– No vine con zapatos, cierto.

– Te lo digo de veras.

– No vine con zapatos -dijo el.

– Lo cual explica como tienes los pies.

– ?Como, con cortes?

– Magullados -dijo ella.

El se vistio y empezo a andar a la pata coja mientras se examinaba el otro pie. Pammy estaba arrodillada, atandose la segunda zapatilla. El esfuerzo de ponerse en pie se le antojaba excesivo.

– ?Por donde volvemos?

– No se, pero supongo que mas vale que echemos a andar.

– Supongo -dijo el.

– ?Y que decimos?

– Que estuvimos aqui, si es que lo pregunta.

– Dimos un paseo.

– Estamos, como diria, un poco alborotados.

– Mira, un crucero.

– Dimos un paseo hasta el prado.

– ?No lo ves, con sus tres mastiles? No te apures. Dimos un paseo, eso es todo.

– Claro, tal que asi.

– Pues si, tienes un par de arrugas en la camisa. No pasa nada, Jack.

– Que hipo.

– ?Por donde?

– ?Fuimos al prado y que? Nos hemos pasado todo el tiempo mirando un crucero.

– No hay problema, Jack.

– No, para ti no lo hay

– Mira, estuvimos hora y media haciendo chipi-chapa. Saqueamos un cementerio. ?Que mas da? No va a interrogarnos, te lo aseguro. Apaleamos a los cachorros de foca hasta matarlos, para quedarnos con sus pieles.

– Ethan es responsable de mi. Esta deseoso de serlo. Lo acepta.

– Jack, no pasa nada.

– No tengo humor para armar ahora un jaleo con Ethan. El lo acepta, sea lo que sea. Mi vida entera. Esta deseoso de ser responsable.

Ella cayo en la cuenta de que se le habia puesto una cara, fugazmente, mientras miraba el crucero, de sonrisa idiotizada. Echaron a caminar por el bosque, encontraron el camino de tierra solo tras cierta confusion, un breve desacuerdo sobre los hitos del terreno.

Despues de la lluvia, Pammy se sento con Ethan junto a la chimenea. Desde ese angulo, arrellanado en su sillon, parecia haberse dormido. Se alejo de la fuente de la luz y abrio una puerta lateral solo io justo para asomarse a la noche. La fuerza contenida, el ramalazo del pino humedo, basto para sobresaltarla. Se veian por alli cerca algunos puntos de bioluminiscencia, gotas de luz abdominal. Le llego un tenue olor a descomposicion desde la bahia. Al deslizar la puerta corredera para cerrarla, noto en el acto el calor en la cama. La conciencia se le habia caido a capas, volvio a su asiento. Ethan se levanto solo para reavivar el fuego. El tronco siseo.

– Esta noche no se que te pasa en el pelo. Lo tienes muy negro y reluciente. De una calidad japonesa. La luz, el modo en que te da.

– A juego con mi bocaza de aleman.

– Tendrias que hacerte un mono.

– ?Como se llamaba aquel samurai?

– Tendrias que probarlo, Ethan. Un mono. Incluso en la oficina.

– ?Acaso emito una suerte de amenaza feudal? Alargo la palabra «feudal». Jack entro entonces. Se quito el jersey y lo echo sobre el respaldo de una silla. Se sento en las losas cercanas a la chimenea, que ?a rodeaban por espacio de algo mas de un metro, la mirada clavada entre los pies. Hablo en voz comedida, una fusion de insinuaciones de fatalismo y de cansancio estudiado. Hizo pausas para respirar hondo.

– Lo he vuelto a ver. Cerca del coche. Hay un claro entre los arboles. Estaba alli. No se, a menos de cien metros. El mismo de la otra vez. Quizas no tan brillante. Verdoso. El mismo verde. Lo vi desde cerca del coche, justo encima de la bahia. Una luz verde azulada. Algo solido detras. Un objeto. La luz resplandecia, titilaba, de modo que era dificil precisar sus perfiles. Pero era solido. Lo supe. Me lo dije mientras estaba alli de pie. Esta vez puse mas empeno. El color, la forma, estuve concentrado. Dije: «No te muevas, no desaparezcas.» Ni siquiera movi la cabeza. No recuerdo haber parpadeado siquiera. Entonces se hundio un poco, se deslizo y, alejandose por la bahia, hacia el sur y el oeste, se hizo mas pequeno. Los arboles no me dejaron verlo, asi que fui corriendo a la orilla y aun lo vi. Solo la luz, azul verdosa, empequeneciendose. Nada solida. Pero antes si lo era. Me dije: ahi esta, indudable. Luz que emana de un objeto. Ahi hay algo.

– Un helicoptero de color turquesa -dijo Ethan.

– El modo de abordar esta cuestion -dijo Pammy- es hacer una lista de las posibilidades racionales que lo expliquen. A ver cuales se pueden eliminar, a ver con cuales nos quedamos.

– No hay problema. Es un helicoptero de color turquesa. El turquesa es el color del estado de Maine.

– Era un helicoptero de la policia.

– Claro. Aclarado el misterio. Patrullaba por la bahia.

– Patrullaba por la bahia a la caza de ovnis.

– Tengo entendido que se han avistado algunos.

– Me da lo mismo-dijo Jack.

– Lo cual enlaza con el lema del Estado.

– Turquesa para siempre -dijo ella.

– No, es: en turquesa confiamos.

– Pero eso no es mas que una posibilidad racional.

Tendriamos que enumerar muchas. Al menos, dos. Son los criterios del gobierno.

– Una paloma de color turquesa.

– No, no, vamos, tiene que ser distinto.

– Una paloma de color turquesa, de catorce toneladas de peso, que respiraba jadeando.

– Adelante -dijo Jack.

– Unidos en la verdad, la justicia y la turquesa.

– E pluribus turquesa.

– Tiene que existir al menos otra posibilidad -dijo ella-. Este hombre dice que lo ha visto. Lo suyo es que hallemos otra interpretacion.

– El fuego de san Telmo.

– ?Que es eso?

– Yo solo le pongo nombre a las malditas cosas. ?O es que ademas tengo que darles explicacion?

– No has explicado el helicoptero de color turquesa. Y eso que sabia lo que querias decir.

– Es una descarga electrica. Un fenomeno que se produce antes, durante o despues de las tormentas. No lo se, escoge dos opciones. Ya lo veis: es que desconoceis las referencias. Tus anos de juventud fueron abortivos, Pammy, chavala. Yo podria decir: una camisa con cuello de Mr. B. Y tu no tienes ni pajolera idea, ?a que no? Fulano se ha puesto una camisa con cuello de Mr. B.

Jack se encamino al piso de arriba, llevandose el jersey al pasar por la silla, arrugado en una mano, rozando con un brazo de color herrumbre el borde de cada peldano. Empezo a llover de nuevo. Pammy examino una hilera de libros de bolsillo apilados en un amplio estante, entre el televisor portatil y la pared. Misterio, detectives, misterio, espias, sexo, misterio. Los libros eran viejos, de color sepia en su interior; las paginas se desprenderian con un limpio chasquido. Ethan se sirvio una copa y volvio a su silla. Despacio, midiendo sus pasos como un soldado de juguete, caminando sobre tos talones, se llego hasta la chimenea y se sento donde antes estaba Jack, una posible muestra de remordimiento.

– ?Esta muy enojado? ?Cuando?

– Durante toda su vida, Jack se ha sentido prescindible.

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