desintegracion parcial. Habia alli discursos de eminentes sabios del planeta ahora muerto que senalaban la aparicion de sintomas de influencia nociva sobre la vida e insistian en que cesasen las pruebas. Hacia ciento dieciocho anos, se habia transmitido por el Gran Circuito una breve advertencia que debia haber bastado para convencer a hombres de preclaro intelecto, pero que, por lo visto, no habia tomado en serio el gobierno de Zirda.

No cabia duda de que el planeta habia perecido a consecuencia de una acumulacion de radiaciones, despues de numerosos ensayos imprudentes y del empleo irreflexivo de formas peligrosas de energia nuclear, en vez de haber buscado, sensatamente, otras menos nocivas.

El enigma estaba ya esclarecido desde hacia tiempo; la tripulacion habia pasado, por dos veces, de un sueno de tres meses a una vida normal de igual duracion.

Y la Tantra llevaba ya muchos dias dando vueltas en torno al planeta gris; la esperanza de encontrar al Algrab disminuia de hora en hora. Algo amenazador se presagiaba…

Erg Noor, parado en el umbral, contemplaba a la pensativa Niza. La inclinada cabeza de la muchacha, de abundantes cabellos, parecia una hermosa flor de petalos de oro…

Su perfil tenia trazos de picaro chicuelo; sus ojos, un poquitin estrabicos, que hacian guinos con frecuencia al contener la risa, permanecian muy abiertos, escudrinando lo ignoto con inquietud y valentia. Ella misma no se daba cuenta del gran apoyo moral que prestaba a Erg con su abnegado amor. A aquel hombre que, a pesar de los largos anos de prueba, forjadores de su voluntad y caracter, sentia a veces el cansancio de ser jefe, hombre dispuesto de continuo a responder de su gente, de su nave, del exito de la expedicion. Alla abajo, en la Tierra, no existia, desde hacia mucho tiempo, una responsabilidad tan unipersonal, pues las decisiones se tomaban siempre por el equipo encargado de realizar el trabajo respectivo. Y si ocurria algo imprevisto, se tenia la seguridad de recibir al instante el consejo preciso, la solucion a los problemas mas complicados. En cambio, aqui no habia donde recurrir. El capitan estaba investido de poderes extraordinarios. La responsabilidad aquella seria mas llevadera si se asumiese durante dos o tres anos, en vez de los diez a quince que, por termino medio, duraban las expediciones astrales.

Erg Noor entro en el puesto de comando.

Niza se levanto presurosa y acudio a su encuentro.

— Ya he reunido todos los datos y mapas necesarios — dijo el jefe —. Ahora, ?le daremos trabajo a la maquina!

Arrellanado en el sillon, empezo a volver lentamente las hojas metalicas, indicando las cifras de las coordenadas, la tension de los campos magneticos, electricos y de gravitacion, la potencia de los flujos de particulas cosmicas, la velocidad y densidad de las corrientes meteoricas. En tanto, Niza, contraida toda ella, apretaba los botones y daba vuelta a las llaves conectaras de la maquina de calcular. Despues de recibir varias respuestas, Erg Noor fruncio pensativo el entrecejo.

— En nuestra ruta hay un campo de intensa gravitacion: la zona de acumulaciones de materia opaca en el Escorpion, cerca de la estrella 6555-ZR+ll-PKU — dijo —. Para economizar combustible, hay que desviarse hacia alli, hacia el Serpentario… En la antiguedad se volaba sin motor, utilizando como acelerador la periferia de los campos de gravitacion…

— ?Podemos nosotros recurrir a ese procedimiento? — pregunto Niza.

— No. Nuestras astronaves son demasiado rapidas para ello. La velocidad de 5/6 de la unidad absoluta, o sea de doscientos cincuenta mil kilometros por segundo, aumentaria en doce mil veces nuestro peso en el campo de atraccion terrestre, y nos hariamos todos polvo. Nosotros podemos volar asi solamente en los espacios cosmicos, lejos de las grandes acumulaciones de materia. En cuanto la astronave empiece a penetrar en el campo de gravitacion, habra que ir aminorando la marcha en la misma medida en que aumente la potencia de dicho campo.

— Por consiguiente, aqui hay una contradiccion — Niza apoyo la cabeza en la mano, con infantil ademan —. Cuanto mas fuerte sea el campo de atraccion, ?tanto mas despacio debemos volar!

— Eso solo es cierto para las grandes velocidades subluminicas, cuando la propia astronave viene a ser como un rayo de luz que avanza solamente en linea recta o describiendo la llamada curva de iguales tensiones.

