La noticia, transmitida inmediatamente a la Tantra, disipo la desesperanza que se habia apoderado de la tripulacion desde que la aeronave quedara cautiva de la estrella de hierro. Ya no habia necesidad de largos trabajos para enviar un mensaje a la Tierra. Pero, en cambio, habrian de hacer enormes esfuerzos para transbordar los depositos de anameson. La tarea, ardua de por si, se convertia en aquel planeta, de una pesantez casi tres veces superior a la de la Tierra, en una empresa que requeria gran inventiva y capacidad ingenieril. Pero la gente de la Era del Gran Circuito, lejos de temer a los problemas dificiles, sentia un gran placer en resolverlos.

El biologo saco del magnetofono, en el puesto central, la bobina inacabada del diario de a bordo. Erg Noor y la geologo abrieron la caja de caudales principal, hermeticamente cerrada, donde se guardaban los resultados de la expedicion del Argos. Era un pesado fardo que contenia multitud de filmes fotono-magneticos, de diarios, observaciones y calculos astronomicos. Mas los tripulantes de la Tantra, que eran ellos mismos investigadores, no podian demorar ni por un instante el examen de aquel precioso hallazgo.

Muertos de cansancio, se reunieron en la biblioteca de la Tantra con sus companeros, que ardian de impaciencia. Alli, en el ambiente habitual, sentados a la comoda mesa, bajo una clara luz, la macabra oscuridad que los rodeaba y la astronave abandonada, sin vida, parecian una espantosa vision de pesadilla. A todos oprimia, sin cesar ni un instante, la pesantez del pavoroso planeta, y al hacer cada movimiento, los astronautas contraian de dolor el rostro. Sin una gran practica, era muy dificil adaptar el propio cuerpo a los movimientos del «esqueleto» de acero, accionado por palancas. Ello hacia que el andar fuera acompanado de tirones y violentas sacudidas. Y aunque la marcha no fuese larga, la gente volvia rendida. La geologo Bina Led debia de haber sufrido una leve conmocion cerebral; mas, a pesar de ello, apoyose pesadamente sobre la mesa y, frotandose las sienes, se nego a marcharse sin oir la ultima bobina del diario de a bordo. Por aquellas grabaciones, conservadas ochenta anos en la nave muerta sobre el terrible planeta, Niza esperaba conocer algo inaudito, sorprendente. Se imaginaba los roncos gritos pidiendo auxilio, los gemidos de dolor, las tragicas palabras de despedida. Cuando del aparato salio una voz sonora y fria, la muchacha se estremecio. Ni siquiera Erg Noor, gran especialista en todo lo referente a los vuelos intersiderales, conocia a ningun tripulante del Argos. Llevando a bordo solamente jovenes, la astronave habia emprendido su audacisimo raid a Vega sin entregar al Consejo de Aeronautica la acostumbrada pelicula de los integrantes de la tripulacion.

La voz desconocida relataba los acontecimientos ocurridos siete meses despues del ultimo mensaje enviado a la Tierra. Un cuarto de siglo antes, al cruzar un cinturon de hielo cosmico en el limite del sistema de Vega, el Argos habia sufrido una averia. Taponada la brecha abierta en la popa, la astronave continuo su viaje, pero el accidente habia alterado el supersensible reglaje del campo de proteccion de los motores. Tras una lucha de veinte anos, hubo que detenerlos. El Argos siguio volando por inercia, durante cinco anos mas, hasta que la inexactitud natural del curso la desvio. Entonces fue lanzado el primer mensaje. Se disponian a mandar el segundo cuando la nave cayo en el radio de accion del sistema de la estrella de hierro. Luego le ocurrio lo que a la Tantra, con la sola diferencia de que el Argos, privado de sus motores de marcha, no pudo reemprender el vuelo. Tampoco podia convertirse en satelite artificial del planeta, pues los motores planetarios de aceleracion, situados en la parte de popa, estaban tan inservibles como los de anameson. El Argos tomo tierra felizmente en la baja meseta costera. La tripulacion acometio las tres tareas mas apremiantes: reparar los motores — si era posible —, enviar un llamamiento a la Tierra, pidiendo socorro, y estudiar el planeta desconocido. Antes de que hubieran terminado el montaje de la torreta de lanzamiento del cohete, los exploradores empezaron a desaparecer misteriosamente. Los enviados para buscarlos no regresaron tampoco. Entonces ceso la exploracion del planeta; unicamente salian del Argos todos juntos, para ir a construir la torreta, y permanecian largo rato metidos en la hermetica astronave durante los descansos de aquel trabajo, terriblemente agotador a causa de la fuerza de gravedad. En su afan de lanzar el cohete cuanto antes, ni siquiera empezaron a examinar otra astronave, cercana a la suya, que debia de encontrarse alli desde hacia mucho tiempo.

