belleza.

Sintio frio. El viento se habia vuelto mas frio por la tarde y penso en ir a buscar el chubasquero a la bolsa, ponerselo por encima para protegerse del viento. No. Eso le restaria movilidad cuando necesitaba actuar con rapidez. Ademas, podia despertar sospechas antes de tiempo.

Pasaron dos chicas de unos veinte anos. No. No podia con dos. Capto algun fragmento de la conversacion:

– … que ella se va a quedar… con el ahora.

– … un mono. El tiene que comprender que el…

– … culpa de ella que… las pildoras…

– Pero esta claro que el tiene que…

– … imaginate… ese como padre…

Alguna companera que estaba embarazada. Un chico que no asumia su responsabilidad. Asi estaban las cosas. Continuamente. Todos pensaban nada mas que en si mismos y en lo suyo. Mi felicidad, mi exito era lo unico que se oia. Amor es poner la vida a los pies del otro, y de eso son incapaces las personas de hoy dia.

El frio penetraba en sus articulaciones, iba a actuar con torpeza hiciera lo que hiciera. Metio la mano dentro del abrigo, apreto la palanca del gas. Un ruido silbante. Funcionaba. Dejo de apretar.

Se dio unas palmadas en los costados. Ojala venga alguien ahora. Solo. Miro el reloj. Media hora mas. Ojala venga alguien ahora. Por la vida y por el amor.

Mas de corazon nino yo quiero ser, pues de los ninos el reino de Dios es.

Habia empezado a anochecer cuando Oskar termino de mirar su cuaderno de recortes y de comerse todas las golosinas. Como solia ocurrirle despues de comer tantas chucherias, se sentia pesado y vagamente culpable.

Mama no llegaria hasta dentro de dos horas. Entonces comerian. Despues el haria los deberes de ingles y los de mates. Luego puede que leyera un libro, o que viera la tele con mama. Nada especial por la tele esa noche. Mas tarde tomarian un vaso de leche chocolateada y comerian unos bollos, hablarian un rato. Despues se acostaria, le costaria quedarse dormido pensando en el dia siguiente.

Si tuviera alguien a quien llamar. Podia, claro esta, llamar a Johan con la esperanza de que no tuviera otra cosa mejor que hacer.

Johan iba a su clase y se lo pasaban bastante bien cuando estaban juntos, pero si podia elegir, no elegia a Oskar. Era Johan el que le llamaba cuando se aburria, no al reves.

El piso estaba en silencio. No pasaba nada. Las paredes de hormigon se le echaban encima. Estaba sentado en la cama con las manos en las rodillas, el estomago lleno de golosinas.

Como si fuera a ocurrir algo. Ahora.

Presto atencion. Un terror pegajoso se fue apoderando de el. Algo se acercaba. Un gas incoloro se filtraba a traves de las paredes, amenazaba con tomar forma, engullirlo. Permanecio quieto, conteniendo la respiracion y escuchando. Espero.

El momento paso. Oskar comenzo a respirar de nuevo.

Fue a la cocina, bebio un vaso de agua y saco el cuchillo mas grande que habia en la placa magnetica. Probo el filo en la una del dedo gordo, como papa le habia ensenado. Desafilado. Paso el cuchillo por el afilador un par de veces y volvio a probar. Una viruta microscopica salio de la una del dedo gordo.

Bien.

Envolvio el cuchillo con un periodico a modo de funda provisional, lo pego con celo y se apreto el paquete entre la cintura del pantalon y la cadera izquierda. Solo sobresalia el mango. Probo a andar. La hoja le impedia el movimiento de la pierna izquierda y lo inclino a lo largo de la ingle. Incomodo, pero funcionaba.

En el pasillo se puso la cazadora. Entonces se acordo de todos los papeles de las golosinas que estaban esparcidos por el suelo de su habitacion. Los recogio, hizo una pelota con ellos y se la metio en el bolsillo, no fuera a ser que mama llegara a casa antes que el. Podria dejar los papeles debajo de alguna piedra en el bosque.

Comprobo una vez mas que no habia dejado ningun rastro.

El juego habia empezado. El era un temido asesino en serie. Habia asesinado ya a catorce personas con su afilado cuchillo, sin dejar ni una sola pista tras de si. Ni un pelo, ni un papel de golosinas. La policia le temia.

Ahora iria al bosque a buscar a su proxima victima.

Curiosamente, ya sabia como se llamaba esta, que aspecto tenia: Jonny Forsberg, con el pelo largo y los ojos grandes y mezquinos. Iba a tener que rezar y suplicar por su vida, gritar como un cerdo, pero en vano. El cuchillo tendria la ultima palabra y la tierra iba a beber su sangre.

Oskar habia leido esas palabras en algun libro, y le gustaron. «La tierra bebera su sangre».

Mientras cerraba la puerta de casa y llegaba a la del portal con la mano izquierda apoyada en el mango del cuchillo, iba repitiendolas como si fueran un mantra:

La tierra bebera su sangre. La tierra bebera su sangre.

El arco por el que habia entrado antes en el patio estaba en el extremo derecho del edificio, pero el fue a la derecha, paso dos portales y salio por el paso por el que los coches tenian acceso a la zona. Abandono la fortaleza interior. Cruzo la calle Ibsen y siguio cuesta abajo. Abandono la fortaleza exterior. Siguio bajando hacia el bosque.

La tierra bebera su sangre.

Por segunda vez aquel dia, Oskar se sintio casi feliz.

Quedaban solo diez minutos del tiempo que Hakan se habia fijado cuando un chico que iba solo aparecio por el camino. Por lo que podia apreciar, de unos trece o catorce anos. Perfecto. Habia pensado bajar corriendo agachado hacia el otro extremo del camino y salir alli al encuentro de su elegido.

Pero ahora las piernas se le habian quedado totalmente bloqueadas. El chico avanzaba tranquilo por el camino y no habia tiempo que perder. Cada segundo que pasaba reducia las posibilidades de una actuacion sin macula. Pero las piernas se negaban a moverse. Estaba alli paralizado mirando mientras el elegido, el perfecto, avanzaba, pronto a su misma altura, justo delante de el. Pronto demasiado tarde.

Tengo que. Tengo que. Tengo que.

Si no lo hacia, tendria que suicidarse. No podia llegar a casa sin aquello. Era asi. El chico o el. Cuestion de elegir.

Se puso en movimiento demasiado tarde. Dando tropezones por el bosque llego a la altura del muchacho en lugar de haber salido a su encuentro en el sendero, tranquilo y natural. Idiota. Patoso. Ahora el chaval podria sospechar, estar alerta.

– ?Oye! -le grito-. ?Perdona!

El chico se paro. Al menos no echo a correr, menos mal. Tenia que decir algo, preguntar algo. Avanzo hasta el, que permanecia a la espera en el camino.

– Si, perdon, pero… ?que hora es?

El chaval miro de reojo el reloj de pulsera de Hakan.

– Si, el mio se ha parado.

El chico parecia tenso mientras miraba su reloj de pulsera. No podia

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