En cuatro ocasiones ya desde el comienzo del verano y sin previo aviso, habia preguntado a Philip que deberian hacer para celebrar como era debido los diecinueve anos de Lisa. Cuando el le respondia divertido que tenian dos buenos anos para pensarlo, ella replicaba, molesta, que a veces el tiempo pasa tan deprisa que apenas se da uno cuenta de ello.

Aquella manana, despues del desayuno, mientras Lisa acompanaba a Thomas al estadio de beisbol, ella saco el tema una vez mas.

– ?Que tienes, Mary? -pregunto Philip.

– Nada, estoy un poco cansada.

– Tu nunca estas cansada. ?Hay algo que no me quieres decir?

– Es la edad. ?Que quieres que te diga? El cansancio tenia que llegar alguna vez.

– Dentro de treinta o cuarenta anos, eso sera verdad, pero de momento no me lo creo. Dime, ?que pasa?

– ?Sigueme, tengo que mostrarte una cosa!

Lo llevo a la habitacion de Lisa y metio la mano debajo del colchon. Tambien el hojeo meticulosamente las paginas del album.

– Esta muy bien hecho. Tiene un verdadero sentido artistico. Estoy muy orgulloso. ?Crees que mi trabajo le ha influido?

Mary apreto los dientes para retener las lagrimas de ira que le asomaban a los ojos.

– ?Es eso todo lo que te inspira? Paginas enteras sobre los huracanes y sobre Honduras, y ?tu te interesas por su capacidad como maquetista!

– ?Tranquilizate! ?Por que te pones asi?

– ?No ves que ella solo piensa en eso, que esta obnubilada por ese maldito pais y por las odiosas tormentas? Crei que habia logrado inspirarle otra cosa. Pensaba que habia logrado despertar en ella el interes por otro tipo de vida. Tres anos pasan pronto.

– ?Pero de que me hablas?

Como ella no respondia, Philip le cogio la mano y la obligo a sentarse en sus rodillas. La tomo entre sus brazos y le hablo con una voz suave y reposada. Sollozando, ella coloco la cabeza sobre el hombro de su marido.

– Amor mio -anadio Philip-, si tu madre hubiese sido asesinada, si quienes poblaron tu infancia hubiesen caido a manos del mismo asesino, ?no estarias obsesionada por los asesinos en serie?

– No veo la relacion.

– Los huracanes son los asesinos que la acechan de noche. ?Quien mejor que tu conoce la necesidad de buscar, leer y catalogar para comprender mejor? Es asi como te justificabas cuando eras estudiante y no aceptabas ir a cenar conmigo, para quedarte a redactar tus textos. Los huracanes mataron su infancia, asi pues, ella los cataloga, los recorta y los pega en un album.

– ?Dices eso para tranquilizarme?

– No te rindas, Mary. No ahora. Ella te necesita. Lisa altero tu vida. Lo supiste en el instante en que aparecio en ese sendero, pero no querias admitirlo. Has luchado contra ese sentimiento y, aunque adivinabas la felicidad futura, ella perturbaba tu orden establecido y la rechazabas. Sin embargo, le abriste tu corazon y fuiste descubriendo dia tras dia hasta que punto amabas a esa nina. Se que al principio no fue facil, que has necesitado mucho valor.

– ?De que hablas?

– De tu paciencia y humildad. Porque la humildad es creer tambien en su propia vida.

Cerro el gran cuaderno y lo lanzo sobre la cama. Luego miro a Mary a los ojos y comenzo a desabrochar su chaleco. Ella sonrio cuando el le acaricio los senos desnudos.

– ?En la habitacion de Lisa, no!

– ?Yo pensaba que ya era casi mayor de edad! ?Es a cau-

sa de ese album por lo que estabas obsesionada con el tema de sus diecinueve anos?

– No, tonto -dijo ella gimoteando-. ?Es porque tenia miedo de que el dia de su cumpleanos la pasteleria estuviese cerrada!

Mas tarde, ese mismo dia, compartio con el un pensamiento que jamas habia imaginado que llegaria a tener.

– Creo que he comprendido lo que sentiste cuando Susan se marcho. Es terrible la impotencia que se siente cuando uno se enfrenta con la fuerza de los sentimientos.

Al dia siguiente por la manana, desde la biblioteca a la que ahora solia acudir a trabajar, Mary escribio una carta. Despues de cerrar el sobre, escribio sobre el mismo a pluma: «Centro Nacional de Huracanes, Administracion Publica, 11691 S.W., calle 117, Miami, 33199, Florida». Dos dias mas tarde, el destinatario leia las siguientes palabras:

Montclair, NJ, 10 de julio de 1995

Senor Director de Relaciones Publicas del Centro Nacional de Investigacion sobre los Huracanes:

Aunque soy periodista y tengo la intencion de publicar en el curso del proximo trimestre en el Montclair Times un articulo sobre los huracanes y sobre la entidad que usted dirige, es a titulo personal que le solicito una entrevista. Para que pueda comprender el sentido de esta peticion, a continuacion paso a exponer la especial situacion en la que me hallo […]

La carta, de cinco paginas, iba firmada por Mary Nolton. La respuesta llego diez dias mas tarde.

Muy senora mia:

He leido atentamente su misiva. Desde el mes de mayo ocupamos las nuevas instalaciones situadas en el campus de la Universidad Internacional de Florida. Creo que estaremos en condiciones de recibirle a usted y a su hija Lisa a partir del mes de septiembre. Habida cuenta del caracter especifico de su solicitud, quiza seria conveniente que intercambiasemos algunos puntos de vista sobre el desarrollo de la visita. Para ello puede usted ponerse en contacto con mi oficina.

Reciba, senora, mis saludos mas respetuosos.

P. Hebert MIC (Metereologist in Charge)

Una semana mas tarde Mary invito al redactor jefe del Montclair Times a comer. Despues de salir del edificio de la redaccion se traslado a la agencia de viajes y compro un billete de ida y vuelta a Miami. Su vuelo salia al dia siguiente a las seis y treinta cinco minutos de la manana.

Telefoneo a la secretaria del senor Hebert para confirmar que estaria en su oficina al dia siguiente al mediodia. Con un poco de suerte y mucha eficacia podria regresar esa misma tarde.

A primera hora de la manana bajo silenciosamente las escaleras, procurando no despertar a nadie. Se preparo un cafe en la cocina mientras contemplaba el dia que comenzaba, luego salio y cerro con cuidado la puerta de la casa. En la autopista que conducia a Newark el aire que entraba por la ventanilla abierta ya era tibio. Apreto el boton de la radio y se sorprendio cantando en voz alta.

Las ruedas del avion tocaron el suelo del aeropuerto internacional de Miami a las once. No llevaba maleta y salio rapidamente de la terminal. Una vez en el coche alquilado, con el plano abierto sobre el asiento derecho, entro en el Virginia Garden, giro a la izquierda por la via rapida 826, despues a la derecha por Flagami West Miami y de nuevo a la izquierda en la avenida 117. Las indicaciones que le

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