Alguien llamo a la puerta y a Zara se le acelero el corazon. Lo primero que penso era que se trataba de Rafe. Como el guardaespaldas de Sabrina las habia acompanado en sus compras, no habia visto a Rafe en todo el dia.

Abrio la puerta y estuvo a punto de caerse cuando lo vio. Rafe estaba en el pasillo, vestido de traje y mas apetecible que un postre de chocolate.

– Hola, Zara. Yo…

El interrumpio la frase para mirarla. Sin pensarlo. Zara dio un paso atras. Rafe la siguio y le pidio que diera una vuelta para que pudiera verla bien. Ella giro lentamente y movio la cabeza para subrayar su nuevo peinado. La ausencia de gafas y el maquillaje mas intenso le realzaba los ojos. Rafe la miraba con fascinacion y eso la hacia sentirse sensual.

– Impresionante -afirmo el, con un silbido suave-. Eres una autentica princesa. La ultima vez que un hombre intento hacerte un cumplido, te pusiste furiosa. ?Me mataras si te digo que estas preciosa?

Ella solto una carcajada, recordando como habia reaccionado al supuesto piropo de Byron.

– No, se que lo piensas de verdad.

– Asi es.

Acto seguido, Rafe dio un paso hacia ella.

– ?Como te van las cosas? -pregunto el.

– No se. Todo es tan extrano. Me siento como en medio de un tornado.

– Trata de pensar que todo ira bien.

– Ojala tengas razon.

– ?Es que acaso no la tengo siempre?

– A veces, parece que si -admitio ella, con una carcajada.

– ?Que vas a hacer esta noche? He visto a Sabrina en el vestibulo y me ha dicho que ya habia terminado contigo por hoy.

– Me quedare aqui. Tengo un monton de cosas que leer antes de la conferencia de prensa de manana.

– ?Quieres un poco de compania antes de ponerte a trabajar? Podriamos pedir que nos trajeran la cena…

A Zara le encanto la idea. Necesitaba pasar un par de horas tranquila.

– Me parece genial -susurro.

– Los deseos de la princesa Zara son ordenes – dijo el, con fingida solemnidad-. Estoy a su servicio, Alteza.

A ella le ha habria encantado que fuera cierto y que con solo pedirlo, el se convenciera de que cometia un error al negarse a acostarse con ella. Pero mientras el mundo empezaba a verla como la princesa Zara de Bahania, ella sabia que en el fondo seguia siendo Zara Paxton, una virgen desafortunada en el amor, y que hombres como Rafe estaban fuera de su alcance. Pero al menos podia sonar.

A la manana siguiente, Zara trato de que los flashes de los fotografos no la cegaran.

– Princesa Zara, ?le gusta Bahania?

– Princesa Zara, ?el rey le ha dado una fortuna?

– ?Hay alguien especial en su vida?

– ?Donde crecio?

Cerca de treinta periodistas gritaban preguntas y ella hacia lo imposible por mantener la compostura. Sabrina le habia advertido que la primera conferencia de prensa seria la mas dificil de todas. Era una situacion inusual y los periodistas estarian ansiosos por averiguar cuanto pudieran sobre su vida privada. Zara trato de olvidar que habia camaras de television por toda la sala y se situo de pie detras de un estrado. Sabrina habia sugerido que era mejor que no se sentara.

– Asi te sera mas facil escapar cuando te canses -habia bromeado su hermana-. Ademas, cuando sea hora de irte, nadie podra captar el momento en que te levantas de la silla y llenar las tapas de las revistas contigo en una pose incomoda y ridicula.

El rey Hassan estuvo con ella durante los primeros veinte minutos y conto como Zara habia llegado a su vida y lo feliz que estaba de tenerla con el. Desafortunadamente, se habia tenido que ir a un almuerzo con el embajador de Espana y la habia dejado a merced de la prensa.

Eran tantas las preguntas que Zara no sabia cual contestar primero. Al final, se decidio por la mas facil.

