veracidad de lo que me has dicho, pero mi rango me impide complacerte.

No se si Vonderschmidt iba de farol o si eran tan solo los efluvios alcoholicos que le atenazaban los que marcaban su pauta de conducta, el caso es que echandose a reir a carcajadas me abrazo diciendome que era todo un hombre y que conmigo se podia ir al fin del mundo.

– Ademas -anadio guinandome un ojo-, creo que estas preparado para empezar a hacer cosas serias. Pero este no es el sitio adecuado. Ven manana a mi despacho en la embajada y te hablare de nuestros nuevos proyectos.

Sobre la conversacion que tuve al dia siguiente envio un informe anexo, ya que considero que tiene suficiente importancia para darle un tratamiento mas oficial, por lo que no me extendere de nuevo en esta carta sobre ese asunto, asi que enviandote un fuerte abrazo y esperando noticias tuyas, me despido por hoy.

Mientras estaba escribiendo ha caido la noche sobre Madrid y me he dado cuenta de que necesito descansar mas que cualquier otra cosa en este mundo. La cama me espera, aunque ultimamente mis suenos suelen convertirse en pesadillas.

9

Cuando acepto hacerse cargo del asunto, Inaki Artetxe no tenia ninguna idea preconcebida acerca de como lo llevaria, pero no se inquieto por ello. En principio no parecia dificil averiguar un hecho tan sencillo como el de si una joven aun seguia residiendo en su domicilio y, si asi fuera, conseguir una entrevista con ella. En caso contrario la cosa le causaria mas quebraderos de cabeza, pero aunque en cinco anos es facil anquilosarse confiaba en recuperar su capacidad para trabajar como policia -bueno, detective seria mas correcto decir, penso- y encontrar a la chica.

Como primera medida llamo a Gerardo Aresti, un companero de la Ertzaintza con el que pese a todo lo ocurrido aun conservaba cierta amistad, y le pidio que averiguara, gracias a los contactos que tenia con inspectores de la Brigada de Documentacion del Cuerpo Nacional de Policia, el domicilio que constaba oficialmente en el Documento Nacional de Identidad de la novia de su cliente. Aresti no tardo en realizar la gestion y decirle que Begona Gonzalez conservaba su mismo domicilio, por lo menos en los papeles. Por ahi las cosas estaban claras aunque no significaran nada, ya que podia haber cambiado de domicilio sin regularizar los datos de su documentacion personal. En caso contrario el dato si hubiera sido alentador, pero en el presente servia tan solo para descartar una posibilidad en la que no tenia mucha confianza previa, pero que habia que explorar.

Solventada esa posibilidad, llamo por telefono haciendose pasar por un amigo. La senorita Begona no estaba en ese momento. No, no sabia cuando iba a volver, si queria dejarle algun recado… Si, por supuesto que la senorita Begona seguia viviendo alli, y naturalmente que le comunicaban las llamadas que habia recibido; si no tenian contestacion, eso era cosa de la senorita Begona.

Se aposto durante dos semanas cerca de la residencia de Gonzalez Caballer. No fue facil. La casa del industrial se encontraba en Algorta, en la cima de un alto que coronaba el Puerto Viejo. Era harto complicado vigilar sin ser visto, pero lo consiguio. En esas dos semanas no hubo rastro alguno de la chica. Para el, como si no existiera, pero no era suficiente. El no verla durante catorce dias no tenia que significar necesariamente que Begona Gonzalez ya no viviera alli, aunque no dejaba de ser un indicio importante.

Como ultimo recurso intento el metodo directo. Se identifico y solicito una entrevista al padre de la joven. Le mandaron a la mierda. De un modo elegante, eso si, que no en balde eran gente bien, pero en resumidas cuentas, le mandaron a la mierda.

Fue entonces cuando decidio solicitar la ayuda de Miren.

