ensenar a los adolescentes que la Biblia dice la verdad cuando leemos que el precio del pecado es la muerte. Pero el no se imaginaba a si mismo llevando a un hijo suyo a ver colgar a un hombre en el extremo de una cuerda hasta que exhalara el ultimo suspiro.

Aldith, evidentemente, estaba de acuerdo con el:

«?Virgen Maria, Madre de Dios, cuida a esos pequenuelos!», decia. Y un poco mas alla un hombre vendia empanadas calientes. ?Cualquiera creeria que esto era la feria de San Giles!

– Las ejecuciones publicas son siempre asi, como un velatorio en el que ninguno de los dolientes lamenta la perdida del muerto. ?Estas segura de que quieres estar aqui, Aldith?

– Si -insistio, no muy convencida-. Esto ha sido un gran triunfo para Lucas, cazar a un despiadado criminal como el Flamenco. Y para ti tambien, Justino -anadio como si fuera una obligada conclusion.

Aunque Justino admiraba su lealtad, seguia pensando que las horcas no eran un lugar adecuado para ella. Pero se callo su opinion. Nell insistia en que las mujeres eran mas duras de lo que el creia y habia empezado a creer que tenia razon. Ciertamente, Nell y Nora eran capaces de cuidar de si mismas, pero ?lo era Claudine? ?Que habria hecho si le hubiera hablado a la reina de su doblez? ?Habria vuelto a su hogar y a su familia en Aquitania, avergonzada y deshonrada? ?O habria pedido ayuda a Juan?

Torcio su boca en un gesto, porque habia empezado a sentir algo como si sus pensamientos ya no le pertenecieran. Claudine parecia poder reclamarlos siempre que quisiera, a pesar de sus denodados esfuerzos por desterrarla al olvido. Los sacerdotes utilizaban exorcismos contra los espiritus malignos, que lastima que no los hubiera para echar del pensamiento a una amante infiel. Pero el burlarse de si mismo no fue mas eficaz que la colera para derrotar a esos espiritus y pasaron unos instantes hasta que se dio cuenta de que Edwin le estaba hablando.

– Perdona, mis pensamientos vagan sin control. ?Que me estabas diciendo?

– Tenia curiosidad -confeso el criado- sobre la puta del Flamenco. Si la hubieran atrapado, ?la habrian ahorcado tambien?

– No es probable, porque el crimen al que Nora contribuyo con su ayuda, no llego a cometerse. Pero se puede ahorcar al complice de un asesinato y es muy posible que esta haya estado implicada en algunos de sus otros crimenes. Si es asi, habria incurrido en la pena de muerte. Segun Lucas, un tribunal es generalmente muy duro con una mujer acusada de asesinato.

Aldith asintio, confirmando en el acto todo lo dicho.

– Lucas dice que esperamos que los hombres monten en colera y reaccionen con violencia. Por el contrario, se supone que las mujeres somos dociles y manejables, y cuando una mujer no lo es, se la castiga por ello. Pero esto es una espada de dos filos porque dice que acusaciones y convicciones son mas probables cuando la victima es una mujer.

– Asi es como debe ser -afirmo Edwin, comprensivo- porque es cobardia hacer dano a una mujer. Despues de todo, no pueden defenderse. -Pero enseguida bajo la voz, con algo menos de galanteria-, ?Rapido, bajad la cabeza, porque aqui vienen la reina Jonet y su bufon!

Jonet y Miles, que les observaban, se abrieron paso entre la multitud hasta llegar a un lugar preferente, tan proximo a la horca como les fue posible. A Justino no le sorprendio verlos alli, pero si le dejo perplejo la vision de una figura con capucha corriendo para alcanzarlos.

– ?Que esta haciendo Tomas aqui? Dudo de que el abad le haya dado permiso para asistir a una ejecucion.

?Estas dispuesto a apostar a que nuestro novicio salio de la abadia sin pedir permiso?

– ?Santo Cristo, espero que no! -dijo Edwin, alterado-, ?Si le echan de la abadia volvera a casa de la senora Ella y entonces Dios no nos deje de su mano!

Justino penso que no era probable que se le admitiera a Tomas a hacer sus votos perpetuos. Pero no veia motivo para preocupar a Edwin con sus dudas, porque el pesimismo del criado estaba bien fundado.

– La senora Ella me dijo que podia venir a la ejecucion y Jonet estaba alli cuando lo dijo y lo oyo palabra por palabra. Sin embargo, ahora me esta mirando como si me hubiera escapado cuando la senora Ella volvio la espalda -dijo Edwin, que habia empezado a ponerse nervioso por las miradas hostiles que se le dirigian.

