs. Me ayudaron a concretar mi impresion de como era antes de

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