entre acto y acto, en intercalaciones entre lineas de dialogo, en las segundas y terceras intenciones, en el infierno de vacilaciones y calculos y estrategias que es la antesala de cada acto.

– Y tambien podria decirse -agregue yo en tono de conciliacion- que en las novelas de James el casamiento es una forma de asesinato.

– Claro que si: secuestro seguido de muerte -asintio, como si nunca lo hubiera pensado de ese modo, y lo sorprendiera, sobre todo, que yo hubiera dicho una frase entera con la que podia estar de acuerdo-. Es curioso que estemos hablando de James -dijo, y su tono, por primera vez, fue menos agresivo- porque en el principio de todo hubo un libro de el: sus Cuadernos de notas. -Y senalo hacia uno de los estantes en lo alto-. Si usted los miro alguna vez, recordara el prologo, de Leon Edel. Yo nunca habia leido una biografia de James, en general descreo bastante de las biografias de escritores, pero en esa introduccion se comenta algo interesante: el momento en que James deja de escribir a mano y pasa a dictar sus novelas a taquigrafas y estenografas. Yo atravesaba en ese momento un problema similar. No una tendinitis de escritor precisamente, eso seria imposible en mi caso. Pero siempre tuve pensamiento ambulatorio y no lograba estar sentado el tiempo que necesitaba frente al escritorio. Caminaba por el cuarto, me sentaba a escribir un par de lineas y para poder continuar debia levantarme otra vez casi de inmediato. Eso me entorpecia terriblemente para avanzar. Al leer ese prologo tuve de pronto la solucion delante de los ojos. Asi fue que contrate a Luciana.

– ?Como se puso en contacto con ella? -lo interrumpi. Aquello siempre me habia intrigado.

– ?Como di con ella? Un aviso en el diario. No fue dificil. Era la unica entre todas las postulantes que no tenia faltas de ortografia. Claro que vi tambien de inmediato que era lindisima. Pero no crei que esto pudiera ser un problema. No era la clase de chica por la que yo fuera a sentir atraccion sexual. Para decirlo crudamente: no tenia tetas. Eso es algo que seguramente usted sabe mejor que yo -disparo-. Y me parecia perfecto que fuera asi: como le dije, queria trabajar mas y no menos.

– Entonces, ?nada de lo que ella cuenta de la relacion con usted ocurrio? -pregunte. Parecio irritarlo otra vez mi tono de incredulidad.

– Ocurrio. Pero de una manera bastante distinta de lo que ella dice. Por eso queria contarle yo tambien un par de cosas. Al principio todo marchaba bien. Increiblemente bien. Luciana habia pasado sin reparos la primera inspeccion de mi ex esposa, que tenia el ojo adiestrado en anticipar futuros problemas y peligros en cualquier mujer que se me pudiera acercar. Creo que la subestimo porque la vio demasiado joven. O porque tenia ese cuerpo delgado de adolescente y el aspecto entusiasta de una colegiala aplicada. En la primera entrevista, tambien a mi me parecio que no habia en ella ninguna clase de vibracion sexual. Ademas, me dejo saber enseguida que tenia su novio y todo parecia claro y distinto como en el discurso cartesiano. Mi hija, sobre todo, la adoro desde el primer momento. Le dedico toda una serie de dibujos, uno por dia. Y corria a abrazarla cuando llegaba a la manana. Al menos eso es verdad en lo que dice: Pauli tenia la fantasia de que eran hermanas. Luciana era muy agradable con ella. A veces le regalaba alguna de sus hebillas, o stickers de su carpeta. Tenia paciencia para escuchar sus pequenas historias y se dejaba llevar de la mano hasta el cuarto de juegos un rato despues de su hora. Pero el principal beneficiado habia sido yo: desde que trabajaba con ella estaba avanzando como nunca en mi trabajo. Crei que habia dado con el sistema perfecto. Era inteligente, despierta, nunca tenia que repetirle una frase, me seguia sin equivocarse cualquiera fuera la velocidad a la que le dictara. Es cierto que nunca le dictaba grandes fragmentos de corrido, no tengo precisamente el don de la elocuencia, pero ahora podia caminar de un lado a otro del estudio y hablar casi para mi mismo, y despreocuparme. A la vez, podia tambien confiar en ella para que me alertara sobre alguna coma que faltaba o una repeticion de palabras en la misma pagina. Yo estaba encantado, habia cobrado por ella un verdadero afecto. Le dictaba en esa epoca el principio de una novela sobre una secta de asesinos cainitas y por primera vez en mi vida de escritor lograba completar una pagina por dia. Y por supuesto, como un bonus inesperado, era agradable de mirar. Yo, que habia caminado por anos a solas de lado a lado en mi estudio, con los ojos clavados en las lineas de la pinotea, ahora podia levantar cada tanto la cabeza y con solo verla ahi, sentada con la espalda derecha en mi silla, lista para seguir, me sentia reconfortado. Si, era muy agradable de mirar, pero yo estaba demasiado feliz con nuestro arreglo y no estaba dispuesto a arruinarlo. Me preocupaba solamente trabajar y evitaba incluso acercarme demasiado a ella, o tocarla, aunque fuera por descuido, y cualquier contacto fisico que no fuera el beso en la mejilla cuando llegaba y cuando se iba.

