Bola de nieve avanzo muy despacio por debajo de las mantas, luego saco la cabeza justo debajo de la barbilla de Maddie. Su pelo fino le hizo cosquillas en el cuello.

– Miau.

– Tienes razon. ?A la mierda las reglas!

Acaricio el pelo de la gata mientras los ojos se le inundaban de lagrimas. Habia llorado tanto la noche anterior que le sorprendia que le quedara algo de agua en el cuerpo, que no estuviera deshidratada por completo y arrugada como una pasa.

Maddie se tumbo boca arriba y miro las sombras que se formaban en el techo. Podia haber vivido toda la vida siendo perfectamente feliz si nunca se hubiera enamorado. Habria sido feliz sin conocer jamas el torrente de dopamina, la angustia desgarradora y la desesperacion de haber amado y haberlo perdido. Lord Tennyson se equivocaba; era mejor no haber amado. Maddie habria preferido no haberle amado, que amar a Mick y luego perderlo.

«No estoy herido -habia dicho el-, estoy asqueado.» Podia aceptar el enfado e incluso el odio que vio en sus ojos, pero ?el asco? Eso le dolio en lo mas hondo. El hombre al que amaba, el hombre que no solo le acariciaba el cuerpo sino el corazon, estaba asqueado de ella. Saber como se sentia Mick le hacia querer acurrucarse y taparse la cabeza hasta que dejara de dolerle.

A eso de las doce empezo a dolerle la espalda, asi que cogio a la gatita y una colcha y salio de la cama. Se tumbo con Bola de nieve en el sofa y se quedo viendo la television con la mente ausente todo el dia e incluso por la noche. Hasta vio Kate y Leopold, una pelicula que odiaba porque nunca habia comprendido por que una mujer en su sano juicio saltaria de un puente por un hombre.

Sin embargo, esta vez el hecho de que no le gustara la pelicula no impidio que llorase como una Magdalena. Despues de Kate y Leopold, vio reposiciones de Meerkat Manor y Project Runway. Cuando no lloraba por Leopold, los pobres Meerkat o los abominables pantalones de rockero de Jeffrey, pensaba en Mick. En lo que habia dicho, la cara que habia puesto al decirlo y en lo que le dijo de que su padre pensaba dejar a su madre por Alice. Alice estaba en lo cierto sobre los sentimientos de Loch. ?Quien lo habria pensado? Maddie no, ni tampoco es que pensara en ello, pero dado el historial de Alice con los hombres, sobre todo con los hombres casados, y el historial de Loch con las mujeres, Maddie habia descartado esa posibilidad.

El razonamiento de Rose sobre lo que habia hecho era un caso tipico de perdida de control y de sensacion de perdida del yo. El tipico mecanismo de «si yo no puedo tenerte, nadie mas te tendra» que tanto se habia analizado, estudiado y repetido a traves de la historia.

Era muy sencillo y lo habia tenido delante de las narices todo el tiempo. Saber la verdad haria que le resultara mas facil escribir el libro, pero en el terreno personal, en realidad no cambiaba nada. Su madre seguia habiendo tomado una mala decision que habia acabado con su vida. Tres personas habian muerto y tres ninos se habian quedado desconsolados. El motivo en realidad no importaba nada.

A eso de la medianoche se quedo dormida y se desperto a la manana siguiente sintiendose peor que nunca. Jamas habia sido una quejica ni una llorona. Porque habia aprendido a una tierna edad que quejarse y llorar y sentir lastima por uno mismo no llevaba a ninguna parte. Aunque continuara sintiendose como un animal muerto en la carretera, desde el punto de vista emocional, se dio una ducha y se dirigio a su despacho. Quedarse alli tumbada sintiendose fatal no le ayudaria a acabar el trabajo. Aquel era el inconveniente de escribir libros; ella era la unica que podia hacerlo.

Tenia la cronologia colgada en la pared y ya estaba todo listo. Se sento y empezo a escribir:

A las tres de la tarde del nueve de julio, Alice Jones se puso una blusa blanca y una falda negra y se rocio de perfume barato las munecas; era el primer dia de su nuevo trabajo en Hennessy y queria causar buena impresion. Hennessy habia sido construido en 1925, durante la ley seca, y la familia habia prosperado vendiendo alcohol etilico en la trastienda…

A eso de las doce, Maddie se levanto para preparar el almuerzo, dio de comer a Bola de nieve y cogio una Coca-Cola light. Estuvo escribiendo hasta la media noche, luego cayo rendida en la cama y se desperto a la manana siguiente con Bola de nieve bajo las mantas y acurrucada bajo su barbilla.