La cito en la cerveceria de Deusto, enfrente de los antiguos astilleros de la compania Euskalduna, desaparecidos para mayor gloria de la reconversion industrial y el ministro Solchaga. Inaki recordaba como de pequeno, cuando vivia en Deusto, su padre le llevaba a ver botar los barcos. Ya no los veria nunca mas, penso con tristeza. Quiza su vida no fuera mas que eso, una sensacion continua de perdida de todo aquello que mas habia querido. Su infancia, su trabajo, ?a Miren tambien?; pronto lo sabria, penso mientras saboreaba una de las ultimas jarras que iba a tomar en aquel lugar. Tambien la cerveceria estaba condenada a la extincion como consecuencia de los planes que habia para revitalizar y transformar de raiz su ciudad natal. Suponia que eso iba a ser beneficioso, pero no dejaba de ser una nueva perdida que anadir al debe de su existencia. Siempre le habia gustado la cerveceria, uno de los pocos lugares en los que poder tomarse una bebida al aire libre que quedaban en Bilbao. Se habia sentado de espaldas a la caseta, junto a la ria, mirandola fijamente. Un observador imparcial no hubiera vislumbrado un atomo de belleza en sus mugrientas aguas, pero a el, como a muchos de sus paisanos, le atraian irremisiblemente. Por eso y por las dos cervezas que habia tomado pausadamente, la espera transcurrio rapida.

Por todo eso y por Miren, la mujer a la que mas de una vez habia pedido que se casara con el, sin obtener un si por respuesta. Miren Arruti habia sido companera suya de promocion en la Ertzaintza, aunque habia abandonado el cuerpo para ingresar en una empresa privada de seguridad poco antes de que el hiciera el gilipollas y se cayera con todo el equipo. Miren Arruti, la mujer de la que habia estado enamorado y que a su vez habia estado enamorada de el, pero a la que echo de su vida cuando ingreso en prision porque no queria hacerla sufrir, decia, aunque la verdad es que era el quien no queria sufrir viendola al otro lado del locutorio; por eso se nego siempre a recibirla cuando iba a visitarle y por eso prohibio a sus familiares y abogado que le dijeran cuando salia de prision. No estaba seguro de haber hecho lo correcto, porque no habia podido evitar el seguir enamorado de ella, pero suponia que era tarde para recomponer lo que el mismo habia roto. Ahora su unica pretension era recuperar su amistad y tal vez obtener su colaboracion en el presente trabajo, aunque cuando analizaba a fondo sus sentimientos comprobaba que despues de esos cinco anos de aislamiento no habian variado ni un apice.

Todo lo que pensaba desaparecio de su mente cuando ella llego. No dijo nada, sino que le abrazo fuertemente y se puso a llorar.

– Lo siento, soy una tonta -dijo Miren al separarse de el mientras recomponia su cara anegada en lagrimas-, pero hacia tanto tiempo que no nos veiamos… ?Acaso ya no quieres casarte conmigo? -intento bromear.

– Exactamente. Tu lo has dicho.

– Me alegro -contesto riendo-, no sea que algun dia se me ocurriera decirte que si y la armaramos parda. Ha pasado tanto, tanto tiempo…

– Lo siento, se que no me he portado bien, pero hice lo que considere mejor para los dos.

– Lo que era mejor para los dos teniamos que decidirlo entre los dos.

– Supongo que tienes razon, pero las cosas se ven muy diferentes aqui, al aire libre, tomandonos unas cervezas, que tras los muros de una prision.

– Tuvo que ser horrible -le dijo dulcemente Miren, mientras le revolvia el pelo con gesto carinoso.

– Si, fue horrible, pero la carcel no era lo mas horrible. Lo peor era el pensar que habia destrozado mi vida, que todo se desmoronaba alrededor por mi culpa, que no te veria mas, que te habia perdido. No estoy muy seguro de querer conocer la respuesta, pero necesito saber si tienes pareja.

– No me has perdido -contesto Miren volviendo a besarle-. Tengo muchos reproches que hacerte y te los voy a hacer, de eso puedes estar seguro, pero no me has perdido. Y no salgo con nadie en estos momentos. Durante unos meses lo intente con diversos amigos pero no funciono, siempre acababa pensando en ti.

– Lo siento.

– No era culpa tuya.

– Deberias haberte olvidado de mi. No se puede vivir asido a una sombra ni recuperar el tiempo transcurrido - contesto tristemente Artetxe.

– Pues no intentes recuperarlo. Olvidate de el y piensa en el tiempo futuro. Yo soy ese tiempo futuro.

– Ojala sea asi, pero tengo miedo. He hecho tantas cosas mal en la vida que cuando se me presenta algo bueno temo no ser capaz de reconocerlo. Necesitaremos tiempo.

– Tenemos mucho tiempo -respondio Miren-, aunque estos cinco ultimos anos tenian que haber dejado las cosas suficientemente claras.

– Lo se, pero antes necesito asentar mi vida y recuperar mi propia estima. Perdi mi trabajo y tengo que pensar en el futuro. En parte por eso te he llamado. Cuando sali de la carcel me hicieron una oferta que he aceptado.

– ?De que se trata?

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