durante la mayor parte de su vida. Para ella seria como volver al hogar. Estaria contenta y el recuperaria su vida de antes. Todos saldrian ganando.

Los Chinooks se registraron en el hotel a las once de la manana, comieron algo y a las dos ya estaban en la pista de hielo del America West Arena para entrenar. El equipo llevaba dos semanas sin perder un solo partido, y Luc ya habia detenido cinco penaltis en lo que iba de temporada. El equipo no habia constituido una autentica amenaza para sus rivales desde la retirada de su antiguo capitan, John Kowalsky. Ese ano la cosa era diferente: estaban en plena forma.

A las cuatro, los Chinooks estaban de regreso en el hotel. Luc subio en el ascensor a su habitacion y llamo por telefono a una amiga. Dos horas despues, salio del ascensor en la planta baja dispuesto a disfrutar de la vida mientras pudiese hacerlo.

Conocio a Jenny Davis en un vuelo de la United a Denver. Ella le sirvio un vaso de soda con lima y una bolsita de cacahuetes en la que habia apuntado su nombre y su numero de telefono. De eso hacia tres anos, y siempre se veian cuando el estaba en Phoenix o ella pasaba por Seattle. La situacion resultaba satisfactoria para ambos. El la satisfacia. Ella lo satisfacia a el.

Esa noche se encontro con Jenny en el vestibulo del hotel y fueron juntos a Durant's. Alli Luc tomo su habitual cena antes de los partidos: chuleta de cordero, ensalada Cesar y arroz salvaje.

Despues de cenar, Jenny lo llevo a su casa, en Scottsdale, donde le ofrecio su postre especial. Le condujo de vuelta al hotel a la hora del toque de queda. A Luc le encantaba su vida cuando estaba de viaje. Ya en el hotel, se sentia totalmente calmado, relajado, listo para enfrentarse a los Coyotes la noche siguiente.

Charlo durante un rato con sus companeros en el bar del hotel, despues de lo cual se fue a su habitacion. Estaba un tanto preocupado por su rodilla derecha, por lo que cogio la cubitera que habia encima del televisor y recorrio el pasillo hasta la maquina de hielo. Apenas se habia dado la vuelta para regresar a la habitacion cuando vio a Jane Alcott introduciendo unas monedas en la maquina de chocolatinas. Llevaba el cabello recogido en lo alto de la cabeza, con unos cuantos mechones sueltos. Dio un paso hacia delante y apreto el boton elegido; una bolsa de M &M's cayo en la cesta metalica de la maquina.

Se encamino hacia su habitacion y entonces pudo apreciar el trasero redondo de Jane, con dos vaquitas estampadas. De hecho, habia vaquitas por todo su pijama azul. Era de una sola pieza. Se volvio y Luc tuvo que enfrentarse a un horror superior al que implicaban las vaquitas del pijama: lucia unas gafas de montura negra. Las gafas eran pequenas y cuadradas, y se suponia que le daban cierto aire de feminista militante. Eran verdaderamente desagradables.

Al verlo, Jane abrio los ojos como platos y se quedo sin aliento.

– Creia que a estas horas ya estabais en la cama -dijo.

Luc no imaginaba que una mujer pudiese parecer tan poco sexy.

– ?Que es esto? -pregunto el apuntando con la cubitera hacia ella-. ?Te has prometido a ti misma hacer todo lo posible para no volver a acostarte con nadie en la vida?

Ella fruncio el entrecejo.

– Tal vez te sorprenda, pero estoy aqui para trabajar, no para irme a la cama con el primero que se cruce en mi camino.

– Vale, vale. -Luc recordo su conversacion con Sutter y se pregunto si se habria acostado con el viejo Virgil Duffy para conseguir el trabajo. Habia oido historias relativas a la debilidad de Virgil por mujeres lo bastante jovenes para ser sus nietas. De hecho, cuando Luc se traslado a Seattle, Sutter le dijo que en 1998 Virgil habia estado a punto de casarse con una jovencita, pero que esta habia recobrado la cordura en el ultimo momento y lo dejo plantado en el altar. Luc no solia tomar en consideracion los chismes y no sabia cuanto de cierto habia en aquella historia. Simplemente, no podia imaginarse a Virgil en el papel de cazachicas-. Dudo mucho que encontrases algo de accion con esa pinta.

Jane abrio la bolsa de los dulces.

– Al parecer, tu no tienes problemas para encontrar accion, Lucky. -A Luc no le gusto el modo en que pronuncio «Lucky», pero no le pidio explicaciones. Ella se las dio de todos modos-. Te vi marcharte con la rubia. Por lo que pude ver, yo diria que es azafata. Tenia ese aire de ven-a-volar-conmigo.

