caprichoso-. Si mal no recuerdo, Luciana tenia una abuela que ya era muy vieja hace diez anos. Estaba internada en un geriatrico. Y si no murio todavia, podria ocurrirle en cualquier momento.
No pude notar en su expresion ni en su voz el menor asomo de una amenaza. Solo parecia estar exponiendo una objecion logica.
– No contaria, por supuesto, una muerte
– Pero ?no se da cuenta todavia? Para Luciana, ninguna muerte seria natural. Aun si su abuela muriera durante el sueno creeria que yo me descolgue por una chimenea para asfixiarla con la almohada. Si puede imaginar que enveneno tazas de cafe y siembro hongos toxicos y libero presos de la carcel, nada puede detenerla.
– Pero yo puedo juzgar por mi mismo y se la diferencia entre una seguidilla de cuatro cruces y una de siete.
– El numero siete… -dijo Kloster, como si algo lo hubiera hartado-. Usted no deberia caer en el mismo error. Hay por lo visto una leccion que Luciana no recibio de su padre sobre los simbolismos biblicos. La raiz hebrea de «siete» tiene que ver con la completitud y la perfeccion de los ciclos. Esa es la manera en que se utiliza el numero siete en el Antiguo Testamento. Cuando Dios advierte a los que quieran matar a Cain no esta hablando de una cantidad literal, de una proporcion numerica, sino de una venganza que sera completa y perfecta.
– ?Y no le parece que la muerte de cuatro familiares es una venganza ya suficientemente completa?
Kloster me miro como si sostuvieramos una fria pulseada y reconociera mi esfuerzo, pero no estuviera dispuesto a ceder en nada.
–
Kloster se detuvo, quiza porque advirtio un gesto de sorpresa o alarma en mi cara. Yo, que no habia incluido entre las paginas que le habia dado a leer los temores de Luciana sobre su hermana, quede paralizado, a la espera de que me dijera algo mas sobre esa chica que esperaba. Pero el solo me indico la escalera, de una manera inapelable, para que bajara y me fuera de una vez.
Mientras descendia los escalones me di vuelta todavia y lo vi de pie en lo alto, como si quisiera cerciorarse de que yo realmente me iria.
– Usted me dijo por telefono que tambien queria preguntarme algo -recorde de pronto-, pero no me hizo ninguna pregunta.
Kloster hizo un gesto parecido a un saludo.
– No se preocupe: lo que yo queria saber ya me lo respondio.
OCHO
Apenas sali a la calle busque un telefono publico. No llevaba encima mi agenda pero llame a Informaciones y pedi el telefono de Luciana por su nombre y direccion. Despues de unos segundos la voz de una maquina me dicto los digitos y los marque de inmediato, antes de que desaparecieran en mi memoria.
– Acabo de hablar con Kloster -le dije, apenas escuche su voz-. Me despidio porque estaba por recibir a una chica de un periodico escolar. ?Es posible que sea tu hermana?
Hubo del otro lado un silencio de incertidumbre y vertigo que duro solo un instante.
– Si, Dios mio, si -dijo con voz desmayada-. Pense que se le habia quitado esa idea de la cabeza. Pero evidentemente hizo todo a mis espaldas. Salio recien, no quiso decirme adonde iba pero alcance a ver que ponia un libro de Kloster en el bolso. Un libro que ya habia leido, eso me parecio extrano. Seguramente lo lleva para que se lo firme -su voz dio un vuelco de desesperacion-. Podria tomar un taxi, pero ya es tarde, no creo que pueda alcanzarla. ?Desde donde me estas llamando ahora?
– Estoy a la vuelta de la casa de el, en un telefono publico.
– Entonces tal vez todavia vos podrias esperarla y detenerla… Hasta que yo llegue. ?Harias eso por mi? Ahora mismo bajo a tomar un taxi.
