esto, por supuesto, era tan horrible de pensar que yo no encontraba una manera de enfrentarla para decirselo. Aun asi, presentia que la vida de Pauli realmente estaba en peligro y que solo podria velar por ella si la tenia siempre bajo mis ojos. Trate de que aprendiera a hablar lo antes posible: queria que pudiera contarme cualquier dano que quisiera hacerle su madre. Y en efecto, apenas Pauli pudo hablar ya no volvio a sufrir accidentes ni a lastimarse sola. Por un tiempo pense que la pesadilla habia acabado pero creo que fue un repliegue momentaneo de Mercedes para planear mejor su proximo movimiento. No puedo llamar de otra manera que odio a lo que sentia por su propia hija. Sobre todo desde que Pauli, al empezar a hablar, hizo todavia mas evidente el amor extasiado, infantil, que sentia por mi. Mercedes simplemente no podia tolerarlo. Fue entonces cuando, por primera vez, ella hablo de divorcio. Siempre se habia resistido a la idea de que nos separasemos, pero de pronto empezo a repetir, de una manera fria y metodica, los mismos argumentos que le habia dado yo anos atras. La verdadera razon, y los dos lo sabiamos, era que podia contar con que cualquier juez le daria la tenencia de Pauli. Era una manera simple y perfecta de arrancarmela. Me desespere, por supuesto. Fingi, le rogue, me humille. Ella sintio por primera vez el poder que podia ejercer sobre mi con aquella simple amenaza. Y lo utilizo. Era un juguete nuevo que le daba una diversion inesperada. Como la mujer del pescador en Las mil y una noches, exigio, exigio, exigio. Y yo accedi, accedi. Fundamentalmente dinero. Dinero que de ningun modo podiamos gastar y que a ella parecia darle un placer supremo hacerlo desaparecer en caprichos de nina rica delante de mis ojos. Se volvio cinica y cuando hacia algun gasto especialmente grande me decia que era por el bien de la literatura, porque ahora estaria obligado a escribir otra novela. En esa epoca me force a escribir un libro en apenas un ano, contra mi lentitud de siempre, solo para cobrar el anticipo. Era una novela donde un escritor ahorcaba a su mujer. Sabia que de todas maneras, ella ni se molestaria en leerla. Hubiera debido hacer exactamente eso, estrangularla. Y ahora Pauli estaria viva. Pero yo creia que habia encontrado la manera de calmarla. Que en ese pacto un poco monstruoso que teniamos Pauli estaba a salvo. Mercedes ahora se limitaba solo a burlarse de ella y del enamoramiento que tenia por mi, pero la habia dejado en paz. De todas maneras, yo nunca baje del todo la guardia y cuando viaje a Italia para esa residencia de un mes contrate a la enfermera que habia cuidado hasta ultimo momento a mi madre, para que se quedara como babysitter. Hable en privado con ella y fue la unica persona a la que pude confesarle lo que temia. Me escucho en silencio y me prometio que no se apartaria ni un momento de Pauli y que la vigilaria tambien mientras durmiera. Ya habia tratado una vez con una mujer que tenia el sindrome de Munchausen, con una patologia muy parecida, y me aconsejo que apenas volviera del viaje buscara atencion medica. Llame cada dia y todo fue bien. Demasiado bien.

Cuando volvi me di cuenta de que Mercedes se las habia arreglado de alguna manera para fingir magistralmente durante aquel mes y convencer a esta mujer de que ella era en realidad una madre amantisima y yo una clase de perverso peligroso que trataba de volver a Pauli contra ella desde el dia de su nacimiento. Pude oler en el aire que habian formado entre ellas una alianza. Supe despues, por desgracia mucho despues, que la enfermera le habia revelado a Mercedes lo que yo habia dicho sobre ella. Esto debio ponerla sobre aviso y precipitar sus planes, pero yo no preste suficiente atencion a todos los signos: estaba demasiado feliz de haber vuelto, de abrazar otra vez a Pauli, y de saber, sobre todo, que al dia siguiente volveria a ver a Luciana.

Hizo una pausa y cuando volvio a hablar su voz bajo a un tono derrotado, como si todavia no pudiera encontrar sentido en la sucesion de los hechos.

