Si.

Tuvo un escalofrio al recordar las preguntas, al parecer tan inocentes, pero cuyas respuestas debieron de ser una amenaza para el.

Tomo el telefono. Llamaria a Scott. Pero luego se arrepintio. ?Que le diria? No tenia pruebas. Nunca las habria.

A menos que lo obligara a actuar.

8

Scott permanecio cerca de una hora sentado junto al lecho de Alvirah, con la esperanza de que dijera algo mas. Luego, toco el hombro de Willy Meehan y dijo:

– En seguida regreso. -Habia visto pasar a John Whitley y lo siguio hasta su oficina.

– ?Puedes decirme algo mas, John?

– No. -El medico parecia enojado y perplejo al mismo tiempo-. No me gusta ignorar a que me estoy enfrentando. Su nivel de azucar era tan bajo que sin un antecedente de hipoglucemia tengo que sospechar que alguien le inyecto insulina. Tiene la marca de un pinchazo en el lugar donde encontramos la mancha de sangre, en la mejilla. Si Von Schreiber dice que no la inyecto, algo no encaja.

– ?Que posibilidades tiene? -pregunto Scott.

John se encogio de hombros.

– No lo se. Es demasiado pronto como para saber si hubo dano cerebral. Si la fuerza de voluntad puede hacerla reaccionar, su marido lo lograra. Hace todo lo correcto. Le habla sobre el avion que contrato para venir aqui, sobre como van a arreglar la casa cuando regresen. Si puede oirlo, querra quedarse con nosotros.

La oficina de John daba a los jardines. Scott se acerco a la ventana, deseando poder tener mas tiempo para estar solo y meditar sobre el asunto.

– No podemos probar que la senora Meehan haya sido victima de un intento de asesinato. Ni que la senorita Samuels en realidad fue asesinada.

– No creo que puedas hacerlo, no.

– Y eso significa que aunque podamos imaginar quien deseaba la muerte de esas dos mujeres, seguimos sin poder probar nada.

– Esa es tu especialidad, pero estoy de acuerdo contigo.

Scott tenia una pregunta mas.

– La senora Meehan trataba de hablar. Por fin pudo pronunciar una palabra: «voces». ?Es posible que alguien en sus condiciones este tratando de comunicarnos algo que tenga sentido?

Whitley se encogio de hombros.

– Mi impresion es que su coma es muy profundo como para estar seguros de que recuerda algo. Pero podria equivocarme. No seria la primera vez que ocurre algo asi.

Scott volvio a hablar con Willy Meehan en el corredor. Alvirah planeaba escribir una serie de articulos. El editor del New York Globe le habia pedido que recogiera la mayor cantidad de informacion posible acerca de las celebridades. Scott recordo sus interminables preguntas la noche que se habia quedado a cenar en «Cypress Point». Se pregunto si Alvirah habria descubierto algo, eso al menos podria explicar el ataque del que habia sido victima, si es que habia sido un ataque. Y esto tambien explicaba el equipo de grabacion tan sofisticado que encontraron en su bolso.

Tenia que reunirse con el alcalde de Carmel a las cinco de la tarde. Por la radio de su automovil, supo que Elizabeth lo habia llamado dos veces. La segunda llamada tenia caracter urgente.

El instinto lo hizo cancelar su cita con el alcalde por segunda vez consecutiva y fue directamente hacia «Cypress Point».

A traves de la ventana, pudo ver a Elizabeth hablar por telefono. Aguardo a que cortara la comunicacion para llamar a la puerta. En el intervalo de treinta segundos, tuvo la oportunidad de estudiarla. El sol de la tarde que se filtraba en el cuarto creaba sombras que resaltaban los pomulos, la boca amplia y sensible, los ojos luminosos. «Si fuera escultor -penso-, querria que posara para mi. Posee una elegancia que va mas alla de la belleza.»

