zona sin ninguna precaucion. El y el alcalde son los tipicos buscadores de recompensas; ademas, casi todo el mundo aqui -excepto yo- considera que promocionar la historia de los fantasmas es una buena idea. Desde que cerraron el molino textil y la mina, el pueblo no levanta cabeza, y me parece que muchos se aferran a esa idea como una especie de salvacion.

Jeremy miro hacia el coche, y despues volvio a mirar a Doris, pensando en lo que le acababa de contar. Todo tenia sentido, pero…

– ?Te das cuenta de que lo que me has dicho no coincide con lo que me escribiste en la carta?

– Eso no es cierto. Lo unico que dije fue que habia unas luces misteriosas en el cementerio que muchos vinculan con una vieja leyenda, que la mayoria de la gente cree que se trata de fantasmas, y que un grupo de chicos de la Universidad de Duke no pudo hallar ninguna explicacion logica al fenomeno. Se que no soy perfecta, senor Marsh, pero mentir no es uno de mis defectos.

– ?Y por que quieres que desacredite la historia?

– Porque no es correcto -respondio llanamente, como si la respuesta fuera de sentido comun-. La gente deambula por el cementerio, los turistas vienen y acampan en esos terrenos; hay que ser respetuosos con los muertos, aunque el cementerio este abandonado. Los difuntos ahi enterrados merecen descansar en paz. Y ese desproposito de la «Visita guiada por las casas historicas» es simple y llanamente incorrecto. Pero todos hacen oidos sordos a mis criticas.

Jeremy reflexiono sobre lo que Doris le acababa de contar mientras hundia las manos en los bolsillos de la chaqueta.

– ?Puedo hablar con franqueza? -pregunto el.

Ella asintio, y Jeremy empezo a balancearse alternando el equilibrio de un pie al otro.

– Si crees que tu madre era vidente, y que tu puedes adivinar donde hay agua y el sexo de los bebes, me parece extrano que…

Cuando se quedo unos momentos indeciso sobre como continuar, ella lo miro con interes.

– ?Que no sea la primera que crea en fantasmas?

Jeremy asintio.

– Si que creo en fantasmas. Lo unico es que no creo que esten congregados ahi, en el cementerio.

– ?Por que no?

– Porque he estado alli y no he notado ninguna presencia sobrenatural.

– ?Asi que tambien puedes hacer eso?

Ella se limito a encogerse de hombros. Finalmente se decidio a romper el silencio.

– ?Puedo hablar ahora yo con franqueza?

– Adelante.

– Un dia aprenderas algo que no puede ser explicado por medio de la ciencia. Y cuando eso suceda, tu vida cambiara de una forma que no puedes ni llegar a imaginar.

Jeremy sonrio.

– ?Es eso una promesa?

– Si -contesto ella. A continuacion lo miro fijamente-. Y he de admitir que lo he pasado muy bien charlando contigo mientras comiamos. No suelo gozar de la compania de jovenes tan encantadores. La experiencia me ha rejuvenecido, te lo aseguro.

– Yo tambien lo he pasado estupendamente.

Jeremy se dio la vuelta para marcharse. Las nubes habian hecho acto de presencia mientras ellos estaban comiendo. El cielo, aunque no tenia un aspecto amenazador, parecia indicar que el invierno estaba decidido a instalarse tambien en el sur, y Jeremy se levanto el cuello de la americana mientras se dirigia al coche.

– ?Senor Marsh? -grito Doris a su espalda.

– ?Si? -respondio Jeremy al tiempo que se daba la vuelta.

– Saluda a Lex de mi parte.

– ?Lex?

– Se encarga de la biblioteca. Seguramente no tendra ningun reparo en ayudarte en tus pesquisas.

Jeremy sonrio.

– Lo hare.

