hago. Gracias por haberme aprobado usted el prestamo. Me ha salvado la vida.

– No hay de que.

La mujer entro en el banco y el se dirigio hacia el aparcamiento. Mientras caminaba, se pregunto si a la senora Jackson le resultaria muy dificil conseguir otra financiacion cuando el banco cerrara.

Se dijo que no era su problema y se metio en el coche.

Mientras recorria la ciudad, se sorprendio fijandose en diferentes negocios que tenian sus prestamos con su banco. Algunos saldrian adelante y a otros les resultaria imposible encontrar el dinero. Ademas, estaban las casas. ?Cuantas tenian sus prestamos con el?

Se recordo una vez mas que no le importaba. Esas personas no eran nada para el. Tenia un plan y ese no era precisamente quedarse en Los Lobos. Queria destruir todo lo que su tio habia querido tanto. Tal vez entonces seria capaz de dormir por las noches.

Entro en un barrio residencial y detuvo el coche. Unas casitas pequenas de una sola planta se alineaban la calle. Los jardines estaban bien cuidados. Alli vivian familias. Nacian y crecian los ninos. Los padres cortaban el cesped los domingos por la manana.

Riley habia deseado todo aquello en una ocasion. Hacia anos, despues de que su padre se marchara, habia sonado con llevar una vida sencilla: una casa, sus padres junto a el, una madre feliz, que no llorara por la falta de dinero, cuando creia que el estaba dormido…

Habia odiado todo aquello. Su tio, que podria haberlo solucionado sin problemas, le habia dado la espalda a su unica hermana. Incluso la habia dejado morir. Riley no lo olvidaria. Nunca.

Se puso la chaqueta y salio del coche. Se acerco a la casa mas cercana y llamo a la puerta. Le abrio una mujer de poco mas de cuarenta anos.

– Buenas tardes -dijo Riley, alegremente-. Me llamo Riley Whitefield y me voy a presentar alcalde.

– Reconozco su rostro -replico la mujer con un gesto adusto en el rostro-. Si esta aqui por las elecciones, olvidelo. Antes le habria votado a usted. No me gusta ese Yardley, pero, comparado con usted, es un santo.

– ?Como dice? ?Que es lo que le ha hecho cambiar de opinion?

– Gracie Landon. En realidad no la conozco, pero he oido todas sus historias. Ella estaba loca por usted. Lo amaba con todo su corazon y usted nunca lo comprendio. Sigue sin hacerlo.

– Le aseguro que Gracie y yo nunca… -susurro, sin saber a que se referia-. Ella no esta embarazada y, si lo estuviera, me casaria con ella inmediatamente.

– Claro. Que romantico. Se casa con ella si lo descuidado de su comportamiento le fastidia la vida. ?Que nobleza! Usted no lo entiende, ?verdad? Gracie es una leyenda. Lo amo a usted con una intensidad que todos envidiamos. Sin embargo, usted jamas comprendio el regalo que ella le ofrecia. Solo creyo que era una molestia. Bien, pues se equivoca. Su amor es un don maravilloso y si usted es demasiado estupido para verlo, tambien lo es para ser alcalde.

Capitulo 19

– ?Como te ha ido? -le pregunto Zeke mas tarde cuando se reunio con Riley en la casa de este para finalizar los ultimos planes de campana.

– Interesante.

Riley se estaba tomando el segundo whisky y seguramente se tomaria un tercero mas tarde. La situacion seria mucho mas facil de soportar estando borracho.

– Define eso. ?Interesante en el sentido de bueno?

– He visitado treinta casas en las que hubiera alguien -contesto Riley-. Yo diria que en un ochenta y cinco por ciento de ellas me dijeron basicamente que no me votarian ni aunque se helara el infierno.

– Maldita sea… Es por lo de Grade, ?verdad?

– Si.

– Debes de querer matarla, ?no?

Riley sabia que, probablemente, aquella seria la reaccion mas logica. Sin embargo, no podia culparla de nada. No habia hecho nada ralo. Por supuesto, se trataba de noventa y siete millones de dolares y de la oportunidad de fastidiar a su tio, pero el desastre no era culpa de Gracie.

– ?Que es lo que te dicen? ?Que, deberias tratarla mejor?

– Que deberia casarme con ella.

– ?Y por que no lo haces?

– ?Casarme con ella?

– Para las elecciones. Mira, no es una idea tan alocada. Podrias acordar algo con ella. Un matrimonio temporal para ganar las elecciones. Ni siquiera tendrias que casarte. Serviria con que os comprometierais. Gracie es un cielo. Seguro que te dira que si.

– No puedo hacer eso -afirmo Riley, a pesar de que estaba seguro de que Gracie lo haria si se lo pidiera.

– ?Ni siquiera se lo vas a preguntar?

– No.

– ?Y por que? Es la solucion perfecta. ?Cual es el problema?

Era una pregunta muy interesante, que Riley no era capaz de responder. Se habria casado con Gracie si ella hubiera estado embarazada, pero no lo haria asi. Ni siquiera fingiria comprometerse con ella.

– No pienso hacerle eso -dijo Riley-. Dejalo. Ya se nos ocurrira otra solucion.

– No tengo ninguna otra.

– Entonces, vas a tener que encontrarmela. Por eso te pago un dineral.

– Riley, falta menos de una semana para las elecciones. No puedo arreglar esto en una semana sin utilizar a Gracie.

– Encuentra otro modo.

– Pero… -susurro Zeke. Al final, cerro la boca y asintio-. Vere lo que se me ocurre.

Habian pasado cuarenta y ocho horas y a Gracie aun le costaba comprender la verdad de la situacion.

Amaba a Riley. Fuera o no una locura, el habia conseguido que el corazon le latiera con mas fuerza, que el cuerpo le vibrara cuando se besaban y que ella viera chispas. Se podia imaginar a su lado para siempre, envejeciendo con el, teniendo hijos con el. Lo unico que no se podia imaginar era como iba a decirle la verdad.

– Despues de las elecciones -se recordo mientras terminaba el ultimo pastel-. Entonces podra ocuparse de mi.

Hasta ese momento, gozaria con sus recien descubiertos sentimientos y trabajaria en el pastel para la Sociedad Historica.

Los planos, y sus moldes, seguian donde Pam, pero Gracie recordaba el diseno basico a pesar de que tenia la cabeza algo atontada, como si no hubiera estado durmiendo bien. En parte esto era cierto, aunque no para hacer que se sintiera tan rara.

Tal vez tenia el mono de Riley. Hablaban varias veces al dia por telefono, pero estaba tan ocupado por las elecciones que no habia podido pasarse a verla.

Estuvo trabajando varias horas. Cuando por fin termino los pasteles, los envolvio y los metio en el frigorifico. Entonces, cerro la puerta y sintio que la habitacion le daba vueltas.

Se dirigio hacia el dormitorio y se tiro en la cama. Una vocecilla en el interior de la cabeza le decia que al menos deberia quitarse los zapatos o taparse con la colcha, pero tenia mucho sueno y se sentia muy debil. El mundo entero fue desapareciendo.

Gracie no sabia que hora era cuando se desperto. La habitacion no dejaba de darle vueltas y se sentia temblando y ardiendo a la vez. Tenia la boca seca y el cuerpo le dolia.

Miro el reloj para saber que hora era. Cuando los numeros se negaron a enfocarse, se puso de pie y, como pudo, recorrio la casa en busca de su telefono movil. Llamo a un numero que no hacia mucho que tenia en su agenda.

– ?Si?

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