con tartas y bocadillos.

Zara se sirvio una taza de cafe y bebio un sorbo.

– ?Donde estamos exactamente?

– En una isla del Oceano indico. Es la finca privada del rey de El Bahar.

– El Bahar queda cerca de Bahania, ?verdad? – pregunto ella, frunciendo el ceno.

– Si. Conozco al rey Givon por mis frecuentes visitas a la Ciudad de los Ladrones. Cuando ayer dijiste que necesitabas marcharte lejos, lo llame y le pregunte si podiamos quedarnos aqui. De hecho, estamos en una de las casas pequenas. Hay un par de residencias enormes al otro lado de la isla.

– Es logico. Has sido muy inteligente al llamar al rey de El Bahar. Estoy segura de que si no hubiera estado tan alterada, habria hecho lo mismo.

Rafe la miro con desconcierto.

– ?Que?

Zara suspiro resignada y explico:

– Mi vida ha cambiado tanto que tengo un guardaespaldas que es lo bastante amigo de un monarca como para pedirle favores personales. Creo que prefiero no saber como conseguiste el helicoptero.

– Eh, tu eres la princesa, asi que no creo que tengas derecho a retarme.

– Tienes razon.

Acto seguido, Zara tomo un bocado de bizcocho y ronroneo complacida. Mientras Rafe daba cuenta de su desayuno, ella aprovecho para contemplar el agua. Le costaba hacerse a la idea de que estaba en una isla en medio del Oceano indico. Seis semanas atras habia estado calificando los examenes finales en su pequena casa de Washington. Hasta entonces, el mejor plan que tenia era ir a ver una pelicula al centro o viajar cada quince dias a Spokane para pasar un fin de semana con su hermana.

– Creo que no puedo hacerlo.

– ?Podrias ser mas especifica? -reclamo Rafe.

– Me refiero a todo esto. Adaptarme, ser feliz, vivir en Bahania.

– Perderias mucho si te marcharas.

– ?Por que mi padre no puede ser un tipo normal? -pregunto, angustiada-. Un banquero o un electricista. No se, alguien comun y corriente.

– Lo siento, pero tu padre es un rey.

El panico se apodero de ella.

– ?Cuando tenemos que regresar?

– Cuando tu lo decidas -declaro el-. He hablado con Hassan esta manana. Le gustaria que lo llamaras cuando te sientas mejor. Solo para asegurarse de que estas bien. He logrado convencerlo de que necesitas un par de dias para acostumbrarte a todo lo que esta pasando y esta dispuesto a darte tiempo para que te adaptes a la situacion.

– Gracias.

Zara tenia ganas de tomarlo de la mano. No solo como una muestra de gratitud, tambien porque Rafe se habia convertido en el sosten de su nueva y vertiginosa vida. Mientras lo tuviera cerca, sabia que estaria a salvo.

– ?Entonces podemos quedarnos un tiempo aqui?

– Creo que necesitaras al menos dos semanas para relajarte y arreglar las cosas -afirmo el.

A Zara le parecia una idea maravillosa, solo le preocupaba una cosa.

– ?Y que pasara con tu otro trabajo? ?No deberias regresar a la Ciudad de los Ladrones?

– Kardal puede hacerlo sin mi. Nos quedaremos aqui hasta que sepas que es lo que quieres hacer.

Zara se acomodo en la tumbona y bebio un sorbo de te helado. Mientras miraba al hombre que nadaba en la piscina penso que podria acostumbrarse a esa vida.

Como siempre, Rafe era un experto en todo lo que hacia y un nadador notable. La vision de su cuerpo semidesnudo moviendose con gracia en el agua era una provocacion brutal para las hormonas de la princesa.

Se suponia que ella tambien necesitaba hacer ejercicio, pero se cansaba de solo pensar que tendria que levantarse de su asiento. En la ultima semana no habia hecho mucho mas que comer, dormir, tomar el sol y dar largas caminatas con Rafe. Salvo por un pequeno grupo de sirvientes, estaban solos en la isla. Hablaba diariamente con su padre y habia llamado un par de veces a Cleo. Ademas de eso, no habia tenido ningun contacto con el mundo exterior.

– Estas muy seria, ?en que piensas? -dijo Rafe mientras salia de la piscina.

El jeque no llevaba nada mas que un banador. Tenia un cuerpo adorable y Zara penso que se moria de ganas de hacer el amor con el aunque suponia que su traje de bano de una pieza no era la prenda ideal para avivar el deseo de un hombre.

– Solo disfruto de mi vida lejos de la locura – contesto-. En cambio, tu te debes estar aburriendo.

– No. Esta es mi idea de unas vacaciones perfectas.

Acto seguido, Rafe se sento cerca de ella. Zara se enderezo y se volvio para mirarlo de frente.

– ?No estas listo para volver a trabajar con el principe Kardal?

– No estoy en un apuro -aseguro el -. ?Te preocupa lo que Kardal pueda pensar?

– No, para nada. Solo me preguntaba si solias tener tiempo libre. Da la impresion de que eres alguien que disfruta de estar ocupado.

– No me tomo muchas vacaciones, pero cuando lo hago, suelo pasar un mes en lugares como este -dijo y echo un vistazo a su alrededor-. Bueno, no exactamente como este.

– Se a que te refieres.

– Cuando me mude, buscare alguna isla apartada y descansare un tiempo.

Zara fruncio el ceno.

– ?Que quieres decir con eso? ?Por que te mudarias?

– Siempre lo hago. Me gusta cambiar.

Ella no podia imaginarse en una situacion semejante porque la rutina le resultaba muy comoda.

– ?Estas buscando un trabajo lejos de la Ciudad de los Ladrones?

– Tal vez -afirmo Rafe y bebio un sorbo de te-. Llevo un par de anos alli y deberia empezar a pensar en encontrar algo nuevo.

– Pero te gusta ese lugar.

– No soy de los que buscan raices.

– De ningun tipo -replico ella, con cierta ironia-. No lo entiendo. ?Nunca has querido ninguna de las cosas normales? ?Una esposa, hijos, estabilidad? ?Por que no te has casado?

– No creo en los finales felices -declaro.

– ?Que?

El se encogio de hombros.

– No puedes crecer como yo lo hice y pensar que todo va a estar bien.

Zara recordo lo que le habia contado de su pasado. Habia quedado huerfano siendo demasiado pequeno como para seguir necesitando a sus padres, pero demasiado grande como para que lo adoptaran. Nadie le habia dado un hogar y, probablemente, no se habia sentido amado desde que sus padres habian muerto.

– ?No ha habido ninguna chica que te haya hecho desear quedarte?

– No.

Zara se estremecio. Para ella, Rafe era una fuerza estable en su vida. Sin embargo, por lo que decia estaba ansioso por irse de alli, y eso no parecia exactamente la formula de la felicidad.

Acto seguido, se puso las gafas, se incorporo y fue hasta el borde de la piscina. Se sento sobre la piedra caliente y metio los pies en el agua. Estaba dolida y no podia explicar por que. Sabia que su pena tenia que ver con Rafe y con la soledad que habia conocido, pero habia algo mas. Se entristecio al darse cuenta de que el no solo se resistia a tener una aventura con ella por el trabajo, sino porque el amor atentaba contra su forma de vida. Rechazaba la unica cosa con la que Zara habia sonado toda su vida: echar raices. No queria amor ni proyectos compartidos.

En aquel momento, Zara comprendio que se habia estado enganando al pensar que Rafe estaba interesado

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