– Despues… ocurrio con Luciana lo que ya le conte, y Mercedes de pronto tenia en la mano esa carta. Su carta de triunfo. En menos de cuarenta y ocho horas ya habia iniciado la demanda de divorcio y habia conseguido una orden judicial para apartarme de la casa. De la casa que habiamos comprado integramente con mi dinero. Se quedo a solas alli con Pauli. Yo tuve que alojarme en un hotel mientras se resolvia un recurso que presento mi abogado. Nunca hasta entonces habia tenido que acudir a un abogado y de pronto tenia al mismo tiempo dos causas. En la primera visita al estudio recibi una leccion inolvidable sobre lo que podia esperar de la justicia practica. Quise contarle en detalle lo que habia ocurrido con Luciana pero me interrumpio casi antes de que empezara. Lo que habia sucedido entre los dos a solas en un cuarto cerrado era para los jueces indiferente: nunca podrian decidir entre la palabra de uno y de otro. La frase sobre el acoso sexual no tenia legalmente ninguna importancia: era una manera de declararse despedida, como podria haber recurrido a cualquier otra. A la justicia no le importa cual es la verdad, me dijo, sino solo las versiones que pueden demostrarse. La discusion se desplazaria a una cuestion de cargas sociales y aportes jubilatorios impagos. Es decir, papelitos que pudieran o no presentarse. Yo debia tener claro que todo se reducia a una cuestion de dinero y decidir si preferia cerrar el asunto con una cifra X durante la etapa conciliatoria o aguardar a que el juez estipulara otra cifra Y despues de un juicio. Sin embargo, le hice notar, esa frase sobre el acoso sexual la usaba ahora mi mujer contra mi en el escrito que habia presentado para justificar su demanda. El abogado me dijo que debia prepararme para acusaciones mucho peores. Tambien eso era parte del juego. Le conte entonces de mis temores sobre Pauli, que habia quedado a solas con su madre. Me pregunto si alguna otra persona habia reparado en los cortes y lastimaduras que yo habia advertido mientras Pauli era una bebita. Me dijo que el tambien tenia hijos y que muchas veces se habian lastimado solos. Quiza mi mujer era un poco mas distraida que yo en la vigilancia. ?Habia tenido acaso algun accidente especialmente grave? ?Le habia quedado alguna marca o cicatriz? ?Estaba yo absolutamente seguro de lo que estaba sugiriendo? Tuve que reconocer que nada malo le habia pasado a Pauli en los ultimos anos. Me pregunto si la enfermera que contrate durante mi viaje habia detectado en mi ausencia algo inusual de lo que pudiera dar testimonio. Tuve que decirle que no. Abrio las manos como si nada pudiera hacerse. Otra vez seria, me dijo, una palabra contra la otra. Le pregunte si de todas maneras podiamos presentar un escrito, aunque mas no fuera como advertencia. Me dijo que cualquier juez lo desestimaria, que se necesitaba mucho mas que una acusacion en el aire para quitarle a una madre la custodia de su hija, que no debiamos entrar en el terreno de ellas, y que el preferia jugar durante el juicio la carta racional. Me pidio que le dejara los dos asuntos en sus manos y que se ocuparia de conseguir lo antes posible una orden para que pudiera ver a Pauli otra vez. Esto demoro casi un mes y tuvimos en el medio la primera audiencia de conciliacion con Luciana, a la que fue solamente el. Yo me habia desentendido de aquel asunto. En realidad lo unico que me importaba en esos dias era ver a Pauli otra vez. Por fin llego la orden, con mis horarios de visita estipulados. Mi primer dia era un jueves a las cinco de la tarde. Llame un poco antes de la hora y no me contesto nadie. Pense que era un ultimo recurso de Mercedes para molestarme. Fui hasta la puerta de la que era mi casa y toque timbre, pero nadie bajaba a abrirme. Probe abrir con mi llave pero Mercedes habia cambiado la cerradura. Vi que en una de las ventanas habia luz y grite el nombre de mi hija. Nadie me contesto. Crei que iba a enloquecer. Fui hasta una cerrajeria y volvi con un hombre que logro forzar la puerta con una barreta. Subi a la planta alta saltando los escalones de dos en dos. Vi primero el cuerpo de Mercedes, inmovil sobre la cama, con su caja de pastillas sobre la mesa de luz. No me detuve a entrar. Llamaba a Pauli, pero habia en la casa un silencio de muerte. No estaba en su habitacion, ni en el cuarto de juegos. Vi entonces la luz encendida del bano a traves del vidrio esmerilado. Entre y descorri del todo la puerta de la mampara, que habia quedado entreabierta. Pauli estaba alli, sumergida en la banera, ahogada en treinta centimetros de agua, inmovil, blanca, muerta quiza desde hacia horas, con el pelo esparcido como un alga. La arranque del agua. Estaba fria y resbaladiza. Doblada sobre un banquito vi la ropa que se iba a poner para la primera salida conmigo. Lejos, muy lejos, escuche los gritos del cerrajero. Mercedes estaba viva y el hombre me decia que debiamos llamar a una ambulancia.

– ?Que habia ocurrido entonces? ?Usted cree acaso que ella…?

– Segun lo que declaro despues habia empezado a tomar, una o dos copas de cognac, mientras le preparaba el bano a Pauli. La dejo en la banera y se fue a recostar un momento a la cama. Habia tenido, dijo, un dia agotador y se quedo dormida durante algo mas de una hora. Cuando se desperto corrio al bano, porque no escuchaba ningun ruido de chapoteo. La habia encontrado como yo, ahogada en el fondo de la banera. No habia intentado sacar el cuerpo del agua. Dijo que al verla asi solo quiso morir tambien ella de inmediato. Que no podia tolerar la idea de que era de algun modo culpable. De manera que volvio a la cama y se tomo todas las pastillas de dormir que quedaban en la caja. Solo que no eran tantas. No las suficientes para matarla. Y sobre todo, por el horario de la visita, Mercedes podia contar con que yo llegaria a tiempo. Asi fue, y apenas le hicieron un lavaje de estomago quedo fuera de peligro.

– Pero hubo una investigacion, supongo. ?O aceptaron al pie de la letra la version de ella?

– Hubo una investigacion y aceptaron la version de ella. En el analisis forense descubrieron que Pauli tenia un hematoma en la nuca. Segun la reconstruccion que propusieron, Pauli en algun momento quiso salir por si misma de la banera. Al descorrer la mampara se resbalo y el golpe en la nuca la desmayo antes de que se deslizara al fondo. Quiza grito al resbalar pero al admitir que Mercedes estaba dormida, admitieron tambien que un grito no hubiera llegado a despertarla. La manera en que el agua penetro en los pulmones era compatible con un desmayo previo.

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