— Si yo le he entendido bien, usted quiere lanzar nuestro «rayo», la Tantra, directamente al sistema solar…

— En eso reside toda la enorme dificultad de la navegacion astral. Practicamente, es imposible dar con exactitud en el blanco de una u otra estrella, aunque a los calculos se aporten todas las correcciones imaginables. Hay que tener en cuenta de continuo el error, que va acrecentandose en la trayectoria, y cambiar, en consecuencia, la direccion de la nave, lo que excluye a automatizacion absoluta de su comando. Ahora estamos en una situacion peligrosa. Una parada o una brusca aminoracion del vuelo despues de la carrera, seria para nosotros la muerte, ya que no habria base alguna para volver a ?tomar velocidad. Aqui esta el peligro, mire: la zona 344+2U no ha sido explorada en absoluto.

No hay en ella estrellas, unicamente se conoce un campo gravitatorio, vea su limite.

Bueno, antes de adoptar una determinacion, esperemos a los astronomos; despues de la quinta vuelta, los despertaremos a todos, y entre tanto… — el jefe de la expedicion se froto las sienes y bostezo.

— ?Los efectos de la sporamina se acaban! — exclamo Niza —. ?Ya puede usted descansar!

— Bien, me instalare en este sillon. ?A lo mejor, se produce un milagro, y se oye aunque no sea mas que algun sonido!

Tenia la voz de Erg Noor un acento que estremecio de ternura el corazon de Niza.

Hubiera querido apretar contra su pecho aquella cabeza tesonera, acariciar sus negros cabellos, en los que brillaban, prematuras, unas hebras de plata…

La muchacha se levanto, y luego de arreglar cuidadosa las hojas de datos, apago la luz no dejando mas que un debil claror verde a lo largo de los paneles con los aparatos y los relojes. La astronave, apacible y serena, cruzaba los infinitos espacios, absolutamente vacios, describiendo su inmenso circulo. La astronauta de cabellos rojizos ocupo sin hacer ruido su puesto ante el «cerebro» de la gigantesca Tantra. Los aparatos tocaban con sordina, acompasados, su habitual cancioncilla; la menor alteracion en su funcionamiento habria infringido, como una nota falsa, aquella melodia que iba fluyendo suave, al tono preciso. De vez en cuando, se repetian unos golpecitos, semejante a sonidos de un gong: era que el motor planetario auxiliar se conectaba para torcer el curso de la Tantra en linea curva. Los imponentes motores anamesonicos se callaban. La calma de la larga noche reinaba en la nave adormecida como si ningun grave peligro se cerniera sobre ella y sus moradores. De un momento a otro, iban a resonar en el altavoz las senales tan esperadas, y los dos navios cosmicos frenarian su vuelo impetuoso, se aproximarian hasta hacer paralelas sus rutas y, luego de igualar sus velocidades, continuarian el viaje, como echados el uno junto al otro. Una ancha galeria tubular enlazaria los dos pequenos mundos de ambas naves, y la Tantra recobraria su ciclopea fuerza.

En su fuero interno, Niza estaba tranquila, pues tenia fe en su jefe. Los cinco anos de viaje no le parecian largos ni penosos. Sobre todo, desde que le amaba… E incluso antes de aquel amor, las observaciones apasionantes, los libros, la musica y los filmes, en grabacion electronica, habian ido completando sin cesar sus conocimientos y hecho menos dolorosa la anoranza de la bella Tierra, perdida, como un granito de arena, en el fondo de las infinitas tinieblas. Sus companeros eran gente de vasta cultura, y cuando los nervios estaban fatigados de las impresiones o del prolongado e intenso trabajo, un sueno profundo, mantenido por el regulador de las ondas hipnoticas, absorbia grandes lapsos de tiempo, que transcurrian sin sentir. Ademas, junto al amado era dichosa. Tan solo la inquietaban las dificultades que pasaban los otros, y sobre todo el, Erg Noor… ?Si ella pudiera!.. Mas ?que podia hacer una astronauta novel, completamente ignorante en comparacion con aquellos hombres? Aunque tal vez los ayudara con su ternura, su buena voluntad, en continua tension, y su ardiente deseo de hacer mas llevadero el penoso trabajo.

El jefe de la expedicion se desperto y alzo la cabeza, en la que sentia pesadez.

Continuaba la ritmica melodia, interrumpida, al igual que antes, por el espaciado golpeteo del motor planetario.

Niza Krit vigilaba los aparatos, levemente inclinada sobre ellos, con unas tenues huellas de cansancio en el juvenil rostro. Erg Noor miro el reloj dependiente, que computaba el tiempo astronautico y, con elastico impulso, se levanto del profundo sillon.

— ?He dormido catorce horas! ?Y usted, Niza, no me ha despertado! Esto es… — al ver la gozosa sonrisa de

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