Bruce Fish, que jugaba de extremo, se alzo sobre el asiento y recupero su fotografia. La luz se reflejaba en su calva, pero una espesa barba le cubria la cara.

– Yo era calvo a los cinco anos, y era muy guapo.

Jane se las ingenio para no evidenciar reaccion alguna. Bruce Fish podia ser muy bueno controlando el disco, pero no era un hombre atractivo.

– ?Tienes hijos? -le pregunto a Jane.

– No, nunca he estado casada -respondio ella, por lo que la conversacion derivo hacia que jugadores de los Chinooks estaban casados y cuales no y quienes tenian hijos. No era lo que se dice una conversacion estimulante, pero alivio su preocupacion respecto a que los jugadores la dejasen de lado.

Le devolvio a Rob su fotografia y decidio ponerse manos a la obra. Queria sorprenderles con su investigacion, o como minimo demostrarles que sabia hacer su trabajo.

– Dada la edad y la carencia de jugadores cedidos, los Coyotes estan jugando mejor de lo que se esperaba este ano -dijo, recitando lo que acababa de leer-. ?Que os preocupa especialmente del partido del miercoles?

Ambos la miraron como si hubiese hablado en una lengua incomprensible para ellos. Latin, tal vez. Bruce Fish se volvio y desaparecio tras el respaldo de asiento. Rob guardo la fotografia en su billetera.

– Aqui llega el desayuno -dijo poniendose en pie.

Martillo se marcho, dejandole bien claro que si bien era lo suficientemente buena como para hablar de periodismo y bebes, no lo era para hablar de hockey. Y a medida que el vuelo proseguia, se le hizo mas evidente que los jugadores harian caso omiso de ella. A excepcion de la breve charla con Bruce y Rob, nadie le dirigio la palabra. Daba igual; no podrian eternamente. Tendrian que permitirle entrar en el vestuario y responder a sus preguntas. Acabarian hablando con ella, si no querian enfrentarse a una acusacion de discriminacion.

No quiso el bollo ni el zumo de naranja. Alzo el brazo rigido entre los asientos, se desplazo hacia el asiento junto al pasillo, extendio sus articulos y los libros, y despues se quito la chaqueta gris de lana. Se centro en intentar memorizar las infracciones, cuando se senalaba penalti y debido a que tipo de falta, y las siempre confusas indicaciones arbitrales. Saco un bloc de notas adhesivas de su maletin, apunto toda una serie de detalles y pego las notas dentro del libro.

Hacer avanzar su trabajo y su vida mediante notas adhesivas no era la manera mas eficiente de conseguir que las cosas funcionasen, pero habia probado con metodos mas organizados, un programa para su ordenador portatil, por ejemplo, y habia acabado tomando notas para saber que era lo que tenia que escribir en el. Se compro una agenda, que utilizaba habitualmente, pero en las paginas de cada dia solo habia notas adhesivas.

El ano anterior se habia comprado un ordenador de bolsillo, pero no acababa de acostumbrarse. Sin sus notas adhesivas, habia sentido algo similar a un ataque de ansiedad, lo que la llevo a venderle aquel aparato a un amigo.

Apunto los terminos del juego que le resultaban desconocidos, pego las notas en el libro y a continuacion miro hacia la fila de Luc. Las manos de este descansaban a los lados de un vaso de zumo de naranja que habia sobre la bandeja. Procedio a abrir con sus largos dedos una bolsita de aperitivos.

Alguien pronuncio su nombre y Luc se volvio. Su mirada se poso en algun punto detras de Jane, y rio debido a un chiste que ella no capto. Su dentadura era blanca y regular, y su sonrisa podia hacer que una mujer pensara en muchisimos pecados. Despues la miro y Jane se olvido de aquella dentadura. Con ojos inexpresivos, el prosiguio su escrutinio descendiendo por su cara y su cuello hasta la mitad de su blusa blanca. Por alguna inquietante razon, Jane dejo de respirar mientras el fijaba la mirada en aquel punto. El instante se hizo eterno, extendiendose entre ellos hasta que el entrecejo de Luc se convirtio en una linea recta. Entonces, sin alzar la vista, volvio a mirar al frente. Jane solto el aire. De nuevo tuvo la sensacion de que habia sido juzgada y declarada culpable por Luc Martineau.

En el momento en el que el avion toco tierra, la temperatura en Phoenix era de 23 grados y brillaba el sol. Los jugadores de hockey se anudaron las corbatas, se pusieron las americanas, y salieron en direccion al autocar. Luc espero a que Jane Alcott pasara por su lado para levantarse y salir al pasillo. Mientras se ponia su americana de Hugo Boss, la estudio.