– Me gusta mucho Bahania -dijo, con voz clara.

Sabrina le habia dicho que respirara hondo para proyectar la voz y que evitara hablar mas alto de lo normal.

– El paisaje es precioso y la gente ha sido muy amable conmigo.

Aunque no habia conocido a todo el pueblo, todos parecian muy agradables.

– ?Que piensa del rey? -pregunto uno de los periodistas.

– ?Conoce a los principes? -lanzo otro.

– ?El rey va a buscarle marido?

– De momento, estoy tratando de conocer a mi nueva familia -respondio Zara-. Los principes me han dado la bienvenida y la princesa Sabrina me esta ayudando en la transicion. De no ser por sus consejos, habria salido corriendo aterrorizada al verlos esperandome con tantas camaras.

Varias personas rieron y eso la ayudo a relajarse un poco. Aun asi, habria hecho cualquier cosa con tal de no enfrentarse a esa multitud.

Respondio preguntas durante diez minutos mas antes de retroceder para mirar a Rafe. El adivino sus intenciones y se acerco a ella a toda prisa. La tomo del brazo, la saco de la sala de prensa y la acompano de vuelta al sector privado del palacio.

– Ha sido horrible -dijo Zara, temblando y caminando con dificultad.

– Lo has hecho muy bien.

– Me sentia una idiota. No entiendo por que querian tomarme tantas fotografias y algunas de las preguntas me han parecido muy personales.

Rafe no dijo nada. Ella lo miro de reojo y vio que se le habia tensado la mandibula.

– Piensas que estoy protestando sin motivo – murmuro Zara-. A fin de cuentas, queria encontrar a mi padre y lo he hecho. Este es el precio de esa relacion.

Rafe fruncio el ceno.

– No, estaba pensando sobre esos chacales hambrientos por una primicia y en lo diferente que va a ser tu vida de aqui en adelante. Crees que te sera facil volver a tu antigua vida, pero te equivocas. Nada volvera a ser como antes.

Aquellas palabras no la hacian sentir mejor. Mientras agradecia que se preocupara tanto por ella, tenia la desagradable sensacion de que estaba diciendo la verdad acerca de todos los cambios que tendria que soportar. Y, en particular, sobre la imposibilidad de regresar a su vieja vida, aunque preferia no pensar en eso.

– Extrano a Cleo -dijo, mientras caminaban hacia su habitacion-. Desearia que estuviera en Bahania.

Rafe no contesto y a Zara no le sorprendio su silencio. A fin de cuentas, era su problema. Ella se lo habia buscado y no podia culpar a nadie por lo que le estaba pasando.

Zara jamas habria imaginado que posar para la portada de una revista podia suponer tanto trabajo. La sesion de fotografia habia comenzado poco despues de las ocho de la manana y ya eran casi las cuatro de la tarde. No habia pensado que cambiarse de ropa y de peinado, estar de pie, sentarse y reclinarse en distintas posiciones podria ser tan agotador. Encima, se sentia un fraude. No servia como modelo. Estaba convencida de que ni el mejor maquillador del mundo la convertiria en una belleza, que lo unico bueno que tenia para el caso era su delgadez natural y que, con total seguridad, el mundo esperaba otra cosa.

Con el rabillo del ojo vio que Rafe estaba hablando por el telefono movil. La habia acompanado a la sesion y, aunque se habia quedado en un rincon, el saber que estaba con ella la hacia sentir mejor.

Cuando el peluquero le dio los ultimos retoques a su peinado, el fotografo le indico que sonriera y Zara hizo un esfuerzo para lucir alegre y encantada con la situacion. Mientras oia los disparos de la camara, inclinaba la cabeza o levantaba la barbilla como le pedian, trataba de pensar en algo divertido y rezaba para que aquel infierno acabara pronto. Estaba hambrienta, se moria de sed y anoraba estar de regreso en Washington.

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