– Esto es una mala costumbre -le dijo a su gata. Bola de nieve ronroneo, fue un sostenido parloteo amoroso, y Maddie no tuvo valor para echar a la gata de la cama.

Durante las semanas siguientes, Bola de nieve desarrollo otras malas costumbres. Insistio en dormir en el regazo de Maddie mientras ella escribia o pasearse por la mesa y jugar con los clips, boligrafos y blocs de notas adhesivas.

Maddie se mantuvo ocupada, escribiendo diez horas al dia, descansando de vez en cuando en la terraza trasera para notar el sol en la cara antes de volver al trabajo, hasta que caia rendida de cansancio en la cama. Durante aquellos momentos en los que no pensaba en su trabajo, su mente siempre volvia a Mick. Se preguntaba que estaria haciendo, a quien estaria viendo. El habia dicho que no iba a pensar en ella, y le creia. Si habia conseguido no pensar en el pasado, no pensar en ella le resultaria aun mas facil.

En las ocasiones en que su mente no estaba ocupada por el trabajo, recordaba las conversaciones que habian mantenido, la comida en Redfish y las noches que habia pasado en su cama.

Le habria gustado poder odiar a Mick, e incluso que le desagradase. De haber podido, le habria resultado mucho mas facil. Intentaba recordar todas las cosas feas y malas que habia dicho la noche en que le conto quien era ella, pero no podia odiar a Mick. Lo amaba y estaba bastante segura de que lo amaria siempre.

En el aniversario de la muerte de su madre, se pregunto si Mick estaria solo, recordando la noche que habia cambiado sus vidas, si se sentiria triste y solo igual que ella. Cuando el reloj dio un minuto despues de la medianoche, su corazon se hundio al darse cuenta de que habia estado agarrandose a la minuscula brizna de esperanza de que apareciera en su porche. Pero no aparecio y se vio obligada a aceptar otra vez que el hombre al que amaba no la correspondia.

El ultimo dia de agosto, se puso unos pantalones cortos caqui y una camiseta sin mangas y se llevo a Bola de nieve a su cita con el veterinario. Dejar a la gatita en las grandes manazas del doctor Tannasee le resultaba mas traumatico de lo que Maddie estaba dispuesta a admitir. No quiso hacer caso a la sensacion de aprehension que sintio al salir de la consulta sin la enloquecida, dentona y tramposa bola de pelo blanco y se vio obligada a afrontar un hecho impensable. De algun modo, Maddie se habia convertido en una persona amante de los gatos.

Cuando regreso, la casa le parecio intolerablemente silenciosa y vacia, y se obligo a trabajar unas cuantas horas antes de salir a la terraza para hacer una pausa al aire libre y tomar el sol. Se sento en un sillon Adirondack y oriento la cabeza hacia el sol. Los vecinos de al lado, los Allegrezza, estaban en su terraza, riendo, hablando y preparando una barbacoa.

– Maddie, ven a ver a las gemelas -le grito Lisa.

Maddie se levanto e hizo inventario rapidamente, pero no vio ni rastro de un Hennessy. Las chancletas negras le azotaban los pies mientras cruzaba la corta distancia que le separaba de la casa de los vecinos.

Envueltas como burritos, las dos en el mismo cochecito de bebes, a la sombra de un gran pino ponderosa, Isabel y Lilly Allegrezza dormian, ajenas al barullo que las rodeaba. Las ninas tenian el cabello negro brillante, como su padre, y las caras mas delicadas que Maddie habia visto en su vida.

– ?A que parecen munequitas de porcelana? -pregunto Lisa.

Maddie asintio.

– Son tan pequeninas…

– Ahora las dos pesan algo mas de dos kilos trescientos -dijo Delaney-. Son prematuras, pero gozan de perfecta salud. Si hubiera habido la mas minima duda, Nick las habria traido a casa en una burbuja esterilizada. -Miro a su marido, que se estaba ocupando de la parrilla junto con Louie. Bajo la voz y anadio-: Compra todos los chismes habidos y por haber. El libro sobre bebes que he comprado llama a esto «hacer el nido».

Lisa se echo a reir.

– ?Quien iba a pensar que se pondria a hacer el nido?

– ?Estais hablando de mi? -pregunto Nick a su esposa.

Delaney miro hacia la parrilla y sonrio.

– Solo les estaba diciendo lo mucho que te quiero.

– Aja.

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