dijo:

—Te estaba diciendo…

—Sobre su primer asesinato —dijo el chico.

—Si; sin embargo, debo contarte primero que la plantacion era un verdadero pandemonio. Habian encontrado el cadaver del superintendente, y el anciano ciego en el dormitorio principal, y nadie podia explicar la presencia del ciego. Ademas, no habian podido encontrarme en Nueva Orleans. Mi hermana se puso en contacto con la policia y, cuando llegamos, ya habia varios agentes en el lugar. Ya estaba bastante oscuro, naturalmente. Y Lestat me explico rapidamente que no debia dejar que la policia me viera en la mas minima luz, en especial cuando mi cuerpo estaba en ese estado tan poco satisfactorio; por tanto, camine con ellos por la avenida de robles, delante de la casa de la plantacion, ignorando sus sugestiones de que entrara. Les explique que habia estado en Pointe du Lac la noche anterior y que el anciano ciego era mi huesped. En cuanto al superintendente, no estaba alli sino que habia ido a Nueva Orleans por motivos de trabajo.

»Despues de que eso estuvo arreglado, y en cuyo proceso mi nuevo distanciamiento me sirvio de forma admirable, me encontre con el problema de la plantacion. Mis esclavos estaban en un estado de total confusion y nadie habia trabajado en todo el dia. Entonces teniamos una gran planta para la manufactura de tintura de indigo, y la direccion del superintendente habia sido de suma importancia. Pero yo tenia varios esclavos extremadamente inteligentes que podian haber hecho su trabajo con la misma eficiencia desde hacia mucho tiempo, de haber reconocido yo su inteligencia y de no haberle tenido miedo a sus modales y aspectos africanos. Ahora los estudie con claridad y les entregue la direccion de la plantacion. Al mejor le di la casa del superintendente. Dos de las mujeres jovenes serian sacadas del campo y traidas a la casa grande para que cuidasen del padre de Lestat, y les dije que yo queria la mayor intimidad posible; que no serian recompensadas unicamente por su trabajo sino por dejarme a mi y a Lestat absolutamente a solas. En ese momento no me di cuenta de que esos esclavos serian los primeros, y posiblemente los unicos, en sospechar que Lestat y yo no eramos seres ordinarios. No me di cuenta de que su experiencia con lo sobrenatural era mucho mas grande que la de los blancos. Para mi, ellos aun eran salvajes infantiles, apenas domesticados por la esclavitud. Pero deja que continue con mi historia. Te iba a contar de mi primera muerte. Lestat la arreglo con su caracteristica falta de sentido comun.

—?La arreglo? —pregunto el muchacho.

—Jamas tendria que haber empezado con seres humanos. Pero eso fue algo que luego tuve que aprender solo. Lestat me llevo directamente a los pantanos una vez que se fue la policia y los esclavos estuvieron en sus casas. Era muy tarde y las cabanas de los esclavos estaban totalmente a oscuras. Pronto dejamos atras las luces de Pointe du Lac y yo me puse muy nervioso. Era lo mismo nuevamente: miedos recordados, confusion. Lestat, de haber tenido la mas minima inteligencia, me podria haber explicado las cosas con paciencia y buenos modos: que no debia sentir miedo al pantano, que era absolutamente invulnerable a los insectos y a las serpientes, que me debia concentrar en mi nueva capacidad de ver en la oscuridad. En cambio, me ponia nervioso con exigencias. Unicamente se interesaba en nuestras victimas y en terminar mi iniciacion lo antes posible.

»Y cuando, por ultimo, llegamos a las victimas, me insto a que actuara. Se trataba de un pequeno campamento de esclavos escapados. Lestat los habia visitado antes y quizas habia exterminado a una cuarta parte de ellos espiando desde la oscuridad hasta que alguno se alejaba del fuego, o bien atacandolos durante el sueno. No sabian nada de la presencia de Lestat. Tuvimos que esperar mas de una hora antes de que uno de los hombres —eran todos hombres— se alejara del descampado y penetrara unos pasos en el bosque. Se desabrocho los pantalones y se puso a hacer una simple necesidad fisica. Cuando se dio vuelta para irse, Lestat me sacudio y dijo:

»—Cogelo.

El vampiro sonrio ante los ojos atonicos del entrevistador.

—Pienso que senti tanto horror como te sucederia a ti —dijo—. Pero entonces no sabia que podia matar animales en vez de humanos. Le dije rapidamente que no podia hacerlo. Y el esclavo me oyo hablar. Se dio vuelta, de espaldas a la fogata distante, y miro en la oscuridad. Luego, rapida y silenciosamente, saco un largo cuchillo de su cintura. Estaba desnudo, salvo por los pantalones y el cinturon; era un hombre joven, alto, de fuertes brazos y aspecto agil. Dijo algo en su frances patois y entonces dio un paso adelante. Me di cuenta de que aunque yo lo podia ver claramente en la oscuridad, el no nos podia ver. Lestat se puso detras de el con una rapidez que me sorprendio, y lo agarro del cuello mientras le inmovilizaba el brazo izquierdo. El esclavo lanzo una exclamacion y trato de librarse de Lestat. Este le hundio los dientes y el esclavo se inmovilizo como picado por una serpiente. Cayo de rodillas y Lestat se alimento rapidamente mientras los demas esclavos se acercaban corriendo.

