sentian debiles y aislados comienzan a desmantelar la unidad del enemigo que se ha abatido contra ellos, comienzan a sentir su propia unidad, donde se encierra la fuerza de la victoria.

En la comprension de esta transicion es donde reside lo que a menudo permite hablar de la guerra como un arte.

En esa sensacion de unicidad y pluralidad, en la alternancia que va de la conciencia de la nocion de unicidad a la de pluralidad se encuentra no solo la relacion entre los acontecimientos durante los ataques nocturnos de las companias y los batallones, sino tambien el signo de la batalla que libran ejercitos y pueblos enteros.

Hay una sensacion que los participantes en un combate pierden casi por completo: la sensacion del tiempo. La chica que ha bailado hasta la madrugada en una fiesta de fin de ano no puede decir cual ha sido su sensacion del tiempo, si ha sido larga o, por el contrario, corta.

De la misma manera, un recluso que haya pasado veinticinco anos en cautividad en la prision de Schlisselburg dira: «Tengo la impresion de haber pasado una eternidad en esta fortaleza, pero al mismo tiempo me parece que solo llevo en ella unas pocas semanas».

La noche del baile estara llena de acontecimientos efimeros: miradas, fragmentos de musica, sonrisas, roces, y cada uno de ellos pasara tan rapido que no dejara en la mente de la chica la sensacion de duracion en el tiempo. Sin embargo, la suma de estos breves acontecimientos engendra la sensacion de un largo intervalo de tiempo que parece abarcar toda la felicidad de la vida humana.

Al prisionero de Schlisselburg le ocurre al contrario: sus veinticinco anos de cautiverio estan formados de intervalos de tiempo separados, penosos y largos, desde el toque de diana hasta la retreta, desde el desayuno a la cena. Pero la suma de esos hechos pobres logran generar una nueva sensacion: en aquella lugubre uniformidad del paso de los meses y los anos el tiempo se encoge, se contrae… Asi nace una impresion simultanea de brevedad e infinito, asi nace una proximidad de percepcion entre los concurrentes del baile de fin de ano y los que llevan reclusos decenas de anos. En ambos casos, la suma de acontecimientos engendra el sentimiento simultaneo de duracion y brevedad.

Mas complejo es el proceso de deformacion del tiempo referente a la percepcion de la brevedad del mismo y su duracion que se da en el hombre que vive un combate. Alli las cosas van mas lejos, alli son incluso las primeras sensaciones individuales las que se ven deformadas, alteradas. Durante el combate los segundos se dilatan, pero las horas se aplastan. La sensacion de larga duracion se relaciona con acontecimientos fulminantes: el silbido de los proyectiles y las bombas aereas, las llamaradas de los disparos y las explosiones.

La sensacion de brevedad se correlaciona con acontecimientos prolongados: cruzar un campo arado bajo el fuego, arrastrarse de una guarida a otra. En cuanto al combate cuerpo a cuerpo, este tiene lugar fuera del tiempo. Aqui la indeterminacion se manifiesta tanto en los diferentes componentes como en el resultado, la deformacion afecta tanto a la suma como a los sumandos.

Y de sumandos hay una cantidad infinita.

La sensacion de duracion de la batalla esta en conjunto tan profundamente deformada que se manifiesta con una total indeterminacion, desconectada tanto de la duracion como de la brevedad.

En el caos donde se confunde la luz cegadora y la oscuridad ciega, los gritos, el estruendo de las explosiones, el crepitar de las metralletas; en el caos que hace anicos la percepcion del tiempo Krimov tuvo una intuicion de una nitidez asombrosa: los alemanes habian sido arrollados, los alemanes estaban vencidos. Lo comprendio el, lo comprendieron los secretarios y los agentes de enlace que disparaban junto a el, por una sutil percepcion interna.

12

Paso la noche. Entre la maleza quemada yacian los cuerpos de los caidos. Sin alegria, lugubremente, el agua jadeaba en la orilla. La melancolia se aduenaba del corazon ante la vision de la tierra devastada, los esqueletos de las casas quemadas.

Daba inicio un nuevo dia, y la guerra estaba dispuesta a llenarlo con abundancia -hasta el limite- de humo, cascajos, hierro, vendas sucias ensangrentadas. Y los dias anteriores habian sido parecidos. Y no quedaba nada en el mundo salvo aquella tierra lacerada por el hierro, salvo aquel cielo en llamas.

