cafe.

Alla fuimos los tres. Felizmente el hecho de que nos conocieramos aliviaba cualquier resquemor entre cuerpos policiales. Palafolls era un buen hombre y estaba segura de que nos facilitaria el traspaso. Sentados a una mesa empezamos a enterarnos de los prolegomenos imprescindibles para hacernos cargo del trabajo.

– Vamos a ver -comenzo Palafolls dandole un primer tiento a su cafe-. Para empezar os dire que la instruccion la lleva el juez Juan Manacor: nuevo, joven, con poca experiencia y, segun me han contado, uno de los primeros de su promocion. Es decir, primera cagada.

– ?Por que? -pregunto Garzon casi por inercia.

– Lo sabeis muy bien. Como todo novato brillante es legalista, formalista, teorico y no pasa una. Por ejemplo, le pedimos que decretara el secreto del sumario y dijo que ni hablar, asi que ya tenemos a toda la prensa encantada con esta historia tan divertida: que si asuntos de frailes y monjas, que si la momia perdida… un filon. Y eso que aun no han empezado las filtraciones. Por ejemplo, no se ha filtrado lo del papel.

– ?Que es lo del papel?

– Agarraos bien a la silla para evitar batacazos. Resulta que el muerto llevaba en el pecho un papel escrito con letra gotica que ponia: «Buscadme donde ya no puedo estar».

– ?No jodas!

– Lo que oyes; asi que la cosa va con su enigma y todo. Los del laboratorio estan investigando el papel. Y el forense el cuerpo de la victima, pronto habra resultados de la autopsia.

– ?Sabeis como fue?

– Por lo visto el fraile se quedaba trabajando hasta muy tarde. Le dejaban la puerta sin cerrojo para que pudiera salir cuando acabara. Luego la cerraba el. Pero entraron por la puerta de la capilla que accede a la calle. El o algun otro la abrio. Le arrearon un golpe en el occipucio.

– ?Iban a por el?

– El robo esta descartado, por supuesto; no es que hubiera muchas cosas en la iglesia, pero unos cuantos copones o como se llamen si que se almacenaban en la sacristia, y todo esta tal cual. Solo ha desaparecido el bacalao.

– ?Cono, inspector, un poco de respeto, que era un beato! -exclamo Garzon entre risas.

– Beato y todo era una momia del siglo XV, asi que ya me diras tu si no estaba tieso como un bacalao. Y lo del cartelito… Para mi que esto es obra de un tio loco de atar, Petra, un fanatico religioso o algo asi.

– Tambien puede ser que el fraile tuviera un enemigo que con todas estas pistas en plan mistico historico nos quiera despistar -apunte.

– Pues se ha tomado muchas molestias el enemigo en cuestion, porque sacar a la momia con los pies por delante…

– Eso es lo que imaginamos, pero bien la pudo trocear, meterla en una bolsa de basura y en paz.

– No fue asi. La sacaron entre dos, con mucho cuidado. Uno sujetaba la cabeza y otro los pies.

– ?Como llegas a esa deduccion?

– Es que la parte mas interesante la he dejado para el final: hay un testigo.

Garzon y yo impulsamos nuestros cuerpos hacia delante en una identica reaccion.

– Pero ?cono, Palafolls, haber empezado por ahi!

– ?Calma y tranquilidad, que el testigo que tenemos tampoco es como para lanzar cohetes! Se trata de una mujer, una homeless, una mendiga bastante mayor que suele instalarse con todos sus arreos muy cerca del convento. Nos conto que de madrugada llego una furgoneta, bajo alguien: no sabe cuantas personas ni como eran, entro tranquilamente por la puerta, y luego salieron dos cargando con lo que ella denomino un enfermo, lo subieron en la trasera y el vehiculo desaparecio.

– ?Que mas?

– Nada mas. Es incapaz de describir a los hombres que portaban el cuerpo y de la furgoneta dice que era de color claro como unico dato. Asi que cualquier cosa.