»—Me enfermas —me dijo cuando regreso a mi lado. Era como si fuesemos insectos negros totalmente disimulados en la noche, observando el movimiento de los esclavos, quienes, ignorantes de nuestra presencia, descubrieron el cadaver, lo arrastraron y se desplegaron por el bosque, buscando al atacante.

»—Vamos, tenemos que capturar otro antes de que regresen al campamento —dijo. Y, rapidamente, nos lanzamos en pos de un hombre que se habia separado de los demas. Yo aun estaba terriblemente agitado, convencido de que no podria atacarlo, y sin sentir ninguna necesidad de hacerlo. Habia muchas cosas, como te digo, que Lestat podria haber hecho y dicho. Podria haber enriquecido mi experiencia de muchas maneras, pero no lo hizo.

—?Que podria haber hecho? —pregunto el muchacho—. ?Que quiere decir?

—Matar no es una accion comun —dijo el vampiro—. Uno no se sacia simplemente con sangre. —Sacudio la cabeza—. Seguro que es la consideracion de que se trata de la vida de otro; y, a menudo, la experiencia de la perdida de esa vida por medio de la sangre, lentamente. Es una y otra vez la experiencia de la perdida de mi propia vida, la que experimente cuando le chupe la sangre a Lestat de la muneca y senti que su corazon latia junto al mio. Es una y otra vez la celebracion de esa experiencia —dijo esto con la maxima seriedad, como si discutiera con alguien que opinaba otra cosa—. Creo que Lestat jamas vivio eso, aunque no se como pudo ser asi. Quiza lo vivio algo, pero muy poco, segun creo, de lo que tendria que haber vivido. En cualquier caso, no se molesto en hacerme recordar lo que yo habia sentido cuando me aferre a su muneca y no quise dejarla; ni tampoco en elegir un sitio donde yo pudiera experimentar mi primer ataque con alguna medida de tranquilidad y dignidad. Salio disparado hacia lo primero que encontro, como si tuviera algo detras empujandolo a hacer las cosas lo antes posible. Una vez que hubo atrapado al esclavo, lo atenazo y le descubrio el cuello.

»—Hazlo —dijo—. Ahora no puedes echarte atras.

»Abrumado por la repulsion, obedeci. Me arrodille al lado del hombre agachado, que trataba, inutilmente, de defenderse. Le puse ambas manos en los hombros y me lance a su cuello. Mis dientes apenas empezaban a cambiar y tuve que rasgarle la piel y no agujerearla; pero, una vez que hice la herida, la sangre broto. Y una vez que eso sucedio, una vez que estuve bebiendo…, todo lo demas desaparecio.

»Lestat y el pantano y el ruido del campamento distante no significaron nada. Lestat podria haber sido un insecto, zumbando, brillando y desapareciendo. El acto de chupar me hipnotizo; la calida lucha del hombre tranquilizaba la tension de mis manos y, de vuelta, reaparecio el sonido del tambor, solo que esta vez perfectamente al unisono con el sonido de mi corazon. Los dos resonaban en cada fibra de mi ser, hasta que el sonido empezo a volverse cada vez mas lento y cada uno era un suave retumbar que parecia que iba a continuar hasta el infierno. Me estaba extasiando, y entonces Lestat me arranco de mi sopor:

»—?Esta muerto, imbecil! —dijo con su encanto y tacto caracteristicos—. ?No puedes beber cuando estan muertos! ?Tenlo en cuenta!

»Me puse frenetico un instante, fuera de mi, e insisti en que el corazon del hombre aun latia, y yo ardia de ganas de volver a libar su sangre. Le pase las manos por el pecho y lo tome de las munecas. Le habria mordido las munecas si Lestat no me hubiese levantado y dado una bofetada. El golpe fue sorprendente. No fue doloroso del modo comun. Fue un choque sensacional, de otra especie; un golpe en las sensaciones, de manera que me confundi y me encontre indefenso y con los ojos abiertos, de espaldas contra un cipres y la noche lanzando sus insectos contra mis oidos.

»—Moriras si haces eso —dijo Lestat—. Te llevara a la muerte si te aferras a el en la muerte. Y ahora has bebido demasiado. Te pondras enfermo.

»Su voz rechinaba. De pronto senti la necesidad de atacarlo, pero empece a sentirme mal. Tenia un dolor demoledor en el estomago, como si un remolino me chupara las entranas desde adentro. Era la sangre que pasaba demasiado rapido a mi propia sangre, pero yo no lo sabia. Lestat se movio en la noche como un gato y yo

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