Krimov, sentado sobre una caja, con la cabeza apoyada contra la pared de piedra del tunel, dormitaba.

Oia las voces confusas de sus colegas, el tintineo de las tazas: el comisario y el jefe del Estado Mayor intercambiaban palabras sonolientas mientras tomaban el te. Decian que el prisionero capturado era un zapador; su batallon habia sido transportado via aerea desde Magdeburgo unos dias antes. En el cerebro de Krimov aparecio la imagen de un libro escolar: dos recuas de caballos de tiro, empujadas por unos palafreneros con gorros puntiagudos, se esforzaban por separar dos hemisferios encajados [9]. Y el sintio aflorar de nuevo el sentimiento de tedio que le suscitaba en la infancia aquella imagen.

– Bien -dijo Belski-, eso significa que han comenzado a recurrir a las reservas.

– Si, definitivamente va bien -dijo Vavilov-; el Estado Mayor de la division inicia el contraataque.

Llegados a este punto, Krimov oyo canturrear a Rodimtsev con tono precavido:

– Amigo, esto no son mas que flores, esperemos a ver cuando maduren los frutos…

Por lo visto, Krimov habia consumido toda su fuerza animica durante el combate nocturno. Para ver a Rodimtsev tenia que girar la cabeza, pero no lo hizo. «Asi de vacio, probablemente, solo se puede sentir un pozo al que le han sacado toda el agua», se dijo en su fuero interno. Se adormecio de nuevo y las voces lejanas, los sonidos de los disparos y las explosiones se fundieron en un zumbido monotono.

Pero una nueva sensacion penetro en su cerebro: se vio a si mismo tumbado en una habitacion con los postigos cerrados mientras su mirada perseguia una mancha de luz sobre el papel pintado. La mancha trepa hasta la arista del espejo y se transforma en un arco iris. El corazon del muchacho de aquel entonces se estremece; el hombre de sienes plateadas y con una pesada pistola en la cintura, abre los ojos y mira alrededor.

En el centro del tunel estaba erguido un soldado con una guerrera gastada y, sobre la cabeza inclinada, un gorro con la estrella verde del frente; tocaba el violin.

Vavilov, al ver que Krimov se despertaba, se inclino hacia el.

– Es nuestro peluquero, Rubinchik, ?un gran maestro!

De vez en cuando, alguien, sin andarse con ceremonias, interrumpia su ejecucion con un chiste grosero; otro, haciendo callar al musico, preguntaba: «?Me permite que hable?», y daba su informe al jefe del Estado Mayor. Una cuchara tintineaba contra una taza de hojalata; alguien bostezo prolongadamente «a-a-a-a», y se puso a ahuecar el heno.

El peluquero, atento, procuraba no molestar con su musica a los comandantes, dispuesto a interrumpirla en cualquier momento.

Krimov se acordo en ese preciso instante de Jan Kubelik, con su cabello cano y vestido de frac negro. ?Como era posible que el famoso violinista pareciera ahora eclipsado por un mero barbero castrense? ?Por que la voz fina, tremula del violin que cantaba una cancioncita sin pretensiones, como un diminuto arroyo, expresaba en ese momento con mayor intensidad que Bach o Mozart toda la inmensa profundidad del alma humana?

De nuevo, por milesima vez, Krimov experimento el dolor de la soledad. Zhenia [10] le habia abandonado…

De nuevo, con amargura, penso que la partida de Zhenia expresaba la dinamica de toda su vida: el seguia alli, pero al mismo tiempo no estaba. Y ella se habia ido.

De nuevo penso que debia decirse a si mismo muchas cosas atroces, implacablemente crueles… No podia seguir cerrando los ojos, tener miedo…

La musica parecia haber despertado en el el sentido del tiempo.

El tiempo, ese medio transparente en el que los hombres nacen, se mueven y desaparecen sin dejar rastro. En el tiempo nacen y desaparecen ciudades enteras. Es el tiempo el que las trae y el que se las lleva.

En el se acababa de revelar una comprension del tiempo completamente diferente, particular. Esa comprension que hace decir: «Mi tiempo… no es nuestro tiempo».

El tiempo se cuela en el hombre, en el Estado, anida en ellos, y luego el tiempo se va, desaparece, mientras que el hombre, el Estado, permanecera. El Estado permanece, pero su tiempo ha pasado… Esta el hombre, pero su tiempo se ha desvanecido… ?Donde esta ese tiempo? El hombre todavia piensa, respira y llora, pero su tiempo, el

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