bienvenida.

– ?Mi halcon, mi gavilan, mi leon de Rodas! -exclamo sonriente Dario-. Puede que no gustes a mis cortesanos, Memnon, pero yo te quiero como a un hermano -anadio Dario alargando su sonrisa y pensando que este era el griego que defenderia su imperio, que rechazaria al barbaro macedonio.

– Mi senor, ?por que estoy aqui? -pregunto Memnon en la lengua de su amo.

– Para mirar mi rostro. Para ver la vida. Para recibir honores -proclamo Dario antes de hacer una pausa-. Y mi justicia.

Memnon contuvo entonces el aliento. Dario levanto una mano.

– Asi que viene -apunto mirando fijamente a Memnon-. Alejandro de Macedonia cruzara el Helesponto. ?Cuantos hombres traera?

– Algunos dicen que no son mas que treinta mil; otros, cuarenta mil.

Dario miro a Arsites.

– Podrias aplastarlo como a una mosca.

– Mi senor -interrumpio Memnon-. He visto a la falange macedonia. Piensa en un muro en movimiento, en un bloque o una cuna. Los escudos enlazados, las largas sarisas bajadas.

– Tenemos la caballeria -senalo Arsites.

– Acabaran ensartados en las lanzas macedonias -replico Memnon.

– ?Por que? -pregunto Dario cogiendo una uva y sosteniendola entre el pulgar y el indice-. ?Por que no podemos coger y comernos un ejercito tan pequeno?

Memnon cerro los ojos. Penso en los macedonios: una resistente y recia pared asesina en movimiento, que apuntaba al centro mientras su caballeria se lanzaba sobre los flancos enemigos como el fuego celestial. Abrio los ojos.

– Mi senor, teneis que verlo para creerlo. Tiene poder, astucia y una ferocidad salvaje. Poco les importa el numero. Les interesa la astucia, la velocidad, el poder y la fuerza. Alejandro se ha comprometido con la guerra total. ?Habeis escuchado los rumores, mi senor?

Dario sacudio la cabeza.

– Alejandro no tiene dinero. Ha dado todas sus tierras. Uno de sus generales le pregunto que le quedaba. Alejandro le respondio: «Mis suenos» -apunto Memnon, sin poder reprimir la sonrisa al pensar en el coraje de su joven y proximo oponente.

– ?Y? -pregunto Dario en voz baja.

– «?Que hay del futuro?», quiso saber el mismo general. Alejandro contesto: «Mis esperanzas».

– ?Cuantos anos tiene?

Memnon extendio las manos con todos los dedos separados.

– Veinte, veintiun veranos.

– ? Que aspecto tiene este mosquito macedonio que quiere picar mi reino?

Memnon acudio a sus propios recuerdos y los informes de sus espias.

– Es un hombre pequeno que parece alto -respondio con voz pausada-. Alejandro es fornido, con el cuerpo de un atleta. Camina con una leve cojera.

– ?Sus cabellos?

Memnon se toco la calva y sonrio.

– Algunos dicen que son rubios, del color del trigo, rizados en la nuca y sobre la frente. Los aduladores dicen que tiene la piel dorada. Su rostro es agradable y bien proporcionado. No tiene la nariz respingona de su padre, aunque si ha heredado su boca risuena.

– ?Los ojos?

Memnon observo al monarca.

– Siempre se mencionan sus ojos, mi senor; son de diferente color, uno azul, el otro castano. Alejandro posee todas las habilidades de un actor: una mirada dulce, casi femenina dicen, sonriente y burlona, pero, cuando es necesario, dura como el hierro, tan firme como el mas frio de los marmoles. Tiende a mantener -Memnon imito el gesto- la cabeza, baja, la barbilla casi tocandole el pecho. Algunas veces mueve la cabeza ligeramente a un lado. Cuando habla contigo, Alejandro te trata como si fueras la unica persona que importa.

