psiquiatra, el doctor Saul Lesnick. Ha sido psiquiatra «oficial» del Partido Comunista de Los Angeles desde los 40, y ha colaborado con el FBI durante anos. Tenemos acceso a su archivo de historiales psiquiatricos: los cabecillas de la UAES, sus trapos sucios desde antes de la guerra. Artilleria pesada.

Smith palmeo la mesa y se levanto.

– Un canon, un obus, tal vez una bomba atomica. ?Nos vemos manana en tu casa, Ellis? ?A las diez?

Loew gesticulo con el dedo.

– A las diez en punto.

Dudley imito el gesto.

– Hasta entonces, socio -le dijo a Mal-. No sera el Especial, pero aun asi nos divertiremos.

Mal asintio y el grandote se fue del local. Transcurrieron unos segundos.

– Un trabajo dificil -comento Loew-. Si no pensara que los dos hareis un gran trabajo juntos, no habria permitido que Smith participara.

– ?Se ofrecio voluntario?

– Tiene una conexion con McPherson, y se entero del asunto antes de que me dieran la aprobacion. ?Crees que podras tenerlo con la rienda corta?

La pregunta parecia un mapa de los viejos rumores. Ellis veia en el al hombre que habia matado a un nazi, y tal vez sospechaba que era responsable del frustrado intento de liquidar a Buzz Meeks. Y Dudley Smith no sacaria a relucir las viejas historias de Antivicio y la calle Setenta y Siete.

– No veo ningun problema, abogado.

– Bien. ?Como andan las cosas con Celeste y Stefan?

– No quieras saberlo.

Loew sonrio.

– Animate. La suerte esta llamando a tu puerta.

3

Turner «Buzz» Meeks observo a los detectives privados que custodiaban Hughes Aircraft, aposto cuatro contra uno a que Howard contrataba a esos inutiles porque le gustaban los uniformes, y dos contra uno a que el mismo los disenaba. Lo cual significaba que Mighty Man Agency era un «perro extraviado» de RKO Pictures/Hughes Aircraft/Tool Company, denominacion del gran hombre para sus antojadizas operaciones de evasion de impuestos. Hughes poseia una fabrica de sujetadores en San Ysidro, donde todos los empleados eran inmigrantes mexicanos ilegales; una planta que manufacturaba trofeos galvanizados; cuatro bares estrategicamente situados, esenciales para mantener su rigurosa dieta de hamburguesas y perros calientes. Buzz se planto en la puerta de la oficina, se fijo en las solapas de los bolsillos del agente de Mighty Man que estaba de pie junto al hangar, dedujo que el corte era identico al de una blusa que Howard habia disenado para destacar el busto de Jane Russell y calculo las probabilidades. Por trillonesima vez en la vida se pregunto por que siempre hacia apuestas cuando estaba aburrido.

Ahora estaba mortalmente aburrido.

Eran poco mas de las diez de una manana de Ano Nuevo. Buzz, en su condicion de jefe de seguridad de Hughes Aircraft, habia pasado toda la noche al mando de los agentes de Mighty Man Agency en lo que Howard Hughes llamaba «patrulla de perimetro». Los guardias regulares de la planta tenian la noche libre; espectros alcoholizados habian recorrido el terreno desde el anochecer, en una excursion que culminaba con el regalo de Ano Nuevo del Gran Howard: un camion cargado de perros calientes y Coca-Cola que llego justo cuando 1949 se convirtio en 1950, cortesia del local de hamburguesas de Culver City. Buzz habia dejado sus calculos de jugador para ver como comian los Mighty Men; aposto seis contra uno a que Howard perderia los estribos si les sorprendia una mancha de mostaza con chucrut en los uniformes con bordados.

Buzz miro el reloj de pulsera. Las diez y cuarto. Podia irse a casa y dormir al mediodia. Se desplomo en una silla, escruto las paredes y contemplo las fotos enmarcadas. Cada una le hizo calcular probabilidades a favor y en contra de si mismo: su tarea aparente y su verdadera actividad eran perfectas.

