ya que podia cambiar bruscamente de un momento a otro.

Corrio las cortinas, encendio la luz y quedo sorprendido al ver el brillo de una cabellera oscura sobre el sofa. Era Min.

– Tengo algo importante que decirte. -El tono de su voz era el de siempre: calido y autoritario, una curiosa mezcla que en una epoca le habia inspirado confianza. Ella llevaba una chaqueta larga sin mangas sobre una especie de traje de una sola pieza.

Ted se sento frente a ella y encendio un cigarrillo.

– Lo habia abandonado hace mucho tiempo, pero es increible los malos habitos que uno puede retomar cuando se enfrenta a una vida en prision. Eso en cuanto a disciplina. No estoy muy presentable, Min, pero no estoy acostumbrado a recibir este tipo de visita inesperada.

– Inesperada y sin que me invitaran. -Min lo recorrio con la mirada-. ?Has estado corriendo?

– No, estuve caminando. Y bastante. Me da tiempo para pensar.

– Tus pensamientos no deben de ser muy agradables en estos dias.

– No, no lo son. -Ted aguardo.

– ?Me das uno? -pidio Min senalando el paquete de cigarrillos que Ted habia dejado sobre la mesa.

Ted le ofrecio uno y se lo encendio.

– Yo tambien lo habia dejado pero cuando uno esta nervioso… -Min se encogio de hombros-. Tuve que dejar muchas cosas en mi vida mientras me abria camino. Bueno, ya sabes como es esto… Lanzar una agencia de modelos y tratar de que siguiera funcionando cuando no me entraba ni un dolar… Casarme con un anciano enfermo y ser su enfermera, su amante, su companera durante cinco interminables anos… Oh, pense que habia alcanzado una cierta seguridad. Pense que me lo habia ganado.

– ?Y no es asi?

Min hizo un gesto con la mano.

– Esto es hermoso, ?verdad? Este lugar es ideal. El Pacifico a nuestros pies, la magnifica costa, el tiempo, la comodidad y belleza de las instalaciones de «Cypress Point»… Hasta esa monstruosidad de banos romanos de Helmut podrian ser algo asombroso. Nadie mas seria lo suficientemente tonto como para construir una cosa asi; nadie mas tendria aptitudes como para dirigir las obras…

«No me extrana que este aqui -penso Ted-. No podia arriesgarse a hablar estando Craig cerca.»

Fue como si Min le hubiera leido el pensamiento.

– Se lo que Craig te diria. Pero Ted, tu eres el empresario, el hombre atrevido. Tu y yo pensamos igual. Helmut no es en absoluto practico, lo se; pero tiene vision. Lo que necesita, lo que siempre ha necesitado, es el dinero para hacer realidad sus suenos. ?Recuerdas la conversacion que tuvimos los tres cuando ese bulldog de Craig no estaba cerca? Hablamos acerca de poner un «Cypress Point» en todos tus nuevos hoteles. Es una idea fabulosa. Podria funcionar.

– Min, si voy a prision, no habra nuevos hoteles. Hemos dejado de construir desde que fui acusado. Lo sabes.

– Entonces, prestame dinero ahora. -Min dejo caer la mascara-. Ted, estoy desesperada. En pocas semanas estare en la bancarrota. ?No tiene que ser asi! Este lugar perdio algo en estos ultimos anos. Helmut no estuvo trayendo nuevos huespedes. Creo que ahora se por que estuvo tan mal. Pero podria cambiar. ?Por que crees que hice venir aqui a Elizabeth? Para ayudarte.

– Min, ya viste como reacciono al verme. En realidad, has empeorado las cosas.

– No estoy tan segura de ello. Esta tarde, le pedi que reconsiderara todo este asunto. Le dije que nunca se perdonaria a si misma si te destruia. -Min aplasto el cigarrillo en el cenicero-. Ted, se lo que te estoy diciendo. Elizabeth esta enamorada de ti. Siempre lo estuvo. Haz que funcione para ti. No es demasiado tarde -dijo tomandolo del brazo.

El se solto.

– Min, no sabes de que estas hablando.

– Te estoy diciendo lo que se. Es algo que senti desde la primera vez que os vi juntos. ?No te das cuenta de lo dificil que era para ella estar cerca de ti y de Leila, queriendo que Leila fuera feliz, amandoos a los dos? Estaba dividida en dos. Fue por eso que acepto esa obra antes de que Leila muriera. No era el papel que queria. Sammy me hablo de ello. Ella tambien se habia dado cuenta. Ted, Elizabeth lucha contra ti porque se siente culpable. Sabe que Leila te adoraba. ?Haz que funcione para ti! Y Ted, te lo ruego, ayudame. ?Por favor!, ?te lo ruego!

