?Si quiero dormir todo el dia y beber toda la noche, lo hare, demonios!

»El anciano se puso a gemir. Unicamente mi extrana sensacion de agotamiento me impidio protestar. Miraba la escena a traves de la puerta abierta, fascinado por los colores del marco y el alboroto luminoso de colores en el rostro del viejo. Sus venas azules palpitaban bajo la piel rosa y grisacea. Incluso el amarillo de sus dientes me resulto atrayente y casi quede hipnotizado por el temblor de sus labios.

»—?Que hijo, que hijo! —dijo, sin sospechar, por supuesto, la verdadera naturaleza de su hijo—. Pues bien, entonces, vete. Yo se que en algun sitio tienes una mujer; vas a verla apenas el marido se va de la casa. Dame el rosario. ?Que ha pasado con mi rosario?

»Lestat dijo algo blasfemo y le entrego el rosario…

—Pero… —interrumpio el muchacho.

—?Si? —pregunto el vampiro—. Me temo que no te permito hacer suficientes preguntas, ?verdad?

—Le iba a preguntar… Los rosarios tienen cruces, ?no es asi?

—?Oh, el rumor de las cruces! —se rio el vampiro—. ?Te refieres a que les tenemos miedo a las cruces?

—O que no las pueden mirar…, segun yo creia —dijo el entrevistador.

—Un absurdo, amigo mio, un absurdo total. Yo puedo mirar lo que se me ocurra. Y me gusta bastante mirar los crucifijos.

—?Y el rumor de las cerraduras? ?Que ustedes pueden… vaporizarse y pasar por ellas?

—Ojala fuera asi —se rio el vampiro—. Que cosa mas encantadora. Me gustaria pasar por toda clase de cerraduras y sentir el gusto de sus formas especiales. Pero no —movio la cabeza—. ?Como se diria hoy? ?Un bulo?

El muchacho se rio, pese a todo. Luego se puso serio.

—No tendrias que ser tan timido conmigo —dijo el vampiro—. ?De que se trata?

—La historia sobre las estacas traspasando el corazon —dijo el muchacho y se le encendieron un poco las mejillas.

—Lo mismo —dijo el vampiro—. Un soberano disparate —agrego lentamente, como acariciando las silabas, y el muchacho sonrio—. No hay ningun poder magico de ninguna naturaleza. ?Por que no fumas uno de tus cigarrillos? Veo que los tienes en el bolsillo de la camisa.

—Oh, muchas gracias —dijo el muchacho, como si fuera una sugerencia maravillosa. Pero apenas se lo llevo a los labios, vio que sus manos temblaban tanto que rompio la fragil carterilla de cerillas.

—Deja que yo lo haga —dijo el vampiro. Y tomando las cerillas rapidamente encendio el cigarrillo del entrevistador. Este inhalo con los ojos fijos en los dedos del vampiro, que se alejo con un suave crujido de ropas.

—Hay un cenicero en la palangana —dijo, y el muchacho fue nerviosamente a cogerlo. Miro las pocas colillas que alli habia, y luego, al ver el cubo de basuras abajo, vacio el cenicero y rapidamente lo puso sobre la mesa. Sus dedos humedecieron el cigarrillo cuando lo poso en el cenicero.

—?Es este su cuarto? —pregunto.

—No —dijo el vampiro—. Es un cuarto cualquiera.

—?Que paso entonces? —pregunto el muchacho. El vampiro parecio estar mirando el humo debajo de la lampara.

—Ah…, regresamos a Nueva Orleans a toda prisa —dijo—. Lestat tenia su ataud en una habitacion miserable cerca de las murallas.

—?Y usted se metio en su ataud?

—No tuve otra posibilidad. Oh, le rogue a Lestat que me dejara quedar en el armario, pero dijo que no era seguro. El ataud se cerraba bien desde dentro y la gente no se sentia tentada a mirar esa clase de cosas. Y me dijo que entrara. Yo no pude soportar la idea; pero, cuando discutimos, me di cuenta de que no era miedo. Era una extrana toma de conciencia. Toda mi vida habia temido los lugares cerrados. Nacido y criado en casas francesas con altos techos y grandes ventanas, tenia miedo de quedarme encerrado. Incluso me sentia incomodo en el confesionario de la iglesia. Era un miedo bastante normal. Y, cuando proteste a Lestat, me di cuenta de que, en realidad, no lo sentia mas. Unicamente lo estaba recordando. Lo tenia como habito, como una deficiencia de capacidad de reconocer mi libertad actual, tan fascinante.

