lo que Ernie creia, John pensaba con la cabeza, no con el pene. Su conciencia escogio ese momento, mientras se llevaba la cerveza a los labios otra vez, para recordarle su estupido matrimonio con DeeDee.

Lentamente bajo la botella y volvio la mirada hacia Georgeanne. Nunca habria hecho una cosa tan estupida como casarse con una mujer que conocia desde hacia solo unas horas si no hubiera estado borracho, no importaba lo estupendo que fuera su cuerpo. Y el de DeeDee era un cuerpo de infarto.

Un oscuro ceno sustituyo su sonrisa. Sus ojos siguieron a Georgeanne mientras jugaba con las olas, luego maldijo entre dientes, fue a la cocina y vertio el resto de la cerveza en el fregadero.

Lo ultimo que necesitaba era despertarse por la manana con un gran dolor de cabeza y casado con la novia de Virgil.

Capitulo 3

Georgeanne respingaba cada vez que una fria ola le subia por los muslos. Le temblaba el cuerpo, pero a pesar del frio clavo los pies en la arena y se agarro con fuerza a una gran roca con forma de barra de pan. Inclinandose ligeramente hacia adelante, planto la mano en la piedra dentada. Durante varios minutos miro fascinada una enorme estrella de mar purpura y naranja posada en la roca. Despues, como si fuera una mujer leyendo Braille, paso los dedos con suavidad sobre las lineas de la dura y rugosa superficie. El solitario de cinco quilates que llevaba en la mano izquierda atrapo el sol del atardecer, proyectando pequenos destellos azules y rojos.

El resonar del oleaje en sus oidos y el paisaje que se extendia ante sus ojos contribuyeron a vaciar su mente de todo, menos del simple placer que experimentaba al estar ante el oceano Pacifico por primera vez.

Mientras bajaba a la playa, los oscuros pensamientos que le rondaban la mente amenazaron con abrumarla. El desamparo que sentia, el desastre del dia de su boda y tener que depender de un hombre como John, que parecia no poseer ni un gramo de compasion, le pesaban como una losa sobre los hombros. Lo unico que era peor que sus problemas de dinero, John y Virgil era el sentimiento de que estaba absolutamente sola en un mundo donde nada le era familiar. Habia crecido rodeada de arboles y montanas donde todo era muy verde. Las texturas eran diferentes en este lugar, la arena era mas gruesa, el agua mas fria y el viento mas rudo.

Mientras miraba fijamente el oceano, sintiendose como la unica persona viva de la tierra, trato de olvidar el panico que crecia en su interior, pero ya habia perdido la batalla. Como un apagon en un rascacielos, Georgeanne sintio y oyo el familiar chasquido de su mente al quedarse en blanco. Le sucedia, desde que podia recordar, siempre que se sentia abrumada. Odiaba que ocurriera, pero no podia evitarlo. Los acontecimientos del dia finalmente la habian alcanzado y estaba tan sobrecargada que le llevo mas tiempo del usual recuperarse. Cuando lo hizo, cerro los ojos y respiro profundamente, luego aparto de su mente los molestos pensamientos del dia.

Georgeanne era habil en aclararse la mente y reenfocar la atencion en otras cosas. Tenia anos de practica. Anos de aprendizaje frente a un mundo que bailaba al son de un ritmo diferente al suyo; un ritmo que no siempre conocia o entendia, pero que habia aprendido a simular. Desde los nueve anos, habia trabajado muy duro para que pareciera que estaba en perfecta sintonia con los demas.

Desde esa tarde hacia doce anos cuando su abuela le habia dicho que tenia una disfuncion del cerebro, habia tratado de ocultar su incapacidad al mundo. La matricularon en una escuela para senoritas donde aprendio modales y cocina, pero nunca llego a ser una estudiante brillante. Entendia composiciones de diseno y podia hacer arreglos florales con los ojos cerrados, pero no podia leer mas alla del nivel de cuarto grado. Ocultaba sus problemas detras del encanto y los coqueteos, detras de su voluptuoso cuerpo y su bello rostro. Aunque ahora sabia que era dislexica, seguia ocultandolo. Habia sentido un inmenso alivio al descubrirlo, pero todavia le daba verguenza pedir ayuda.

Una ola le golpeo en los muslos y le empapo la parte baja de los pantalones cortos. Afianzo mas los pies, enterrando los dedos profundamente en la arena. En la lista de prioridades de Georgeanne, entre su proposito de ayudar a todas las personas en su misma situacion y el de ser una buena anfitriona, se encontraba su principal objetivo: el de parecer como cualquier otra persona. Por ello, trataba de aprender y acordarse de dos nuevas palabras cada semana. Alquilaba peliculas de adaptaciones de literatura clasica, y se habia comprado el video de la que ella consideraba la mejor pelicula de todos los tiempos, Lo que el viento se llevo. Tambien tenia el libro, pero nunca lo habia leido. Tantas paginas y palabras eran demasiado para ella.