– Es la gente con quien te encuentras, Edwin -dijo Aldith con ironia-. Despues de todo, estas aqui confraternizando abiertamente conmigo, la mismisima Ramera de Babilonia de Winchester.

– Tampoco estoy yo en buenas relaciones con ellos -anadio Justino-. Durante el juicio, hicieron evidente que hubieran preferido compartir la mesa con un leproso que conmigo.

– Teneis razon -gruno Edwin-. Hasta despues de enterarse de que esclarecisteis el asesinato del maestro Gervase, continuan censurandoos por haber sospechado injustamente de ellos, con lo santos que son todos ellos.

– ?Y sabes por que no me sorprende eso? -bromeo Justino-. Pues porque la afrenta a su orgullo es mas importante que el asesinato de su padre.

Un subito movimiento de la multitud les hizo interrumpir la conversacion. Habian aparecido unos jinetes.

Los espectadores se echaron hacia adelante al ver el carro con el acusado. Gilbert el Flamenco estaba de pie en el, con actitud de desafio aun ahora que iba sujeto con cadenas. Pero Aldith solo tenia ojos para Lucas.

– ?Ahi esta!

Lucas y sus hombres cabalgaban a los lados del carro, manteniendo controlados a los espectadores. Algunas veces algun forajido condenado podia convertirse en celebridad, pero no era este el caso, pues el Flamenco habia cometido demasiados crimenes contra los hombres y mujeres de Winchester. Lo recibieron con burlas, silbidos y juramentos. Un hombre lanzo una piedra con tan mala punteria que dio contra el carro. Antes de que pudiera arrojar otra, el sargento de Lucas se dirigio a el. Watt le reprocho su actitud, pero solo eso, y cuando Justino hizo un comentario sobre su moderacion, poco corriente cuando se trataba de controlar a una multitud, Edwin le explico que el que habia tirado la piedra era pariente de la mujer del comerciante a quien se dejo morir en el camino de Southampton.

– ?No puedo creer lo que estoy viendo! -Aldith parecia atonita y luego indignada-, ?Que esta haciendo aqui el justicia? No tomo parte en nada de esto. ?Como tiene el atrevimiento de esperar que se le reconozca el merito por un arresto que fue obra de Lucas?

Una mirada convencio a Justino de que tenia razon. El justicia estaba comportandose como si hubiera sido el quien hubiera capturado al Flamenco, respondiendo solemnemente a los saludos de la multitud, dando ordenes innecesarias a Lucas y a los demas, lanzando miradas airadas al forajido y en general recordandole a Justino a un gallo de corral que se esta dando aires de grandeza con la gallina que pertenece a otro gallinero.

Cuanto mas observaba Aldith su pavoneo y presuncion, tanto mas se encolerizaba. Pero cuando Lucas se bajo del caballo y se unio a ellos, parecia haber adoptado una actitud filosofica por haber sido relegado a desempenar un papel accesorio en la representacion que estaba a punto de empezar.

– Tu sabes como se capturo al Flamenco -le dijo a Aldith-, y tambien, gracias a De Quincy, lo sabe la reina Leonor. ?Que importa lo demas?

Al asesino, encadenado, lo arrastraron hasta la horca, donde el verdugo esperaba con impaciencia. El justicia iba detras y hacia un gesto para indicar que queria ser quien pusiera el lazo alrededor del cuello de Gilbert. Lucas parecia adivinar lo que iba a ocurrir, porque dijo en voz baja:

– Eso ha sido un mal paso.

Unos momentos despues sus palabras resultaron profeticas porque cuando el justicia se aproximo con la cuerda, el Flamenco le escupio en plena cara.

Una reaccion espontanea salio de la multitud: gritos sofocados mezclados con risitas ahogadas. Aldith escondio el rostro en los hombros de Lucas para que no se oyeran sus risas, pero Lucas, prudentemente, controlo su reaccion, que era similar a la de ella. Dejandose llevar por su dignidad maltratada, el ultrajado justicia respondio con un aluvion de insultos e improperios, interrumpido por la risa despreciativa del condenado. Echandose hacia atras, el justicia hizo un gesto desdenoso y despectivo al Flamenco, que se convirtio en una mueca cuando el verdugo obedecio y subio la soga que sostenia su cuerpo.

Los espectadores se quedaron silenciosos. Unos cuantos hicieron a escondidas la senal de la cruz como despedida al hombre que estaba a punto de morir. Aldith volvio a esconder su rostro en el manto de Lucas. Edwin desvio tambien la mirada, pero Lucas y Justino siguieron observando con seriedad, mientras el asesino libraba una batalla desesperada por cobrar aliento. Parecio pasar mucho tiempo hasta que dejo de agitar los brazos y su cuerpo se desplomo.

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