?Que programa vamos a organizar para esta tarde al camarada Artiomov? Vamos a ver: primero una cronica mundial. Le demostraremos que en la Estrella Ketz no estamos atrasados en cuanto a noticias frescas de todo el mundo. Luego dele «La Columna Solar»…

— ?Es una nueva novela? — pregunte.

— Si, algo por el estilo — respondio Kramer—. Bueno, o «La Central Electrica Atmosferica».

Asintiendo con la cabeza, Nilson saco de un cajon unos estuches metalicos redondos.

Kramer me hizo tumbar en una de las camas. Luego, poniendo estos estuches en el aparato con manivela, me lo puso en la cabeza.

— Bien, ahora escuche y mire — dijo el.

— No veo ni oigo nada — exclamo.

— Dele a la manivela de la derecha — dijo Kramer.

Gire la manivela. Algo chasqueo, se oyo un zumbido. Una fuerte luz me deslumbro. Instantaneamente cerre los ojos al mismo tiempo que oia una voz que decia:

«La jungla tropical africana es desbrozada para terrenos de cultivos».

Abri los ojos y vi brillante, bajo los cegadores rayos del sol africano, la superficie azul verdosa del oceano, y en el, extendida, una enorme flota: acorazados, navios, cruceros y destructores de todos los tipos y sistemas. Habian alli viejos buques de guerra echando nubes de humo negro por sus anchas chimeneas, otros mas nuevos con motores de combustion interior, y algunos modernos, con motores movidos por la electricidad.

Este espectaculo fue tan inesperado que sin querer me estremeci. ?Sera de nuevo la guerra? Pero, ?como puede ser la guerra? ?No estare viendo un viejo film de los ultimos tiempos?

«La flota de guerra, arma de destruccion, la hemos convertido en transportes», continuaba la voz.

?Ah, he aqui de que se trata! Cegado por la viva luz, no me di cuenta que las torres con los canones han sido eliminadas. En su lugar se han colocado gruas. Centenares de lanchas motoras, remolcadores y gabarras van y vienen entre los barcos y el nuevo puerto. En el hierve el trabajo de descarga.

De nuevo gire la manecilla. Y…, esto tambien parece la guerra.

Un inmenso campamento, blancas tiendas de campana y casas de madera pintadas asimismo de blanco. En las casas y tiendas de campana se ven gentes vestidas con ropas ligeras de colores claros. Hay una mezcla de negros y europeos. Tras el campamento una cortina de humo llega casi hasta el cenit. El humo se eleva en remolinos, como si hubiera un enorme incendio…

Un nuevo «cuadro»; un compacto e infranqueable bosque tropical arde en llamas. Entre las cenizas hay enormes furgones, cajas formadas por carcazas de acero cubiertas de redes de alambre. Cerca de ellas hay gente que arranca los troncos con pequenas maquinas.

«Los tropicos son los lugares mas ricos en sol de la Tierra. Pero eran inaccesibles para el cultivo agricola. Los intrincados bosques y pantanos, los animales salvajes, reptiles venenosos, insectos y fiebres mortales invadian estos lugares. Vean el cambio que sufren ahora…»

Una pradera. Los tractores trabajan la tierra. Alegres tractoristas negros montados en sus maquinas sonrien mostrando sus resplandecientes dientes blancos. En el horizonte se divisan edificios de varios pisos y el espeso verdor de sus jardines. «Los tropicos alimentaran a millones de personas… La idea de Tziolkovsky es llevada a la practica…»

«?Como, tambien Tziolkovsky? — me asombro—. ?Cuantas ideas utiles a la Humanidad futura tuvo tiempo de preparar!»

Y como contestacion a este pensamiento, vi otros cuadros de la gran transformacion de la Tierra segun ideas de Tziolkovsky.

La transformacion de los desiertos en oasis utilizando la energia del sol; la adaptacion de viviendas e invernaderos en las hasta hoy inaccesibles montanas; los motores solares que trabajan con la fuerza de las mareas; nuevas especies de plantas que utilizan un alto porcentaje de energia solar…

Pero esto entra ya dentro de mi especialidad. De estos progresos tengo ya conocimiento.

La cinecronica mundial termino. Despues de un minuto de descanso volvi a oir la misma voz. Y todo lo que relataba, pasaba ante mis ojos atonitos, como si fuera realidad.