A la larga, su belleza superaria a la de Leila. Elizabeth le entrego las cassettes. Le indico tambien las anotaciones que habia hecho.

– Hazme un favor, Scott -le pidio-. Escucha con suma atencion estas cassettes. Esta -le senalo la cassette que habia sacado del broche- va a sorprenderte. Escuchala y veamos si oyes lo mismo que yo.

Tenia una expresion decidida en los ojos.

– ?Elizabeth, que planeas?

– Tengo que hacer algo que solo yo puedo hacer.

A pesar de la insistencia de Scott para que se explicara mejor, Elizabeth se mantuvo firme en su determinacion de no decir nada. Scott le conto que Alvirah Meehan habia logrado pronunciar una palabra.

– ?Te sugiere algo la palabra «voces»?

La sonrisa de Elizabeth era enigmatica.

– Claro que si -respondio.

9

Ted habia salido al mediodia. Eran las cinco de la tarde y aun no habia regresado. Henry Bartlett estaba obviamente irritado y queria volver a Nueva York cuanto antes.

– Vinimos aqui para preparar la defensa de Ted -dijo-. Espero que se de cuenta de que su juicio comenzara dentro de cinco dias. Si no se reune conmigo, no puedo hacer nada sentado aqui.

Sono el telefono. Craig salto para contestar.

– Elizabeth, que agradable sorpresa… Si, es verdad. Me gustaria creer que todavia podemos convencer al fiscal de distrito para que acepte la declaracion de culpabilidad, pero es bastante improbable… No, todavia no hemos decidido nada acerca de la cena, pero por supuesto que seria agradable estar contigo… ?Oh, eso! No lo se… No parecio mas gracioso. Y siempre le molesto a Ted. Bueno. Te vere en la cena.

Scott condujo hasta su casa con las ventanillas abiertas, gozando la fresca brisa que habia comenzado a soplar del oceano. Le hacia bien, pero no aliviaba la sensacion de temor que lo dominaba. Elizabeth estaba tramando algo y su instinto le decia que podia ser peligroso.

Una ligera niebla comenzaba a instalarse a lo largo de la costa del Pacific Grove. Mas tarde, se convertiria en una niebla densa. Doblo en la esquina y estaciono frente a una agradable casa, a cien metros del acantilado. Ya hacia seis anos que llegaba a esa casa vacia y ni una sola vez dejaba de sentir la nostalgia de que Jeanie no lo estuviera esperando. Solia comentar los casos con ella. Esa noche, le hubiera hecho algunas preguntas hipoteticas. «?Crees que existe alguna relacion entre la muerte de Dora Samuels y el coma de Alvirah Meehan?» Otra pregunta le vino a la mente: «?Crees que exista alguna relacion entre esas dos mujeres y la muerte de Leila?»

Y por ultimo: «?Que diablos estara tramando Elizabeth?»

Para despejarse, Scott se dio una ducha y se puso ropa comoda, Habia preparado cafe y comenzo a cocinar una hamburguesa. Cuando estuvo lista para comer, puso la primera cassette de Alvirah.

Comenzo a escuchar las grabaciones a las seis menos cuarto. A las siete, su cuaderno de notas, al igual que el de Elizabeth, estaba repleto. A las ocho menos cuarto, escucho la cassette que documentaba el ataque que habia sufrido Alvirah.

– ?Ese hijo de puta de Von Schreiber! -murmuro-. Entonces si le inyecto algo. ?Pero que? ?Y si cuando comenzo a aplicarle el colageno vio que Alvirah estaba sufriendo algun tipo de ataque? De hecho habia regresado casi de inmediato con la enfermera.

Scott volvio a pasar la cinta, luego lo hizo una tercera vez y por fin se dio cuenta de lo que Elizabeth queria que escuchara. Habia algo extrano en la voz del baron la primera vez que se dirigio a Alvirah Meehan. Era una voz ronca, gutural, muy diferente de su voz unos momentos despues, cuando le daba ordenes a la enfermera.

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