Lucas fue el primero en romper el silencio.

– Bueno, va por fin camino del infierno.

– Dudo -dijo Justino cansinamente- que ni siquiera el demonio quiera tenerlo junto a el.

Justino se acerco a reganadientes a casa de los Fitz Randolph. A diferencia de sus hijos, la viuda del orfebre no habia asistido al juicio del Flamenco. Asi como no le importaba ni poco ni mucho la benevolencia de los Fitz Randolph mas jovenes, la opinion de Ella no le era indiferente. Era la unica en la familia del finado a quien encontraba afable y deseaba que pensara bien de el. Por eso queria averiguar si ella lo censuraba como lo habian hecho sus hijos.

Le abrio la puerta Edith, la criada, y lo condujo al salon. Ella no le hizo esperar mucho.

– Senor De Quincy, ?que sorpresa! -Pidiendole a Edith que les trajera vino, mando a Justino que se acercara a la chimenea. Acababan de sentarse cuando se oyo un portazo y Jonet entro apresuradamente en el salon.

Era evidente que le habian advertido de la presencia de Justino, porque no mostro al verle el menor asombro, solo antagonismo.

– ?No puedo creer que tengais agallas para venir a visitarnos teniendo en cuenta la manera horrible en que habeis ofendido a nuestra familia! No podeis ser bien visto en esta casa.

– No eres tu a quien le corresponde decir tal cosa.

– ?Madre! Este hombre nos considero sospechosos del asesinato de mi padre.

– Lo se, Jonet. Pero tambien se que, si no hubiera sido por el, la justicia nunca habria capturado a los asesinos de tu padre.

– Eso no le excusa.

– Si -contesto Ella con firmeza-, si le excusa. Manten tu resentimiento si lo deseas, pero no te consentire que seas descortes con una persona que visita esta casa, mi casa. ?Esta claro?

Justino no pudo por menos de darse cuenta de que Jonet no era tan guapa cuando estaba enfadada. Su cutis, palido como la leche, estaba salpicado de manchas rojas, sus ojos daban la impresion de ser puras ranuras horizontales, a traves de las cuales miraba con descaro a su madre. Pero fue ella quien tuvo que retroceder, y salio de la habitacion enfurrunada.

Justino encontro este dialogo muy interesante. Tenia la impresion de que Ella estaba desplegando las alas, afirmando su autoridad con sentido matriarcal de la familia. Ciertamente un papel mas satisfactorio que el de esposa enganada o viuda de luto.

– Ojala lo hubiera podido salvar, senora.

– Yo tambien lo habria deseado -dijo ella con gran serenidad-. Tenia sus defectos como todos los humanos, pero tenia buen corazon, era generoso y no merecia morir a manos de un forajido. Me apena tener que decir esto, pero su muerte no parece haberle afectado a nadie mas que a mi. Para los otros fue casi… conveniente.

– Eso no es posible -replico Justino por cortesia, pero sin mucha conviccion, porque tambien a el se le habia ocurrido el mismo pensamiento.

– Me temo que asi es. Si Gervase viviera aun, Tomas no seria el novicio mas reciente de Hyde Abbey. Ademas, Jonet y Miles no estarian prometidos en matrimonio. Hasta esa mujer desvergonzada se ha beneficiado de la muerte de Gervase si los rumores son ciertos. ?Lo son? ?Esta Lucas de Marston realmente decidido a casarse con ella? -Cuando Justino asintio, Ella hizo una mueca-. ?Los hombres son tan tontos!

Justino sabia que Aldith comprenderia que no tratara de defenderla ante la viuda de su antiguo amante; era demasiado imparcial como para no aceptar que el resentimiento de la otra mujer estaba mas que justificado.

– Tengo algo para vos -dijo, sacando un pergamino enrollado y sellado-. Su Majestad la reina me ha pedido que os entregue esto.

– ?Por que me querra escribir a mi la reina? -pregunto Ella, sorprendida. Cuando le alargo la carta, no la cogio-. Gervase insistio en que ensenaramos a leer a Jonet, pero mi padre no vio la misma necesidad cuando yo era nina. ?Tendriais la bondad de leermela?