– Impresionante -murmuro Dario-. ?Que otras cualidades tiene este supuesto mozalbete?

– Es generoso, valiente, Un soberbio jinete. Le interesan todas las cosas, ya sean plantas…

– ?O los escritos de Aristoteles?

– Aristoteles era su tutor -admitio Memnon-. Alejandro y sus companeros fueron educados por el afectado ateniense en los huertos de Mieza.

– ? Ah! -exclamo Dario balanceandose en los cojines con una mirada distante en sus ojos-. ?Como esta la senora Barsine?

– Tan hermosa como la noche, mi senor.

Memnon sintio la punzada del miedo. Dario aun no le habia invitado a comer y beber. Arsites parecia tenso, con la cabeza gacha, y no dejaba de acariciarse la muy aceitada barba como si estuviese escuchando atentamente o distraido por alguna otra cosa.

– ?Y como general? -pregunto Dario endureciendo su tono de voz-. ?Que tal este Alejandro…?

– Tiene mercenarios, escuadrones de caballeria ligera tesalios, aunque no son mas que paja en el viento comparados con sus propias tropas.

Tambien Memnon estaba distraido. En su mente veia las apretadas filas de la falange macedonia: las largas sarisas que bajaban, el estruendo de miles de pies calzados con recias sandalias, los peanes de batalla, el trueno de la caballeria…

– Si ellos son la paja -replico Dario, burlon-, ?cual es la planta?

– Es mas, toda una cosecha -susurro Memnon-. Un campo de trigo en movimiento, mi senor; pero sus tallos son madera y hierro. ?Os lo podeis imaginar? -pregunto Memnon levantando una mano-. Golpean a sus oponentes en el flanco o incluso de frente. La sarisa tiene unos doce codos. Puede clavar y atravesar antes de que el enemigo llegue al cuerpo a cuerpo.

– Puedes utilizar a los arqueros -le interrumpio entonces Arsites.

– La falange se mueve demasiado rapido; puede formar un muro de escudos.

– Podemos tumbarlos -afirmo Arsites.

Desde el paraiso de abajo, llego el canto de un ruisenor, con sus notas claras, lucidas, un sonido incongruente en este salon helado, con su silenciosa y lugubre atmosfera amenazante.

– Los lanceros de Macedonia nacen y crecen como guerreros -declaro Memnon-. No solo hay que temer el poder de sus brazos, sino tambien su velocidad, su fuerza y su confianza.

– Ensename sus tacticas -ordeno Dario senalando las pequenas barritas de incienso que habia sobre la mesa.

Memnon las dispuso en paralelo sobre la mesa.

– Este es el enemigo, mi senor -dijo sonriendo, como si quisiera disculparse-. ?Quiza deba decir nuestros oponentes macedonios? La infanteria marcha en el centro y la caballeria en las alas… ?Lo veis? El peligro planteado por los macedonios tiene tres vertientes. La primera, la caballeria al mando de Alejandro. El estara en el ala derecha. La segunda, en el centro, donde se disponen las brigadas de infanteria divididas en dos: los escuderos y la infanteria ligera, tan rapida como letal…

– ?La tercera la representan los lanceros? -interrumpio Dario.

– Las tacticas de Alejandro se basan en la rapidez y la movilidad -continuo Memnon-. Concentrara el ataque sobre el ala enemiga que se despliegue para salirle al encuentro. Las brigadas se acercan, cortan la linea enemiga y, despues, solo les queda cerrar el cerco y matar.

– ?Ah! -exclamo Dario-. ?Asi que rompe y divide; rodea y mata?

– Es algo que requiere una gran fuerza de voluntad -admitio Memnon-. Mucha decision y un ferreo control. Hasta ahora siempre ha demostrado ser efectivo.

– Asi pues, ?cual es tu consejo? -pregunto Dario.

Memnon hizo una inspiracion muy profunda.

– Nunca enfrentarse a el en combate.

– ?Que?

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