Movio la mano hacia una anemona de mar color verde limon, acariciando ligeramente la superficie. Los pegajosos tentaculos se cerraron alrededor de sus dedos. Alarmada, salto hacia atras. Otra ola le golpeo los muslos, se le doblaron las rodillas y se debatio entre el espumoso oleaje. Al romper la siguiente ola la arranco de la roca, llevandosela consigo. Sintio el golpe helado del oceano en el pecho y se quedo sin respiracion. Se le lleno la boca de agua salada y arena mientras pateaba y manoteaba para volver a la superficie. Un viscoso trozo de alga se adhirio alrededor de su cuello y otra ola aun mayor la atrapo desde atras y la propulso hacia la playa como si fuera un torpedo. Cuando finalmente se detuvo, la ola ya regresaba para encontrarse con la siguiente. Apoyandose sobre una mano se dio impulso con los pies para gatear hacia la orilla. Cuando alcanzo la seguridad de la arena seca, se dejo caer sobre las manos y las rodillas y tomo varias boqueadas de aire. Escupio arena y agarrando el alga del cuello la echo a un lado. Comenzaron a castanearle los dientes y al pensar en todo el plancton que se habria tragado, su estomago expulso el agua con tanta fuerza como el Pacifico que tenia a las espaldas. Notaba que la arena se le habia metido por todas partes y cuando miro hacia la casa de John, rezo para que su contratiempo hubiera pasado desapercibido.

No tuvo suerte. Con las gafas de sol ocultandole los ojos y las chanclas hundiendose sobre la arena, John caminaba despacio hacia ella tan guapo como para lamerlo de arriba abajo. Georgeanne quiso volver sobre sus pasos y sumergirse en el oceano.

Por encima del sonido del oleaje y las gaviotas llego a sus oidos la risa rica y profunda de John. En ese instante ella se olvido del frio, la arena y el alga marina. Se olvido de lo guapo que era y de las ganas que habia sentido de morir. Una furia candente le atraveso las venas y la inflamo como un soplete. Habia trabajado toda su vida para evitar el ridiculo y no habia nada que odiara mas que el que se burlaran de ella.

– Eso ha sido lo mas divertido que he visto en mucho tiempo -dijo el con un destello de dientes blancos.

La colera retumbo en los oidos de Georgeanne, bloqueando incluso el sonido del oceano. Cerro los punos, y cogio un punado de arena mojada.

– Demonios, deberias haberte visto -dijo John, sacudiendo la cabeza. La brisa le agitaba el pelo oscuro sobre las orejas y la frente mientras se reia a carcajadas.

Apoyandose sobre las rodillas Georgeanne le tiro un punado de barro arenoso, dandole de lleno en el pecho para su total satisfaccion. Puede que no tuviera una buena coordinacion o que no fuera ligera de pies, pero siempre habia sido una estupenda tiradora.

John dejo de reirse al instante.

– ?Que diablos…? -maldijo, mirandose la camiseta. Cuando levanto la sorprendida mirada hacia Georgeanne, esta aprovecho y le dio en la frente. El pegote de arena golpeo sus Ray-Ban torciendolas antes de que la arena cayese a sus pies. Por encima de la parte superior de la montura volvio los ojos azules hacia ella prometiendo venganza.

Georgeanne sonrio y alcanzo otro punado. No le importaba que pudiera hacerle John.

– ?Por que no estas riendote ahora, deportista estupido?

Se quito las gafas y la apunto con ellas.

– Yo no tiraria eso.

Ella se levanto y con un energico movimiento de cabeza se aparto un mechon de pelo empapado de la cara.

– ?Te da miedo ensuciarte? -El arqueo una de sus cejas oscuras, pero por lo demas no se movio-. ?Y que piensas hacer al respecto? -le bufo al hombre que de repente representaba cada injusticia y cada insulto que le habian infligido en la vida-. Machote.

John sonrio. Despues, antes de que Georgeanne pudiera siquiera emitir un grito, el se movio como el atleta que era y empujo el cuerpo de ella al suelo. El punado de arena que agarraba en la mano volo por todas partes. Atontada, ella parpadeo y escruto la cara que estaba solo a unos centimetros de la de ella.

– ?Que cono te pasa? -pregunto, sonando mas incredulo que enojado. Un mechon oscuro le cayo sobre la

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