– Estoy fascinado por vuestra residencia, profesor Norreys. Es un autentico laberinto.

– Y podria estar mejor -replico Norreys-, pero los rectores se niegan a gastar mas dinero -senalo la puerta-. Esta puerta lleva a las bodegas y a las despensas. Siempre esta firmemente cerrada; de otro modo, los estudiantes podrian robar vino y cerveza y coger lo que quisieran de las despensas. ?Quereis bajar? Debo advertiros que no es mejor que el resto de la residencia y necesitareis una vela.

Corbett sacudio la cabeza.

– ?Que eran estos edificios anteriormente?

– Pertenecieron a un vendedor de vino. Una de las casas se utilizaba como almacen y el vendedor y su familia vivian en las otras dos. Hay un patio y unas bodegas abajo.

– ?Y jardines?

– ?Oh, no! El precio de la tierra cada vez es mas alto, sir Hugo. Hace cinco anos el profesor Copsale vendio los terrenos del jardin al ayuntamiento de la ciudad.

Corbett le dio las gracias y volvio a su habitacion. Ranulfo y Maltote estaban despiertos. Despues de deshacer su equipaje, se vistieron y siguieron a Corbett fuera de la residencia calle abajo. Se detuvieron ante un fraile que caminaba con paso ligero empujando una carretilla en la que transportaba un cadaver amortajado. Al lado del fraile iba un joven, luchando por mantener una vela encendida: a cada paso el monaguillo cogia una campana que colgaba de una cuerda que llevaba atada a la cintura y la hacia sonar para advertir de su presencia. Corbett se santiguo y levanto la vista hacia las ventanas de las universidades de enfrente. El cielo estaba todavia encapotado y entrevio la luz de algunas velas. Tres deudores, que habian salido de la prision con el castigo de ir encadenados juntos, andaban cojeando con sus platillos de limosna en las manos. Un alguacil borracho que los seguia tambaleandose, maldecia y gritaba a un grupo de ninos que le habian golpeado en su carrera por alcanzar a un monito vestido con una chaqueta diminuta y un sombrero de cascabeles. Lanzaban palos y piedras y, por turnos, eran acosados por el vendedor de reliquias con el que Corbett se habia topado antes en el castillo. Corbett deposito una moneda en uno de los platillos de los mendigos y espero a que pasara el tumulto de gente antes de proseguir su camino. Tiro con fuerza de la campana que habia en la puerta de la entrada de la universidad: esta se abrio de par en par y Moth los invito a entrar con una sonrisa en los labios. Corbett enseguida se quedo sorprendido por la diferencia que habia entre la residencia y la universidad: alli un revestimiento de madera de roble reluciente cubria la mayoria de las paredes, decoradas con llamativas colgaduras y tapices; un conjunto de esteras yacia sobre el suelo de adoquines; habia velas ardiendo encima de soportes de laton y unos pequenos botes llenos de hierbas de diversas fragancias colocados sobre las estanterias y en las esquinas.

Moth los condujo en silencio al salon, una estancia confortable y acogedora. Tripham y lady Mathilda estaban sentados en dos sillas cuadradas frente al fuego. Moth, con la ayuda de un criado, trajo unos taburetes para Corbett y sus acompanantes. Se intercambiaron algunos saludos, les ofrecieron vino y algunos pedazos de queso fundido que aceptaron con mucho agrado. Tripham debio de captar la mirada satirica de Corbett ante los lujos que se almacenaban en aquella estancia: tapices, esteras turcas, recipientes de plata y de peltre relucientes sobre las estanterias, cofres pequenos de metal y tres arcas alargadas sobre una mesa en una de las esquinas.

– Sir Hugo -se disculpo Tripham tomando un sorbo de vino-, supongo que la residencia no es quizas el mejor o el mas lujoso de los alojamientos.

Corbett le dio un suave golpecito a Ranulfo antes de que pudiera abrir la boca.

– He dormido en sitios peores -contesto Corbett-. El senor Norreys ha hecho todo lo que ha podido.

– Vereis… -interrumpio lady Mathilda-. Solo hay que ver las estatuas de Sparrow Hall. Mi hermano, que Dios bendiga su memoria, decreto que esta era una casa del saber y que, aparte de mi, ningun otro huesped podia alojarse aqui.

– Pero vos no sois ningun huesped -apunto Tripham con delicadeza.

Lady Mathilda se limito a respirar hondo y a mirar hacia otro lado.

– ?Cuando se fundo la universidad? -pregunto Corbett.