– ?No vio a nadie entrando antes de toda esa movida?, ?no sabe si llegaron tambien dos personas?

– No. No vio nada ni parece enterarse de mucho. Ya sabes como son esos tios. Yo creo que esta tiene como mejor amiga la botella, de modo que…

– ?La teneis localizable?

– Le pedimos al juez que nos diera permiso para recluirla temporalmente en alguna institucion, pero el muy capullo se nego en redondo. El unico sitio donde esta casi cada dia es en un comedor social de la calle Ferran. Y luego en su dormitorio suntuario de la puta calle. Si la necesitamos para testificar habra que echarle un galgo. Por lo menos le hemos hecho una foto. ?Que, que os parece el casito de marras?

– A mi me parece que no entiendo nada -declaro Garzon.

– Pues eso es lo que hay. Como que casi me alegro del latrocinio que os estais marcando. Porque a este sainete hay que anadirle a las monjas dando el turre con la discrecion, los frailes de Poblet que estan de los nervios, los chicos de la prensa merodeando como chacales y los jefes en plan: esto es un asunto de prioridad. Vamos, que casi casi os regalo el caso.

– ?Que chulo eres, Palafolls!

– Como que naci en Olot pero mi madre es madrilena, cosa de los genes.

– Y de indicios, pelos, huellas, ?como estamos?

– Fatal. Se han recogido cosas, pero en un lugar donde entran turistas de visita una vez a la semana tu me diras que valor tienen. Vamos para la oficina y os lo doy todo, que aqui acaba mi cometido y yo no trabajo por aficion.

De todo cuanto nos habia informado, lo mas llamativo era lo del cartel. «Buscadme donde ya no puedo estar.» Un jeroglifico inquietante, como cualquier mensaje que un asesino deja a la policia en el lugar del crimen.

Bien, el caso ya se encontraba bajo nuestra responsabilidad. Eran tantas las incognitas, que se hacia dificil escoger un camino por el que dar los primeros pasos. En espera de los resultados de la autopsia regresamos al convento de las corazonianas. La madre Guillermina estaba ya al tanto de los cambios que ella misma habia originado. Nos recibio en su despacho, bastante ufana.

– Doy gracias a Dios de que sean ustedes quienes se ocupen de esta tragedia.

– Tengo la impresion de que nos esta valorando en exceso, madre.

– Estoy segura de que son ustedes excelentes profesionales. Ademas, no quiero gente desconocida trajinando en el convento. Mas sincera no puedo ser.

– Hay preguntas que debemos hacerle.

– ?Sobre que?

– Sobre el trabajo que estaba efectuando el hermano Cristobal.

– Me lo imaginaba. Para eso llamare a la hermana Domitila. Es nuestra experta en arte y cultura, una especie de mantenedora de los bienes que guardamos aqui. Ella era quien estaba en contacto mas directo con el pobre hermano.

– Hablaremos con ella, por supuesto, pero ?y el resto de la comunidad?

– Aqui vivimos quince monjas.

– Quiero verlas a todas.

Torcio el gesto, se dirigio a mi con un deje de impaciencia que ni siquiera intentaba disimular.

– Lo cierto es que yo habia pensado preservarlas un poco de todo este asunto.

– Es comprensible, pero se trata de personas que pueden ofrecer algun testimonio y, por lo tanto, deben ser interrogadas, aunque sea someramente.

– Testimonios… lo dudo, ellas continuaron con sus quehaceres diarios mientras el hermano Cristobal venia a trabajar. La mayoria de ellas ni lo vio.

– Entonces me entrevistare con todas a la vez. Le ruego que lo organice para que pueda hacerlo con efectividad.

– Como usted ordene.

Salio con cara de disgusto y yo mire a Garzon, que permanecia callado como un muerto.

– A lo mejor esta hermana presidenta se creia que si era usted la encargada del caso iba a poder torearla a su antojo.

– Pues es obvio que si penso eso estaba equivocada. Y deje de llamarla hermana presidenta. Puede llamarla madre priora o madre superiora.

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