obvias, no es tan critica como para recordarlo todo. Por supuesto, algunas personas tienen mas memoria que otras, un hecho que a veces queda patente en algunas pruebas, y hay un sinfin de estudios sobre la habilidad de entrenar la memoria. Pero incluso los peores alumnos recuerdan el 99,99 por ciento de todo lo que les ha pasado en la vida. Sin embargo, es ese 0,01 por ciento lo que mas frecuentemente distingue a una persona de otra. Para algunos, se pone de manifiesto en la habilidad de memorizar trivialidades, o de despuntar como doctores, o de interpretar datos financieros con una precision extraordinaria. Para otros, consiste en la habilidad de leer los pensamientos de los demas. Esta clase de personas -con una habilidad innata para aprovecharse de la memoria, del sentido comun y de la experiencia, y para codificarlos rapidamente y con precision- manifiesta una habilidad que los demas definen como sobrenatural.

Pero lo que Doris habia hecho era… ir mucho mas lejos de lo que Jeremy suponia. Ella lo sabia. O al menos, esa fue la impresion inmediata que tuvo Jeremy, hasta que se refugio en una explicacion logica de lo que acababa de suceder.

De hecho, se recordo a si mismo que no habia sucedido nada. Doris no habia dicho nada; simplemente le parecio que esa mujer comprendia cosas desconocidas por la forma en que lo habia mirado. Y esa suposicion nacia de su interior, no de Doris.

Solo la ciencia podia aportar respuestas reales. No obstante, ella parecia una persona muy afable, asi que… ? Y que si estaba tan segura de sus habilidades? Probablemente ella pensaba que la explicacion habia que buscarla en algo sobrenatural. De nuevo, Doris parecia estar leyendole el pensamiento.

– Supongo que te acabo de confirmar que solo soy una pobre loca.

– De ningun modo -repuso Jeremy. Ella tomo el bocadillo.

– Bueno, puesto que se supone que tendriamos que disfrutar de nuestra primera comida juntos, quiza sera mejor que nos relajemos con una charla mas amena. ?Quieres que te cuente algo en particular?

– Hablame del pueblo.

– ?Que deseas saber?

– Oh, lo que sea. Ya que estare aqui unos cuantos dias, creo que deberia ponerme al dia con lo que pasa en la localidad.

Pasaron la siguiente media hora departiendo de todo y de nada en particular. Incluso mas que Tully, Doris parecia saber hasta el mas minimo detalle de todo lo que sucedia en Boone Creek. Y no a causa de sus supuestas habilidades -tal como ella misma admitio-, sino porque en los pueblos pequenos la informacion corria mas rapido que el viento.

Doris hablaba sin parar. Jeremy se entero de quien salia con quien, con que tipos era dificil trabajar y por que, y que el parroco de la iglesia pentecostal de la localidad tenia una aventura amorosa con una de sus feligresas. Ah, y lo mas importante, por lo menos segun Doris, era que jamas llamara a Trevor's Towing si se le averiaba el coche, ya que probablemente Trevor estaria borracho, fuera la hora que fuese.

– Ese hombre es un peligro en la carretera -declaro Doris-. Todo el mundo lo sabe, pero como su padre es el sheriff, nadie hace nada al respecto. Pero claro, supongo que no deberia sorprenderme. El sheriff Wanner tiene sus propios problemas, sobre todo sus enormes deudas contraidas a causa del juego.

– Ah -dijo simplemente Jeremy, como si estuviera familiarizado con todo lo que sucedia en el pueblo.

Durante unos instantes ninguno de los dos dijo nada. Jeremy aprovecho para echar un vistazo al reloj.

– Supongo que tienes que irte -musito Doris. Jeremy asio la pequena grabadora y pulso el boton stop antes de guardarla en el bolsillo de la americana.

– Si. Me gustaria pasar por la biblioteca antes de que cierren para buscar informacion.

– Muy bien. No te preocupes por la comida. Invito yo. No suelen visitarnos personas famosas como tu.

– Te aseguro que una breve aparicion en Primetime no convierte a nadie en famoso.

– Ya lo se, pero yo me referia a tu columna.

– Ah. ?Has leido mis articulos?

