Cuando sirvieron el postre, Bartlett la desafio:

– Senorita Lange, tengo la clara impresion de que esta jugando a algun tipo de juego, y a mi no me gusta participar en ninguno a menos que conozca las reglas.

Elizabeth se estaba llevando una cucharada de frambuesas a la boca. Las trago y luego dejo la cuchara.

– Tiene razon -le dijo-. Queria estar con vosotros esta noche por una razon en especial. Teneis que saber que ya no creo que Ted haya sido el responsable de la muerte de mi hermana.

Todos la miraron con el rostro petrificado.

– Dejadme hablar sobre eso -continuo Elizabeth-. Alguien la destruyo en forma deliberada con esas cartas anonimas. Creo que fuisteis tu, o tu. -Senalo primero a Cheryl y luego a Min.

– Te equivocas por completo -protesto esta ultima indignada.

– Yo te sugeri que encontraras mas cartas para investigarlas. -Cheryl escupio las palabras.

– Puede ser que lo haga -respondio Elizabeth-. Senor Bartlett, ?Ted le comento que Syd y el baron estuvieron cerca del apartamento de mi hermana la noche en que ella murio? -Elizabeth parecia disfrutar de su expresion de asombro-. Hay mucho mas en torno a la muerte de mi hermana de lo que ha salido a la luz. Lo se. Uno de ustedes, o tal vez ambos, lo saben. Existe un nuevo argumento. Syd y Helmut habian invertido dinero en la obra. Syd sabia que Helmut era el autor. Y juntos fueron a hablar con Leila. Algo salio mal y Leila murio. Habria sido considerado un accidente si esa mujer no hubiera jurado haber visto a Ted luchar con Leila. En ese punto, mi testimonio de que Ted habia regresado, lo atrapo.

El camarero estaba cerca y Min le hizo senas para que se alejara. Bartlett se dio cuenta de que las personas de las mesas cercanas los observaban, sintiendo la creciente tension.

– Ted no recuerda haber regresado al apartamento de Leila -continuo Elizabeth-, pero supongamos que si lo hizo y supongamos que se fue en seguida. ?Y si uno de vosotros peleo con Leila? Todos teneis la misma estatura. Estaba lloviendo. La testigo Ross pudo haber visto a Leila peleando y supuso que se trataba de Ted. Ambos os pusisteis de acuerdo en dejar que Ted fuera acusado de la muerte de Leila y en la historia que luego le contariais. Es una posibilidad, ?no es cierto?

– Minna, esta mujer esta loca -se quejo el baron-. Debes saber…

– Niego absolutamente haber estado en el apartamento de Leila aquella noche -declaro Syd.

– Admites haber corrido detras de Ted. Pero ?desde donde? ?Desde el apartamento? Habria sido un golpe de suerte que Ted quedara tan traumatizado como para perder la memoria. El baron sostiene que oyo a Leila discutir con Ted. Pero yo tambien los oi. Estaba al otro lado de la linea telefonica. ?Y yo no escuche lo que el sostiene haber escuchado!

Elizabeth apoyo los codos sobre la mesa y observo con atencion los dos rostros furiosos que tenia frente a ella.

– Le agradezco mucho esta informacion -le dijo Henry Bartlett-, pero parece haber olvidado que hay un nuevo testigo.

– Un nuevo testigo muy conveniente -comento Elizabeth-. Hable con el fiscal de distrito esta tarde. El testigo no es muy inteligente que digamos. La noche que sostiene haber estado en ese apartamento observando como Ted arrojaba a Leila, estaba en la carcel. -Se puso de pie-. ?Craig, me acompanas hasta mi cabana? Quiero terminar de hacer el equipaje y luego ir a nadar un poco. Puede ser que pase mucho tiempo antes de que regrese a este lugar… Si es que alguna vez lo hago.

Afuera, la oscuridad era absoluta. La luna y las estrellas habian quedado cubiertas por la niebla; los faroles esparcidos en los arbustos y los arboles eran apenas un punto de luz. Craig paso un brazo por encima del hombro de Elizabeth.

– Fue una buena actuacion -le dijo.

– Pero no fue mas que eso: una actuacion. No puedo probar nada. Si se mantienen unidos, no hay evidencia.

– ?Tienes alguna otra de esas cartas que recibia Leila?