Luc siguio camino de la maquina de hielo e hizo el gesto de quitarse el sombrero.

– Es prima segunda mia.

Jane no dio la impresion de creerle, pero a el no le importo lo mas minimo. Ella se creeria lo que le diese la gana y escribiria aquello que sirviera para vender mas periodicos.

– ?Para que quieres el hielo? ?Te preocupan las rodillas?

Era demasiado lista.

– No.

– ?Quien es Gump Worsley? -pregunto Jane.

Gump era una leyenda del hockey, pues habia jugado mas partidos que nadie como portero. Luc admiraba sus estadisticas y su dedicacion. Anos atras, Luc habia escogido el numero de Gump como amuleto de la suerte. No se trataba de un gran secreto.

– ?Has estado leyendo sobre mi otra vez? -pregunto mientras metia el hielo en la cubitera-. Me siento muy halagado -anadio, pero no se esforzo porque sus palabras sonasen convincentes.

– No hay por que. Es mi trabajo. -Jane se metio un M &M's en la boca, y al ver que Luc no decia nada, insistio-: ?No vas a responder a mi pregunta?

– No.

Ella no iba a tardar en entender que ninguno de los muchachos se iba a mostrar cooperativo. Lo habian hablado y habian trazado un plan para confundirla y sacarla de sus casillas. Tal vez de ese modo regresase a casa. Fuera del vestuario, le ensenarian fotografias de sus hijos y hablarian de cualquier cosa excepto de lo que ella deseaba fervientemente hablar: el hockey. Dentro del vestuario, colaborarian lo justo para no ser acusados de discriminacion sexual, pero eso seria todo. Luc no creia demasiado en la eficacia del plan. Estaba convencido de que le sacaria de sus casillas, pero eso no la llevaria a volver a casa. No, despues de hablar con ella durante unos cuantos minutos, se dijo que pocas cosas podrian noquear a la senorita Alcott.

– Sin embargo, te dire algo. -Luc se aparto de la maquina de hielo y susurro a su oido cuando paso por su lado-: Sigue buscando, porque la historia de Gump es muy interesante.

– Buscar tambien forma parte de mi trabajo, pero no te preocupes. No estoy interesada en tus pequenos secretos sucios -dijo a su espalda.

Luc ya no tenia secretos sucios que guardar. Aunque habia ciertos detalles de su vida personal que preferia que no apareciesen en los periodicos; por ejemplo, que tenia diferentes «amigas» en ciudades, aunque semejante informacion no daria para grandes titulares. A la mayoria de la gente la traeria sin cuidado. No estaba casado, y aquellas mujeres tampoco lo estaban.

Entro en su habitacion y cerro la puerta. Solo habia un secreto que no queria que nadie conociese. Un secreto que le hacia despertarse a media noche banado en sudor frio.

En cada nuevo partido, jugaba con la posibilidad de que un buen disparo lo dejase cojo de por vida, y lo que era aun peor, acabase con su carrera.

Luc vertio los cubitos de hielo sobre una toalla de mano y se quito los pantalones cortos. Se rasco el vientre, despues se sento en la cama con la rodilla sobre la almohada y coloco el hielo alrededor de aquella.

Lo unico que habia deseado en su vida era jugar al hockey y ganar la Stanley Cup. Vivia y respiraba para conseguirlo, eso era todo lo que sabia. Al contrario que algunos chicos, que eran escogidos por los equipos profesionales al acabar la universidad, el habia sido seleccionado para jugar en la NHL a los diecinueve anos, con un brillante futuro por delante.

Por un tiempo, sin embargo, su futuro se torcio. Cayo en un circulo vicioso de dolor y adiccion. De recuperacion y trabajo duro. Y finalmente habia surgido la posibilidad de ver cumplidos sus suenos. Pero el trofeo Conn Smythe que habia conseguido el ano anterior al de su lesion habia quedado atras, y el no estaba seguro de seguir disponiendo de lo que se requeria. Algunos -incluidos varios directivos de los Chinooks- se preguntaban si no habrian pagado demasiado por su portero titular, si Luc estaria en condiciones de reanudar su prometedora carrera.

Como quiera que fuese, y sin importar el dolor que sintiera jugando, estaba dispuesto a dejarse la piel para que nada se interpusiese entre el y la conquista del campeonato.

Estaba al cien por cien. Leia los partidos, paraba todo lo que le echasen. Se encontraba en un buen momento,

Вы читаете Jane Juega Y Gana
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×