– Lo hago cada mes. A mi esposo, que en paz descanse, lo que mas le gustaba era hacer chapuzas en el garaje y leer esa revista. Cuando fallecio, no tuve el coraje de cancelar la suscripcion. Poco a poco me fui aficionando a tus articulos. No escribes nada mal.

– Gracias.

Doris se levanto de la mesa y lo acompano hasta la puerta del restaurante. Los clientes que quedaban, muy pocos ya, levantaron la vista para observarlos. No hacia falta que dijeran nada para saber que habian estado pendientes de toda la conversacion, y tan pronto como Jeremy y Doris salieron del local, empezaron a cuchichear sin tregua.

– ?Doris ha dicho que ese senor ha salido por la tele? -pregunto uno.

– Ya me parecia que lo habia visto en uno de esos programas de entrevistas…

– Entonces no es medico -agrego otro-. Le he oido comentar algo sobre unos articulos de una revista.

– Me pregunto cual es la relacion entre Doris y el. ?Alguien sabe como se conocieron?

– Parece un buen tipo.

– Pues yo creo que es un sonador empedernido -intervino Rachel.

Mientras tanto, Jeremy y Doris se habian detenido en el porche, sin sospechar el barullo que habian armado.

– Supongo que te alojas en el Greenleaf, ?no? -inquirio Doris. Cuando Jeremy asintio, ella continuo-. ?Sabes como llegar hasta alli? Esta un poco alejado del pueblo.

– Tengo un mapa -dijo Jeremy, intentando poner un tono convincente, como si se hubiera preparado el viaje con antelacion-. Estoy seguro de que lo encontrare, pero ?puedes indicarme como llegar hasta la biblioteca?

– Oh, esta justo a la vuelta de la esquina. -Senalo hacia la carretera-. ?Ves ese edificio de ladrillo, el de los toldos azules?

Jeremy asintio.

– Gira a la izquierda y sigue hasta la proxima senal de stop. Gira a la derecha en la primera calle que encuentres despues de la senal. La biblioteca esta en la siguiente esquina. Es un enorme edificio de color blanco. Previamente se lo conocia como Middleton House; pertenecio a Horace Middleton antes de que el Estado lo comprara.

– ?No construyeron una nueva biblioteca?

– Es un pueblo pequeno, senor Marsh, y ademas, ese edificio es lo suficientemente amplio, ya lo veras.

Jeremy extendio la mano.

– Gracias. Has sido una gran ayuda. Y la comida estaba deliciosa.

– Hago lo que puedo.

– ?Te importa si vuelvo a pasar otro dia por aqui con mas preguntas? Me da la impresion de que estas al corriente de todo lo que pasa en la localidad.

– Puedes venir cuando quieras. Te ayudare en todo lo posible. Pero tengo que pedirte un favor: no escribas nada que nos deje como una panda de lunaticos. A muchos (entre los que me incluyo) nos encanta vivir aqui.

– Simplemente me limito a escribir la verdad.

– Lo se -dijo ella-. Por eso contacte contigo. Tienes pinta de ser un tipo en el que se puede confiar, y estoy segura de que zanjaras esta leyenda de una vez por todas y de la forma mas apropiada.

Jeremy esbozo una mueca de sorpresa.

– ?No crees que haya fantasmas en Cedar Creek?

– Claro que no. Se que no hay ningun espiritu merodeando por ese lugar. Llevo anos diciendolo, pero nadie quiere escucharme.

Jeremy la miro con curiosidad.

– Entonces, ?por que me has pedido que venga?

– Porque la gente no sabe lo que sucede, y continuara creyendo en fantasmas hasta que encuentre una explicacion fehaciente. Desde que aparecio ese articulo de los estudiantes de la Universidad de Duke en la prensa, el alcalde ha estado promocionando la idea de los fantasmas como un loco, y ahora empiezan a llegar curiosos de todas partes con la esperanza de ver las luces. Segun mi opinion, todo esto esta provocando serios problemas; ese cementerio amenaza con hundirse, y los estropicios son cada vez mayores.

Doris hizo una pausa antes de proseguir.

– Y claro, el sheriff no hace nada para evitar que las pandillas de adolescentes o los turistas se paseen por la

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