«?El disco!», paso fugaz por la mente de Niza. Sus ojos se encontraron con los del jefe, que, comprendiendo su pensamiento, asintio con la cabeza. De los catorce tripulantes del Argos, solo ocho habian quedado con vida. Mas adelante, en el diario hablado habia una interrupcion de tres dias; despues de esta, lo reanudo una voz aguda de mujer joven:

«Hoy, dia doce del septimo mes del ano trescientos veintitres del Circuito, nosotros, los supervivientes, hemos terminado los preparativos para el lanzamiento del cohete-emisor.

Manana, a esta misma hora…» Key Ber, instintivamente, miro a la graduacion horaria al borde de la cinta, que iba devanandose: las cinco de la manana, hora del Argos, pero ?a que hora de aquel planeta corresponderia?…

«Enviaremos, siguiendo una trayectoria bien calculada… — la voz se corto; luego, surgio de nuevo, mas apagada y debil, como si la mujer se hubiera alejado del receptor —.

?Conecto! ?Otra vez!..» El aparato callo, pero la cinta continuo devanandose. Los oyentes intercambiaron una mirada de ansiedad.

— ?Algo ha ocurrido!.. — exclamo Ingrid Ditra.

Unas palabras presurosas, entrecortadas, salieron del magnetofono: «Se han salvado dos… Ella, Laik, no ha saltado lo bastante… el ascensor… ?No han podido cerrar mas que la segunda puerta! El mecanico Saj Kton se arrastra hacia los motores… utilizaremos los planetarios… Ellos, aparte de la furia y el espanto, no son nada. ?Si, nada!..» Durante algun tiempo, la bobina de la cinta siguio girando silenciosa; luego, la misma voz volvio a hablar:

«Parece que Kton no ha podido llegar. Estoy sola, pero se lo que hay que hacer. Antes de empezar — la voz se hizo mas firme, adquiriendo gran fuerza de conviccion —:

Hermanos, oid mi advertencia: si encontrais al Argos, no abandoneis nunca la nave.» La desconocida dio un suspiro y dijo en voz queda, como para si misma:

«Hay que averiguar que ha sido de Kton. Cuando vuelva, explicare con mas detalle…» Oyose un chasquido seco, y la cinta continuo devanandose unos veinte minutos mas, hasta el final de la bobina. Pero los aguzados oidos esperaron en vano: la mujer no explico nada mas, porque seguramente tampoco habia vuelto mas.

Erg Noor desconecto el aparato y, dirigiendose a sus companeros, dijo:

— ?Nuestras hermanas y nuestros hermanos muertos nos salvan la vida! ?No percibis, acaso, la mano del fuerte hombre de la Tierra? Resulta que en la astronave hay anameson. Y, por anadidura, hemos recibido la advertencia del peligro mortal que aqui nos acecha. Ignoro cual sera, pero debe de ser esta vida extrana. Si se tratase de fuerzas y elementos del Cosmos, estos no solo habrian matado a los tripulantes, sino averiado la nave. Despues de recibir una ayuda semejante, seria una verguenza que no salvaramos la Tantra y no llevasemos a la Tierra los descubrimientos hechos por el Argos y por nosotros. ?Que el grandioso trabajo de los muertos y su lucha de medio siglo contra el Cosmos no sean vanos!

— ?Y como piensa usted tomar el combustible sin salir de la nave? — pregunto Key Ber.

— ?Por que sin salir? Usted sabe que eso no es posible y que tendremos que salir y trabajar a la intemperie. Pero ya estamos prevenidos y tomaremos precauciones…

— Me lo imagino — le interrumpio el biologo Eon Tal —. Una barrera de proteccion en torno al lugar de los trabajos.

— ?No solo alli, sino en todo el trayecto entre las dos naves! — agrego Pur Hiss.

— ?Desde luego! Como no sabemos lo que nos acecha, haremos una barrera doble:

radiactiva y electrica. Tenderemos unos cables a lo largo de todo el camino y formaremos un pasillo de luz. Detras del Argos esta el cohete abandonado, cuya energia sera suficiente para el tiempo que duren los trabajos.

La cabeza de Bina Led choco contra la mesa. La medica y el segundo astronomo, venciendo la fuerza de gravedad, se acercaron a la companera desvanecida.

— ?No tiene importancia! — dictamino Luma Lasvi —. Una ligera conmocion e hipertension. Ayudenme a llevarla al lecho.

Y si al mecanico Taron no se le hubiera ocurrido emplear una carretilla automatica, aquel simple traslado habria requerido mucho tiempo. En ella, los ocho exploradores fueron llevados a sus respectivos lechos, pues ya era hora de descansar; de lo contrario, la hipertension de sus organismos, no adaptados a las nuevas condiciones, se convertiria en enfermedad. Y en aquellos momentos criticos, cada miembro de la expedicion era insustituible.

Pronto, dos carretillas automaticas, de las que se utilizaban para toda clase de transportes y construccion

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