«Yo tome parte en las pruebas de un aerotrineo de nuevo tipo — decia la voz—. Las condiciones en que se efectuaron eran bastante dificiles: habia que recorrer centenares de kilometros de tundra mas alla del circulo Polar.

Yo era el jefe de la expedicion y dirigia la columna, ibamos directamente hacia el norte.

Era de noche. La aurora boreal no brillaba en el cielo. Tan solo los faros iluminaban el camino. La temperatura alcanzaba los cincuenta grados bajo cero. A nuestro alrededor se veia solo la nevada llanura.

Viajamos dos dias guiandonos por la brujula.

De pronto me parecio que el cielo en el horizonte se habia iluminado.

— Empieza la aurora boreal. Sera mas alegre el viaje — dijo el que llevaba nuestro trineo.

A la media hora el horizonte se ilumino mas vivamente.

— Extrana aurora boreal — comente dirigiendome a mi companero—. Noto la ausencia absoluta de difuminacion de la luz. Y de los colores. Generalmente las auroras boreales empiezan con un color verdoso, despues pasa al rosa de diversos matices. Y esta luz parece la del alba, y ademas completamente inmovil. Esta solo va en aumento gradualmente y pasa del rosado al blanco a medida que vamos avanzando.

— ?Puede ser que sea luz zodiacal? — dijo mi acompanante.

— No es posible ni por el lugar, ni por el tiempo. Y no es parecida; mire la estela de luz va casi desde el cenit hasta el horizonte, ensanchandose gradualmente como un cono.

Nos apasionamos tanto en observar el maravilloso fenomeno celeste que no vimos como avanzabamos hacia un profundo valle de abrupta pendiente y por poco no rompimos los patines del trineo.

Despues de algunos minutos, a la salida del valle, notamos un aumento de la temperatura. El termometro marcaba treinta y ocho grados bajo cero, cuando tan solo una hora antes marcaba cincuenta.

— ?Puede ser que esta luz irradie calor? — dije yo.

— Si es asi, es completamente inexplicable — replico mi companero—. ?Una columna de luz calentando la tundra!

La columna estaba en el camino de nuestra ruta y no habia otro remedio que marchar hacia aquel cono luminoso y averiguar, si fuere posible, lo que pasaba.

Nos pusimos en marcha y, de pronto, subio aun mas la temperatura y el tono de la luz se hizo mas vivo. Pronto apagamos los faros; no habia necesidad de ellos. Luego observamos que aumentaba la corriente de aire hacia el cono de luz y que en la parte superior de este se distinguia un brillante foco luminoso en forma de hoz, como el creciente de Venus observado a traves de unos prismaticos.

?Vaya! A medida que nos ibamos acercando el enigma no se aclaraba, sino que se hacia cada vez mas embrollado.

— Esta luz… Es sorprendente, pero me recuerda la luz del sol — dijo mi camarada con perplejidad.

Muy pronto se hizo tan claro como en pleno dia. Pero a la derecha, a la izquierda y detras estaba oscuro, y mas lejos era noche cerrada. El viento, arrastrandose a ras del suelo, aumentaba levantando polvo de nieve. Continuamos el camino en medio de un simun de nieve.

Sin embargo, la temperatura aumentaba precipitadamente.

— Menos treinta… Veinticinco… Diecisiete… Nueve… — comunicaba mi acompanante—. Cero… Dos grados sobre cero… ?Y esto despues de cincuenta bajo cero! Ahora comprendo el porque del viento. Por lo visto esta «columna solar» calienta el suelo y de ello resulta un gran cambio de temperaturas. El aire frio afluye por debajo hacia la zona templada y encima, seguramente, hay una corriente inversa de aire caliente.

Nos acercabamos al limite en el cual caian directamente los rayos luminosos. El polvo de nieve atraido por el viento se derretia; la ventisca se convirtio en lluvia que caia no del cielo, sino que nos venia de atras. La nieve se derretia en el suelo, se hacia acuosa. En los declives de los monticulos y vallecillos ya corria el agua. No habia camino para el trineo. El oscuro y helado invierno polar, se convertia, como por encanto, en una primavera.

Era peligroso continuar nuestro camino: el trineo podia romperse. Nos paramos. Se paro tambien toda la columna. De los aerotrineos empezaron a salir los conductores, ingenieros, corresponsales, los operadores de cine, y todos los componentes de la prueba. Todos ellos estaban tan interesados como yo por el extraordinario fenomeno.

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