Al presentar su redaccion en la escuela hizo una peticion, que su profesor de geografia acepto. Durante ocho dias, cada manana, todos sus companeros de clase guardaron un minuto de silencio.

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Lisa seguia recibiendo cada trimestre el boletin informativo del CNH, que siempre iba acompanado de unas palabras de Hebert, quien se jubilaria en el mes de julio. Tambien mantenia una correspondencia regular con Sam, que incluso habia ido a verla el invierno anterior. En el curso de su visita le hizo saber que los meteorologos del centro a menudo preguntaban por ella. En la primavera de 1996 Mary publico en el Montclair Times un notable articulo sobre los huracanes. A continuacion, la prestigiosa revista National Geographic le ofrecio la oportunidad de desarrollar un extenso estudio sobre el tema, que aparecio en octubre.

Estuvo trabajando en el mismo todo el verano, ayudada por Lisa, que se ocupo de gestionar la documentacion, redactando resumenes.

Casi todos los dias ambas se trasladaban a Manhattan y, tras un desayuno en el pequeno jardin del Picasso, se encerraban en la Biblioteca Nacional de la Quinta Avenida. Thomas se fue con su mejor amigo a un campamento de trabajo en Canada y Philip se dedico a las tareas de renovacion del pequeno apartamento que habian adquirido en el East Village como inversion o, quiza sin querer reconocerlo demasiado, para Lisa, en el caso de que decidiese un dia continuar sus estudios en la Universidad de Nueva York. Mary recibio felicitaciones por la calidad del texto, que se publico en la revista National Geographic, y a principios de 1997 le confiaron dos columnas semanales, de tema libre, en la edicion dominical del Montclair Times. Lisa siguio sus pasos y logro una tribuna en el periodico mensual de la escuela. De forma gradual se dio permiso a si misma para apartarse de los temas meteorologicos.

Lisa celebro sus diecinueve anos a principios de ano y Thomas sus quince el dia 21 de marzo. El mes de junio fue rico en acontecimientos. La preparacion de la fiesta con que se cerraba la etapa de los estudios secundarios sirvio de excusa para las dos jornadas enteras que pasaron visitando las tiendas de ropa de las calles del Village. Stephen vino a buscar a Lisa a casa y, cuando Philip comenzo a hacer sus recomendaciones, Mary, con mirada incendiaria, invito a su esposo a no envejecer prematuramente. Lisa regreso de madrugada por primera vez en su vida. Ese mes anunciaba el final de una etapa y su proximo ingreso en la universidad, ya con el titulo en la mano. Se habia convertido en una mujer encantadora. Su boca se habia agrandado, dibujando una sonrisa mas natural y sus largos cabellos le caian sobre la piel morena. Pletorica de belleza, le costaba mantener el «equilibrio». De la nina pequena que habia llegado un dia de lluvia solo quedaba una mirada, una luz intensa e inquietante, en el fondo de sus ojos.

Al acercarse la fiesta de graduacion de Lisa, Mary no pudo evitar sentirse fragil. El recuerdo de un juramento pronunciado aquel dia, desde el que ya habian transcurrido cinco anos, en la mesa de una cafeteria de aeropuerto, a menudo venia a alterar sus noches, si bien nada en el comportamiento de su hija dejaba presagiar que exigiria el cumplimiento de aquella promesa.

Thomas fue el ultimo en llegar a la mesa para tomar el desayuno. Lisa habia terminado de comer sus tortitas y Mary tuvo que ordenar la cocina apresuradamente mientras Philip hacia sonar el claxon para que fueran al coche. El motor ya estaba en marcha cuando el ultimo cinturon estuvo abrochado. Solo se tardaban diez minutos en llegar a la escuela y Mary no veia la razon de tantas prisas. Durante el recorrido, el lanzaba frecuentes miradas por el retrovisor, que Lisa le devolvia. Mary intentaba concentrarse en el programa impreso de la jornada, pero lo dejo, pues leer en el coche la mareaba. En cuanto hubieron aparcado fueron a saludar a los profesores. Philip estaba hecho un flan. Antes de que Lisa se alejase para ir a reunirse con sus companeros de promocion, Mary le dio animos y la tranquilizo, actuaba asi siempre que habia una ceremonia oficial. Philip apremio a Thomas y Mary para que tomaran asiento en las gradas que se hallaban dispuestas delante de la tribuna donde se desarrollaria la entrega de diplomas. Mary hizo un movimiento con las cejas al tiempo que daba unos golpecitos sobre la esfera del reloj. La ceremonia comenzaria dentro de una hora; no habia razon alguna para alarmarse y ella queria aprovechar el tiempo dando un corto paseo por el parque.