– No, era un engano.

– Gran sorpresa lo del nuevo testigo.

– Menti tambien acerca de eso. El estaba en la carcel aquella noche, pero lo soltaron bajo fianza a las ocho. Leila murio a las nueve y treinta y uno. Lo minimo que pueden hacer es lograr que duden sobre su credibilidad.

Cuando llegaron a su bungalow se reclino sobre el.

– Oh, Craig, todo esto es una locura. Siento como si estuviera excavando y excavando para hallar la verdad, tal como hacen los buscadores de oro… El unico problema es que no me queda tiempo y por eso tuve que comenzar con las explosiones. Pero por lo menos, pude haber molestado a uno de ellos, de modo que el… o ella, puedan cometer algun error.

Craig le acaricio el cabello.

– ?Regresas manana?

– Si. ?Y tu?

– Ted aun no ha aparecido. Puede ser que se este emborrachando y no lo culpo. Aunque no seria propio de el… Obviamente, tenemos que esperarlo. Pero cuando todo esto termine, cuando estes lista… prometeme que me llamaras.

– ?Y oir tu imitacion de un japones en el contestador? Ah, me olvide que dijiste que lo habias cambiado. ?Por que lo hiciste, Craig? Siempre pense que era muy gracioso. Y Leila tambien.

Craig parecio avergonzado y Elizabeth no aguardo la respuesta.

– Este lugar era tan divertido -murmuro ella-. ?Recuerdas cuando Leila te invito aqui la primera vez, antes de que llegara Ted?

– Por supuesto que lo recuerdo.

– ?Como conociste a Leila? Lo he olvidado.

– Ella se alojaba en el «Beverly Winters». Le envie flores a su suite. Llamo para agradecermelo y tomamos una copa. Ella venia para aqui y me invito a acompanarla.

– Y luego conocio a Ted… -Elizabeth le dio un beso en la mejilla-. Ruega que lo de esta noche funcione. Si Ted es inocente, quiero que este fuera de esto tanto como tu…

– Lo se. Estas enamorada de el, ?no?

– Lo estuve desde la primera vez que nos lo presentaste a Leila y a mi.

En su bungalow, Elizabeth se puso el traje de bano y la bata. Fue hasta el escritorio y escribio una larga carta a Scott Alshorne. Luego llamo a la camarera. Era una muchacha nueva, nunca la habia visto antes, pero tenia que correr el riesgo. Coloco el sobre dentro de otro y escribio una nota.

– Entregale esto a Vicky por la manana -le explico-. A nadie mas. ?Entendido?

– Por supuesto -respondio la muchacha un tanto ofendida.

– Gracias. -Elizabeth observo a la muchacha que se iba y se pregunto que diria ella si hubiera leido la nota de Vicky. Esta decia: «En caso de que muera, entregale esto al sheriff Alshorne de inmediato.»

A las ocho, Ted ingreso en un cuarto privado del hospital de Monterrey. El doctor Whitley le presento a un psiquiatra que lo estaba aguardando para darle la inyeccion. Ya habian preparado una camara de video. Scott y un ayudante serian los testigos de las declaraciones hechas bajo el pentotal.

– Sigo pensando que tu abogado deberia estar aqui -le sugirio Scott.

Ted hizo una mueca.

– Bartlett fue justamente quien insistio en que no me sometiera a esta prueba. No quiero perder mas tiempo hablando de ello. Quiero que se conozca la verdad.

Se quito la chaqueta y los zapatos y se acomodo en el divan.

Unos minutos despues de que le hiciera efecto la inyeccion comenzo a responder a las preguntas sobre la ultima hora que paso con Leila.

– Ella seguia acusandome de que la enganaba. Tenia fotos mias con otras mujeres. Le dije que eso era parte de mi trabajo. Los hoteles. Nunca estuve solo con otra mujer. Trate de que razonaramos juntos. Ella habia estado bebiendo todo el dia. Yo bebi con ella. Me sentia mal. Le adverti que debia confiar en mi; no podia enfrentarme a este tipo de escenas por el resto de mi vida. Me dijo que sabia que trataba de romper el compromiso con ella. Leila. Leila. Se volvio loca. Trate de calmarla y ella me arano las manos. En ese momento sono el telefono. Era Elizabeth.

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