– ?Claro! -respondio la otra con una sonrisa que parecia sincera.

Cecilia sospecho que estaba muy sola.

– Pasa, no te quedes ahi.

Dos gatos se acomodaban sobre el sofa. Uno de ellos, blanco con un lunar dorado en la frente, la estudio entrecerrando los ojos. El otro, multicolor como solo pueden serlo las hembras de esa especie, salio disparado hacia el interior.

– Circe es muy timida -se excuso la joven-. Sientate.

Cecilia se detuvo indecisa ante el sofa.

– ?Fuera, Poli!, -espanto Gaia al animal.

Finalmente se sento, despues que el segundo gato se refugiara debajo de una mesa.

– ?Que haces aqui? -pregunto Gaia, acomodandose en un butacon cercano a la ventana-. Ni siquiera sabia que estabas en Miami.

– Llegue hace cuatro anos.

– ?Dios! Y yo hace ocho. ?Como pasa el tiempo!

– Estoy escribiendo una historia para el periodico donde trabajo y encontre tu nombre en un articulo. La reportera aun tenia tu direccion, pero el telefono ya no es el mismo. Por eso no avise que vendria.

– ?De que trata la historia?

– Es sobre aquella casa fantasma…

La expresion de Gaia se ensombrecio.

– Si, me acuerdo. Fue hace dos anos, mas o menos. Pero no quiero volver a hablar de eso.

– ?Por que?

Gaia se puso a jugar con el ruedo de su vestido.

– No es la primera vez que veo una mansion fantasma. -Suspiro casi con dolor-. Vi otra en Cuba. O mas bien, la visite.

– Eso es interesante.

– No tenia nada que ver con esta -se apresuro a decir Gaia-. Aquella era una casa maligna, terrible… Esta es diferente. No se que significa.

– Los fantasmas no significan nada. Estan ahi o no estan. La gente los ve o no. Cree en ellos o se burla de quienes los ven. Nunca he oido que signifiquen algo.

– Porque nadie sabe.

– No te entiendo.

– Las mansiones fantasmas contienen secretos.

– ?Que tipo de secretos?

– Depende. La que visite en La Habana guardaba los peores males de la isla. La que aparece aqui es distinta. No se bien que es, pero no me interesa averiguarlo. Con verla fue suficiente. No quiero saber mas de fantasmas.

– Gaia, si no me ayudas con este articulo estoy frita. Mi jefe quiere que hable de algo mas interesante que una simple aparicion.

– Pregunta a otros.

– Se han mudado de trabajo o de casa. Solo quedas tu. Y casualmente eres la unica que conozco… Si los fantasmas tienen un significado, como dices, entonces este encuentro significa algo.

Gaia recorrio con la vista la alfombra que cubria la habitacion.

– No te pido nada del otro mundo -insistio Cecilia-. Solo quiero que me digas lo que viste.

– Lee el articulo.

– Ya lo hice, pero quiero que me lo cuentes de nuevo. -Y mientras hablaba, saco de su bolso una grabadora del tamano de una cajetilla de cigarros-. Hazte la idea de que no se nada.

Gaia vio la cinta que comenzaba a rodar.

– Bueno -dijo a reganadientes-, la primera vez que la vi fue cerca de la medianoche. Yo regresaba del cine y todo estaba muy oscuro. No habia caminado mucho cuando se encendieron las luces de esa casa.

– ?Donde estaba?

Gaia se puso de pie, fue hasta la puerta, la abrio y camino unos pasos entre los arboles, seguida por Cecilia que llevaba la grabadora.

– Aqui -senalo, deteniendose en un curioso claro que interrumpia la vegetacion.

Parecia uno de esos circulos sin hierba que, en los paises celtas, se atribuyen a los bailes de las hadas. Cecilia miro en torno, inquieta. ?Sentia miedo o deseaba que la vision se repitiera? Quizas se tratara de ambas cosas.

– ?Como era la casa?

– Antigua, de madera. Pero no como la mia, sino mucho mas grande, de dos pisos. Tenia aspecto de haberse construido para vivir frente al mar. El piso alto estaba rodeado por un balcon.

– ?Viste a alguien?

– No, pero habia luces por todas partes.

– ?Y que hiciste?

– Di media vuelta, subi al auto y me fui a un hotel, sabiendo que aquello no podia ser real. -Echo otra ojeada a los alrededores antes de volver sobre sus pasos, rumbo a su propia casa-. Me quede alli dos dias, porque no me atrevia a regresar sola. Ni siquiera fui a trabajar. Al final llame a un amigo y le menti para que me acompanara hasta aqui, diciendo que tenia miedo de volver despues que alguien tratara de asaltarme. Intento convencerme para que fuera a la policia, pero insisti en que habia sido un episodio aislado; ademas, no me habian robado nada. De todos modos, quiso entrar conmigo para asegurarse de que todo estaba en orden. Mientras el revisaba las habitaciones, cometi el error de encender la maquina de mensajes… Esto que voy a contarte ahora es off the record. -Se inclino y apago la grabadora que Cecilia habia dejado nuevamente sobre la mesa-. No lo dije entonces y tampoco puede aparecer ahora.

– ?Por que?

– Mientras estuve en el hotel, mi jefa se habia cansado de llamar por telefono. Como no conteste, vino a verme. En el mensaje decia que, al llegar, se habia encontrado con mi prima. Por ella se entero de que yo tenia mucha gripe y que me estaba recuperando en su casa. Se disculpaba por no haber entrado a saludarme, por temor al contagio. En el mensaje me deseaba lo mejor y le mandaba saludos a mi prima.

– ?Que prima es esa?

– Ninguna. Yo no tengo primas.

– Quizas se confundio de casa y alguien le tomo el pelo.

– Mi jefa ha estado aqui varias veces; sabe bien donde vivo.

Como podras imaginarte, mi amigo se quedo de una pieza al escuchar el mensaje, que resultaba bastante incongruente despues de mi historia sobre el asalto. Tuve que decirle la verdad.

– ?Y te creyo?

– No le quedo otro remedio, pero me prohibio mencionar su nombre si alguna vez contaba esta historia. Es un abogado muy conocido.

– ?Que paso la segunda vez que viste la casa?

– Nunca he dicho que la volviera a ver.

– Hablaste de una primera vez. Por tanto, hubo una segunda… Si quieres, te pongo la grabacion.

Por un momento parecio que Gaia fuera a revelar algo, pero al final cambio de idea.

– Mejor busca a otros testigos. No quiero hablar mas de esto.

– Ya te dije que no se donde estan.

– Investiga en las tiendas esotericas.

– ?Que podria averiguar alli?

– En esos sitios siempre se oyen historias y hay gente dispuesta a hablar.

Cecilia asintio en silencio, antes de comenzar a guardar su grabadora. Y mientras Gaia la observaba, algo parecido a la compasion la golpeo en el pecho sin saber por que.

De nuevo el tumulto del trafico, los conductores desesperados por avanzar… Algo tendria que hacer, algo que sacudiera la rutina diaria. Lo peor era aquella sensacion de soledad perpetua. Su escasa familia, excepto una tia

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