»—Te estas portando mal —dijo Lestat por ultimo—. Y ya es casi el alba. Tan pronto como te golpee el sol, te quemara, te transformara en carbon. Pero no debieras tener este miedo. Pienso que eres como un hombre que ha perdido un brazo o una pierna e insiste en que puede sentir dolor donde antes habia estado el brazo o la pierna.

»Pues eso fue lo mas positivo, inteligente y util que Lestat dijo en mi presencia, y me hizo ver la realidad.

»—Bien, yo me meto ahora mismo en el ataud —dijo con un tono mas desdenoso—, y tu te pondras encima, si sabes lo que te conviene.

»Y lo hice. Me puse encima de el, absolutamente confuso por mi falta de miedo, y lleno de disgusto por estar tan pegado a el, pese a lo hermoso y fascinante que era. Y el cerro la tapa. Luego me pregunto si estaba completamente muerto. El cuerpo me latia y molestaba por todas partes.

»—Entonces, no lo estas —dijo—. Cuando lo estes, solo lo oiras cambiar, pero no sentiras nada. Para la noche, ya estaras muerto. Ahora duerme.

—?Y tenia razon? ?Estaba usted… muerto cuando se desperto?

—Si, cambiado, debo confesarlo. Es obvio que estoy vivo, pero mi cuerpo se habia muerto. Tardo un tiempo en estar completamente limpio de sus fluidos y de materia que ya no necesitaba, pero estaba muerto. Y, cuando tome conciencia de ellos, entre en otro estadio de divorcio de mis emociones humanas. Lo primero que se me hizo evidente, cuando Lestat y yo pusimos el ataud en un carruaje y robamos otro ataud de un deposito, fue que Lestat ya no me gustaba. Aun me faltaba mucho para ser su par, pero me senti infinitamente mas cerca de el que antes de la muerte de mi cuerpo. No puedo realmente aclararte esto muy bien, por la razon obvia de que ahora tu estas como yo antes de que se me muriera el cuerpo. No puedes comprender. Pero, antes de morirme, Lestat habia sido la experiencia mas abrumadora que yo jamas habia tenido. Tu cigarrillo se ha convertido en un cilindro de ceniza.

—?Oh! —El muchacho aplasto el filtro en el cenicero—. ?Quiere decir que cuando se cubrio el abismo entre los dos, el perdio… su encanto? —pregunto, con sus ojos fijos en el vampiro, y tomo con sus manos otro cigarrillo y lo encendio con mucha mas facilidad que antes.

—Asi es —dijo el vampiro con un placer evidente—. El viaje de regreso a Pointe du Lac fue fascinante. Y la charla constante de Lestat fue la experiencia mas aburrida y deseo-razonadora que jamas tuve. Por supuesto, como ya dije, distaba mucho de ser su par. Tenia que vermelas con mis miembros muertos…, para usar una comparacion. Y me entere de que esa misma noche tendria que llevar a cabo mi primera muerte.

El vampiro extendio la mano a traves de la mesa y suavemente quito una ceniza de la chaqueta del muchacho, quien miro la operacion con alarma.

—Perdona —dijo el vampiro—. No queria asustarte.

—Perdoneme a mi —dijo el entrevistador—. Tuve la sensacion, de improviso, de que su brazo era mas largo… de lo normal. ?Llego hasta aqui, y usted ni se movio!

—No —dijo el vampiro, volviendo a poner los dedos sobre sus rodillas cruzadas—. Me movi con demasiada rapidez como para que tu lo pudieras ver. Fue una ilusion.

—?Y se movio hacia adelante? Pero no lo hizo. Estaba sentado igual que ahora, con la espalda apoyada en el respaldo.

—No —repitio firmemente el vampiro—, Me movi hacia adelante tal cual te dije. Mira, lo hare de nuevo —y lo hizo una vez mas mientras el entrevistador lo miraba con una mezcla de confusion y miedo—. Pues aun no me viste —dijo el vampiro—. Pero si ahora miras mi brazo estirado, realmente no es tan largo —y levanto el brazo con el indice senalando al cielo, como si fuera un angel a punto de decir la Palabra del Senor—. Tu has experimentado una diferencia fundamental entre lo que ves y lo que yo veo. Mi gesto me parecio languido y bastante lento. Y el sonido de mi dedo contra tu abrigo fue bastante audible. Pero no he querido asustarte, aunque quiza con esto puedas darte cuenta de que mi viaje de regreso a Pointe du Lac fue un festejo de experiencias nuevas, ya que la mera oscilacion de una rama en el viento era un deleite.

—Si —dijo el muchacho, pero aun estaba visiblemente conmovido. El vampiro lo miro un momento y luego

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