Alli estaba el, bajo, rechoncho, tirando a gordo, de pie junto a Howard Hughes, alto, apuesto, con traje rayado: un palurdo de Oklahoma y un millonario excentrico haciendo cuernos con la mano. Buzz veia las fotos como las dos caras de un maltrecho disco de canciones de frontera: una cara sobre un sheriff corrompido por las mujeres y el dinero; y la otra, un lamento por el hombre que lo habia comprado. A continuacion habia una coleccion de fotos de policia: Buzz atildado y pulcro como agente del Departamento de Policia de Los Angeles en el 34; cada vez mas gordo y mejor vestido a medida que las fotos avanzaban en el tiempo: puestos en Estafas, Atracos y Narcoticos; chaquetas de cachemira y pelo de camello, el nerviosismo en los ojos, tipico de los «recaudadores». Luego el detective sargento Turner en una cama en Queen of Angels, rodeado por altos oficiales, senalandose las heridas a las que habia sobrevivido mientras se preguntaba si otro policia le habia tendido una trampa. Una hilera de fotos civiles sobre el escritorio: un Buzz mas gordo y mas canoso con el alcalde Bowron, el ex fiscal de distrito Buron Fitts, Errol Flynn, Mickey Cohen, productores para quienes habia hecho trabajos sucios, actrices de poca monta a quienes habia sacado de litigios y metido en abortos, medicos especialistas en drogadiccion que le agradecian las recomendaciones. Intermediario, chico de los recados, maton.

Sin un centimo.

Buzz se sento al escritorio y anoto sus pertenencias y deudas. Contaba con catorce acres de tierras en el condado de Ventura; era un terreno arido y poco productivo que habia comprado para cuando sus padres se retiraran, pero lo habian burlado pasando a mejor vida en el 44, durante una epidemia de tifus. El agente de bienes raices le habia hablado de treinta dolares por acre como maximo. Mas le valia conservarlo. No podia devaluarse mucho mas. Poseia un cupe Eldorado 48 verde, igual al de Mickey C., pero sin el blindaje a prueba de balas. Tenia un monton de trajes de Oviatt's y London Shop, y todos los pantalones le apretaban la cintura: Mickey le habia regalado ropa, pues Buzz y el menudo y ostentoso judio gastaban la misma talla. Pero Mick tiraba las camisas que habia usado dos veces, y la lista de deudas estaba desbordando la pagina para ocupar el secante del escritorio.

Sono el telefono. Buzz lo cogio.

– Seguridad. ?Quien habla?

– Sol Gelfman, Buzz. ?Me recuerdas?

El viejo de la MGM cuyo nieto robaba coches, un simpatico muchacho que sacaba descapotables de los aparcamientos de Restaurant Row, atravesaba Mulholland como un bolido y siempre dejaba su tarjeta de visita - una gran pila de excrementos- en el asiento trasero. Habia sobornado al agente que lo habia arrestado, quien habia alterado su informe para denunciar dos robos -en vez de veintisiete-y habia omitido toda mencion a los excrementos. El juez habia puesto al muchacho en libertad condicional, aduciendo su buena familia y su brio juvenil.

– Claro. ?En que puedo servirle, senor Gelfman?

– Bien, Howard dijo que te llamara. Tengo un pequeno problema, y Howard aseguro que podias ayudarme.

– ?Su nieto ha vuelto a las andadas?

– No, por Dios. En mi nueva pelicula hay una muchacha que necesita ayuda. Unos malandrines tienen fotos obscenas de ella, anteriores a mi contrato. Les di algo de dinero para que se portaran bien, pero no se dan por satisfechos.

Buzz resoplo. Al parecer tendria que machacar cabezas.

– ?Que clase de fotos?

– Desagradables. Con animales. Lucy y un gran danes que tiene una verga como la de King Kong. Ojala tuviera yo una verga como esa.

Buzz Meeks cogio una pluma para anotar en el dorso de su lista de deudas.

– ?Quien es la chica y que sabe usted de los chantajistas?

– No se nada de los recaudadores. Envie a mi ayudante de produccion con el dinero para que los conociera. La chica es Lucy Whitehall. Un detective privado rastrea las llamadas. El que dirige la extorsion es un griego que folla con ella, Tommy Sifakis. ?Has visto que descaro? Chantajea a su propia amiga y pide el dinero desde su

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