– Por supuesto. -Rompio el sello, desenrollo el pergamino, se acerco a la luz mas proxima, una lampara de metal suspendida del techo por una cuerda trenzada, y leyo:

Leonor, reina de Inglaterra, duquesa de Normandia y Aquitania, condesa de Poitou, envia sus saludos a Ella, senora Fitz Randolph de Winchester. Deseo ofreceros mis condolencias por la muerte de vuestro esposo. Por lo que he oido decir de el, era un hombre bueno y valiente. Espero que sea un consuelo para vos el saber que murio al servicio de la Corona.

Cuando Justino levanto los ojos, vio que Ella le miraba asombrada.

– Yo…, no lo comprendo. ?Que me quiere decir?

– ?Habeis oido contar que el rey Ricardo fue capturado por sus enemigos a su regreso de Tierra Santa?

Como esperaba, Ella hizo un gesto afirmativo de cabeza, porque Leonor habia hecho publica la dificil situacion de su hijo despues de la reunion del Gran Consejo en Oxford.

– Cuando vuestro esposo salio camino de Londres el dia de Epifania, llevaba una carta para la reina, un mensaje urgente y confidencial que le confio una persona que se habia enterado del secuestro del rey. Creo firmemente que Gervase se defendio tan valientemente de los que le atacaron porque temia que estuvieran buscando la carta de la reina.

– Ahora comprendo… -suspiro-. Entonces, ?es verdad que murio al servicio de la reina?

Gilbert el Flamenco no dejaba nunca testigos oculares de sus crimenes y Gervase Fitz Randolph habria muerto tanto si hubiera ofrecido resistencia como si no. Pero Justino no vio la necesidad de decirle esto a su viuda.

– Si, senora Fitz Randolph, asi murio.

Acercandose a ella, le puso la carta en el regazo y Ella paso las manos por el pergamino con suavidad, casi con reverencia y los ojos se le llenaron de lagrimas. Justino habia considerado el mensaje de la reina como un riesgo, algo que podia haber hecho tanto bien como mal. Pero pronto se dio cuenta de que Leonor habia acertado, porque cuando Ella levanto la vista, su rostro surcado de lagrimas estaba iluminado por una tremula sonrisa.

La ultima vez que Justino visito la tumba de Gervase Fit Randolph estaba cubierta de nieve. La tierra estaba aun desnuda y parda, pero no pasaria mucho tiempo sin que Gervase reposara bajo una manta de exuberante hierba verde. En este lunes templado salpicado de sol, el segundo dia de Pascua, se respiraba en el aire el aroma de la proximidad de la primavera.

Arrodillada junto a la tumba, Aldith cerro los ojos y sus labios se movieron en una oracion silenciosa. Cuando se levanto y se sacudio la tierra de la falda, dijo:

– ?Ojala hubiera podido traerle flores o una lamparilla! Pero eso no habria hecho mas que abrir la herida en el corazon de su viuda… Eso si, cuenta con mis oraciones y podra contar con ellas mientras yo tenga aliento para recitarlas.

Justino se unio a ella al lado de la tumba.

– Descansa en paz, Gervase -murmuro, esperando que el asesinado orfebre descansara realmente en paz. Entonces ofrecio su brazo a Aldith y se pusieron en camino-. Necesito tu consejo, Aldith. Quiero comprarle algo a Nell para darle las gracias por cuidar de mi perro mientras he estado fuera.

– Lo hare encantada, pero si me lo permites, puedo hacer algo mas. Me gustaria ayudarte a arreglar una pelea de enamorados. -Noto su repentina tension en los musculos del brazo, debajo de la mano de ella, y le dijo con voz apresurada-: Espera, Justino, escuchame hasta el final. Lucas me ha contado que tu relacion con una de las damas de la reina esta pasando por un mal momento, y yo quisiera…

– ?Una de las damas de la reina? -dijo Justino receloso e incredulo-, ?Como demonios se ha enterado Lucas de eso?

– Por Nell. Estaban echando un trago en la taberna despues del arresto del Flamenco, cotilleando y bromeando sobre como tu habias echado a Lucas de casa porque ibas a llevar a ella a una mujer para que compartiera tu cama. Tenian todos mucha curiosidad, como es natural, y alguien sugirio, medio en broma, que Nell debia invitarte a ti y a la joven a uniros al jolgorio, y de esa manera poder echarle a ella una ojeada. Nell contesto, a su vez, de forma tajante: «Es demasiado noble para compania como la nuestra», y una vez que los demas se dieron cuenta de que sabia algo, no la dejaron en paz hasta que les dijo que «una dama muy elegante»

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