Min levanto la cabeza para mirarlo. El estaba sudando y tenia el cabello revuelto. «Una mujer podria matar por esa cabeza», penso Min. Sus pomulos altos acentuaban la nariz angosta y perfecta. Las mandibulas cuadradas le daban un toque de fortaleza a su expresion. Tenia la camisa pegada al cuerpo, bronceado, musculoso. Se pregunto donde habria estado y se dio cuenta de que quiza no se habia enterado de lo sucedido a Alvirah. Pero no queria hablar de eso ahora.

– Min, no puedo seguir adelante con el proyecto de los «Cypress Point» en hoteles que no se construiran si es que voy a prision. Te puedo ayudar, y lo hare. Pero dejame hacerte una pregunta: ?Alguna vez se te ocurrio que Elizabeth podria estar equivocada acerca de la hora de la llamada? ?No pensaste en ningun momento que puedo estar diciendo la verdad cuando afirmo que no volvi a subir?

La sonrisa de alivio de Min se torno en una de asombro.

– Ted, puedes confiar en mi. Puedes confiar en Helmut. No se lo ha dicho a nadie, excepto a mi… Nunca se lo dira a nadie… El te oyo gritarle a Leila. La oyo a ella rogar por su vida.

11

«?Tendria que haberle dicho a Scott lo que sospechaba acerca del baron?», se pregunto Elizabeth al entrar en su bungalow. Observo la decoracion en blanco y verde esmeralda del empapelado y la gruesa alfombra blanca. Casi imaginaba una sensacion de alegria mezclada con la brisa marina.

Leila.

Pelirroja. Ojos verde esmeralda. La piel palida de los pelirrojos naturales. El pijama de seda blanco que llevaba cuando murio y que debio flotar en el aire durante la caida.

?Dios mio, Dios mio! Elizabeth cerro la puerta con dos vueltas de llave y se acurruco en el sofa con la cabeza entre las manos, consternada ante la vision de Leila, flotando en el aire de la noche, camino de su muerte…

Helmut. ?El habia escrito Merry-Go-Round? Si asi era ?habia sacado el dinero de la cuenta de Min en Suiza? Debio de haberse puesto furioso cuando Leila dijo que abandonaba la obra. ?Furioso hasta que punto?

Alvirah Mechan. Los asistentes de la ambulancia. La gota de sangre sobre el rostro de Alvirah. El tono incredulo del paramedico cuando le dijo a Helmut: «?A que se refiere con eso de que no empezo a inyectarla?» «?A quien cree que esta enganando?»

Las manos de Helmut oprimiendo el pecho de Alvirah… Helmut colocandole una intravenosa… Debio de ponerse frenetico cuando oyo a Alvirah hablar de la «mariposa flotando en una nube». Alvirah habia visto un ensayo de la obra. Leila habia asociado la frase con Helmut. ?Tambien lo habia hecho Alvirah?

Penso en el discurso de Min de aquella tarde sobre Ted. Casi habia reconocido la culpabilidad de Ted, y luego, trato de persuadirla de que Leila lo habia provocado una y otra vez. ?Seria verdad?

?Tendria razon Min acerca de que Leila no querria ver a Ted tras las rejas por el resto de su vida? ?Y por que estaba ella tan segura acerca de su culpabilidad? Dos dias atras, ella misma afirmaba que debia de haber sido un accidente.

Elizabeth se aferro a las piernas y apoyo la cabeza en las manos.

– No se que hacer -murmuro para si. Nunca se habia sentido tan sola.

A las siete, oyo las campanadas que indicaban que comenzaba la hora del coctel. Decidio comer sola en su bungalow. Era imposible pensar en ir a conversar con cualquiera de aquellas personas, sabiendo que el cuerpo de Sammy yacia en el deposito aguardando ser enviado a Ohio y que Alvirah Meehan luchaba por su vida en el hospital de Monterrey. Dos noches atras, Sammy habia estado en aquel cuarto, con ella. ?Quien seria el proximo?

A las ocho menos cuarto, Min la llamo.

– Elizabeth, todo el mundo pregunta por ti. ?Estas bien?

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