Cuando regreso, Philip estaba ya sentado en la primera fila y habia colocado cada uno de sus zapatos sobre las dos sillas que tenia al lado para reservarlas.

Al sentarse, Mary le devolvio un mocasin.

– ?Tienes una imaginacion desbordante cuando se trata de reservar un sitio! ?Estas seguro de que te encuentras bien?

– Las ceremonias me ponen nervioso.

– ?Ya ha conseguido su titulo, Philip! Era antes, durante los examenes, cuando habia que estar nervioso.

– No se como te las arreglas para estar tan tranquila. ?Mira, ya esta en la tribuna! ?Va a pronunciar su discurso!

– … que desde hace un mes nos sabemos de memoria. Te lo ruego, para de moverte todo el rato de esa manera.

– ?Pero si no me estoy moviendo!

– Si. Y tu silla esta rechinando. Si quieres escuchar a tu hija, tendras que estarte quieto.

Thomas los interrumpio. Tras la muchacha que ahora saludaba le tocaba el turno a Lisa. Philip estaba tenso, pero sobre todo muy orgulloso, y se dio la vuelta para contar el numero de personas que asistian a la ceremonia. Habia doce filas de treinta asientos, lo que sumaba un total de trescientos sesenta espectadores.

?Fue algo sin importancia lo que atrajo su atencion o fue quizas ese eterno instinto lo que hizo que se volviese de nuevo? Desde el fondo de la multitud, sentada en la ultima fila, una mujer miraba fijamente a Lisa, que avanzaba hacia el microfono.

Ni las gafas de sol que llevaba puestas ni la ligera capa con la que se cubria, ni tampoco las senales que el tiempo habia dejado en su rostro le impidieron reconocer a Susan.

Mary pellizco a Philip en la rodilla.

– Si quieres ver como tu hija recibe el diploma, date la vuelta. Parece como si hubieses visto a un fantasma.

Durante todo el tiempo en que Lisa estuvo saludando a sus profesores, la mano izquierda de Philip, humeda, temblaba. Mary la cogio entre las suyas y la apreto con fuerza. Cuando Lisa dio solemnemente las gracias a sus padres por su amor y su paciencia, Mary sintio una urgente necesidad de comer unas creps con azucar. Luego se toco el parpado con la punta del dedo para ahuyentar la emocion pasajera que atravesaba sus ojos y solto la mano de Philip.

– ?Que te pasa?

– Estoy emocionado.

– ?Crees que hemos sido unos buenos padres para ella? -pregunto con una voz suave.

El retomo el aliento y no pudo evitar darse la vuelta una vez mas. La silla donde creyera ver a Susan estaba vacia. Barrio con la mirada los alrededores, pero no la vio en ninguna parte. Mary le hizo volver la atencion a Lisa, que saludaba entre las aclamaciones. Philip junto las manos y comenzo a aplaudir con todas sus fuerzas.

Se mantuvo al acecho el resto de la tarde. Diez veces Mary le pregunto que buscaba y diez veces el le respondio que no se sentia muy bien, que solo era la resaca de la emocion. Le pidio excusas con ternura y ella decidio que era mejor dejarlo tranquilo y ocuparse de Thomas y, sobre todo, de Lisa, que aun estaba con ellos. Philip deambulaba por el parque de la escuela, paseando entre los arboles, saludando brevemente a las personas con las que se cruzaba, pero… Susan no estaba en ninguna parte. Al final del dia considero la posibilidad de que tal vez habia tenido una vision. Sin confesarselo, rogaba para que asi fuese. Eran

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