perseguiria con un hacha.»

?O con tijera y goma de pegar?

Syd desaparecio de la vista. Elizabeth no pudo ver su sonrisa cuando estuvo fuera de su campo visual.

«Podria llegar a funcionar», penso Syd. Habia estado pensando en como jugar esa carta, y ella le habia facilitado las cosas. Si le creia, Cheryl podria quedar limpia. La sonrisa desaparecio. Podria quedar…

Pero ?que sucederia con el?

5

Elizabeth permanecio inmovil cerca de la piscina hasta que la voz del instructor de gimnasia interrumpio la violenta impresion que le produjo la posible traicion de Min. Se puso de pie y se dirigio hacia el edificio principal.

La tarde habia cumplido la promesa de la manana. El sol era calido y no soplaba viento; hasta los cipreses parecian mas acogedores con sus brillantes hojas inmoviles. Las petunias, geranios y azaleas, vivaces pues acababan de regarlas, se abrian a la tibieza del sol.

En la oficina de recepcion, encontro a una empleada temporal, una muchacha de unos treinta anos de rostro agradable. El baron y la baronesa habian ido al hospital de Monterrey para ofrecer su ayuda al marido de la senora Meehan.

– Estan muy abatidos por ella. -La recepcionista parecia muy impresionada por lo preocupados que estaban.

«Tambien estuvieron abatidos cuando Leila murio», penso Elizabeth. Ahora se preguntaba cuanto del dolor de Min provenia de su culpa. Escribio una nota para el baron y la coloco en un sobre.

– Por favor, entreguele esto en cuanto regrese.

Miro la maquina de escribir. Sammy habia estado usando esa maquina cuando, por alguna razon, entro en la casa de banos. ?Y si realmente habia tenido alguna especie de ataque que la habia desorientado? ?Y si habia dejado la carta en la fotocopiadora? Min habia bajado temprano a la manana siguiente. Debio de haberla descubierto y la destruyo.

Cansada, Elizabeth regreso a su bungalow. Nunca sabria quien habia enviado esas cartas. Nadie lo admitiria jamas. ?Y por que permanecia alli entonces? Todo habia terminado. ?Y que haria con el resto de su vida? En la nota, Ted le decia que comenzara un nuevo y mas feliz capitulo en su vida. ?Donde? ?Como?

Le dolia mucho la cabeza. Se dio cuenta de que otra vez se habia saltado el almuerzo. Llamaria para ver como seguia Alvirah Meehan y luego comenzaria a hacer sus maletas. Es horrible no tener ningun lugar adonde querer ir ni ninguna persona con quien querer estar. Saco una maleta del armario, la abrio, pero se detuvo abruptamente.

Todavia tenia el broche de Alvirah. Estaba en el bolsillo de los pantalones que habia usado al ir a la clinica. Cuando lo saco y lo sostuvo en la mano, se dio cuenta de que era mas pesado de lo que esperaba. No era una experta en joyas, pero era evidente que ese broche no era de gran valor. Le dio la vuelta y comenzo a estudiar la parte de atras. No tenia el habitual broche de seguridad. En lugar de eso, habia un implemento extrano. Volvio otra vez el broche para estudiar la parte de adelante. ?La apertura del centro era un microfono!

El impacto de su descubrimiento la dejo atonita. Las preguntas aparentemente inocentes, la forma en que Alvirah Meehan jugaba con el broche… Estaba orientando el microfono para que captara las voces de las personas con quienes estaba. El bolso en su bungalow con el costoso cassette, las cassettes… Tenia que apoderarse de ellas antes de que otro lo hiciera.

Llamo a Vicky.

Quince minutos despues, estaba de vuelta en su bungalow, con el cassette y las cassettes de Alvirah Meehan. Vicky parecia preocupada y temerosa.

– Espero que nadie nos haya visto entrar alli -le dijo.

– Le entregare todo al sheriff Alshorne -la tranquilizo Elizabeth-. Solo quiero estar segura de que no desaparezcan si el marido de la senora Meehan se lo cuenta a alguien. -Elizabeth acepto un te con un emparedado. Cuando Vicky regreso con la bandeja, la encontro con los auriculares puestos, tomando notas mientras escuchaba las cintas.

6

A Scott Alshorne no le gustaba tener una muerte sospechosa y otra casi muerte sospechosa sin resolver. Dora Samuels habia sufrido un leve ataque justo antes de morir. ?Cuanto tiempo antes? Alvirah Meehan tenia una gota de sangre en la cara que sugeria una inyeccion. El informe de laboratorio mostro un nivel muy bajo de azucar en la sangre, posiblemente el resultado de una inyeccion. Los esfuerzos del baron le habian salvado la vida. ?Y eso que aclaraba?

No habia podido localizar al marido de la senora Meehan hasta la una de la manana, hora de Nueva York. El alquilo un avion y llego a las siete de la manana, hora local. A la tarde temprano, Scott fue hasta el hospital para hablar con el.

Scott no podia creer lo que veia: Alvirah Meehan, muy palida, respirando con dificultad y conectada a unas maquinas. Se suponia que la gente como ella no se enfermaba. Estaba demasiado llena de vida. El hombre corpulento que estaba de espaldas parecio no notar su presencia. Estaba inclinado, susurrandole algo a Alvirah.

Scott le toco un hombro.

– Senor Meehan, soy Scott Alshorne, sheriff del condado de Monterrey. Siento lo sucedido con su esposa.

Willy Meehan senalo con la cabeza el lugar donde estaban las enfermeras.

– Ya me informaron sobre su estado. Pero le aseguro que ella se pondra bien. Le he dicho que si se muere y me deja, iba a gastarme todo el dinero en una rubia callejera. Ella no dejara que eso suceda, ?no es verdad, querida? -Comenzaron a rodarle lagrimas por las mejillas.

– Senor Meehan, tengo que hablar con usted unos minutos.

Podia sentir que Willy se acercaba, pero no podia comunicarse con el. Alvirah nunca se habia sentido tan debil. Ni siquiera podia mover una mano, estaba tan cansada…

Y tenia que decirle algo. Sabia lo que le habia sucedido. Todo estaba muy claro ahora. Tenia que esforzarse por hablar. Trato de mover los labios, pero no pudo. Quiso mover un dedo. Willy tenia la mano apoyada sobre la suya y no pudo juntar la fuerza como para hacerle entender que estaba tratando de comunicarse.

Si tan solo pudiera mover los labios, llamar su atencion. Estaba hablando de los viajes que harian juntos. La irritaba que no pudiera escucharla. «Callate y escucha… -queria gritarle-. Oh, Willy, por favor, escucha…»

La conversacion fuera de la sala de cuidados intensivos no fue satisfactoria. Alvirah era «fuerte como un toro». Nunca se enfermaba. No tomaba ningun medicamento. Scott ni se molesto en preguntar si existia la posibilidad de que se drogara. No existia y no queria ofender a ese hombre tan angustiado.

– Estaba tan ansiosa por hacer este viaje -dijo Willy Mechan-. Incluso estaba escribiendo articulos para el Globe. Tendria que haber visto lo excitada que estaba cuando le mostraron como grabar las conversaciones de la gente.

– ?Escribia articulos! -exclamo Scott-. ?Grababa lo que la gente decia?

En ese momento, aparecio una enfermera.

– ?Senor Meehan, puede entrar? Esta tratando de hablar. Queremos que usted le hable.

Scott entro detras de el. Alvirah luchaba por mover los labios.

– Vo… vo…

Willy la tomo de la mano.

– Estoy aqui, querida, estoy aqui.

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