– Hace treinta anos -contesto Mathilda-. Un ano despues de la coronacion del rey Eduardo. Mi hermano -sus ojos brillaron de emocion- deseaba crear un lugar de erudicion, libros y manuscritos. De Sparrow Hall han salido escribanos, eruditos, curas y obispos -anadio con orgullo-. Mi hermano estaria muy satisfecho, aunque -anadio secamente- quiza su contribucion a la universidad y su fundacion no se han reconocido lo suficiente.

– Lady Mathilda -suspiro Tripham-, ya hemos hablado de este asunto miles de veces. No tenemos casi recursos.

– Todavia pienso -respondio ella- que la universidad podia encontrar mas recursos para fundar una catedra en la universidad en nombre de mi hermano. -Se pellizco la piel del cuello-. Pronto aquellos que conocieron a mi hermano estaran muertos y nadie recordara sus grandes logros. -Lanzo una mirada a Corbett-. El rey tambien es un desagradecido: una donacion…

– Su majestad no puede donar algo que no tiene -fue la respuesta de Corbett.

– ? Ah, si! -exclamo lady Mathilda-. La guerra en Escocia. Es una pena. -Cogio su copa de vino y se quedo contemplando el fuego-. Es una pena que el rey Eduardo se haya olvidado de mi hermano y del dia que defendio su estandarte en Evesham cuando acabo con De Montfort.

– Nadie lo ha olvidado -volvio a intervenir Tripham con dulzura.

– No, ni yo tampoco -afirmo lady Mathilda-. Quiza las cuentas de la universidad deberian estudiarse con mas detalle.

– ?Que quereis decir? -pregunto Tripham con su escualido cuello en tension y la nuez bailandole como un corcho sobre una charca.

Ranulfo y Maltote permanecian sentados, contemplando atonitos el rencor que habia surgido entre sus dos invitados. Corbett, incomodo, fijo la mirada en el gorrion grabado sobre la divisa que habia encima de la repisa de la chimenea. Tradujo las palabras escritas en latin, una cita del Evangelio: ?ACASO VOSOTROS NO VALEIS MAS QUE UNOS CUANTOS GORRIONES? Lady Mathilda se dio cuenta de la distraccion de Corbett, por lo que solto un suspiro e hizo senas a Tripham indicandole que esos asuntos tendrian que esperar.

– Sir Hugo, ?habeis encontrado algun sentido a la muerte de Passerel? ?Podria haber sido el Campanero? - pregunto Tripham-. Quiero decir que el ataque de los estudiantes fue imperdonable, mas -hizo un mohin- Ascham era un profesor querido por todos, inocente como un nino. Escribio el nombre de Passerel casi completo en un trozo de pergamino antes de morir.

– Seria demasiado osado -respondio- afirmar que Passerel era el Campanero, pensar que asesino a Ascham porque el archivero habia descubierto su verdadera identidad y que luego Passerel huyo a San Miguel, donde murio a consecuencia de un acto de venganza. -Corbett deposito su copa en el suelo-. Si esa es la verdad, y pudiese probarla, el rey pasaria por alto la muerte de Passerel, declararia que por fin el Campanero ha sido acallado, que se ha hecho justicia y ya nada me retendria en Oxford. -Se encogio de hombros-. ?Quien sabe? Tambien podriamos suponer que Passerel estaba detras de la muerte de esos mendigos que han encontrado en los bosques en las afueras de la ciudad.

– Pero ?podria fallaros de tal modo vuestra logica? -pregunto una voz detras de el.

Corbett se volvio mientras Leonard Appleston cogia un taburete y se unia al grupo. Se presento y estrecho con fuerza la mano de Corbett y de sus acompanantes.

– ?Se os da bien la logica? -pregunto Corbett.

El rostro cuadrado y bronceado de Appleston dibujo una sonrisa, mientras sus ojos adoptaban una mirada algo timida. Se rasco una herida abierta que tenia en la comisura de la boca, como un estudiante preguntandose si iba a ser o no halagado por sus companeros.

– Leonard es todo un maestro de la logica -interrumpio Mathilda-. Sus conferencias en los colegios son de lo mas reconocidas.

– He oido lo que deciais -declaro Appleston-. Seria perfecto que Passerel fuera el asesino, el fons et origo de todos nuestros problemas.

– ?Creeis eso? -pregunto Corbett.

– Si existe un problema -anadio Appleston sonriendo a Ranulfo y abriendose mas espacio-, entonces debe existir una solucion.

– Si, y ahi esta el problema -replico Corbett-. Aunque ?que pasa si el problema es complejo pero la solucion es tan simple que incluso os hace replantearos si existia tal problema desde un principio?

– ?Que quereis decir? -pregunto Appleston cogiendo la copa que le habia brindado Moth.

Corbett hizo una pausa para poner sus pensamientos en orden.

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