Capitulo 4

La biblioteca resulto ser una imponente estructura gotica, completamente diferente al resto de los edificios de la localidad. Jeremy tuvo la impresion de que alguien habia arrancado una de esas casonas de una colina de Rumania, cerca de la morada del conde Dracula, y la habia dejado caer como por arte de magia en Boone Creek.

El edificio ocupaba casi la totalidad de la manzana, y sus dos plantas estaban ornamentadas con unas ventanas angostas y alargadas, un tejado terminado en punta, y una puerta principal de madera en forma de arco, en la que sobresalian unos picaportes desmesuradamente grandes. A Edgar Allan Poe le habria encantado ese lugar, pero a pesar de la apariencia de casa embrujada, parecia que los del Consistorio habian intentado darle un aire menos tetrico, mas acogedor. La fachada de ladrillo -que probablemente habia sido de color marron rojizo en otro tiempo- estaba ahora pintada de blanco; las ventanas estaban enmarcadas por unas contraventanas negras, y unos parterres de pensamientos delimitaban el sendero que conducia a la entrada principal y rodeaban el mastil de la bandera. El llamativo rotulo cincelado con letra dorada y en cursiva daba la bienvenida a todo aquel que se acercaba a la biblioteca de Boone Creek. El resultado final se podia definir como chocante. A Jeremy le parecio que era como ir a una de esas elegantes mansiones senoriales de la ciudad y que, al llamar a la puerta, inesperadamente apareciera un mayordomo disfrazado de payaso, con globos y una pistola de agua en la mano.

El vestibulo, pintado de un alegre amarillo palido -por lo menos el edificio era consistente dentro de su inconsistencia-, estaba amueblado con un mostrador en forma de «L», cuya parte mas larga se extendia hasta la parte posterior del edificio, donde Jeremy distinguio una amplia estancia con unas mamparas de vidrio dedicada a los ninos. A la izquierda quedaban los lavabos, y a la derecha, detras de otra pared de vidrio, vio lo que parecia ser el area principal. Jeremy saludo con la cabeza a la anciana que estaba sentada detras del mostrador. La mujer sonrio y le devolvio el saludo, luego se concentro nuevamente en el libro que estaba leyendo. Jeremy empujo las pesadas puertas de vidrio que daban al area principal, y se sintio orgulloso al pensar que empezaba a comprender el modo de actuar de los lugarenos.

El area principal lo decepciono de inmediato. Debajo de la intensa luz de los fluorescentes solo diviso seis estanterias de libros, organizadas relativamente juntas entre si, en una estancia no mucho mas grande que su piso de Nueva York. En las dos esquinas mas proximas a la puerta habian instalado unos ordenadores anticuados, y al fondo a la derecha estaba el area de lectura, con una pequena coleccion de periodicos. Habia cuatro mesas pequenas en la sala, y unicamente vio a tres personas consultando libros en las estanterias, entre ellas un anciano con un aparato de sordera en la oreja que estaba ordenando los libros en los estantes. A juzgar por lo que veia, Jeremy tuvo la desagradable impresion de haber comprado mas libros en toda su vida de los que esa biblioteca albergaba.

Se dirigio hacia la mesa del encargado, y no le sorprendio no encontrar a nadie. Se detuvo delante de la mesa, a la espera de que apareciera Lex. Entonces penso que Lex debia de ser el hombre de pelo cano que estaba colocando los libros en los estantes. Se fijo en el, pero el anciano siguio con su tarea sin inmutarse. Jeremy echo un vistazo al reloj. Dos minutos mas tarde, volvio a consultar la hora.

Otros dos minutos mas tarde, despues de que Jeremy carraspeara sonoramente, el hombre se fijo en el. Jeremy lo saludo ron la cabeza y lo miro fijamente para darle a entender que necesitaba ayuda, pero en lugar de ir hacia la mesa, el anciano asintio con la cabeza y continuo ordenando los libros. Estaba claro que ese individuo superaba las expectativas sobre la legendaria eficiencia surena, penso Jeremy. Si, el lugar era francamente interesante.

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