– No, no voy a hacer nada de eso -dije con mi tono mas firme-. Antes tendriamos que hablar otra vez vos y yo. Estoy seguro de que Kloster no va a intentar nada estupido en su propia casa. Hay un bar en la esquina y creo que desde alli se ve la entrada de la casa. Lo que puedo hacer, en todo caso, es quedarme a vigilar la puerta hasta que llegues y volvamos a conversar. Voy a esperarte sentado junto a una ventana.
– Esta bien -se resigno-. Ya salgo. Solo espero que Kloster no te haya convencido tambien a vos.
Entre en el bar, que a esa hora estaba casi vacio, y me sente junto a una de las ventanas de la ochava, desde donde alcanzaba a ver, en la vereda de enfrente, la puerta de Kloster. No habia ni siquiera pedido mi cafe cuando vi pasar, casi pegado al vidrio, un bolsito en bandolera que hubiera reconocido en cualquier lugar. Estire la cabeza para mirar hacia fuera pero la chica habia cruzado y un colectivo detenido en el semaforo me impedia seguirla a traves de la calle. Cuando el colectivo finalmente arranco ya no habia rastros de Valentina y el porton de Kloster se estaba cerrando. No habia podido ver de ella mas que ese bolsito heredado de Luciana, y una manga de su abrigo azul oscuro.
Una media hora despues llego Luciana. Al traspasar la puerta batiente, hizo en el reflejo del vidrio un gesto furtivo y desesperado por acomodarse el pelo; imagine que mi llamado la habia arrancado de la cama y recien ahora habia reparado en su aspecto. Tenia la cara desencajada, sin maquillaje, y los ojos vidriosos y demasiado fijos, como si estuviera bajo los efectos de un medicamento.
– ?Ya entro? -me pregunto, antes de saludarme.
Yo, que me habia puesto de pie, le cedi mi lugar para que pudiera vigilar por si misma y me sente del otro lado frente a ella.
– Hace un rato, si. En realidad apenas pude verla, pero supongo que era ella: tenia el bolsito que usabas vos y un abrigo azul oscuro.
Luciana asintio con la cabeza.
– Un tapado largo. Tambien era mio y se lo pase. ?A que hora entro?
– Hace unos diez minutos. Pero ya te dije, no va a pasarle nada. Acabo de hablar con el.
– Y te convencio. -Me miro a los ojos, sin dejar que mi mirada escapara, como si se propusiera encontrar alli la verdadera respuesta-. Ahora le crees a el.
– No dije eso -le respondi incomodo-. Pero estoy seguro de que no haria nada tan
– Puede hacerle otras cosas -dijo con un tono sombrio-. Valentina ni siquiera se imagina: es solamente una adolescente atropellada. No sabe nada de el. No se que imagen se hizo a traves de sus libros. Pero no te olvides de que yo lo conozco, y conozco tambien su lado envolvente.
– Sobre eso en realidad queria hablarte. La version que cuenta el sobre lo que paso entre los dos es bastante distinta.
Vi que el cuerpo de ella se retraia a un primer estado de cautela.
– Supongo que un escritor puede inventar cualquier historia. ?Que fue lo que te dijo?
– Que cuando empezaste a trabajar con el en ningun momento se le ocurrio intentar nada extrano. Que estaba demasiado contento con el arreglo que tenian y con la manera en que avanzaba su trabajo como para arruinarlo todo tratando de ir mas alla. Que le parecias linda pero que no sentia por vos una atraccion fisica. Me dijo que fuiste vos la que hizo todo para que el se fijara. Me conto de una vez que te dictaba sobre la cicatriz en el brazo de una mujer. Me dijo que te habias desnudado el hombro y le mostraste la marca de tu vacuna para que el te tocara.
– Le ensene la marca que tengo, es verdad. Pero nunca le pedi que me la
– Me dijo que fue la primera vez que te toco. Y que vos parecias orgullosa de haber conseguido llamarle la atencion. Me conto tambien que despues le dejaste que te hiciera masajes en el cuello.