Llevaba la chaqueta de lana colgando del mismo brazo en el que portaba un gran maletin lleno de libros y periodicos. Tenia el cabello recogido en una tensa cola de caballo que le rozaba los hombros al caminar. Era muy baja (apenas si le llegaba a la barbilla) y, a traves del olor a colonia y locion para despues del afeitado, percibio cierto perfume floral.

De pronto el maletin choco contra el respaldo de un asiento y Jane dio un traspie. Luc la cogio del brazo para evitar que cayese, pero el maletin se abrio y los periodicos y los libros fueron a dar al suelo. El la solto y se arrodillo a su lado en el estrecho pasillo, recogio el libro sobre las reglas oficiales de la NHL y «Hockey para principiantes».

– No sabes mucho de hockey, ?no es asi? -dijo al pasarle los libros. Las puntas de sus dedos se rozaron y ella lo miro.

La cara de Jane se encontraba a escasos centimetros de la suya, por lo que pudo estudiarla con detenimiento. Tenia un cutis perfecto y un leve rubor tenia sus suaves mejillas. Sus ojos eran del color de la hierba en verano, y pudo apreciar las finas lineas de las lentillas en los extremos de sus iris. Si no se tratase de una periodista y en su primer encuentro no le hubiese preguntado si habia dejado las drogas definitivamente, quizas hubiese pensado que no era del todo fea. Incluso quizas hubiese llegado a pensar que no estaba mal. Quiza.

– Se lo suficiente -respondio mientras apartaba su mano y metia los libros en el bolsillo delantero del maletin.

– No me cabe la menor duda. -Luc despego una de las notas de la rodillera de su pantalon. En ella podia leerse: «?Que demonios es marcaje al hombre?» La agarro por la muneca y le dejo la nota en la palma de la mano-. Parece como si realmente lo supieses todo.

Se pusieron en pie y el le cogio el maletin.

– Puedo con el -protesto Jane al tiempo que se metia la nota en el bolsillo de los pantalones.

– Deja que te lo lleve.

– Si estas intentando ser amable, debes saber que ya es tarde.

– No quiero ser amable. Lo que quiero es salir de aqui antes de que se vaya el autocar.

– Oh. -Ella abrio la boca para decir algo mas, pero la cerro al instante.

Recorrieron el pasillo, Jane con una energia que revelaba su agitacion. Una vez dentro del autocar, se sento junto al director deportivo. Luc dejo el maletin sobre su regazo y se fue a la parte de atras. Rob Sutter se acerco a Luc cuando este se hubo sentado.

– Oye, Lucky -dijo Rob-, ?no te parece mona?

Luc recorrio las hileras de asientos con la mirada hasta ver la cabeza de Jane y los mechones sueltos de su cola de caballo. No era fea, pero distaba de ser su tipo. Le atraian las mujeres estilo Barbie, con piernas largas y pecho abundante, larga melena y los labios pintados de rojo. Mujeres a las que les gustaba satisfacer a los hombres y no esperaban mas que su propia satisfaccion. Sabia lo que se decia de el, pero no le importaba demasiado. Jane tenia una bonita piel y su pelo estaria mejor si no lo estirase de aquel modo, pero sus pechos eran pequenos.

La imagen de la blusa blanca de Jane cruzo su mente. Se habia vuelto para responder a algo que le habia preguntado Vlad Fetisov y, por primera vez desde el despegue, se percato de su presencia. Se fijo entonces en los dos puntos que se marcaban en su blusa de seda. Por un instante se pregunto si tendria frio o estaria excitada.

– No especialmente -le respondio a Rob.

– ?Crees que es verdad eso de que se acosto con Duffy para conseguir el trabajo?

– ?Es eso lo que dicen los chicos?

– Con el y con su amigo del Seattle Times.

La idea de una mujer joven como Jane montandoselo con dos viejos verdes para conseguir un trabajo le revolvio el estomago. No entendia por que le molestaba algo asi, y con un encogimiento de hombros aparto de su mente a Jane y cualquier pensamiento acerca de con quien podria o no haberse acostado ella.

Estaba esperando una importante llamada de su representante, Howie. Howie vivia en Los Angeles y tenia a sus tres hijos internados en una escuela al sur de California. Cuanto mas pensaba en ello, mas convencido estaba Luc de que un internado en California era la solucion perfecta para Marie, que habia vivido en el sur de ese estado

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