– Pero como pudo ocurrir entonces que…

– Yo tambien me pregunte muchas veces despues por la progresion. Porque no fue, se imaginara, una sola cosa. Digamos que al principio solo percibi que queria agradarme y no le di a esto ningun signo. Me parecia natural: era su primer empleo y queria asegurarse de que yo estuviera contento con ella. Estuve a punto de decirle a veces que no se esforzara tanto, que ya lo habia conseguido. Creo que yo se lo dejaba saber, de maneras diferentes, pero quiza me veia demasiado serio, o distante. O me temia un poco. Como fuera, se preocupaba por resolver cada detalle, y como si tuviera una facultad telepatica, lograba muchas veces anticiparse a lo que yo iba a pedirle. Esto si me resulto llamativo, como habia logrado conocerme en tan poco tiempo. Se lo dije una vez y me respondio que quiza fuera que yo me parecia algo a su padre. Un dia me queje en voz alta de que la Biblia que consultaba para mi novela no tenia notas y a la manana siguiente ella se aparecio con ese libraco de Scofield que usted tambien vio. Me entere entonces de que su padre tenia, aparte de su trabajo, una vida paralela como pastor de un movimiento llamado dispensacionalista, yo ni siquiera sabia que existia un grupo asi. Son fundamentalistas, tienen sobre todo una manera literal de interpretar la Biblia. El padre tenia alguna jerarquia aqui en nuestro pais, Luciana me conto que oficiaba los bautismos. Supongo que tuvo una educacion religiosa muy estricta, aunque nunca hablaba de eso. Veo por su cara que usted no sabia nada de esto.

– No. Y no hubiera imaginado que venia de una familia particularmente religiosa.

– Seguramente trataba de sacarselo de encima. Quiza la decision de empezar a trabajar tuvo que ver con esto. Fue la unica vez que me hablo de su padre. Me lo conto con ironia, como quien explica algo en lo que ya no cree del todo, una actividad bienintencionada pero que ahora la avergonzaba un poco. Me aclaro que su madre no compartia demasiado estas ideas. Y ella se esforzaba, por supuesto, para que nada se notara. Pero algo habia quedado. Ese aspecto un poco grave y virtuoso. El afan de hacer todo perfecto. Tenia, si, un sello eclesial. Los padres dejan sus tics. Aunque en la epoca en que empezo a trabajar conmigo creo que ya habia descubierto que podia arrodillarse no solo para rezar.

Habia dicho esto ultimo sin buscar mi mirada ni mi complicidad, como si solo consignara un hecho que habia deducido por su cuenta. Aquello si coincidia, pense, con la primera imagen que habia tenido yo de Luciana: una adolescente decidida, que dominaba las primeras escalas de la atraccion sexual y ensayaba a extenderlas en otras direcciones.

– Al principio, como le digo, solo habia esto: pequenas atenciones. Detalles. Una solicitud inmediata, atenta. Pero en algun momento me di cuenta de que mas alla de lo que pudiera agradecerle, Luciana queria tambien que me fijara en ella. Empezo a dejar un instante mas su mano en mi hombro cuando se despedia, cambio su manera de vestir, buscaba mis ojos ahora cada vez mas seguido. Esto me divertia a mi un poco pero no le di demasiada importancia, creia que era solo el orgullo de su edad, esa arrogancia de las mujeres lindas que dicen mirenme a cada hombre. Yo estaba dictandole en aquel momento un capitulo tremendamente sexual y en el fondo, ahora que conocia su formacion religiosa, me preocupaba mas que no huyera despavorida. Las dos mujeres que seducian al protagonista en esa novela tenian pechos grandes y yo me habia detenido bastante en describirlos. Supongo que eso tambien pudo herirla en su orgullo y quiso demostrarse a si misma que podia igualmente llamarme la atencion. Cuando pasamos al capitulo siguiente se hablaba de la marca que habia dejado una picadura de vibora en el brazo de una de estas mujeres. Un crater que no dejaba de supurar y habia dado lugar a una cicatriz hundida, con la forma de una moneda. Era el principio de la primavera y Luciana llevaba puesta una camiseta liviana de manga larga. Me dijo que a ella tambien le habia quedado una marca asi, de una vacuna, y bajo la camiseta desde el cuello por sobre el hombro para mostrarme. Yo estaba de pie junto a ella y vi el hombro desnudo, el bretel del corpino desplazado, la hondonada minima entre los pechos, y luego el brazo que me ofrecia con una mirada inocente. Me quede petrificado por un momento delante de la cicatriz: era redonda y profunda como una quemadura de cigarrillo. Me daba cuenta, sobre todo, de que ella queria que la tocara. Apoye el pulgar y le hice una caricia circular. Creo que se dio cuenta de mi turbacion. Cuando levante la mirada y encontre sus ojos vi pasar un relampago brevisimo de triunfo, antes de que se acomodara el bretel con un gesto despreocupado y se volviera a subir la camiseta sobre el hombro. Nada mas paso por un tiempo, como si se hubiera conformado con esa victoria. Habia querido que me fijara en ella y lo habia logrado. Me daba cuenta, a mi pesar, de que ahora estaba pendiente de cualquier otra senal o mirada suya, y del repertorio siempre igual,

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